domingo, 27 de enero de 2013

Solo 4, “454”, del 26 de ENERO de 2013, año IX


LA CITA:

«Ella también le miraba, ya no le veía pero seguía mirando hacia la fortaleza del coche negro. Y después, al final, ya no le vio. El puerto se desdibujó y, después, la tierra.»

Marguerite Duras, El amante

LO ÚLTIMO: Manuel Baquerizo Baldeón, un año más de ejemplo


Hace un año, de esta forma inició nuestra edición homenaje al célebre Manuel Baquerizo Baldeón: «Huancayo, en su corta historia, ha engendrado varias personalidades que han dejado su semilla intelectual esparcida por todo nuestro país. Muchos de ellos se hicieron, con el tiempo, personajes controversiales y enigmáticos, pero otros se convirtieron en lumbreras que iluminan el camino de muchos hasta hoy».
Cumplió diez años de habernos dejado un legado inextinguible, lleno de ejemplos a seguir, y el aliento necesario para animarnos a continuar bregando por la cultura. Hoy lo recordamos una vez más. Gracias maestro.

Baquerizo y el poder de la lengua


Sandro Bossio Suárez

Manuel Baquerizo Baldeón fue un gran crítico de arte y de literatura. Pero era también un extraordinario lingüista y fue miembro de la Academia Peruana de la Lengua. Aquí un episodio de su presencia como académico del español.

Manuel Baquerizo el día de su integración a la Academia Peruana de la Lengua. Archivo Sonia Baquerizo Rojas.
Una vez, por bocazas, me metí en un embrollo del que no hubiera podido salir sin el socorro de Manuel Baquerizo. Una noticia remeció el país un día: un grupo de terroristas encapuchados secuestró la residencia diplomática del Japón, tomando cautivas a más de treinta personas, entre las que se contaban magistrados, empresarios y congresistas. En la abridora del diario para el que yo trabajaba (cuyo director era Richard Molinares, un joven limeño de escaso cabello, pero buena muñeca periodística) se afirmaba que unos terroristas habían tomado “de” rehenes a treinta personas, y yo (metiche y arrogante) le sugerí que cambiara la preposición material “de” por la partícula gramatical “en”, puesto que los cánones lingüísticos así lo exigían (en realidad se lo había escuchado decir a Martha Hildebrandt y no me había dado el trabajo de ahondar en el tema).
Richard me hizo caso, sin saber que estimulaba el fuego de una trapatiesta magnífica, y al día siguiente el diario, con enormes letras coloradas, informaba que unos «terroristas habían tomado 'en rehén' a treinta personas en la residencia del embajador japonés». Desde muy temprano empezaron a llegar las llamadas telefónicas, algunas mordaces y otras furibundas, pero todas enfiladas contra el titular: «No sean, pues, ignorantes, nos dijo el dueño del periódico, enojadísimo, tirando un ejemplar sobre la mesa de redacción. ¿Desde cuándo se toma 'en rehenes' a la gente?».
Hasta media mañana me tocó a mí torear los insultos y las imprecaciones, pero a esa hora llegó Richard y, con cara de yo no fui, le endosé el problema para que lo enfrentara en su condición de conductor del medio. Nadie tuvo compasión con él, le dio el beneficio de la duda, o siquiera le palmeó la espalda, así es que a las tres de la tarde se plantó delante de mí para espetarme: «Tú me metiste en esto y ahora me sacas». Pasaba que ni él ni yo teníamos argumentos sólidos para defender nuestra posición lingüística y, huérfanos e indoctos, estábamos a merced de la maledicencia de la sociedad que nada perdona. Con su sonrisa marcial, con su saco a cuadros y su gorrita de golf, recordé entonces la sabiduría de Manuel Baquerizo.
Busqué su número de teléfono en la guía de abonados y me contestó una voz femenina, informándome que el maestro no estaba en Huancayo, que había viajado a Lima. El cielo se desplomó sobre mí.
Cuentan mis compañeros de trabajo que me veía desesperado, que recorría la estancia a pasos agigantados, que tenía la marca de la muerte en la cara. Debía ser cierto porque me sentía perdido, sin un pérfido libro donde hacer la consulta, con todas las salidas tapiadas. Una extraña fuerza me condujo a pensar sobre frío: Baquerizo me contaba que siempre que iba a Lima pasaba gran parte de la tarde en la librería El Virrey. Pregunté por el número telefónico de la librería y llamé. Me respondió una recepcionista.
—Buenas tardes, disculpe, llamo de Huancayo —empecé.
—Sí, ¿en qué puedo ayudarlo? ¿Desea un catálogo?
—No, muchas gracias —dije—. En realidad llamo porque quisiera saber si el doctor Manuel Baquerizo está en la librería.
—Manuel Baquerizo —repitió la recepcionista—. No, aquí no trabaja.
—Ya sé que no trabaja con ustedes —repliqué—. Es un cliente y siempre se pasa horas en la librería.
—No, pues, no conocemos a nadie con ese nombre.
—Entonces hágame un favor, señorita —imploré—. Mire si en las mesas hay un señor con saco a cuadros y una gorrita de cuero.
La respuesta de la recepcionista, casi inmediata, me restituyó una brizna de esperanza: «Sí, allá al fondo hay un señor con esas características». Le pedí que por favor me comunicara con él, y ella, raro modelo entre las de su especie, accedió, imagino, levantándose de hombros. Segundos más tarde la voz de Manuel Baquerizo, enérgica y francota, sonaba en el auricular.
—Aló, ¿con quién hablo?
—Soy Bossio, doctor, buenas tardes.
—Ah, don Sandro, qué sorpresa.
—Sí, disculpe que lo importune, pero se trata de un asunto de vida o muerte.
En seguida le puse al corriente de lo ocurrido y, al final, con una súplica, le solicité asistencia. «No se preocupe, don Sandro, me dijo. Estamos en el lugar ideal. Déjeme revisar unos libros y lo llamo en una hora». Manuel Baquerizo era un hombre cumplidor, escrupuloso con los tiempos, y ese día lo constaté: una hora después sonó el teléfono y ahí estaba de nuevo su voz intensa: «Sí, don Sandro, tiene usted toda la razón. El Diccionario de Seco y el manual de Lázaro Carreter están de acuerdo con su planteamiento. Lo que pasa es que 'rehén' es sinónimo de 'prenda' y hay que trabajar con todas sus preposiciones. O sea, decir 'quedaron en rehén' equivale a decir 'quedaron en prenda'. Esa es la razón».
Le alcancé a Richard los esclarecimientos correspondientes y al día siguiente sacamos una nota aclaratoria con las explicaciones de Baquerizo. Nadie ya dijo esta boca es mía.

