miércoles, 11 de septiembre de 2013

Cultura y sociedad


Jorge Escobar Galván


En el interior de una sociedad primitiva no puede haber separación entre los diferentes elementos de la población. Se pueden encontrar variantes de riqueza, pero la desigualdad que existe no es la misma que en la nuestra.
Las sociedades primitivas se caracterizan por no tener escritura, pero aparecen en ellas la explotación económica. En algunas se practicaba la esclavitud y había acumulación de riquezas en provecho de una clase. En las nuestras, en cambio, se manifiesta un desnivel impensable sobre esto.
Según Lévi-Strauss, en las sociedades complejas hay una gran diferencia entre el grupo que se dedica a la producción y el que elabora la cultura. Ocurre como si la conciencia hubiera pasado a ser patrimonio de un determinado número de individuos y los demás se hubieran quedado sin ella, como si se hubiera refugiado en una minoría o si el conocimiento se les hubiera escapado a algunos como si éste se encontrase demasiado lejos o fuese demasiado complejo.
Se trataría más de una especialización que de una jerarquización. En las sociedades indígenas la totalidad de la población participa, de manera mucho más plena y completa, en la cultura del grupo.
Nuestra comunidad no se reconoce en quienes elaboran su cultura. En las colectividades primitivas tenemos esa participación masiva en forma de grandes ceremonias, fiestas o danzas que ocupan un lugar considerable en su vida, incluso, más que en las actividades consagradas a la producción. Los sabios, los sacerdotes, los directores ceremoniales son la ejemplificación de un modo de vivir, de un tipo de conducta o una manera de comprender el universo que es el grupo en su totalidad.
Tomemos, por ejemplo, el caso de las castas de herreros en “otras” sociedades. Los herreros tienen que ver no con los animales y la vegetación, sino con el mineral que se encuentra en el interior de la tierra y con el fuego, son los poseedores de un saber y técnicas que pertenecen a un orden diferente. En consecuencia, se les asigna una posición particular, de respeto y temor a la vez, de admiración y hostilidad que se parece o tiende a asemejarse a la posición que ocupan algunos especialistas hoy en día.
En nuestra sociedad, los “sabios” generan sentimientos muy ambiguos que asocian temor y repulsión y, a la vez, una admiración casi mística y religiosa. Actitudes muy semejantes en las primitivas hacia los herreros.
Por “sabio” no hay que entender únicamente el significado literal de la palabra,  sino incluir a «todos los que crean un modo de pensamiento»: pintores, poetas, músicos, los “intelectuales” que en nuestras sociedades están cada vez más aislados. Elaboran la cultura, pero el grupo no considera que su cultura sea elaborada por una minoría.

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