lunes, 22 de julio de 2013

Iglesia la Inmaculada: un templo barroco en Huancayo


Vinko Marka Galjuf

A través de muros y arcos, con una perspectiva barroca que nos remonta al Renacimiento Romano, Huancayo fue engalanada con un enorme templo, que comienza su edificación a mediados del siglo XX, gracias a la colaboración de religiosos, personajes políticos y fieles, pero sobre todo a Miguel Sánchez Ayala, quien comparte su intacta memoria con nosotros. Esta es la historia de la Iglesia de la Inmaculada.




Registro de la construcción - Fotos: Archivo Iglesia La Inmaculada.
El inicio de este proyecto se dio en 1944, a través de una conversación que un sacerdote de apellido Echevarría sostuvo con Adelaida Torres viuda de Calixto, distinguida dama de la época, cuando le expuso la urgencia de construir una amplia iglesia donde vivan los frailes de Ocopa para atender a los fieles de Huancayo. La señora le contestó que deseaba construir una capilla en honor de la Virgen Inmaculada, para lo cual cedió su terreno ubicado a una cuadra de la Plaza Huamanmarca.
«Esta Iglesia hablará a las generaciones venideras de nuestra fe y será una fuente de inspiración para quienes aman las cosas del espíritu», manifestó el ministro provincial fray Luis María Maestu, en 1965.
La arquitectura del templo está compuesta de tres naves, una cúpula de 40 metros, un crucero, torres de 45 metros (de 70 m de largo, 25 de ancho y 18 de alto). Estos ciclópeos cimientos fueron logrados con toneladas de piedra, cascajo, cemento y hierro. Las esbeltas naves, arcos, cruceros y altares forman un armónico conjunto que hace de este espacio el mejor monumento de la ciudad y la iglesia más majestuosa del valle.
El responsable de este ambicioso proyecto fue Miguel Sánchez Ayala, quien nació el 17 de abril de 1922, en Celendín, Cajamarca, técnico constructor de profesión. Él proyectó y construyó este hermoso templo, su obra maestra, como él la denomina, la cual fue inaugurada el 28 de agosto de 1965. 
Miguel Sánchez Ayala, constructor del templo.
Desde muy pequeño fue atraído por el arte de construir, le encantaba hacer hornitos, casitas con techos de paja, entre otras cosas. Más tarde, ya joven, en su deseo por ser mejor, comenzó sus estudios profesionales en la Escuela Nacional de Artes y Oficios, lo que viene a ser hoy el Politécnico José Pardo.
Además de la Iglesia de la Inmaculada, tuvo una participación notable en otras construcciones, como el Patio de los Leones del Convento de Ocopa, el hotel Kiya, la fachada del colegio Rosario, la Iglesia Virgen del Carmen (Celendín), el Hospital Carrión, el colegio El Carmen de Jauja, así como el Banco Popular de Pucallpa, y hospitales de madera en la selva. Del mismo modo, su primo Máximo Marín lo apoyó en la construcción de la carretera Celendín – Balsas. También, trabajó con Francisco Miró Quesada, con quien construyó varias obras, entre ellas un hotel en Aguaytía, donde se hospedó el presidente Manuel Prado.
Cada una de estas obras fue posible gracias a la exigencia, fortaleza, creatividad y capacidad que Sánchez Ayala demostró.

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