martes, 30 de julio de 2013

Solo 4. Edición 480, del 27 de JULIO de 2013. Año IX


LA CITA:

«Cuando se acordó de sus hermanos
éstos ya eran un pedazo de hierba.
Él durmió feliz: aquella noche
descubrió que los árboles
pierden sus hojas, que la nieve es blanca».

César calvo, El sabio

LO ÚLTIMO: II Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”


En el marco de las celebraciones por los 51 años de fundación del diario Correo en la Región Junín, y el 10mo aniversario de nuestro suplemento, con la finalidad de contribuir a la producción literaria de nuestro país, convocamos al II Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”.
Los premios de este certamen serán de S/. 1000.00 para el primer lugar, S/. 700.00 para el segundo y S/. 300.00 para el tercero. El tema es completamente libre. La fecha y hora límites de recepción de trabajos será el viernes, 18 de octubre, a las 6 pm, en las instalaciones del diario Correo, Jr. Cuzco N° 337 – Huancayo.
Las bases generales las podrán hallar en nuestro blog: www.suplementosolo4.blogspot.com; o en la página de Facebook “Suplemento Cultural Solo 4”. Corran la voz y participen.

Símbolos, emblemas y distintivos patrios


Jhony Carhuallanqui


Todos los Estados establecen la forma simbólica como se diferencian de los demás, la van instituyendo en su legislación y la formalizan ante la comunidad internacional para ser reconocidos, algo así como un “nombre” que, aparte de reconocerle una identidad, valida su existencia. Así, en el caso peruano, la Constitución Política de 1993 establece, expresamente en su artículo 49, que son símbolos patrios: la Bandera, el Escudo y el Himno Nacional.
Sin embargo, con el tiempo, la forma de representación simbólica del Perú cambió, lo que trajo confusiones que, gracias a la desinformación, han creado sus propios argumentos. Así, se considera erróneamente a la escarapela como un símbolo patrio, confusión histórica originada cuando Simón Bolívar, en 1825, estableció la necesidad de oficializar el escudo de armas, pabellón, estandarte, bandera y escarapela como formas que nos pudieran distinguir, pero, aquella vez, todos estos elementos fueron considerados símbolos, pues no existían los protocolos que hoy los distinguen y jerarquizan.
Es más, incluso sus descripciones son ajenas y contradictorias a las de hoy. Se señalaba que la escarapela «será de color blanco y encarnado», que el escudo de armas «irá acompañado, en cada lado, de una bandera y un estandarte», y que el estandarte «será de la forma de la bandera con sólo una corona cívica al medio».
Nuestro Escudo Nacional representa los reinos de la naturaleza y está rodeado por un estandarte y una Bandera Nacional, además de tener una corona plana de laurel como timbre. Una divisa derivada es el Escudo de Armas, el cual se diferencia por estar flanqueado por una rama de palma y otra de laurel, que observamos, por ejemplo, en el anverso de las monedas. Es una invención que a éste último escudo le faltan dos hojas de palma que representarían los territorios perdidos en la guerra con Chile: Arica y Tarapacá. A lo sumo, la norma dice que tiene «dos puntas quebradas».
La Bandera Nacional es aquella confeccionada en seda llana de «forma rectangular, compuesta de tres franjas de igual ancho: blanca al medio y roja a los extremos», sin ningún escudo. De ésta se desprenden dos «emblemas patrios»: cuando a la Bandera Nacional se le agrega, en el centro blanco, el Escudo Nacional se denominará Bandera de Guerra y cuando se le adicione el Escudo de Armas, se le nombrará Pabellón Nacional, entendiendo que el primero es de uso policial - militar y, el segundo, para entidades públicas.
La letra original del Himno Nacional le corresponde a José de la Torre Ugarte y la melodía a José Bernardo Alcedo, aunque se ha determinado que la I estrofa es apócrifa, razón por la cual se ha extendido el entonar la VI estrofa. Es considerada el segundo Himno Nacional más bello, después de la Marsellesa (Francia).
La escarapela es un «distintivo patrio» de uso exclusivo en las fiestas de independencia. También lo son la flor nacional: la Cantuta, el licor nacional: el Pisco, el ave nacional: el Gallito de las Rocas, y cabe señalar que carecemos de otros distintivos como el árbol nacional —en Cuba es la Palma Real— o lema nacional —en Chile es: «Por la razón o la fuerza»—.
En realidad, los símbolos, inicialmente, se usaron solo para establecer la “pertenencia” a un grupo y, con el tiempo, desarrollaron un sentimiento de identidad” que se convirtió en el eje de una unidad expresada en sentimientos como el nacionalismo o patriotismo, que deben ser fomentados, sostenidos y perpetuados por el Estado, pues, nadie nace amando al Perú, sino que es un sentimiento que tiene que desarrollarse, más aún en estas fechas. Felices fiestas patrias.