Alma y Hitch


Roberto Loayza Cárdenas

Alfred Hitchcock junto a su esposa Alma Reville.
En 1918, Alma Reville pensó que podía conquistar el mundo del cine e hizo el protagónico femenino en un biopic sobre el primer ministro inglés, en épocas de la I Guerra Mundial: “David Lloyd George”, hoy el filme es una pieza de museo.
En 1918, Alfred Joseph Hitchcock sufría doblemente, su sobrepeso era un problema y estaba en plena carrera militar con los Royal Engineers, hasta lo obligaban a hacer ejercicios y usar botines, pobre Al.
“Gas” se llama la primera obra que se conoce del genio londinense. No es una película sino una historieta, donde mostraba un inquietante interés en los juegos de la mente y en los sorprendentes giros narrativos. El gusto por lo gráfico lo llevó a interesarse en la fotografía y, por consiguiente, en el cine, logrando entrar en lo que más adelante se convertiría en Paramount Pictures, diseñando títulos de cintas, y como asistente mil oficios de directores de los que hoy no se acuerda nadie. Estuvo de “gato” por algunos años.
Tras una cinta sin terminar y un corto desapercibido, debutó “oficialmente” tras las cámaras en 1925 con “El jardín de la alegría”, una comedia oscura con su respectiva dosis de homicidio en tiempos cuando el sonido aún no llegaba al cine.
Los sueños de Alma de ser una estrella cinematográfica se esfumaron,  y probó suerte como encargada de continuidad, esas personas que tenían como  labor poner en orden cronológico las películas filmadas en completo desconcierto. Una de ellas fue, justamente, “El jardín de la alegría”, donde también hizo de asistente del robusto director. La pareja no perdió tiempo y, al año siguiente, Reville se convertiría en Lady Hitchcock.
54 largos dirigió Hitch, muchas de ellas invaluables joyas de la cinematografía mundial: “La ventana indiscreta”, “Psicosis”, “Vértigo”, “Intriga Internacional”, “Rebeca”, “Tuyo es mi corazón”, “Extraños en un tren”, “La llamada fatal”, “La soga”, “La dama desaparece”, “La sombra de una duda”, son solo algunas de las obras por las que es considerado uno de los más grandes artesanos de la historia del sétimo arte, y en todas ellas su amada Alma estuvo con él.
Era la única persona en este mundo a quien Hitch escuchaba y obedecía con devoción, si a ella no le gustaba un guión, un actor o un detalle, el director lo desechaba. Solo Alma podía comprender las pasiones y desviaciones de su genial marido, y su eterno deseo por poseer a sus musas, como Ingrid Bergman, Grace Kelly, Tippie Hedren, entre muchas otras. Tuvieron una hija, Patricia, la compañera de oficina de la trágica Marion Crane en “Psicosis”.
A pesar de que su vida era un infierno a fines de los 70, debido a sus múltiples enfermedades y a tener que ver al amor de su vida postrada en una cama tras un derrame, Hitchcock continuó trabajando en su último proyecto: “The Short Night”; sin embargo, “la pálida” que siempre quiso ser actriz, se lo llevó a escenarios más interesantes, el 29 de abril de 1980. Alma lo siguió dos años más tarde.

