domingo, 7 de julio de 2013

COLUMNA: EL BUEN SALVAJE


Frases y locuciones desentrañadas

Sandro Bossio Suárez

Los paremiólogos, es decir los expertos en refranes, son capaces de resolver las incógnitas más extremas de los refranes y de las frases hechas. «Una bicoca», por ejemplo, viene de la población italiana Bicoca, donde Carlos V derrotó tan fácilmente al ejército de Francisco I, en 1522, que la palabra pasó al diccionario como sinónimo de algo de poco valor.
La sangre azul, dicho en alusión al linaje de los nobles, fue acuñada no por ellos, sino por los plebeyos, quienes creían que aquéllos, de piel extremadamente blanca por su escaso trabajo en el campo, en realidad tenían sangre azul por las venas que se traslucían bajo la epidermis.
«Poner los puntos sobre las íes» data de cuando en el siglo XVI se empezaron a utilizar los caracteres góticos y dos íes se confundían con una "u". Para evitarlo se optó por colocar un punto sobre la tercera letra de las vocales.
Muchas frases que usamos hoy han tenido un origen ingenioso. «Echarse un polvo» tiene ahora una connotación puramente sexual. Equivale a copular o mantener relaciones sexuales generalmente de modo subrepticio. Pero antes no tenía ese significado. La frase nació de la costumbre social de consumir rapé, o sea, polvo de tabaco (también llamado polvo de Sevilla). Como en una época se puso de moda absorber este producto en las fiestas, se implantó la costumbre de habilitar en ellas una habitación especial para «echarse un polvo», es decir para consumir el rapé. Estas habitaciones se fueron convirtiendo, con el tiempo, en el refugio perfecto de los amantes ocasionales y, de esa manera, se cambió el sentido, que pasó, desde entonces, a significar “mantener relaciones sexuales”.
La «manzana de la discordia» data de la mitología griega. En ella, Eris encarnaba la diosa de la discordia y, se dice, que no fue invitada a una fiesta en el Olimpo, pero de todas maneras se presentó en ella. Al ingresar entregó como obsequio una manzana dorada diciendo que era para la diosa más bella. En la reunión estaban Afrodita, Atenea, Hera y Palas, y, cada quien creyéndose la más bella, empezaron a pelear por la manzana que, en efecto, generó una gran discordia.
Decir «lágrimas de cocodrilo» significa llorar en vano y la frase proviene de una función biológica de este lagarto, que necesita mantener la humedad de sus ojos al salir del agua, por ello, llora constantemente. Ocurre lo mismo cuando mastica a su presa, puesto que sus glándulas lagrimales y salivales se estimulan mucho con esta acción.
Ser un “cornudo” hoy en día no es tan elogioso como lo fue en los países nórdicos del Medioevo, donde los gobernadores de las comarcas tenían la potestad de escoger entre las mujeres a las que deseaban tenerlas por una noche. Esta era una decisión elogiosa tanto para la mujer como para el marido de ésta. Cuando eso ocurría, la familia “honrada” por la visita del gobernador colgaba los cuernos de un alce en la puerta para anunciar que habían sido privilegiados. Entonces, los vecinos felicitaban al marido por «haberle puesto el cuerno».
La expresión «a ojo de buen cubero» proviene de la habilidad que tenían los fabricantes de cubas (vasijas contenedoras) en la antigüedad, donde estos instrumentos tenían diversas capacidades de acuerdo al “ojo” del fabricante.
«Poner en tela de juicio», un término sumamente usado en nuestra actualidad, proviene de épocas romanas antiguas, del antiguo Derecho Procesal. En este caso la voz latina “tela” significaba barrera, palestra, lugar cerrado destinado a los debates legales. Este tipo de “tela”, entonces, no tenía que ver con la textilería, sino con los anfiteatros judiciales. Por ello, «poner en tela de juicio» significa, más o menos, «poner en debate» algo que merece esclarecerse.

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