lunes, 18 de noviembre de 2013

¿El mundo es como una naranja?

Miguel Angel Villalobos Caballero

Viaje a la Luna, de Georges Méliès (1902).
Esta pregunta podría tener muchas respuestas, así, el mundo sería como una naranja ¿por lo áspero?, ¿por lo esférico? o ¿por lo acido? En realidad el mundo sería como una naranja por el tamaño tan pequeño que tiene en relación a la inmensidad del universo, donde si se imagina uno cualquier objeto que pulula por el infinito, no sería tan grande como se cree o piensa.
Así, en la época que estudié en el nido, aproveché el descuido de las monjitas para presenciar, televisivamente, la llegada del hombre a la superficie lunar, algo extraordinario que aprecié desde uno de los ambientes del jardín: allí estaban ellas mirando el hecho histórico, junto a mí.
Aún tengo presente en mi memoria las palabras de Neil A. Armstrong: «Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad», que me permite repensar en la famosa interrogante ¿de dónde venimos?, respuesta tentativa, que no sería otra que de algún lugar del universo, tan inconmensurable.
Siendo así, a veces la noche nos sirve para darnos cuenta de esa porción observable del universo, basta con mirar esos puntitos estelares nocturnos, que son las estrellas, para tener esa idea de grandeza que éste tiene, por lo que ¡cómo no imaginarse a la tierra como una naranja!
Así, si bien el hombre soñaba por años en cómo llegar a la luna y lo logró, ¿realmente llegó tan lejos?, cuando hay todavía en el espacio tanto por recorrer, como que pareciese que en realidad no recorrió nada visto desde una gran distancia, más aún, si se tiene presente a filósofos antiguos, como Zenón de Elea con paradojas, como la de Aquiles y la tortuga, en la que concluía, que el movimiento es impensable, es decir que en realidad no podemos abandonar el lugar que ocupamos.
Consecuentemente, ¿cómo es la condición humana?, en la que el hombre —por su condición física no es más que un ser limitado, en la que no puede prolongarse físicamente de manera indeterminada en el tiempo y el espacio, es decir, que solo tiene un tiempo para vivir y un tiempo para recorrer sus caminos, sus espacios, en la que ni siquiera los más ricos de este mundo pueden tanto como quisieran, por ejemplo, vivir más de los doscientos años o viajar por otros lugares fuera de la tierra, salvo la luna, donde finalmente se darán cuenta que lo único que pueden hacer es dar vueltas y vueltas por la Tierra; así, imaginemos de este modo a una naranja y a un grupo de hombrecitos dando vueltas y vueltas por su capa externa, luego de dar tantas ¿qué más podrían hacer?: nada, sino seguir dando vueltas y vueltas, por cuanto quiérase o no, el ser humano jamás podrá avanzar mucho más allá de su mundo, al menos en estos tiempos, a las justas, puede en estas épocas tratar de conocer su interioridad.

Por último, si bien el ser humano no puede realizar todo lo que quiere, por cuanto es limitado por su cuerpo y su temporalidad, al menos debe sentirse feliz, de ser inconmensurable para creer y crecer en sus sueños y fantasías, sobre todo en las propias mientras viva, como por ejemplo, el querer conquistar lo inconquistable (el universo), con lo que, a pesar de tener dificultades físicas y materiales, jamás deberá perder las esencias espirituales, como aquellas que le permiten crear cultura y, dentro de ésta, la cultura imaginaria. ¿Usted qué piensa?

1 comentario:

  1. La vida es una naranja?. Existen varias respuestas filosóficas... que son respetables.

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