Cascadas


Enrique Ortiz Palacios

En abril de 1996, apareció por primera vez la revista “Cascadas”. Han pasado casi diecisiete años de ello y, aunque no se haya cumplido el objetivo de ser una publicación bimestral, ha persistido en el intento de «cubrir un inmenso vacío en la literatura de Junín».
Tengo entre mis manos la número 19, y en ella aparecen escritores como Cortázar y su tan poco conocido poema “Romance de los vanos encuentros”, algunos textos del desaparecido Julio César Alfaro, o el cuento “Había una vez un reloj” del tarmeño Blas Puente Baldoceda que, hasta donde sabemos, es profesor de la Universidad Northem Kentucky USA.
Esta publicación nos entera del trabajo que realizan muchos huancaínos o juninenses, fuera de la patria. También recuerda al tormentoso Enrique Contreras con tres de sus cuentos.
Conocí a su director a propósito de la publicación de mi primer libro de poemas. Mucho tiempo ha transcurrido y a pesar de mi ostracismo o exclusión voluntaria de los círculos literarios, hemos mantenido una respetuosa y amena amistad que se ha ido fortificando a través de los sueños y proyectos, a veces utópicos, por hacer que esta ciudad se convierta en lo que alguna vez fue también el deseo de Manuel Baquerizo: una ciudad letrada.
Aunque “Cascadas” no ha tenido la difusión y el impacto que sí tuvieron, por ejemplo, “Ciudad Letrada” y más tarde “Caballo de fuego”, ha logrado, con creces, difundir a autores de diferentes corrientes, ideologías o grupos, sin recurrir a la malsana costumbre de pedir “auspicios” ni dinero para ser incluidos.
Solo anhelo que su director, Cirilo López Salvatierra, siga bregando y no desista de esta labor tan encomiable por difundir la cultura, y se anime a devolverle la vida a su editorial “Ramada del búho” para que más jóvenes, e impetuosos escritores, sigan con una tradición que hace más humanos a los humanos: escribir con el corazón.

IMPRESCINDIBLES / CINE: ALFRED HITCHCOCK


La ventana indiscreta (1954)



El afamado reportero gráfico LB Jeffries está enyesado, se pasa los días y las noches observando a sus vecinos (una inolvidable gama de personajes). Sus sospechas de un posible crimen lo atormentan y lo encierran en una permanente paranoia. Hitch había descubierto el lado oscuro, oscurísimo, de la estrella James Stewart, muy bien acompañado de la hermosa Grace Kelly. La cinta perfecciona el experimento escenográfico que el genio británico había propuesto con “La Soga”. En esos años este film era divertimento, hoy es considerado arte puro.

Psicosis (1960)



La película más aterradora de la impecable trayectoria de Hitchcock. Norman Bates ya es parte de la idiosincrasia cultural del globo, y es el protagonista de un filme de escaso presupuesto, pero que es considerado una obra maestra absoluta. Nos habla de la culpa, de Edipo y, especialmente, de nuestros miedos más profundos. Anthony Perkins como el atormentado despachador del “Motel Bates” nunca pudo zafarse del personaje, aunque se hizo inmortal, y él, como asesino, junto a Janet Leigh, como ladrona, fueron perdonados en el estreno dela cinta, hace más de medio siglo.

Vértigo (1958)



Fácilmente, la obra más personal del director, como nunca, sus anhelos y obsesiones, sus carencias y debilidades se ven plasmadas en su protagonista. ‘Scottie’ Ferguson, otra vez Jimmy Stewart, es un exdetective que vive una de las historias de amor más bizarras y hermosas de la historia del cine. Kim Novak, con una precisa rigidez que nace de entre los muertos en su doble papel de Madeleine y Judy, pocas veces se nos mostró con tanta crudeza y perfección, que los anhelos más profundos suelen provocar un dolor insoportable.

Antón Chéjov: cuentista de lo cotidiano


Juan Carlos Suárez Revollar

Nacido un 17 de enero, Antón Chéjov (Rusia, 1860-1905) estableció una forma de narrar que iba a marcar al cuento del siglo XX.



Aunque ya se le conocía tímidamente en Europa occidental, fue a partir de la publicación de una selección y traducción de su obra al inglés —por Constance Garnett, entre 1916 y 1922— que Antón Chéjov cobró notoriedad y, más tarde, su prestigio creció hasta el del cuentista clásico de la actualidad.
Para Rubén Salazar Mallén no fue su narrativa breve la que dio «renombre y éxito a Chéjov en vida, sino las obras de teatro. Tanto es así que el Teatro del Arte de Moscú fue construido especialmente para que en él se le representara».
Igual que el francés Guy de Maupassant, Chéjov escribía relatos breves destinados a ser publicados en diarios. Lo hacía con una rapidez sorprendente, que podía superar los dos por semana. William Somerset Maugham relata que inicialmente —lidiando con sus estudios para obtener el diploma de Medicina— hacía relatos humorísticos para el diario “Fragmentos”, y poco después, otros más “serios” y extensos para la «Gaceta de Petersburgo». Así, «entre 1880 y 1885, Chéjov escribió más de trescientos cuentos».
Autor de magníficos relatos como «La dama del perrito», «Vanka» o «La tristeza», y de piezas teatrales como «La gaviota», «El jardín de los cerezos» o «Las tres hermanas», la muerte y la desolación son una presencia constante en muchas de sus historias. La concisión era una de sus preocupaciones centrales, pues estaba convencido de que todos los elementos del cuento deben cumplir una función, y lo demás debía desecharse sin miramientos.
Salazar Mallén agrega que «en el proceso de la creación, Chéjov insertaba elementos en apariencia insignificantes, aunque en realidad henchidos de importancia, que dan su justa dimensión y profundidad al relato». Efectivamente, sus cuentos construyen una atmósfera que, al final del relato —y sin las trampas o trucos propios de los finales sorpresivos—, dejan patente un efecto muy sólido. Por eso, además de ser memorables, permiten múltiples lecturas. Pero hay algo más: no le interesaba abordar grandes aventuras como tema, sino más bien lo cotidiano, lo usual, lo ordinario. «La gente va a la oficina, se pelea con su esposa y come sopa de repollo», explicaba.
Su influencia en la nueva narrativa es mayor de lo que cabe pensar. Cuentistas de la talla de Katherine Mansfield o Eudora Welty lo tenían como modelo, y se halla a menudo en los cuentos de Ernest Hemingway o Raymond Carver una línea estilística —y aún temática— afín a la de Chéjov. Aunque en América Latina da la impresión de que predominan los cuentos de final sorpresivo a la usanza de O. Henry, muchos de los más bellos relatos de esta parte del mundo deben a Chéjov su forma simple y pulcra de retratar lo cotidiano.

