domingo, 8 de julio de 2012

I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”


Diseño: Robhert Pimentel


El Suplemento Cultural “Solo 4” del diario Correo de Huancayo, en el marco de las celebraciones por los 50 AÑOS DE FUNDACIÓN DE CORREO en la región Junín, y la edición 444 de su suplemento, con la finalidad de contribuir a la producción literaria de nuestro país, convoca al I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”, con arreglo a las siguientes bases:

Bases:

1.    Podrán participar todos los autores interesados mayores de 18 años.
2.    Cada participante podrá presentar hasta dos cuentos.
3.    Los participantes concursarán bajo seudónimo por cada cuento presentado.
4.    El tema es completamente libre.
5.     El cuento  deberá ser INÉDITO, escrito en español, y no haber sido presentado con anterioridad a otro concurso nacional o internacional cuyo fallo esté pendiente.
6.    La extensión máxima será de 1200 palabras, digitadas a doble espacio, en fuente Arial 12.
7.    Los trabajos se presentarán en las instalaciones del diario Correo, Jr. Cuzco N° 337 – Huancayo, en un sobre de manila tamaño A4 CERRADO dirigido a: I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”;  que deberá contener:
a)  El cuento impreso por una sola cara en papel A4, en TRES EJEMPLARES LEGIBLES, debidamente compaginados, numerados en el extremo inferior derecho. Cada ejemplar impreso deberá contar con una carátula en la que se consignará el nombre del cuento y el seudónimo del participante.
b)  El cuento en soporte electrónico, es decir grabado en un disco compacto (CD), rotulado con el título del cuento y el seudónimo del autor.
c)  Un sobre tamaño carta o similar CERRADO, que en su exterior consigne el correspondiente nombre del cuento y seudónimo, y en su interior una página con los nombres y apellidos del autor, lugar de nacimiento, dirección domiciliaria, dirección electrónica, teléfono (imprescindible) y un breve resumen biográfico, además de una fotocopia simple del documento de identidad por ambos lados (DNI).
8.    La fecha y hora límites de recepción de los trabajos será el viernes, 05 de OCTUBRE de 2012, a las 6:00 pm. Los trabajos enviados por correo serán considerados válidos siempre y cuando se registre en el matasellos la fecha y hora mencionadas.
9.    El Jurado Calificador estará conformado por tres escritores de reconocido prestigio nacional e internacional, y se dará a conocer junto a su veredicto.
10. El Jurado Calificador elegirá tres trabajos ganadores, que se harán acreedores a los siguientes premios:
1er puesto: S/. 1,000.00 (Mil Nuevos Soles) y diploma de honor.
2do puesto: S/. 700.00 (Setecientos cincuenta Nuevos Soles) y diploma de honor.
3er puesto: S/. 300.00 (Trescientos Nuevos Soles)  y diploma de honor.
Además, según su criterio, elegirán a los cuentos finalistas que serán reconocidos por Menciones Honrosas.
11. El cuento ganador, el segundo y tercer lugar serán publicados, indefectiblemente,  en la edición especial n° 444 del Suplemento Cultural “Solo 4” del diario Correo de Huancayo. Además, junto a los finalistas, serán publicados en los sitios web oficiales de “Solo 4”, en Facebook y en el respectivo blog.
12. El fallo del Jurado Calificador será INAPELABLE y se publicará 30 días después del cierre de convocatoria, en el diario Correo y en su suplemento “Solo 4”.
13. Finalizado el concurso, los trabajos que no hayan sido premiados serán incinerados.
14. La participación en este certamen implica la ACEPTACIÓN DE TODOS LOS PUNTOS antes señalados.
15. Cualquier omisión de cualquiera de los estamentos en las presentes bases implicará la inmediata descalificación del cuento concursante.
16.  Los casos no previstos se resolverán a criterio del Jurado Calificador y la organización.
                                                                                      
Huancayo, julio de 2012.

Solo 4, “425”, del 07 de JULIO de 2012, año IX EDICIÓN ESPECIAL POR ANIVERSARIO


LA CITA

La ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres (…) porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.

