lunes, 22 de julio de 2013

A usted, querido lector


Luis Puente de la Vega Rojas


“Solo 4” nació desde los lectores para los lectores, sin pensar siquiera en las enormes repercusiones mediáticas que tendría en el futuro. Hoy, más de diez años después, ya habiéndose consolidado como un medio líder y haberse institucionalizado, nos volvemos a presentar ante usted, nuestro siempre endiosado lector, porque sí, nosotros nos debemos a usted, a su constancia, a la espera y al ímpetu que pone cada sábado para ir a buscarnos en los puestos de diarios, a aquellos que coleccionan cada edición y que dedican gran parte de su tiempo a leernos y explorarnos, a los que nos usan como material didáctico en centros educativos básicos y superiores, e incluso aquellos que critican y viven permanentemente con veredictos negativos a nuestro trabajo, pero que dedican constantemente su tiempo a desentrañarnos, buscando argucias o ampliando más los contenidos ofrecidos.
Si logramos cualquiera de estos efectos, estamos logrando lo ansiado: generar una reacción que inevitablemente enriquece y difunde más nuestra cultura, y contribuye a informar, entretener o más, a educar.
El director de Correo, en el 2003, Héctor Mayhuire, definió el proyecto de un suplemento cultural, a modo y forma de lo hecho por Manuel Baquerizo, como “Caballo de fuego” y “Ciudad letrada”, así que el 5 de julio del mismo año, convocó a un grupo de intelectuales y periodistas para empezar con lo que hoy es nuestro siempre pequeño, pero variado “Solo 4”.
Muchas personas afirman, cabalmente, que solamente cuatro páginas es un espacio nimio e insuficiente para hacer cultura —peor aún con las partes repartidas en publicidad—. Es una afirmación por demás cierta, pero si comparamos los espacios de otros medios nacionales, con una gigantesca maquinaria de producción que podría avasallar fácilmente la nuestra, nos daremos cuenta que dedican una o dos páginas irregulares, o se hacen del rótulo de “cultural” para publicar revistas o suplementos que entregan más del 90% de sus contenidos a los espectáculos, a dimes y diretes, al entretenimiento bobo de los programas concurso y series televisión, o a los “blockbusters” hollywoodenses, sin considerar siquiera secciones tan inútiles y frívolas como “Circo beat”, ni a los escritos de “famosos” acéfalos que afirman con total desfachatez y desvergüenza no haber leído nunca un libro completo.
Tal vez todo eso nos hace más especiales, pues, en la medida de nuestras posibilidades, les ofrecemos contenidos dedicados exclusivamente a la cultura. Además, abrimos siempre nuestras páginas a quienes quieran publicar en este medio, claro, siempre cumpliendo con las mínimas condiciones de publicabilidad. 
Sin embargo, “Solo 4” no sería nada sin la participación permanente de las personas que lo hacen posible de manera gratuita y desinteresada, con artículos, entrevistas, crónicas y más, que son enviados a nuestra redacción para su posterior publicación sin establecer ninguna clase de acuerdo económico.
Así, tenemos a algunos de los intelectuales más valiosos de nuestras tierras, como Jorge Jaime Valdez que funge con solvencia la fotografía y la crítica cinematográfica —a pesar de que en nuestro medio solo existe un cine cuya cartelera muchas veces termina siendo ridícula—; Josué Sánchez, quien nos ha dado, con su ya reconocido talento, un acercamiento más claro a las artes plásticas y más temas con un definido afecto por los Andes; o Juan Carlos Suárez Revollar, que sustenta sus textos en la literatura y los autores clásicos de “Deslecturas”.
Otro de nuestros más valiosos colaboradores es el escritor Sandro Bossio, que permanece estable con su columna “El buen salvaje” desde el primer número de “Solo 4”. No olvidamos a Luis Cárdenas Raschio que, con enorme carisma y entusiasmo, nos entregó, hasta sus últimos días, su colección de textos sobre nuestra historia y tradición: “El folclor que yo vi”.
No podemos cerrar esto sin mencionar a nuestra “mamá grande”, Isabel Córdova Rosas, hija ilustre de Huancayo y la autora de literatura infantil más editada y vendida de nuestra historia en el mundo, que, al igual que Jhony Carhuallanqui, otro diestro cronista de variedades, sostenemos este suplemento con mayor regularidad y riqueza.
Hay mucho que decir y contar, pero el espacio es un tirano inmortal. Simplemente, queremos agradecer a estas y más personalidades que nos han apoyado durante todo este tiempo: Máximo Orellana, Pio Altamirano, Marco Miranda, Ricardo Rodríguez, Roberto Loayza, Pentafónica Radio, Alberto Chavarría, Nicolás Matayoshi, Joe Delgado, Patricia Tauma, Hugo Velazco, Apolinario Mayta, Jorge Salcedo, Oswaldo Reynoso, Pedro Gonzales, Fernando Iwasaki, Eduardo Gonzales Viaña, María Teresa Zúñiga, Manuel Perales, Leonardo Mendoza, Enrique Ortiz, Gerardo Garcíarosales, Héctor Meza Parra, y muchos más. Y, por supuesto, a usted querido lector, que sin su aval hoy no seríamos más que polvo en el viento.

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