PERFUME DE MUJER:


Los campesinos

Antón Chéjov



Junto a la puerta, Fekla, muy arrimada a la pared, tiritaba y castañeteaba los dientes, desnuda de pies a cabeza. Parecía más pálida, más bella y más extraña, bañada por la luz lunar, que acentuaba el encanto de la negrura de sus cejas y de la lozana robustez de su pecho.
—En la otra ribera —explicó— unos mozos me han desnudado y me han dejado venir así. Me he venido en cueros, ya lo ves, como me parió mi madre. Tráeme algo para vestirme.

MICROCUENTO:


Primer día

Pedro Salinas



Primer día de clases. Fotos. Con el uniforme nuevo: saco marrón, corbata marrón, pantalón marrón, zapatos marrones y medias marrones. Y el pelo marrón bien peinadito con el cepillo marrón, salvo la camisa y mi sonrisa; ambas eran blancas como la luna.

Pentafónica

Solo 4

Foto: Nan Goldin

Estás caminando por la calle, de pronto, tu cuello da un giro y casi te desnucas. ¿Qué pasó? Pasaba ella. De cabello algo ondeado y un poco desordenado, lleva una cola y sus ojos están cubiertos por unos lentes hipster. Tiene el rostro inocente, una lolita, delgada y no muy alta.
No puedes creerlo, bajas la mirada y lleva puesto un polo de Joy Division, las líneas blancas del “Unknown Pleasures” son inconfundibles. Le gusta una de tus bandas favoritas. Es preciosa, quieres conocerla. Sin hacerlo, ella besó tus sentidos, ella es “Pentafónica”.
“Pentafónica” es un proyecto realizado por jóvenes cansados de escuchar lo que las radios y sus programadores ofrecen. Valiéndose de Podomatic como medio alternativo a las ondas radiales, y usando Facebook para darse a conocer, cada día se ofrecen programas de 30 minutos que pueden ser escuchados en cualquier momento y que, lo más importante, no responden a intereses de un programador o de disqueras que “promueven” a sus grupos.
“Pentafónica” puede sonar a transgresión punk y, al mismo tiempo, a dulzura pop. Aquí lo que interesa es besar tus sentidos.
Síguela en Facebook: http://www.facebook.com/Pentafonica

Los laberintos de la intriga


Lilia Figueroa Manyari



Lo fantástico ha sido desde siempre un tema subyugante. Lo fantástico según Todorov es un espacio en equilibrio entre lo extraño pero realista, y lo maravilloso; y es por este camino que se enrumba “El tiempo de los muertos”, libro de cuentos de Hugo Velazco quien, cautivado por esta corriente en boga, hace transitar sus relatos desde los laberintos de la intriga como sucede con “¡Nos debemos la muerte, Oviedo!”, “En el ascensor”,  “La carnada”, “Sed”, “La suerte está echada” o “Las casualidades no existen”, hasta el terror; “Yubé”, es un ejemplo de ello.
Al estilo del maestro del suspenso, Alfred Hitchcock, Velazco trasunta el horror al campo psicológico y nos entrega en “La memoria del tiempo” y “El caso Hendrik Gunsteinn”, cuyos atormentados personajes actúan bajo sus propios desencuentros, mostrándonos aquella insania resultante del deterioro neuronal, psicopático al extremo de la locura, como en “La vida está en la pantalla”; de este modo crea un puente invisible para transitar luego en este atractivo campo presentado en la pantalla y la literatura contemporánea juvenil, dándole a esta temática tintes policiales como en “Mientras dormías”, “El paciente Charly Hansson”  y “3D” .
Es inevitable encontrar cuentos de corte psicológico, así “Un viaje de dos metros” o “Viceversa” nos muestran seres complejos con un mundo interno en conflicto, y en algunos casos, perdidos en su interior. Es paradójico, sin embargo, encontrar infiltrado dentro de estos 25 relatos “Yo vivo en ti”, una fabulación trágica y tierna, una trama de entrega infinita, una historia de amor.
Sin embargo, el cuento que merece una mención aparte, porque engloba todos estos temas dentro de una estructura alucinante, tétrica, escalofriante, es el que le da título a este libro “Tiempo de los muertos”, una historia de mayores logros, con una trama surrealista sugestiva, un auténtico cuento fantástico de terror.
Como toda obra literaria, ésta tiene propuestas técnicas, así en esta edición podemos gozar del avatar de los protagonistas a través del narrador en primera persona; es decir, cada una de estas historias es contada por sus protagonistas, son ellos quienes nos llevan a conocer a través de soliloquios y monólogos interiores sus mundos intrincados, alucinados, intensos, convirtiéndonos en sus cómplices ficcionales.
A excepción de “Yo vivo en ti”, cuya técnica narrativa nos muestra el cuento circular, todas las demás historias son contadas en forma lineal dándole, en algunos casos, detalles que ayudan a comprender la complejidad psicológica de los personajes.
Finalmente, podemos decir que “El tiempo de los muertos” logra su objetivo al encandilar al lector con los finales sorprendentes, inevitablemente subyugantes, de las 25 historias contadas con gran acuciosidad por el autor, que a través de ellas nos habla de desarraigos, locura, soledad y por qué no, del amor.