Gabriel García Márquez, Cien años de soledad

LO ÚLTIMO: Convocatoria al I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”


En el Suplemento Cultural “Solo 4”,  con este número de antología, queremos agradecer a todos nuestros lectores y colaboradores, quienes, cada fin de semana, nos siguen y nos han situado como el medio cultural líder de nuestra región.
Desde hace 9 años, “Solo 4” les ofrece los más variados y mejor seleccionados artículos, columnas y crónicas del medio cultural regional. Sin embargo, en esta oportunidad les presentamos una edición de colección de ocho páginas por nuestro aniversario.
Además, presentamos oficialmente el I Concurso Nacional de Cuento “Premio Solo 4”, en el marco de las festividades por los 50 años de fundación de Correo Huancayo, y como parte de las celebraciones por nuestra edición 444. Las bases generales las podrán hallar en esta edición y en nuestro perfil de Facebook y blog. ¡Gracias!

El 4 de Solo 4


Sandro Bossio

Foto: Luis Puente de la Vega Rojas

La historia, la religión, las artes, el mundo, han sido marcados de una u otra forma por el número 4. Aunque para algunos es considerado la cifra de la perfección, y para otros el símbolo de la mala suerte, el 4 se ha acuñado permanentemente en nosotros. “Solo 4” es, en toda la región central de nuestro país, el número de la cultura por ya nueve años. Así empieza  este especial por aniversario. ¡Disfrútelo!

En el mundo antiguo el 4 representaba el ciclo de las estaciones del año. El número 4 puebla el mundo y la historia. Los científicos nos dicen que una galaxia típica tiene en torno a 4×10^11 estrellas.
En la aritmética y la geometría el número 4 representa lo sólido (así como el 1 representa el punto, el 2 la línea y el 3 la superficie).
No hace mucho se le puso como nombre “Vesta” al asteroide número 4, conocido también como el “cuarto” por haber sido ese el orden de su descubrimiento. Es el asteroide más brillante que podemos observar con  un diámetro de 530 kilómetros.
En la cultura incaica, durante el camino, Ayar Cachi, con su honda, derribó 4 montañas que obstaculizaban el camino hacia la fundación del imperio incaico. En la cultura china el 4 es un número de mala suerte, puesto que hay una gran similitud fonética con la palabra que significa muerte.
En el Japón se extiende esta mala fama del 4 y, por ello, no existen los pisos cuartos en ninguno de sus edificios. Es un número tan temido que los dueños de automóviles con el número 4 en sus placas prefieren perder el dinero y comprarse otro.
En la numerología el 4 tiene que ver con el sentido del orden y los valores. Es el signo de lo práctico, la lealtad, la rigidez y la represión.
En el Talmud, el número 4 se refiere a todo lo que viene para el hombre luego de la revelación de Dios. En el Corán el número 4 es el número que afecta a las cosas que tienen un comienzo, a las cosas ya terminadas, a lo material, es decir es el número del mundo. En el Ramayana el 4 viene a ser un símbolo del cosmos debido a que son un total de cuatro puntos cardinales.
En la literatura, el número 4 aparece en el Quijote por lo menos 85 veces y, cosa curiosa, el título original del libro era “Los cuatro libros del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” —al igual que los cuatro libros del Amadís de Gaula—. A propósito, en esta espectacular novela de caballerías el número 4 representa las edades del hombre: niñez, juventud, madurez y vejez.
Cuatro son, además, los tres mosqueteros (contemos siempre a D'Artagnan).
Sin embargo, es en la tradición bíblica donde encontramos el número 4 en mayor proporción. Se plasma, por ejemplo, cuando Ezequiel visualiza los cuatro querubines, cada uno de ellos con cuatro caras y cuatro alas.
En un pasaje se dice que en el Paraíso existían 4 ríos y, en la parábola del sembrador, aparecen cuatro tipos de tierra: la tierra buena, la de junto al camino, la de espinos y la de muchas piedras. Desde luego, 4 son los Evangelios que narran el paso de Jesús por el mundo (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).
El número 40, por su lado, representa el cambio, la traslación de un período a otro, el tiempo que duraba una generación. Así, el diluvio universal dura 40 días y 40 noches. Los israelitas permanecen 40 años en el desierto. Moisés debe quedarse 40 días en el monte Sinaí, mientras que Elías peregrina otros 40 días hasta el lugar sagrado. Ya en el Nuevo Testamento, Jesús ayuna 40 días y son 40 los días que permanece entre sus discípulos entre la Resurrección y la Ascensión.
En el budismo, el 4 representa las direcciones del corazón y, en el mismo credo, el árbol de la vida tiene cuatro ramas y de sus raíces surgen las cuatro corrientes sagradas.
En la cultura azteca, el siglo se dividía a su vez en 4 series de 13 años. En el famoso calendario de esta civilización se muestran los Cuatro Rumbos del Universo. Finalmente, el 4, para la cultura maya, representa la eternidad. Para nosotros también.