COLUMNA: EL BUEN SALVAJE


Los verdaderos héroes de la Breña

Sandro Bossio Suárez

Supe del proyecto Casa Histórica de la Campaña de la Breña, de Pucará, el 2008, cuando se iniciaba el proceso de elaboración del perfil de inversión de la puesta en valor de este espacio. En algún momento, lo comentamos con Sergio Castillo, entonces a cargo de este proyecto como director del INC Junín.
Luego, cuando María Dianderas Vizurraga encabezó la dirección cultural, supe que se culminó con la elaboración del expediente técnico de la obra, aprobada por el flamante Ministerio de Cultura. Me contó que la Casa Histórica de Pucará estaba abandonada, los bienes culturales en mal estado y el más precario era el símbolo Patrio, la Bandera peruana, que según el imaginario popular de los pobladores de Pucará fue la que flameó durante la Guerra entre Perú y Chile, en 1882. «Es la segunda vez que el destino me hace el honor de restaurar una bandera histórica. La primera fue del Huáscar», me contó Dianderas llena de orgullo. El blasón cacerista fue conservado preventivamente por ella, quien es especialista en tejidos, y el resto de bienes (pertrechos de guerra, balas, fusiles, rejones, tambor) fueron puestos a recaudo. En 2010, se hizo una exposición temporal.
La Casa Histórica fue restaurada con un presupuesto de 350 mil soles, ejecutado por la Municipalidad Provincial de Huancayo, pero había algo que faltaba: el museo. En realidad, en el proyecto se consideraba la implementación de este espacio, pero no se cumplió porque había sido elaborado por una persona que no era especialista en museología. Entonces, una vez más, se iniciaron las conversaciones con las autoridades del Municipio de Huancayo, Pucará, la Comunidad Campesina y la Orden de Legionarios Filial Pucará para realizar un trabajo en conjunto. Otra vez, me cuenta Dianderas Vizurraga, en estas reuniones la Dirección Regional de Cultura Junín asumió una serie de compromisos para hacer realidad este museo, entre ellas elaborar el guión museográfico para una exposición permanente. El Municipio de Huancayo se comprometió a asignar un presupuesto aproximado de 18 mil nuevos soles para el cometido (sí, lo leyó bien, el equivalente al sueldo de un congresista para montar un museo).
El historiador del arte, Hebner Cuadros, se hizo cargo del guión, bajo la dirección de Dianderas Vizurraga, quien contribuyó en la elaboración de este documento con su larga experiencia en museología. También participó el antropólogo Javier Rojas León.
Desde entonces, le seguí los pasos a este proyecto, no por Andrés Avelino Cáceres (que no es santo de mi devoción por sus actitudes tiránicas cuando fue presidente del Perú, borrando con el codo lo que pudo hacer con la mano, por haber regalado, sobre todo, nuestros ferrocarriles a los ingleses), sino porque un museo siempre es una obra de envergadura.
Vi, personalmente, a Rojas León, responsable del Área de Museos de la Dirección Regional de Cultura Junín, retomar las gestiones ante el Municipio de Huancayo y, en coordinaciones con el arquitecto Fernando Fernández, residente de obra de la Casa Histórica, culminar con la elaboración de la segunda etapa del proyecto. Vi a Rojas León (con la misma bravura de su segundo apellido) vencer todo tipo de obstáculos para que el Municipio de Huancayo asigne el presupuesto. Así, el montaje de la exposición se realizó en tiempo récord (con amanecidas incluidas del personal encargado del montaje) para el 08 de julio del año en curso.
Por eso me causa extrañeza que la actual Dirección de Cultura de Junín no registre, ni agradezca el trabajo de estos profesionales, atribuyéndose una labor que empezó muchísimo antes con esfuerzo ajeno.
Por todo ello, los que deben recibir la medalla de honor de la Legión Cáceres son Castillo Falconí, Dianderas Vizurraga, Rojas León, Cuadros Chávez, y tres colaboradores que también se sumaron a la cruzada: César Hospina, Ever Campos y el restaurador Leo Chang. Si los legionarios no se la otorgan, lo hará la equidad, la historia y el pueblo, obsequio que, al fin y al cabo, tiene muchísimo más valor que cinco minutos de gloria.

