El exilio y la
literatura
Carlos Villanes
Desde hoy y cada quince días, uno de los mayores
intelectuales y autores peruanos afincados en España, Carlos Villanes Cairo
será el nuevo columnista de Solo 4 con 'Aviso para navegantes'. Esta es su primera
entrega que estamos seguros usted disfrutará. ¡Bienvenido!
Flaco,
pecoso, colorado. Le descubrí en el barrio de Argüelles, en Madrid. Estaba en
una esquina de la calle Princesa. Miraba arrobado la Casa de las Flores donde
Pablo Neruda vivió años. Le saludé por su nombre. Sonrió y me asintió con la
cabeza. El año anterior, en 1983, había recibido el Príncipe de Asturias de la
Literatura, ahora volvía por «motivos particulares». Después supe que era por
su enfermedad. Le pregunté si podía entrevistarlo. Negó con la cabeza. «Conversemos
algo», me dijo «y de eso si quieres hacer una nota, no te la voy a negar».
Era
la segunda vez que veía en persona a Juan Rulfo. Se iba a la librería del Fondo
de Cultura Económica, que ahora lleva su nombre, y accedió «tomarse un café».
Quise llevarlo al Van Gogh de Moncloa, a dos cuadras, lleno siempre de
estudiantes. «No», dijo, «mejor algo más discreto». Hablamos media hora. Diario 16 (España) me publicó la glosa
resaltando algo que se me grabó: «Si alguien me hubiera echado de México al
exilio, posiblemente habría escrito varias novelas».
Años
antes, Vargas Vicuña me confió algo parecido: «Si tuviera que vivir fuera del
Perú, tendría que ganarme la vida escribiendo y saldrían más cuentos y novelas.
Pero nadie me bota y estoy secretamente muy enamorado». Eleodoro, casado, con
hijos, medio Lima sabía que su musa era una lírica, casi anciana, Catita
Recavarren, a quien él consideraba la mayor poeta del mundo.
Aparte
del desarraigo, los recuerdos, la nostalgia y siempre la idea del retorno, ¿qué
secreta empatía nace entre el exilio in/voluntario entre la literatura,
especialmente la narrativa, y el hombre migrante? Tal vez todo se junta con el
deseo supremo: escribir, publicar y triunfar. Demostrar que se nació para
escritor.
Desde
el Inca Garcilaso de la Vega hasta Mario Vargas Llosa, la gran mayoría de las
obras trascendentes de la literatura peruana se han escrito fuera de nuestro
país. Y la lista es evidente: César Vallejo, en París sus dos últimos poemarios
y en Madrid El Tungsteno y Paco Yunque; Ciro Alegría, sus tres
novelas cumbres en Santiago de Chile y las 250 páginas de Lázaro, su novela inconclusa, en San Juan y La Habana; José María
Arguedas, sus últimas tres novelas fueron empezadas, continuadas o concluidas
en Santiago de Chile; los cuentos y novelas de Julio Ramón Ribeyro, un puñado
en Madrid, pero la mayoría en París; Manuel Scorza, sus poemarios en México y
sus novelas en París; Alfredo Bryce, entre París y Madrid; Edgardo Rivera, sus
primeros libros en París; Laura Riesgo, sus dos novelas en Estados Unidos; Vargas Llosa en Paris, Londres y Barcelona.
De los nuevos: Roncagliolo, Benavides, Iwasaki, en España; de Alarcón, y las
cuatro novelas recientes de González Viaña en Salem, EE.UU.
Aún entre los autores de Junín, los hermanos
Bolaños en México y los Parra del Riego en Montevideo, e Isabel Córdova Rosas
en Madrid. Se añora Perú, pero la literatura no tiene fronteras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe tu comentario aquí.