domingo, 3 de noviembre de 2013

Solo 4. Edición 494, del 02 de NOVIEMBRE de 2013. Año IX

LA CITA:

«En este momento tiembla usted por la situación y la perspectiva de la caza. ¿Dónde estaría ese temblor si yo fuera preciso como una guía de ferrocarriles?»


Arthur Conan Doyle, El valle del terror

LO ÚLTIMO: Ganadores del “Premio Copé 2013”

 PETROPERÚ presentó, hace muy poco, a los ganadores de sus prestigiosos concursos: XVI Bienal de Poesía y IV Bienal de Novela «Premio Copé 2013».
En la XVI Bienal de Poesía el Premio Copé de Oro se lo llevó Leoncio Luque Ccota con el poemario «Igual que la extensión de tu cuerpo». El Premio Copé de Plata se fue con Cristhian Andrés Briceño Ángeles por su trabajo «La comedia inmóvil», y el Premio Copé de Bronce fue para Luzgardo Medina Egoavil, por «Alegorías para un amor gitano y una carta para César Moro»
Por otra parte, en la IV Bienal de Novela, el Premio Copé de Oro se lo llevó el reconocido escritor Julián Pérez Huarancca, por su novela «Criba» —esperamos poder leerla pronto—, y las Menciones Honrosas fueron para Max Daniel Crespo Loayza por «Los puentes de Orestes», Zoila Elena Vega Salvatierra por «Teclas» y Marco Antonio García Falcón por «Tocar el elefante».

Según la organización, los ganadores serán prontamente publicados bajo el sello de Ediciones Copé.

Tullupampay: expresión popular por las almas

Manuel F. Perales Munguía

Foto: Andrés Mendoza
«Entierran (…) con estos cuerpos [de sus difuntos] todas las comidas secas que ellos usan —y échanles açua en la sepultura, que es su bebida—, llamándolos por sus nombres». Con palabras como éstas el clérigo español Bartolomé Álvarez describió las prácticas de veneración a los difuntos entre las poblaciones indígenas de Los Andes en 1588, a puertas del inicio de las campañas de extirpación de idolatrías con las que la Iglesia Católica de entonces buscó destruir las religiones nativas en esta parte del continente.
Poco antes, en 1583, el licenciado Juan Polo de Ondegardo, en su Instrución [sic] contra las ceremonias y Ritos que usan los Indios, anotó algo importante sobre las poblaciones andinas antiguas: «Creen (…) que las cabeças de los difuntos o sus phantasmas, andan visitando los parientes, o [sic] otras personas en señal que han de morir, o les ha de venir algún mal». Sin duda, este testimonio nos remite a la importancia simbólica de la cabeza humana en Los Andes precoloniales, en el plano religioso, pero también político y social, como arqueológica y etnográficamente han documentado los trabajos recientes de Denise Arnold y Christine Hastorf para el caso boliviano, donde cada domingo posterior al Día de Todos los Santos muchísima gente lleva a sus “ñatitas” (cráneos humanos que guardan en sus hogares) a “oír” misa y recibir el agua bendita, todas engalanadas con flores, como también ha reportado Gerardo Fernández.
El carácter pan-andino de las citadas prácticas de veneración a los difuntos, y particularmente a los cráneos humanos, se expresa en la existencia de rituales como la misa de Tullupampay, celebrada los días 03 de noviembre de cada año, en el cementerio antiguo del pueblo de Chongos Bajo en el Valle del Mantaro. Vinculada a una antigua costumbre local en torno a la limpieza del cementerio y al re-enterramiento de osamentas humanas halladas como producto de dicha actividad, en la actualidad, esta celebración tradicional congrega a numerosas personas de la zona que todavía mantienen una arraigada creencia en el poder protector de los cráneos humanos que conservan en sus hogares. Tales cráneos, o “almitas”, pueden ser de parientes, o simplemente de gente desconocida. Es por esto que se les suele llamar por su nombre, o sencillamente “panchitos” y “avelinos”.
Estudios realizados por el investigador Agustín Rodríguez y el suscrito sugieren una estrecha relación de reciprocidad entre el “almita” y la persona que la guarda en su vivienda. Aquélla se revela en sueños y a través de ciertas manifestaciones especiales en la vida cotidiana, y mientras es cuidada con cariño y sobre todo con fe, brindará protección frente a robos que podría sufrir la casa o hasta las sementeras. En otras ocasiones puede anunciar la ocurrencia de ciertos acontecimientos, asustar al incrédulo e incluso favorecer el triunfo en alguna actividad profana como un partido de fútbol. De algún modo vemos que en todo esto existe relación con las creencias observadas por Polo y Álvarez hace más de cuatrocientos años.