Solo 4, “453”, del 19 de ENERO de 2013, año IX


LA CITA:

«Lo que pasa con la vida real es que, cuando haces alguna estupidez, sueles acabar pagándola. En los libros, los protagonistas pueden cometer tantos errores como quieran. No importa lo que hagan, porque al final todo sale bien.»

Darren Shan, El tenebroso Cirque Du Freak

LO ÚLTIMO: La Tunantada, Patrimonio Cultural de la Nación


La Tunantada, danza típica del Valle del Mantaro, inicia mañana, dándole un baño de color a la primera capital del Perú: Jauja. Hace dos años, debido a su relevancia monumental e histórica, el Exviceministro de Interculturalidad, José Carlos Vilcapoma Ignacio, otorgó la Resolución Viceministerial con la cual era reconocida  como Patrimonio Cultural de la Nación.
Hoy, la Tunantada despierta la algarabía y esparce festejos por doquier. Cientos de turistas llegan, desde distintas partes del Perú y el mundo, para disfrutar y bailar. Vayamos a Jauja, celebremos en cada uno de sus distritos, y rindámonos ante el jolgorio tradicional. No hay pierde.

Tunantada: danza de todas las sangres


Manuel F. Perales Munguía

Fuente: peru.com
Cada 20 de enero, la ciudad de Jauja y su distrito metropolitano de Yauyos se visten de fiesta para rendir culto a San Sebastián y San Fabián, los santos patronos en cuyo homenaje se ejecuta, en su máximo esplendor, la Tunantada, danza-drama que actualmente es una de las expresiones más importantes de la cultura popular del Valle del Mantaro, y que, en el año 2011, fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura.
Varios autores regionales como Simeón Orellana, Henoch Loayza y Aquilino Castro han dedicado sus esfuerzos a hurgar en sus orígenes; sin embargo, es todavía poco lo que sabemos al respecto. Algunos datos sugieren un posible vínculo con la antigua danza del “Jerga Cumu” de Yauyos (Jauja), como ha propuesto Arturo Mallma, en tanto que de acuerdo a relatos recogidos por Manuel Ráez, la Tunantada se habría originado más bien en Huaripampa, desde donde se habría extendido.
Como vemos, en nuestro conocimiento sobre su trayectoria histórica, existen muchos vacíos que deberán ser llenados con los resultados de investigaciones interdisciplinarias rigurosas. El hecho de haberla  “patrimonializado” implica gran responsabilidad para las autoridades y sus portadores, en el sentido de que sólo a partir de estudios serios y profundos, estaremos en condiciones para comprender mejor su proceso de configuración a través del tiempo, y lo que representa hoy para los habitantes del Valle del Mantaro.
Dicho esto, quisiera desarrollar brevemente una modesta reflexión sobre el devenir histórico de la Tunantada y su difusión actual fuera de la primera capital histórica del Perú. Según los estudios de Nelson Manrique, Giorgio Alberti y otros, entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, se alteró totalmente la configuración económica y política en nuestro valle, fenómeno cuya expresión más clara y contundente fue el decaimiento de Jauja y el auge de Huancayo.
En el caso de la sociedad jaujina, este proceso implicó una transformación estructural donde aparecieron nuevos grupos de poder. Según los trabajos citados e indagaciones propias, tales grupos emergentes procedían, en su mayoría, de los distritos del interior de la provincia, y tenían una ascendencia principalmente indígena y/o mestiza. Resulta entonces curioso que, según ciertos autores, la Tunantada haya aparecido en el escenario histórico, precisamente, durante el periodo que aquí se ha abordado. Siguiendo los planteamientos de Gisela Cánepa, es posible pensar que la reestructuración social que experimentaron los pobladores de Jauja, en esos años, tuvo como correlato cultural la recreación de una danza-drama como ésta, a través de la cual redefinieron sus identidades.
Hoy, la Tunantada va logrando una presencia cada vez más fuerte en nuevas localidades, como sucede en varios pueblos del sur del Valle del Mantaro. Si bien parte de este proceso guarda relación con las nuevas dinámicas ligadas a la industria discográfica contemporánea, se puede proponer también, siguiendo nuevamente a Cánepa, que esta expresión costumbrista ofrece cualidades que hacen posible su reapropiación por parte de nuevos sectores de nuestra población, que han visto en ella un medio eficaz para conquistar y negociar espacios propios, y el derecho de auto-representarse en el marco de un mundo y discursos globalizados.
De este modo, el carácter potencialmente inclusivo de la Tunantada puede haber llevado a que comunidades marginadas, como las homosexuales, hayan encontrado en ésta la oportunidad de afirmar su presencia ante el resto de la sociedad.
Por estas razones, me atrevo a señalar que, en contraste con la exclusión social característica del Perú de nuestros días, la Tunantada es un espacio de inclusión por excelencia, un espacio donde todas las sangres de las que hablaba Arguedas sí tienen la posibilidad de estar presentes, de auto-representarse y de reconocerse mutuamente.