Faulkner, por favor


Carlos Yusti

William Cuthbert Faulkner (EE.UU: Misisipi, septiembre de 1897 - Byhalia, julio de 1962). Premio Nobel de Literatura 1949.
El escritor que mitologizó el sur norteamericano sería una excelente calcomanía para William Faulkner. Es además uno de esos escritores que hay que leer de joven, tiempo en el cual ese deseo hormonal de encarar la literatura en mayúscula va unido a cierta irreverente fortaleza para leer y releer esos pasajes abstrusos y llenos de complejidades (u olvidos) gramaticales tan propios de su manera de narrar. No sin cierto desdén respingado, el crítico literario Edmund Wilson escribió que «los pasajes ininteligibles por culpa de una profusión de pronombres, o que hay que releer por deficiencia de la puntuación, no son resultado de un esfuerzo por expresar lo inexpresable, sino los efectos de un gusto indolente y una labor negligente».
En una entrevista le preguntaron cómo empezó su carrera de escritor y respondió: «Yo vivía en Nueva Orleáns, trabajando en lo que fuera necesario para ganar un poco de dinero de vez en cuando. Conocí a Sherwood Anderson. Por las tardes, solíamos caminar por la ciudad y hablar con la gente. Por las noches, volvíamos a reunirnos y nos tomábamos una o dos botellas mientras él hablaba y yo escuchaba. Antes del mediodía nunca lo veía. Él estaba encerrado, escribiendo. Al día siguiente, volvíamos a hacer lo mismo. Yo decidí que si esa era la vida de un escritor, entonces eso era lo mío y me puse a escribir mi primer libro. En seguida descubrí que escribir era una ocupación divertida. Incluso me olvidé de que no había visto al señor Anderson durante tres semanas, hasta que él tocó a mi puerta —era la primera vez que venía a verme— y me preguntó: “¿Qué sucede? ¿Está usted enojado conmigo?”. Le dije que estaba escribiendo un libro. Él dijo: “Dios mío”, y se fue».
La vida de William Faulkner era así de una mínima tensión. Estuvo abrazado a la botella a lo largo de sus días o como él escribió: «La bebida no construye el estilo, pero lo acompaña. Hay una sinuosidad detectable, una longitud de párrafo, una bruma que espesa la sintaxis, una elaboración de imágenes que nunca definen sus contornos y que se suceden y encabalgan mediante asociación libre».
Entre libro y libro iba de un empleo a otro. Fue repartidor, caletero y hasta estuvo en la gerencia de un burdel. También fue guionista en ese otro burdel, que vende y compra ardores y arrebatos al mayoreo: Hollywood. Ah, le dieron el Nobel de literatura por su obra un tanto irregular, pero implacable a la hora de convertir lo humano en una tragedia con inusuales resonancias de apocalipsis. 
Murió un 6 de julio de 1962. En sus libros se encuentra lo humano en eterna tensión con el entorno y con esas pasiones que nos guían y a veces parecen desbordarnos. A Vladimir Nabokov le irritaba hasta el paroxismo la frondosidad y ramificación profusa de sus “imposibles estruendos bíblicos”, cuestión, que para el escritor ruso, dañaba su prosa y lo hacía un tanto inleíble/infumable.
Su estilo influyó en una buena porción de escritores latinoamericanos. Hoy, su manera de narrar es una rareza que todavía puede aportar algunos trucos a la hora de convertir la vida en una parábola literaria con sus confusos meandros apocalípticos, con ese incomparable estilo de profeta borracho escribiendo esos largos pasajes libres de puntos, martilleando en esas máquinas de escribir portátiles, a pesar de la bruma espesa de la resaca. Por eso siempre digo Faulkner, por favor, doble y con hielo.

