Luis Puente de la Vega Rojas
El mundo está de luto. Nelson
Mandela, el símbolo de la comprensión y la tolerancia, el líder de color que
ganó por primera vez la presidencia de Sudáfrica, el conciliador que —junto a Frederik
Willem De Klerk, último mandatario del régimen del 'apartheid'— ganó el Premio
Nobel de la Paz en 1993 por evitar una guerra civil entre blancos y negros que
terminaría por destruir su nación, murió este jueves último en su casa de Johannesburgo,
a los 95 años de edad, a consecuencia de un prolongado mal degenerativo que lo
mantuvo hospitalizado desde el mes de junio.
Nació el 18 de julio de 1918 en
Mvezo, una diminuta aldea en Transkei, Sudáfrica. Conocido en su país como
Madiba (título honorífico otorgado por los ancianos de su clan), fue arrestado
y condenado a cadena perpetua (con el número 466/64) por sabotaje en 1962.
Estuvo 27 años en la cárcel donde contrajo una infección pulmonar, que
condicionaría su salud durante el resto de su vida. Fue liberado el 11 de
febrero de 1990, después del cual ganaría las primeras elecciones democráticas
de su país y daría al mundo un nueo ideal: «Sólo puedo descansar un instante, ya que la libertad trae consigo
responsabilidades y no me atrevo a quedarme rezagado. Mi largo camino aún no ha
terminado».
En su país, las marchas fúnebres
comenzaron de inmediato, cientos de personas llegaron a puertas de su casa para
cantar el himno de Sudáfrica, para llorarlo y encender miles de velas como
testimonio de su grandeza.
Hoy, todas las instituciones y
embajadas sudafricanas exhiben un retrato de Mandela y hondean sus banderas a
media hasta. El domingo 8 fue declarado Día Nacional de la Oración y el 10 de
diciembre se celebrarán funerales de Estado en el estadio Soccer City de
Johannesburgo.
OPINIONES
MUNDIALES
Sobre el deceso, varios jefes de
Estado se pronunciaron: «Hemos perdido a uno de los seres humanos más
influyentes, valientes y profundamente buenos», afirmó Barack Obama. El
presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que «Mandela, después de haber pasado por
las pruebas más difíciles, se ha comprometido hasta el final de sus días a los
ideales del humanismo y la justicia».
Para el secretario general de
la ONU, Ban Ki - Moon: Mandela «era un gigante de la justicia y una inspiración
humana con los pies en la tierra». Asimismo, la reina Isabel II dijo que estaba
profundamente entristecida al enterarse de su muerte y recordó las reuniones
con gran calidez.
«Rindo homenaje al firme
compromiso demostrado por Mandela en la promoción (…) de una nueva Sudáfrica
basada en los firmes cimientos de la no violencia, la reconciliación y la
verdad», señaló el Papa Francisco en un telegrama para el presidente de
Sudáfrica, Jacob Zuma; además, el Santo Padre afirmó que recibió la noticia del
fallecimiento con «profunda tristeza», pero que Mandela inspiraría a las nuevas
generaciones «a anteponer el bien común».
Por último, Jacob Zuma, Presidente
de Sudáfrica, se dirigió a su pueblo con profundo pesar: «Hemos perdido al más
grande de nuestros hijos», aseveró en un mensaje a la nación, el cual concluyó
visiblemente emocionado con: «Siempre querremos a Mandela, larga vida a Madiba».
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