El señor de la cultura huanca


José Soriano Marín

Foto: Herbert Salas - Ayllumedia

 Luis Cárdenas Raschio guardó con especial atención y fortaleza las costumbres de nuestra región. Fue un notable fotógrafo, periodista, músico, folclorólogo, uno de esos hombres capaces de alumbrar el camino de los que investigan y rebuscan en la historia. Nos dejó hace poco, cuando aún lo necesitábamos mucho. Este es el homenaje de un amigo para uno de los hombres más notables de nuestro país.

Conocí a Luis Cárdenas Raschio hace 20 años, cuando mi madre me llevó a rentar un disfraz para el desfile de antorchas en mi escuelita Sebastián Lorente. Por supuesto, no sabía de quién se trataba, pero su entrañable amabilidad y calidez anularon mis berrinches y caprichos a la hora de elegir un traje.
Regresé con cierta frecuencia para “disfrazarme” y uno de aquellos días mi curiosidad hizo que me tropezara en el salón contiguo al ambiente de atención de “Artesanías del Centro”. Descubrí entonces un largo corredor repleto de extraños adornos. “¿Te gusta? Vamos a dar un paseo”, don Luis me tomó de la mano y me condujo hacia una vitrina de juguetes. Yo permanecía en silencio y él empezó a contarme sus historias.
Entonces dígame, ¿dónde nació? “Yo soy huancaíno por algo”, contestó. Como Zenobio Dagha, repliqué. “Claro, pero yo le enseñé la canción”, aclaró. ¿Conoció a Zenobio Dagha? “Vaya, muchacho, tú no sabes nada”, respondió con una sonrisa. Bueno, ¿cuándo nació? “El mismo día en que mataron a Sánchez Cerro”. ¿Y cuándo…? (mejor no, me va a decir que no sé nada).
Cuando jugaba a ser periodista, cuando concesionaban un diario o cuando intentaba sacar una revista con mis amigos, visitaba su casa. ¿Todavía se acuerda de mí? “Claro, el de los berrinches”. Sí, el mismo.
Su madre era tarmeña y su papá de Sincos. Se conocieron cuando el señor Cárdenas empezó a trabajar en La Oroya, era ingeniero químico. Tiempo después se asentaron en Huancayo en la misma casa de siempre, de la segunda cuadra de la Calle Real en Chilca. Ahí, Luchito vio crecer Huancayo. Estudió la primaria en el colegio San Luis Gonzaga, que desapareció cuando su director pereció. Luego se fue al Santa Isabel.
Luego de terminar el colegio, Luis Cárdenas partió a Lima. Le hubiera gustado ser arquitecto, pero los medios y la recesión no se lo permitieron. Sólo le quedó trabajar y olvidarse de los “grandes estudios”. Su mejor refugio fue la lectura, dudaba de todo y quería comprobarlo por sus propios medios. Un viaje a la Argentina cambió su vida. Fue de visita, a ver a su hermano mayor, y allí aprendió fotograbado, en Buenos Aires. Ya en su tierra, trabajó en el diario La Voz de Huancayo, aplicando todo lo aprendido en el país sureño. Fue parte del equipo fundador del diario Correo y su contacto con la fotografía se hizo eterno. Salía a las calles y parques a captar sus imágenes favoritas: danzas y costumbres.
Con cámara en mano, don Luis empezó a cuestionar todo aquello que asomaba a su lente. Entonces preguntó el motivo de los pasos, de los colores, de la vestimenta y halló respuestas ambiguas o vacías. No había de otra: “Yo mismo soy”. Y ya sabemos por qué tantas historias. Cuando se casó, llevó a su esposa a la casa de siempre, abrieron una bodega y un pequeño estudio fotográfico. La bodega cerró por exceso de deudores y nació “Artesanías del Centro”, con la representación de las danzas y estampas que plasmaban en pequeños muñecos y suvenires, primeros en la región: una mantita propia del valle con un sombrero, chaleco, pantalones, arpas y “potutos”, todo con un rótulo de “Huancayo – Perú”.
Con “Artesanías del Centro”, Luis Cárdenas inició sus viajes en los que vendía sus creaciones e intercambiaba disfraces, máscaras, instrumentos, nacimientos e historias. Sus averiguaciones tuvieron tal eco que era invitado principal en congresos de danza y folclor en varias ciudades del país y el mundo. Llegó a ser director del Departamento del Folclor en la Casa de la Cultura y jurado indispensable en incontables concursos de danza. Alicia Maguiña llegaba a visitarlo todos los años, se hospedaba en su casa y vestía de Coya para bailar en Sapallanga. Tuvo dos hijas, cientos de amigos y mil historias que contar, como nadie.
Parece que ya no lo molestaré más, renuncié. “Bueno, las ideas y las costumbres hay que defenderlas siempre”, me animó. Quizá haya otra oportunidad para conversar. “Cuando quieras”. Caramba, don Luchito, yo siempre importunando. “A los buenos amigos no se les niega nada, y tú eres mi amigo desde hace mucho”. Así se despidió un auténtico huancaíno que me enseñó a ser más huancaíno, para siempre.