Los reales “Juegos del hambre”


Daniel Gutiérrez Ventocilla


Un antiguo mito griego describe la tragedia de catorce adolescentes que eran puestos en un laberinto como sacrificio a Creta. Ellos, conscientes del peligro, buscaban desesperadamente la salida antes que el Minotauro los encuentre para matarlos. Este relato, confiesa Suzanne Collins, le sirvió de plataforma para escribir la trilogía: “Juegos del hambre”, “En llamas” y “Sinsajo”.
Estas novelas se desarrollan en el país inventado de Panem, con el Capitolio como ciudad principal, desde donde se administró, en el pasado, a trece regiones o distritos, los cuales hicieron una fallida rebelión y terminaron vencidos, desapareciendo, incluso, uno de los distritos en su totalidad, quedando solo doce, los cuales sufren las leyes más severas y retorcidas del gobierno.
Así, conmemorando el “Día de la Victoria” del Capitolio ante los rebeldes, era deber de cada distrito ceder a dos adolescentes, un varón y una mujer, para participar en una competencia de supervivencia en el extraño escenario llamado  Estadio, donde queda un solo ganador con derecho a vivir.
Esta trilogía, al margen de los aplausos y pifias que recibió, es una exposición metafórica de dos alteraciones del orden natural, tanto en genética y ecología.
Genética: las novelas describen el apetito insaciable por transformar la naturaleza, a través de la manipulación de los genes, así tenemos, del cruce de una ave bullera, el “charlajo” y otra, imitadora de sonidos, el “sinsonte”, aparece el “Sinsajo” (“mockingjay” en inglés): un híbrido que servía de espía con capacidad de memorizar sonidos y reproducirlos puntualmente; otra creación son las “rastrevíspulas”, una clase de avispas con veneno alucinógeno y mortífero; monos con sentimiento de odio hacia el hombre y, finalmente, los “mutus”, una especie formada entre lobo y hombre, de aspecto repulsivo, con capacidad de llamarse uno al otro alzando las patas y que, conscientes de su aspecto ,andan matando motivados por el resentimiento. 

Todas estas leyendas quedarán atrás, porque el hombre, con el uso de la ciencia, está creando su propia lista mítica en base a las prácticas experimentales, utilizando no solo animales, sino también, a humanos. Así tenemos, por ejemplo, al “humanzee” (hombre y chimpancé) con el objeto de crear la cobaya ideal para los experimentos sobre las enfermedades neurodegenerativas. Existen ovejas en la Universidad de Reno con hígados y corazones parcialmente humanos, gracias a la intervención genética, y más de 150 híbridos de similares características solo en el Reino Unido.
Ecología: Suzanne Collins habla de una ecología manipulable, degenerada, amenazante, no por el uso natural del medio, sino por la voluntad del hombre, porque parte del Estadio es un bosque manejado tecnológicamente, con árboles que no se consumen ante el fuego y que sirven como conductores de energía, al igual que las torres de alta tensión, junto a neblinas que causan pustulaciones, deformidades y muertes.
Todo ello, no es solo literatura, porque es sabido que EE.UU. viene desarrollando el proyecto HARP, un conjunto de antenas con las cuales se puede manipular la ionosfera, atrofiando el estado natural del clima. Este afán fue denunciado por los rusos, conscientes de que la amenaza futura ya no son las bombas sino el manejo climático. Sin embargo, esta intención no es nueva, pues en la Guerra del Peloponeso, 431 a.C., se usaron vapores de azufre sobre algunas regiones como método de exterminio.
Finalmente, los invito a leer esta trilogía distópica que tuvo un gran impacto masivo —el cual no garantiza la calidad del mismo por su baja riqueza literaria—, pero que describe metafóricamente el verdadero mundo en el cual circundamos.

PERFUME DE MUJER:


El amar y el querer

Ramón de Campoamor


A la infiel más infiel de las hermosas
un hombre la quería y yo la amaba;
y ella a un tiempo a los dos nos encantaba
con la miel de sus frases engañosas.