Una cuadrilla de “urupatas”


Gerardo Garcíarosales

Foto: Ricardo Rodríguez Zegarra
Todo empezó el último día de fin de año, cuando los niños de la escuelita situada en «un lugar de la mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme», decidieron participar en la gran fiesta de los santos: San Pilsen y San Cristal.
Estos “urupatitas” eran los estudiantes más sobresalientes de dicho plantel, pues habían aprobado el año con las más altas notas, sin pagos ni sobornos; además, tenían todo el derecho en participar de sus fiestas patronales, tal como hacen los niños en Estocolmo, la Patagonía, Chinchán, Beirut, Conopa o Madagascar.
Y por fin llegó la famosa fiesta. Día significativo para el recuerdo, pues nunca se había visto a tantos “urupatas” vistiendo sus mejores indumentarias, como lo habían hecho sus abuelos. Cada uno llevaba un “regalo sorpresa”.
Entre los integrantes de la cuadrilla habían nietos, bisnietos, tataranietos, de los más notables “chutos” que han existido en estas tierras de “cullucaras”; además, tenían el apoyo y protección de esa población que echó al tacho de basura la prepotencia de “Vladimir I, Rey de Tercovia”, quien pretende llevar nuestras sabrosas papas al Brasil, por vía aérea, país que nunca ha incluido en su dieta, precisamente, este tubérculo.
Al son de la cadenciosa orquesta “Fuerza Rajatabla 2012”, la cuadrilla de “Urupatas” salió de su escuela danzando «con ese garbo y elegancia que solo es propio de los jaujinos». Avanzó elegantemente rumbo a la plaza de armas, y fue tanta la sorpresa que originó la presencia de esta cuadrilla de niños, que el alcalde de la provincia, don Sabor Mayino, suspendió la sesión de su junta de mudos, y los esperó emocionado con sus cohechados, advenedizos, come echados o come arrodillados, que es lo mismo cuando se trata de subirse a la carcocha temporal de la política.
El alcalde los vio acercarse y pensó: «Es la oportunidad para demostrar mi cultura y sabiduría», y ordenó que abriesen las puertas del municipio de par en par, e invitó a los “urupatitas” a pasar al salón consistorial.
Cuando acabó el incomprensible discurso de don Sabor Mayino, y el agasajo respectivo, los pequeñuelos fueron dejando sobre la mesa de sesiones, los regalos preparados para tan “correcto y desprendido” personaje.
Una vez que los niños se alejaron rumbo a la fiesta, Sabor Mayino y sus galifardos, empezaron a abrir los regalos.
¡Oh sorpresa! Cada regalo era una bacinica usada por estos niños en su escuelita, pero ¡a medio limpiar!, como protesta por el millón y medio de soles —destinados a la construcción de los baños de su plantel— que Sabor Mayino y su junta de “uruputos” habían donado a Vladimir I, “Rey de Tercovia”, para su Huanca York, lo cual demuestra la oscura complicidad de este gobernante y Sabor Mayino.
Mas, cuando los “urupatitas” llegaron a la plaza de Yauyos, empezó un diluvio universal de aplausos, discursos, cuetes, chocolates, butifarras y gaseosas, pues estos niños, sin temor a nada, se enfrentaron a los politicastros con sus «bacinicas a medio limpiar», porque la proletaria escuelita adolecía de “Pichi Room” propio.

Mishima


Roberto Loayza Cárdenas

Yukio Mishima (Kimitake Hiraoka). Tokio, 14 de enero de 1925 - 25 de noviembre de 1970.
Asqueado de toda la decadencia en la que se encontraba sumido su amado Japón, Mishima presentó un invaluable testamento, donde vomitaba todo su odio por el “establishment” en el que se encontraba su casa, la del sol naciente. La tetralogía épica de “El mar de la fertilidad” viene a ser su legado final.
Mientras fortalecía la “Sociedad del escudo”, creada por él, junto con otros “samuráis” modernos, la Tatenokai, con una política de extrema derecha, defendían el imperio y negaban toda influencia “progresista” exterior. Al mediodía del miércoles 25 de noviembre de 1970, decidieron tomar una acción definitiva y se encaminaron al cuartel de las Fuerzas de Autodefensa de Japón, con la urgente necesidad de ser escuchados.
Con una inconsciencia tan perturbadora como heroica, marcharon en medio de proclamas con el fin de devolverle a Hirohito su legítimo lugar, a través de la fuerza, a través de la espada, a través de la muerte. Mishima, acompañado de cinco militantes de la Tatenokai, secuestraron y maniataron al comandante, y saltaron al estrado para tratar de convencer a los asistentes que el Japón donde vivían no era real, era una proyección de occidente, con sus cadenas de tiendas y toda su vacuidad.
Fue en vano, el mismo Mishima lo dijo bañado en fracaso antes de inundar con su sangre todo el lugar: «No me entendieron». Toda la miseria moral de esa otrora tierra ancestral se vio redimida a través del “Seppuku”, la espada traspasó el cuerpo del genial escritor y poeta, y su cabeza terminó cercenada por un asistente, forjando la acción más pura que un hombre pueda hacer por amor, escribir con sangre su mejor obra, trascender en el tiempo no solo como el mejor escritor de la historia de su país, sino como un ser auténtico, un ser de luz.
Ya habrá tiempo para hablar de su colosal obra literaria…