Noche Pechakucha incontrastable


Diana Panez

Diseño: Robhert Pimentel

Cuando las ideas se mezclan y escogen una noche para darse a conocer, empieza la conversa, la “pecha kucha”. Creativos de disciplinas tan variadas, como sus proyectos, tienen que resolver cómo contarnos sus ideas en tan sólo 20 imágenes de 20 segundos cada una, y así encender en Huancayo el evento de intercambio informal que ya contagia inspiración en más de 537 ciudades del mundo: ¡PechaKucha Night!
El primer volumen del año en su décima edición en Huancayo, PechaKucha Night volverá a contar con Pablo Saldarriaga como presentador. Previsto para el 10 julio, nuestro evento se pospone unos días (el cual será oportunamente comunicado). Así que aún hay tiempo para escribirse y enviar sus ideas, portafolios o proyectos, y poder ser parte del PKN. Correo: pechakucha@bisiesta.com
¡Visítanos!, pues puede gustarte la música, como el cine, algo más que los videojuegos e igual que el deporte, o andas buscando un grupo espiritual al cual pertenecer, que se reúna los fines de semana para que la tentación se aleje de ti un sábado por la noche — ellos podrían estar aquí—. Anímate, ven y comparte en el PechaKucha Night Vol. 10.

William Faulkner, a 50 años de su muerte


Juan Carlos Suárez Revollar



El creador de Yoknapatawpha City, William Faulkner, falleció hace cincuenta años. Su poderosa influencia ha marcado la literatura universal de la segunda mitad del siglo XX, así como la obra de los escritores del «Boom». Discípulos suyos son desde Juan Carlos Onetti y Gabriel García Márquez hasta Juan Rulfo y Mario Vargas Llosa.