Mientras él, con sus flores venenosas,
queriéndola, su aliento emponzoñaba,
yo de ella ante los pies, que idolatraba,
acabadas de abrir echaba rosas.

De su favor ya en vano el aire arrecia;
mintió a los dos, y sufrirá el castigo
que uno le da por vil, y otro por necia.

No hallará paz con él, ni bien conmigo
él, que sólo la quiso, la desprecia;
yo, que tanto la amaba, la maldigo.

SALUDOS A SOLO 4:


Sócrates Zevallos



Durar diez años en permanentes
ganas y esfuerzos es demasiado
Pero diez años es muy poco
para la larga y muy enfrutada vida
que le espera a “Solo 4”.
Gracias, gracias, gracias a “Solo 4”
por los placeres mundosos y espirituosos
que nos regala cada Sábado
Que este Nuevo Decenio
esté lleno de esfuerzo, alegrías, satisfacciones,
entusiasmos y, sobre todo, de muchas ganas.

Joe Delgado *



“Solo 4” es el vehículo integrador y garantía de la libre expresión del pensamiento y la pluralidad de sus colaboradores. Auguro el mejor de los éxitos en esta digna celebración, esperando, asimismo, que siga transitando por los caminos fructíferos de este trabajo que enriquece el fomento de la cultura en nuestra región.

(*) Fe de erratas, edición del 20 de julio.

El arte y el grupo


Jorge Escobar Galván


La diferencia que observa el antropólogo entre el arte de las sociedades llamadas “primitivas” y el arte de los “tiempos modernos”, según Lévi-Strauss, obedece a dos hechos: por una parte, la individualización de la producción artística, y, por otra, su carácter cada vez más figurativo y representativo.
Cuando habla de la individualización de la producción artística, no piensa primero en la personalidad del artista, como individuo y como creador, para él, el artista también posee estas singularidades en muchas de las sociedades llamadas “primitivas”. Estudios de la escultura africana muestran que el escultor es un artista que es conocido, a veces, a mucha distancia, y que el público indígena sabe reconocer el estilo de cada autor de máscara o estatua.
Con el arte de los tiempos modernos, se trataría de una individualización creciente, no del creador, sino de la clientela. Señala que no es el grupo en su conjunto el que espera que el artista le proporcione algunos objetos realizados según cánones prescritos, sino que son “aficionados” o “entendedores” o grupos de conocedores.
El arte está reservado a los conocedores, en nuestra época, por varias razones. En primer lugar, hay un corte o separación en el interior del grupo, pues una parte del mismo se desinteresa totalmente de la obra de arte. Pero también se plantea un problema económico: la obra de arte, en nuestras sociedades, es un objeto muy caro y, por consiguiente, no es accesible a todos.
Para Lévi-Strauss hay algunas sociedades primitivas en las que se manifiestan los mismos fenómenos económicos y sociales a los que se hizo alusión hace un momento, donde los artistas crean para personas o para grupos ricos que pagan las obras extremadamente caras, y que, incluso, ven un gran prestigio en el hecho de poseer la producción de un determinado artista. Aunque esto ocurra, de todas maneras es algo excepcional.
Afirma, que en las artes que llamamos primitivas, hay siempre —a pesar de la tecnología muy rudimentaria de los grupos en cuestión— una disparidad entre los medios técnicos que dispone el artista y la resistencia de los materiales que tiene que vencer, la cual le impide hacer de su obra un simple facsímil. No puede o no quiere “reproducir” íntegramente su modelo y, entonces, se ve obligado a “significarlo”.
En vez de ser representativo, el arte se presenta como un sistema de signos, al igual que una lengua. Sin embargo, si se piensa en ello, se ve que estos dos fenómenos: individualización de la producción artística, por una parte, y pérdida o debilitamiento de la función significativa de la obra, por otra, están ligados funcionalmente. La razón es sencilla: para que haya lenguaje, es necesario que haya grupo. Es evidente que el lenguaje es un fenómeno de grupo, es constitutivo de un colectivo, no existe más que por el grupo, pues el lenguaje no se modifica, no se trasforma a simple voluntad.