Por otro lado, en la perspectiva desarrollada por Manuel Marzal y otros autores, la misa de Tullupampay representa un ejemplo único de catolicismo popular que se ha desarrollado vigorosamente a partir de procesos peculiares de sincretismo cultural y religioso, donde elementos andinos y cristianos occidentales se han imbricado de modo complejo. Por ello, esta manifestación debería ser investigada a fondo y reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación. Confiamos en que así sea pronto.

La imaginación

Jorge Escobar Galván

Jean Paul Sartre (París, 21 de junio de 1905 – 15 de abril de 1980).
En sus obras, Sartre trata de investigar los vínculos entre lo real y lo imaginario construyendo una teoría de la imagen. En concreto, aporta al esclarecimiento del problema de las relaciones de la imagen con el pensamiento. Sostiene que hay una «existencia como cosa» y una «existencia como imagen» que no permite que lleguemos a confundir la imagen del objeto con el objeto mismo.
Postula que entre la imagen y la cosa existe una identidad de esencia, pero no una identidad de existencia. Vendrían a ser dos tipos distintos de identidad, dos modos de ser diferentes, porque la imagen no existe del mismo modo que el objeto.
La imagen, concluye Sartre, es, como la conciencia, «imagen de algo»; no es una cosa sino un acto: es propiamente «un cierto tipo de conciencia», es «conciencia de algo». Afirmaba que «una imagen no es una sensación despierta, o remodelada por el intelecto, ni tampoco una antigua percepción alterada y atenuada por el saber, sino algo enteramente diferente, una realidad ausente, revelada en su ausencia misma a través de lo que yo llamaba un “analogon”: un objeto sirviendo de soporte analógico y atravesado por una intención».
En el pensamiento actual, la imaginación entendida como creatividad, es decir, orientada hacia un objetivo concreto, se opone a la fantasía, entendida como pura producción de imágenes.
Appadurai, desde la antropología, plantea que en la actualidad los medios de comunicación y los movimientos migratorios producen una serie de efectos en la imaginación al ofrecer nuevos recursos para la construcción de la imagen de uno mismo y de una imagen del mundo, tendiendo a cuestionar, subvertir o transformar las formas expresivas vigentes o dominantes en cada contexto particular, transformando el discurso cotidiano, entre otros. En suma, los medios electrónicos y las migraciones masivas caracterizarían al mundo de hoy como fuerzas que parecen instigar (y a veces, obligar) al trabajo de la imaginación. 
Reconoce que todas las sociedades han producido su propio arte, sus propios mitos y leyendas, expresiones que implicaron un desvanecimiento de la vida social cotidiana. En ellas todas las sociedades demostraron tener la capacidad de trascender y enmarcar su vida social cotidiana recurriendo a mitologías de diversa índole en las que esa vida social era reelaborada e imaginativamente deformada. Por último, en sueños, aun los individuos de las sociedades más simples han encontrado un lugar para reorganizar su vida social, darse el gusto de experimentar sensaciones y estados emocionales prohibidos, y descubrir cosas que se han ido incorporando en su sentido de la vida cotidiana.

En la antropología concebimos las representaciones colectivas como hechos sociales (que trascienden la voluntad individual, que están cargadas con la fuerza de la moral social y como realidades sociales objetivas). Según el citado antropólogo hindú, en los últimos tiempos, apoyado en los cambios tecnológicos ocurridos a lo largo del último siglo, la imaginación ha pasado a ser un hecho social y colectivo, que es la base de la actual pluralidad de los mundos imaginados.

