domingo, 1 de diciembre de 2013

PERFUME DE MUJER:

Soy la muchacha mala de la historia

María Emilia Cornejo

Cortesía: SOHO Colombia

Soy
La muchacha mala de la historia
La que fornicó con tres hombres
Y le sacó cuernos a su marido.

Soy la mujer
Que lo engaño cotidianamente
Por un miserable plato de lentejas,
La que le quitó lentamente su ropaje de bondad
Hasta convertirlo en una piedra
Negra y estéril
Soy la mujer que lo castró
Con infinitos gestos de ternura
Y gemidos falsos en la cama

Soy
La muchacha mala de la historia.

Wilde, ídolo del pop

Marlon Zenteno Mayorca


1854 . Una noche pacífica de octubre,  una nave alienígena sobrevuela Dublín. La nave deja a un bebé en la entrada de una casa de clase media. Algunos años más tarde, en una escuela primaria, varios niños contestan en el aula a la clásica: «¿Qué quieren ser de grandes?» Todos responden citando oficios comunes, pero uno apellidado Wilde dice sin reparos: «Yo quiero ser ídolo del pop». Este es el fragmento que da inicio a 'Velvet Goldmine', la glamorosa y excesiva película de  Todd Haynes, que habla de un momento cumbre para la cultura popular anglosajona.
En plena era de la música disco, el patético hippismo persistente y el inverosímil virtuosismo del rock progresivo, un tal David Bowie lo cambia todo. Vestido de alienígena, este mesías de otra galaxia admira a un enloquecido performer americano que parece un paciente psiquiátrico y a un caballero de lírica decadente y sórdida que gustaba distorsionar su guitarra. No son otros que Iggy Pop, precursor del punk, y Lou Reed, el padre de la cultura alternativa.
Tomaba como principios lo andrógino, lo ambiguo, lo espectacular y lo inusual, no sólo en su modo de vestir, sino en todos los aspectos de la persona. Si los hippies consideraban una revolución sexual el amor libre entre un hombre y cien mujeres, el glam rock iba más allá y consideraba la bisexualidad como genuina revolución contracultural.
¿Qué tiene que ver esto con Wilde? Pues todo. Bowie y sus compinches fueron quienes revolucionaron la música gracias a ese monstruo descomunal y travestido llamado Glam rock. Pues hay en la ironía de Wilde, en su grito de libertad y en su desprecio a lo convencional, algo que termina por ser completamente 'punk', además de glamoroso, como lo percibieron los jóvenes de aquella época. Bandas como los New York Dolls son un clarísimo ejemplo.
Se sabe que Wilde fue forzado a travestirse de niño por su madre, algo en lo que se volvió experto, y que el escándalo por promover el “libertinaje” en la era victoriana terminó por llevarlo a la cárcel, la pobreza y la muerte. Los 'glam' no fueron más que los 'dandys' del rock, herederos de Wilde.
En los 80, Morrissey gritaría su devoción por el escritor victoriano e imprimiría en The Smiths mucho del sentimiento de Wilde: su afán por la soledad, el romanticismo trágico y su ironía, que aunque amarga, es casi cómica. No es de extrañar que mencione Wilde en sus letras y que hasta use polos con su retrato.  La década más entrañable de la música cerraba con un disco magistral, 'The Queen is Dead', que lleva impregnado el perfume de Wilde por todas partes.
Casi al final de la película de Haynes, la nave vuelve a aparecer, ante dos de los protagonistas en pleno concierto glam rock, como celebrando aquella 'marcianada' aprendida del niño de la galaxia lejana.
 Wilde era todo lo atípico que se nos pudiese ocurrir, un tipo exquisito y estrambótico, desde los zapatos hasta la última de sus neuronas, pero también fue uno de los más grandes genios que haya pisado este planeta, haya nacido en él o no.

Isabel Córdova, una pluma de oro

Carlos Villanes Cairo
Desde Madrid


Acaba de publicar ‘Las aventuras de Pico de Oro’, y en una entrevista para ‘Ojo crítico´ de Radio Nacional de España, dijo que su éxito se debe a que sus obras tienen mucha aventura, diversión y contenido. Convertida en superventas, jamás se ha sentido una ‘best seller’, porque su trabajo «es profesional y no obedece a los parámetros comerciales».
En un medio tan competitivo como el español, donde se publican miles de títulos al año, Isabel Córdova Rosas (Huancayo, 1950) ha conseguido hacerse de un sitio muy notable, multiplicar sus tiradas, editar, como los grandes autores, con los sellos más importantes, entre ellos SM, Espasa Calpe, Anaya, Planeta Oxford, Dylar, y estar traducida a nueve lenguas y vivir exclusivamente de la literatura.

DESDE EL AMAZONAS: ‘Las aventuras de Pico de Oro’, editada por Acerva, en Huancayo, tiene 120 páginas. Es la historia de un loro al que un científico en la selva amazónica enseña a hablar y entender lo que dice y escucha. Enviado a Madrid, se convierte en un miembro más de su familia de acogida, participa activamente de la vida con dos niños agobiados por sus tareas escolares, pero sobre todo consigue que todos se solidaricen en la búsqueda de su madre y de su novia Chocolatina, raptadas por traficantes de animales exóticos. Abierta la intriga desde el comienzo, la trama se torna dramática pero salpicada de buen humor, con un lenguaje de español estándar, dinámico y elegante; sin cursilerías, diminutivos, ni sensiblería, trampa en la que caen muchos «narradores infantiles», y un desarrollo espaciado con flashbacks, ‘raccontos’ y monólogos interiores.
Tiene el mérito de construir una genuina novela de literatura para niños y jóvenes. La autora no busca ser didáctica ni moralizadora, sin embargo, casi sin notarlo, el lector se mezcla con el fabuloso mundo de los psitácidos, concretamente los loros pericos, considerados por los científicos como los animales más inteligentes del universo, superiores a los delfines, los perros y caballos. Han demostrado en el laboratorio la capacidad de resolver 163 problemas planteados para ellos.
Además, la magia de su pluma arrastra al lector hacia personajes singulares como el brujo Mokoloco, o las historias de los loros de Napoleón en el destierro o del general Mac Arthur en la guerra del Pacífico. Pico de Oro no es un ser excepcional: es chismoso, fisgón, comelón, aunque enamoradísimo de su novia extraviada.
El crítico peruano Ricardo González Vigil, que ha comentado la mayoría de los libros de Isabel Córdova Rosas, ha escrito que es la autora —no autor— más traducida de la literatura peruana. Efectivamente, sus novelas ‘Tinko y Gabi en el Amazonas’; ‘Mozart, el niño genio’; ‘El rescate’; ‘Ada nunca tiene miedo’; ‘El zoo de verano’; ‘El secreto del péndulo’; y ‘Colón, el grumete valiente’, están vertidas al inglés, francés, griego, italiano, alemán, portugués, gallego, euskera y catalán.