William Faulkner (Missisipi, 25 de setiembre de 1897 - 6 de julio de 1962) ambientó su obra en Yoknapatawpha City, un polvoriento y ficticio territorio sureño, ubicado en Missisipi, donde han de vivir los Sartoris, los Compson, los Snopes, los Coldfield, los Sutpen y otras tantas familias integradas por los inolvidables personajes que constituyen, piedra sobre piedra, el universo faulkneriano. Se trata de unas tierras donde la guerra de secesión se ha llevado el antiguo esplendor de los grandes señores, ha destruido las plantaciones, empobrecido las arcas y liberado a los esclavos. Aún así, se siguen manteniendo los códigos de honor, las marcadas clases sociales e incluso las viejas costumbres.
El barroquismo del lenguaje es peculiar en Faulkner. Sus extensas oraciones, construidas en base a frases grandilocuentes, tienen el ánimo de ser notables, siempre relevantes. El estilo, podría decirse, recoge el mismo aliento de la tragedia griega, cuya atmósfera, además, se incorpora en casi toda su obra.
Aunque desde sus primeras novelas ya se vislumbraba su gran talento —el también escritor y su maestro, Sherwood Anderson, ya estaba peleado con él, pero lo seguía «considerando una promesa»—, fue a partir de «El sonido y la furia» (1929) que alcanza uno de sus mayores picos. No es su mejor novela, pero sí su experimento más audaz. Dividida en cuatro partes, en ella los planos narrativos y los puntos de vista se abordan de tal forma que el orden lógico de la narración llega a ser caótico. Desfilan por sus páginas personajes imperecederos como Caddy, Quentin o Benjy, y reviven los mismos conflictos que Esquilo, Sófocles y Eurípides plasmaron en sus tragedias. Aunque Faulkner negara conocerla antes de la redacción de «El sonido y la furia» (los estudiosos encontrarían el ejemplar fechado en 1924), la influencia de «Ulises», de James Joyce, recorre toda su obra, pero es más que notable en esta novela. A partir de entonces, y en un lapso menor a una década, escribió sus mejores trabajos. «Santuario» (1931) es más sencilla estructuralmente, y era apenas apreciada por él, pero fue otra de sus piezas maestras. En esta novela la violencia y la decadencia —una constante en el mundo faulkneriano— imperan hasta niveles nunca vistos. Todos los personajes son malvados, psicópatas, endebles, idiotizados o cobardes. La frágil Temple Drake parece condenada a ser víctima de Popeye y sus secuaces, y su desfloración —para Mario Vargas Llosa el cráter de la novela— es una secuencia inolvidable por lo salvaje y horripilante, aunque también por lo hechicera.
Escrita después, pero publicada poco antes, «Mientras agonizo» (1930) representa una serie de piruetas estructurales en que el punto de vista es el verdadero protagonista. Sobre una historia —como siempre— truculenta, poco menos de una veintena de personajes dominan el respectivo capítulo a través de su fluir de la conciencia. Así, hechos sencillos toman gran complejidad al volverse a contar desde nuevas perspectivas.
Entre sus mejores novelas podría citarse «Luz de agosto» (1932), con su aparente aliento a novela decimonónica, por ser menos atrevida en el uso de la tecnología narrativa. Y en «Desciende Moisés» (1942) e «Intruso en el polvo» (1948) continúa con esta forma de escribir. Sin embargo, salta a la vista la evolución que ha ocurrido en Faulkner: ya no es el joven dispuesto a pulverizar, a través de la técnica, toda la literatura conocida, pues la ha interiorizado y equilibrado con la historia a contar.
Es poco menos que imposible elegir una sola de las obras de Faulkner. En él la totalidad —desde «Pilón» (1935) y «¡Absalón, Absalón!» (1936) hasta la trilogía de los Snopes (de 1940 a 1959) y «Las palmeras salvajes» (1939), con su famosa traducción de Jorge Luis Borges— es un imperativo. Faulkner hizo cuanto se le antojó con la literatura, y legó a la posteridad, directamente o a través de sus discípulos, grandes enseñanzas sobre el arte de narrar.

IMPRESCINDIBLES / WILLIAM FAULKNER


Santuario (1931)

Escrita, según palabras del propio William Faulkner, como «la más horrible historia que pudiera imaginar», esta novela muestra a un puñado de personajes repulsivos por su maldad, psicopatía, idiotez o cobardía (y en algunos casos, todo junto). Cuenta la historia de Temple Drake, una guapa adolescente que huye en busca de aventuras y cae en manos de un grupo de rufianes liderados por Popeye. Desde entonces, ocurren desde asesinatos y secuestros hasta violaciones y linchamientos. Pero la magia de Faulkner hace que todo esto hechice al lector, tal cual hicieran los grandes novelistas del siglo XIX.



