lunes, 19 de agosto de 2013

PERFUME DE MUJER:

Lupe

Roberto Bolaño


La encontré en una esquina junto a otras putitas adolescentes, apoyada en el guardabarros de un viejo Cadillac. Creo que nos alegramos de vernos. A partir de entonces Lupe empezó a contarme cosas de su vida, a veces llorando, a veces cogiendo, casi siempre desnudos en la cama, mirando el cielorraso tomados de la mano (...) Así que me quedaba callado y pensaba en lo extraño que resultaba el silencio de ese hotel.
O tenía las paredes muy gruesas o éramos los únicos ocupantes o los demás no abrían la boca ni para gemir. Era tan fácil manejar a Lupe y sentirte hombre y sentirte desgraciado. Era fácil acompasarla a tu ritmo y era fácil escucharla referir las últimas películas de terror que había visto en el cine Bucareli. Sus piernas de leopardo se anudaban en mi cintura y hundía su cabeza en mi pecho buscando mis pezones o el latido de mi corazón.

Eso es lo que quiero chuparte, me dijo una noche. ¿Qué, Lupe? El corazón.

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