martes, 30 de julio de 2013

COLUMNA: EL BUEN SALVAJE


Los verdaderos héroes de la Breña

Sandro Bossio Suárez

Supe del proyecto Casa Histórica de la Campaña de la Breña, de Pucará, el 2008, cuando se iniciaba el proceso de elaboración del perfil de inversión de la puesta en valor de este espacio. En algún momento, lo comentamos con Sergio Castillo, entonces a cargo de este proyecto como director del INC Junín.
Luego, cuando María Dianderas Vizurraga encabezó la dirección cultural, supe que se culminó con la elaboración del expediente técnico de la obra, aprobada por el flamante Ministerio de Cultura. Me contó que la Casa Histórica de Pucará estaba abandonada, los bienes culturales en mal estado y el más precario era el símbolo Patrio, la Bandera peruana, que según el imaginario popular de los pobladores de Pucará fue la que flameó durante la Guerra entre Perú y Chile, en 1882. «Es la segunda vez que el destino me hace el honor de restaurar una bandera histórica. La primera fue del Huáscar», me contó Dianderas llena de orgullo. El blasón cacerista fue conservado preventivamente por ella, quien es especialista en tejidos, y el resto de bienes (pertrechos de guerra, balas, fusiles, rejones, tambor) fueron puestos a recaudo. En 2010, se hizo una exposición temporal.
La Casa Histórica fue restaurada con un presupuesto de 350 mil soles, ejecutado por la Municipalidad Provincial de Huancayo, pero había algo que faltaba: el museo. En realidad, en el proyecto se consideraba la implementación de este espacio, pero no se cumplió porque había sido elaborado por una persona que no era especialista en museología. Entonces, una vez más, se iniciaron las conversaciones con las autoridades del Municipio de Huancayo, Pucará, la Comunidad Campesina y la Orden de Legionarios Filial Pucará para realizar un trabajo en conjunto. Otra vez, me cuenta Dianderas Vizurraga, en estas reuniones la Dirección Regional de Cultura Junín asumió una serie de compromisos para hacer realidad este museo, entre ellas elaborar el guión museográfico para una exposición permanente. El Municipio de Huancayo se comprometió a asignar un presupuesto aproximado de 18 mil nuevos soles para el cometido (sí, lo leyó bien, el equivalente al sueldo de un congresista para montar un museo).
El historiador del arte, Hebner Cuadros, se hizo cargo del guión, bajo la dirección de Dianderas Vizurraga, quien contribuyó en la elaboración de este documento con su larga experiencia en museología. También participó el antropólogo Javier Rojas León.
Desde entonces, le seguí los pasos a este proyecto, no por Andrés Avelino Cáceres (que no es santo de mi devoción por sus actitudes tiránicas cuando fue presidente del Perú, borrando con el codo lo que pudo hacer con la mano, por haber regalado, sobre todo, nuestros ferrocarriles a los ingleses), sino porque un museo siempre es una obra de envergadura.
Vi, personalmente, a Rojas León, responsable del Área de Museos de la Dirección Regional de Cultura Junín, retomar las gestiones ante el Municipio de Huancayo y, en coordinaciones con el arquitecto Fernando Fernández, residente de obra de la Casa Histórica, culminar con la elaboración de la segunda etapa del proyecto. Vi a Rojas León (con la misma bravura de su segundo apellido) vencer todo tipo de obstáculos para que el Municipio de Huancayo asigne el presupuesto. Así, el montaje de la exposición se realizó en tiempo récord (con amanecidas incluidas del personal encargado del montaje) para el 08 de julio del año en curso.
Por eso me causa extrañeza que la actual Dirección de Cultura de Junín no registre, ni agradezca el trabajo de estos profesionales, atribuyéndose una labor que empezó muchísimo antes con esfuerzo ajeno.
Por todo ello, los que deben recibir la medalla de honor de la Legión Cáceres son Castillo Falconí, Dianderas Vizurraga, Rojas León, Cuadros Chávez, y tres colaboradores que también se sumaron a la cruzada: César Hospina, Ever Campos y el restaurador Leo Chang. Si los legionarios no se la otorgan, lo hará la equidad, la historia y el pueblo, obsequio que, al fin y al cabo, tiene muchísimo más valor que cinco minutos de gloria.

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