IMPRESCINDIBLES / DE VIVOS Y MUERTOS:

Aunque Halloween y la ola coyuntural por lo “terrorífico” está terminando, nos permitimos recomendar estas tres películas para seguir disfrutando este feriado dedicado a la vida, el horror y la muerte:

Juan de los muertos

Alejandro Brugués - Cuba, 2011


Una horda de zombis, creciente cada día y con un deseo animal por la carne humana, asola La Habana. Se extiende el rumor de que los responsables de la situación son comandos de los Estados Unidos y el pánico se apodera de la gente. En medio de la confusión aparece una especie de héroe: Juan (Díaz de Villegas) que, con el eslogan «Juan de los muertos, matamos a sus seres queridos», se ofrece para eliminar, por un módico precio, a sus familiares infectados. Este es una delirante historia que 'matará' de risa a quienes la vean.


Déjame entrar

Tomas Alfredson - Suecia, 2008


Un tímido niño de doce años llamado Oskar, víctima de bullying en el colegio, se hace amigo de Eli, una misteriosa vecina de su edad que acaba de llegar al vecindario. Esta llegada coincide con una serie de inexplicables muertes en los gélidos bosques suecos. A pesar de que Oskar sospecha que ella es un monstruo, logra que su amistad y amor superen el miedo. Una extraordinaria película, imprescindible para cualquier amante del séptimo arte.


La noche del demonio

James Wan - EE. UU. 2010


Este director nos acaba de sorprender con "El conjuro" y con la secuela de esta misma cinta. Sin embargo, la crítica coincide que la primera versión de "Insidious" es mejor que las anteriores: Josh, su esposa Renai y sus tres hijos acaban de mudarse a una vieja casa. Pero un día, uno de los niños no despierta y entra en un coma inexplicable. Al mismo tiempo, empiezan a producirse extraños fenómenos que aterrorizan a toda la familia.

COLUMNA: AVISO PARA NAVEGANTES

Los festejos de Panamá

Carlos Villanes Cairo


A estas alturas de la vida, después de haber asistido a tantos congresos, conferencias, simposios, etc., dentro y fuera del país, uno va perdiendo el interés al comprobar que  son reuniones que se repiten, con ligeras variantes y escenarios diferentes. De todo este tinglado prefiero las ferias de libros; conoces autores y los agentes venden tus obras. Cuando en 1988, recién salida mi primera novela editada en Madrid, la editorial SM me invitó a la Feria de Fráncfort, primero no lo creí, después me embriagué a lo peruano con la llorona incluida, luego viajé a Alemania y finalmente vendimos seis traducciones de Destino: La Plaza Roja, que ahora —por fin— va a ser editada en el Perú, por Acerva, en Huancayo.
Hace unos días, viajé a Panamá para ver y escribir sobre tres acontecimientos vinculados con mi oficio: la celebración del “descubrimiento” para Europa del Mar de Sur; la XXII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y, el VI Congreso Internacional de Lengua Española. Todo junto en apenas nueve días.
La ciudad de Panamá está deslumbrante. Los millonarios invierten frenéticos y construyen edificios gigantes y los llenan de hoteles, multicines, galerías temáticas, casas de juego y sucursales bancarias. Con 9.8 puntos tienen el PIB más alto de América. No llegan a tres millones de habitantes y publican la “increíble cantidad” de 806 libros al año. Perú edita seis mil y España pasa de los 70 mil. Impacta ver cómo la gente utiliza en su lenguaje diario el 20 por ciento de palabras del inglés. Andan felices con el Canal Transoceánico que están agrandando y tendrán el doble de beneficios, 100 bancos diferentes,  zona de libre comercio con la fiscalidad regalada y el Balboa, su moneda, en paridad con el dólar.
Con todas las buenas intenciones de acercamiento y propuestas de mejor vida, la XXII Cumbre resultó un fiasco, invitaron a 22 presidentes y solo fueron doce. Un pajarito le dijo a Nicolás Maduro que no acudiera y Venezuela no asistió. Tampoco Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Argentina, Perú, etc.
Los actos del Quinto Centenario del descubrimiento del Océano Pacifico fueron más bien protocolares, académicos, y englobaron a las otras dos grandes citas.
El VI Congreso de la Lengua fue monotemático con el lema de «El español en el libro: del Atlántico al Mar del Sur» y en las 200 sesiones repartidas en cuatro grandes subtemas flotó la gran amenaza de que el libro empieza a morir bajo el asedio del crecimiento del libro electrónico o “ebook”, especialmente en España. Se llegó a la conclusión de que la gran batalla por la supervivencia del libro de papel se dará en Latinoamérica contra Apple y Amazon, los gigantes de la distribución “on line”. Se dictaminó la futura consigna: «Entender a los jóvenes para enseñarles mejor», osea los autores de obras para niños y adolescentes tendrán  mucho trabajo.