IMPRESCINDIBLES / MÚSICA: DAVID BOWIE


Hunky Dory (1971)

El primer chispazo de toda su genialidad lo dio un año antes con “The Man Who Sold The World” (el disco con el tema que todo el mundo piensa que es original de Nirvana). Para Hunky Dory, Bowie tenía 24 años y nos entregó un plato tan ecléctico como grandioso, acompañado por gente como Rick Wakeman, el álbum pasa del cabaret al mejor rock de su época, todo cargado de una sexualidad desbordante. Imprescindibles, “Changes” y su aire burlesco, “Life On Mars”, con la temática que tanta gloria le dio al camaleón y Quicksand.



The Rise and Fall of Ziggy Stardust and Spider from Mars (1972)

La obra más perfecta de la deslumbrante producción de Bowie, un disco concepto sobre la estrella alienígena de rock Ziggy Stardust. Nos remite a un futuro terrible, oscuro, pesimista, decadente, el súmmum del “glam” rock  en medio de un escenario teatral tan bellamente aterrador. Bowie definía su mito y junto con Elton John cambiaban la forma de percibir la música para siempre. Imposible dejar de mencionar la exitosa “Starman”. Otra vez en el espacio Bowie, Ziggy Stardust, con un orgiástico Mick Ronson en la guitarra y el clímax de “Suffragette City”.



Low (1977)

Se podría considerar su colaboración con Brian Eno como la segunda etapa de mayor fuerza creativa de Bowie, experimentando con el “Avant-Garde”, y confirmando su estatus de visionario de la música, un disco atmosférico, denso (la mano de Eno, obvio), con esa voz tan extraña, de la que Bowie aún hace gala, y capas de sonidos. Una vez más el de Brixton redefinía la música. Los puntos más altos: “Speed of Life”, “Sound and Vision”, “Always Crashing in The Same Car” y “Warszawa”. Serían años estupendos para Bowie con “Heroes” y “Scary Monsters”, sus otras obras maestras.


COLUMNA: DESDE EL ATELIER


Manuel Silvestre de Edeta

Josué Sánchez



Manuel Silvestre de Edeta es uno de los grandes escultores vivos españoles. Su genio ha trascendido las fronteras de su natal Valencia y tiene un lugar de honor en las artes plásticas europeas.
Maestro en el arte de hacer surgir vida de la materia inerte, al ver sus esculturas y dibujos uno se siente minimizado frente a la grandeza plástica, y el gran dominio sobre los materiales con los que d’Edeta desarrolla su creatividad en el tallado del mármol, la madera y en el modelado de la terracota, previo al vaciado en bronce.
Las tallas escultóricas y los modelados de estilo realista del maestro d’Edeta parecen llenos de vida. Los relieves, los torsos femeninos, los retratos y los pequeños estudios a la arcilla muestran a un artista que trasciende lo académico, que sin ser excéntrico enriquece sus obras con el estudio de lo natural.
Cabe destacar las esculturas trabajadas en mármol de Carrara: "Torso femenino" y "Dos hermanas, Amparín y Luisita" presentadas a la exposición del XXVII Salón de Otoño en Madrid, con las que fue premiado con la tercera medalla. "Torso femenino" se caracteriza por la suavidad de los volúmenes y el aprovechamiento de las texturas del material usado: el mármol, que le da un pasaje de ritmo lineal del oscuro al claroscuro, hasta cubrir totalmente el cuerpo con una armónica luminosidad. En "Las dos hermanas, Amparín y Luisita" se aprecia la altivez de los rostros, con mirada al futuro; esa mirada enérgica y firme donde se refleja un esteticismo clásico, pero, a la vez, se encuentra una dulzura infantil que le da el tratamiento emotivo y el sentimiento plástico.
En las esculturas de madera, las formas siguen la textura de las hebras y la de las gubias en un movimiento ramificado que busca ser un cuerpo total, como en la escultura "Torso".
En los bronces se aprecia la textura de la terracota usada en el modelado, la impresión de las huellas de las manos del artista y el grafismo dejado por el paso de las herramientas, sean éstas los miretes o las estecas, como en "El padre Turia", las tres figuras que están en la Fuente de la Plaza de la Virgen en Valencia y "Pequeño pescador" que se encuentra en el Museo Municipal de Valencia.
Manuel Silvestre de Edeta nació en Llíria (31 de agosto de 1909), provincia de Valencia, en un entorno de gente obrera y campesina. Se dedicó a ayudar a su padre en las faenas del campo y en el trabajo de la construcción. Con la ilusión de llegar a ser aparejador o arquitecto, recorría las calles de Llíria con un cuaderno bajo el brazo copiando los detalles de los edificios y de las fachadas; practicó la escultura funeraria y decorativa, y tuvo por primera vez contacto con el mármol, lo que le permitió descubrir su faceta escultórica. Fue en ese momento que decidió estudiar en la Escuela de Bellas Artes.
De 1934 a 1935, año en que concluyó sus estudios de arte, participó en exposiciones colectivas recibiendo comentarios favorables. Ya escultor, al inicio de la guerra civil española en 1936, se puso al servicio del ayuntamiento de Llíria para recibir niños refugiados y encargarse de distribuirlos entre las familias de la localidad. Su espíritu sensible lo llevó a enrolarse entre los republicanos y a participar en la lucha contra los franquistas como sargento de aviación.
En 1957 realizó su primera exposición individual de escultura. En el catálogo de presentación, Maximiliano Thous Llorens escribió: «Silvestre de Edeta no asusta ni sorprende, tampoco defrauda. Y ello porque no confunde… Es indudable que, a igualdad de inspiración y destreza, es artista más estimable el que siente los variados estímulos de la vida que el que permanece ciego para lo que no sea aquel rayo del iris que él sabe captar, único y perenne».
Desde esa fecha, en la que también se inició como profesor de talla escultórica en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia, a la actualidad, Silvestre de Edeta, ha recibido numerosos encargos de monumentos y obras para diversos museos y entidades de Valencia, Barcelona y otras ciudades, ha realizado múltiples exposiciones, ha sido galardonado más de una veintena de veces hasta llegar a ser nombrado Gran Maestro de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, y ha sido reconocido como uno de los más grandes escultores vivientes de España, sobreviviendo a muchos de sus contemporáneos europeos, como Maillol, Jean Arp, Camille Claudel, Henry Laurence, Chillida, Julio Gonzáles, Henry Moore, Miró, Gropius y otros.
Hasta hoy, Manuel Silvestre de Edeta no ha cesado de estar en comunión y contacto con las esculturas, desde que descubrió, como él dice, «lo asombroso de dar vida a la piedra».

