martes, 6 de agosto de 2013

“Conocer y disfrutar del arte de otros lugares nos hace más humanos”


Silvia Feria Monge

El percusionista español Héctor Osorio, “El Turko”, se encuentra de visita por el Perú para acompañar un conjunto de espectáculos temáticos. Su vasta trayectoria, que incluye presentaciones en grandes escenarios de Europa y el Medio Oriente, lo ha convertido en uno de los pocos cultores del género que ha logrado fusionar arte, magia y mística en un amplio repertorio de composiciones e interpretaciones. En esta entrevista, el músico comparte hechos relevantes de su carrera y expresa con agrado sus percepciones sobre la cultura peruana.

Héctor Osorio, “El Turko”, percusionista de ritmos orientales.
Cuéntanos, ¿cómo te sientes durante estos días en Perú?
Mi llegada a Perú fue mágica e impensada. Fue gracias al dato de una amiga que la bailarina y museóloga Leyla Almajar contactó conmigo para un evento temático. Decir que me siento pleno quedaría corto. Esto es mucho más de lo que yo esperaba. Perú ha hecho que le coja mucho cariño. Me gusta el arte, el folclor y la variedad que tenéis. Se ve que ustedes estáis más conectados con su cultura, todo está vivo.

La música oriental es poco conocida. ¿Cómo es que un joven español apuesta por este arte, existiendo otras posibilidades más comerciales?
Yo ya estaba familiarizado con la percusión oriental, porque viví un tiempo en Melilla, pero formarme fue difícil, porque no hay maestros y se necesita investigar en los propios lugares donde se practica. Sin embargo, aprender percusión te permite conocer la magia de las culturas. En esa búsqueda he pasado por Marruecos, Turquía y Egipto. Guardo buenos recuerdos de El Cairo. Los árabes son muy acogedores: te invitan al escenario y, si realmente les gustas, te quedáis allí. No aprendí el idioma árabe, pero sí aprendí el idioma mágico de la percusión.

Esa búsqueda debe haberte ofrecido grandes satisfacciones como artista…
Definitivamente. Me satisface haber tocado para grandes bailarines como Nesma o Tito Seif y la conformación de mi compañía de danza árabe, que demandó movilizar a distintos músicos y se logró formar una especie de escuela en Madrid. Sin embargo, la verdadera satisfacción es haber recibido la energía que desprende el público cuando recibe el arte. El público y el artista necesitan esa conexión. Es magia lo que hay entre ellos. No sé cómo se llega a eso, creo que haciéndolo de corazón: viviendo, sintiéndolo plenamente.

Para nosotros la música oriental es bastante exótica, ¿qué podrías decirnos para aproximarnos a ella y a su cultura?
Conocer otras culturas es bueno, porque eso te muestra que no todo está en tu lugar. En realidad, todos estamos conectados. Yo creo que conocer y disfrutar del arte de otros lugares nos hace más humanos: tenemos más que recibir y más que aportar. La música oriental sale del corazón y se dirige al corazón para trasmitir valores como la pureza, la feminidad, el amor y el respeto.

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