Y como nadie está libre de meter la pata, las dos primicias de la Real Academia Española de Lengua también fallaron: el Diccionario de Americanismos, consensuado por las 24 academias, recibió cuestionamientos, no está completo y tiene algunas acepciones mal atribuidas a su origen, y la anunciada edición del nuevo Diccionario de la Lengua de la R.A.E., no pudo ser terminada y aparecerá en 2014.

PERFUME DE MUJER:

Haiku

Yoko Kawano



Te acercas a mí
con el olor
del pasto matinal
recién cortado:

mis pezones se endurecen.

POESÍA: El sabio

César Calvo

Permaneció en la ventana
durante largos, largos años, viendo
caer las hojas, la nieve, viendo caer
las hojas
y
la nieve.

Cuando se acordó de sus hermanos
éstos ya eran un pedazo de hierba.
Él durmió feliz: aquella noche
descubrió que los árboles

pierden sus hojas, que la nieve es blanca.

¿El amor tiene límites?

Miguel Angel Villalobos Caballero

Siempre me ha atraído el cine, desde adolescente, y fue en tiempos de la universidad cuando casi nunca me perdía una película; era realmente grato acudir a las salas, ya sea en el Callao o en Lima.
Así, hace poco, estaba viendo Manhattan, de uno de mis actores y directores preferidos, Woody Allen, donde, en una de las escenas, se ve al actor corriendo por las calles de esta ciudad (a pesar de sus más de cuarenta años) casi al atardecer, como un jovenzuelo, en busca de la chica deseada que apenas frisaba los dieciocho. Era el tipo de amor del hombre maduro con una mujer joven, que algunos cuestionan y otros no, entre ellos el Tribunal Constitucional.
Me encanta el encuentro que tuvieron, luego de una mediana separación, en el que la chica, ya lista para viajar a Londres, es encontrada por él para tratar de recuperarla a través de la persuasión; así, le dice que es una separación de seis meses y expresa su temor de perderla, a lo que ella responde: «No todos nos corrompemos, debes tener algo de fe en la humanidad».
Antes de pensar en esta oración, me parece algo extraordinario el correr o hacer cosas asombrosas por amor, teniendo cuidado en no confundir éste con lo que es la pasión. Tengo entendido que la pasión o deseo tiene que ver con un carácter pasivo, como lo diría el filósofo español José Ortega y Gasset en su obra Estudios sobre el amor, por cuanto el desear es querer que el objeto venga hacia uno, por el contrario, el amor es actividad, es el ir hacia el objeto.
Pensamos que este sentimiento es algo maravilloso y no tiene límites cuando es voluntario y de buena fe, además de ser correspondido. Él se expresa en una gran actividad humana como el bailar o gritar al espacio; sin embargo, y respondiendo a la pregunta, pensamos que tiene sus límites, y esos límites, aunque parezca mentira, los pone la racionalidad de lo posible.
Así vemos que en este tipo de sociedad, que parece neurótica y donde debería abundar los psicoanalistas, el amor es mal entendido cuando se denota crueldad en la relación, es algo enfermizo que destruye al otro cuando a la pareja se le hace sentir mal, se le maltrata con los verbos y los hechos; muchos casos trágicos se dan y se saben por las noticias; esto tiene que parar por el bien no solo de la familia sino por el de la sociedad.
El maltrato que definitivamente no es amor ni pasión, se ha vuelto un quehacer diario y se ha diversificado en todas las áreas humanas, políticas, sociales y más. Ya no se toma en cuenta lo que dijo Ortega y Gasset: «El hablar de amor no es hablar de 'amores'» y agregaría que a éste se le ha estado confundiendo, porque vemos que ahora hay de todo, menos eso que en rigor vale llamarse amor.
La fe en la humanidad, por último, sería volver a creer en este sentimiento como un valor positivo, que sana las heridas políticas, sociales, familiares y otras, y se desarrolla en una sociedad que todos queremos sea mejor y, por qué no, feliz.
Las personas deben aprender nuevamente a correr, a expresar su felicidad, su esperanza en ideales nobles, pues pase lo que pase, el amor es solo aquello que se puede tener en la humanidad. ¿Usted qué piensa?