PERFUME DE MUJER:


El amante

Marguerite Duras



Le  ha arrancado el vestido, lo tira, le ha arrancado el slip de algodón blanco y la lleva hasta la cama así desnuda (…) Eso es lo que se dice cuando se deja hacer lo que se dice, cuando se deja hacer al cuerpo y buscar y encontrar y tomar lo que él quiere, y todo es bueno (…) Él está encima de mí, entra otra vez. Nos quedamos así, clavados, gimiendo en el clamor de la ciudad aún exterior.

MICROCUENTO:


El aburrido Sr. Tiempo

Hernán Garrido-Lecca



Me encontré al tiempo en un jardín. Su mirada era triste y al vacío. Le dije que era Domingo y no comprendió. Esperé por horas y no habló. Cayó la noche y siguió allí. Es que tal señor es en verdad muy aburrido. Me despedí del tiempo en un jardín.

Crónicas de Londres


Pablo Villanueva



Este libro contiene relatos que nos conciernen, que hablan de nosotros, y cuando eso se logra, es difícil olvidar un libro, es difícil no quererlo, y más aún con la genial reseña de Jorge Eduardo Benavides: «Los cuentos de Gunter Silva nos ofrecen una mirada distinta a la migración sudamericana que desembarca en las capitales europeas; a la soledad londinense que transpiran estos relatos, se suma el delicado mecanismo de la intimidad que atisbamos en sus personajes. La composición casi etérea de las tramas urdidas hacen de estas crónicas londinenses, una lectura tan placentera como inquietante», y la acertada opinión del novelista Héctor Meza Parra: «El escritor nos ofrece con este libro un manual sobre la filosofía del amor al paso». Queda realmente muy poco que añadir, pero es necesario agregar que “Crónicas de Londres” es una verdadera joya.
Alguien se da cuenta de lo que ha perdido en su vida gracias a una vieja foto. Un joven atraviesa Londres para encontrarse con una mujer que cambiará su futuro dentro de un McDonalds. Un catedrático de arte comienza a sospechar que la mujer que ha entrado en su vida, no solo es una mujer bella, sino todo un enigma. Un muchacho es recogido en un Jaguar verde metálico, cerca de la embajada Australiana en Londres, por una mujer que se hace llamar Lottie. Son, todas ellas, existencias que se debaten entre la migración, la nostalgia, el azar y el amor.
Estos elementos constituyen el pretexto para levantar una escritura donde las historias de cada personaje se vuelven universales. Estos textos trafican sensaciones, protagonizan sombras, pues el lector encontrará una velocidad impulsada por un viaje en fórmula uno.
El escritor busca la voz del hombre sin voz, del que juega con la pelota en cancha ajena, muchas veces sin papeles y con el árbitro y las leyes en contra. Gunter Silva, con sencillez e intensidad, ejercita la economía lírica, su reparo a hablar sin necesidad, atento a la lengua popular de su gente, nos hace viajar por la Europa de nuestros tiempos. Con esa voz serena y sencilla, no por falta de asuntos sino por rechazo de lo accesorio, escueta pero sustanciosa.
Con esa prosa honesta, cuenta las historias extravagantes de los latinos en la capital inglesa que también podría ser la capital del mundo, habla de la condición humana con tonada asequible y alcance universal. Quizás, si hay algo que criticar, es el abuso del inglés en su prosa. Hay un impacto fuerte de esta lengua en Silva, pero en un libro que habla sobre la migración, una lengua demás es perdonable.