Luz de agosto (1932)

Es la historia de Lena Grove, quien con un bebé en el vientre, sale en busca del hombre que le prometió matrimonio. Aunque continúa la misma experimentación estructural y técnica que en el resto de su obra, en «Luz de agosto» William Faulkner ya ha alcanzado un equilibro entre el fondo y la forma. Una historia donde las pasiones humanas pueden llevar a la condenación, como la sentida por Miss Burden hacia Joe Christmas, por lo cual el linchamiento y la castración parecen ser la única salida. Se trata de una de las mejores novelas del ciclo de Yoknapatawpha.



El sonido y la furia (1929)

Junto con «Ulises», es uno de los mayores experimentos narrativos en lengua inglesa. El caos a partir de la yuxtaposición de los puntos de vista y el tiempo conforman una historia llena de ruido y de furia. El poderoso arranque, en que toda la primera parte de la novela es vista a través de los ojos de un idiota (Benjy), es más que peculiar, y ha abierto puertas nunca vistas en la literatura. La tragedia y la grandilocuencia del honor recubren cada uno de los truculentos hechos que la componen, y las íntimas pasiones, el amor incestuoso y la tragedia son una constante.


Rock peruano: antología incompleta


Roberto Loayza



Como en casi todos los países de Latinoamérica, el rock tronó en las mentes de los jóvenes peruanos luego de la irrupción del gordito Bill Haley y sus cometas con “Rock Around The Clock”. La rebelión que significó este acontecimiento en el lejano 1955 hizo nacer al “Rock Peruano”, y a pesar de que siempre hemos estado muy lejos de lo que salió de Argentina o México, hay varios nombres que deben ser recordados como parte de una cultura casi escondida, casi subterránea por obra y gracia de los “mass media”, que prefieren traer lo peor del extranjero para secarnos el cerebro, en lugar de buscar dentro del talento local.
Fueron los Millonarios del Jazz los que empezaron todo en 1957 con “Rock With Us”, que tiraba más para el lado de Haley que de Elvis. Impensable hasta hace poco escuchar esta obra germinal, ahora basta con abrir YouTube. Uno de los primeros LP nacionales sale a inicios de los 60 y tiene como gestores a Los Incas Modernos. Provenientes del Callao y con unos ritmos “beat” muy contagiosos, lo que encontramos dentro de esa tapa con un Volkswagen blanco, nos rememora a los viejos Ventures.
Sin embargo, el primer grupo que trascendió el tiempo fue Los Saicos, este cuarteto considerado uno de los gestores del punk a nivel mundial. Grabaron en 1965 el clásico “Demolición”, tema clave que aún hoy es interpretado en las herrumbrosas calles del centro de Lima, en esos recovecos que tanto nos gustan de Quilcas y alrededores.
A medio paso, entre el surf de los Beach Boys y el pimentero psicodélico de los Beatles, están Los Shains con el eterno Gerardo Manuel al frente, con quien llegaron a grabar cuatro álbumes para la discográfica Iempsa.
Complicado incluir al boom de la Nueva Ola dentro de una pequeña antología rockera, pero para evitar resentimientos podemos mencionar a Los Doltons, con su líder, el chino Ichikawa, y su versión de un tema norteamericano, el conocidísimo “El último beso”. También los instrumentales Belkings, entre muchos otros.
A pesar del adorable entusiasmo inicial, el retrogradismo de Velasco y sus secuaces prácticamente desaparecieron el rock peruano. Algunos sobrevivientes, sin embargo, lograron mantener vivo el género. Por ejemplo Pax, quienes ingresaron el Heavy Metal con su estridente “Exterminio”, o los gritos de la pobre Regan McNeil en la divertida “Exorcismo”.
Una excelente banda sale en ese entonces (fines de los 60, inicios de los 70) We All Together, que nos puso en discos compilatorios extranjeros de la época. Además, el vocalista Carlos Guerrero será recordado porque tenía un registro muy cercano al de Lennon.
En los 70 sale otro grupo imprescindible, Traffic Sound, con la voz de Manuel Sanguinetti y otros cinco pastrulos, entre ellos el vientista Jean Pierre Magnet, quienes nos pusieron al nivel de las grandes bandas de esta parte del mundo, incluso llegaron a girar en otros países, al ritmo irresistible de esa bebida con el gusano al fondo de la botella.
Los 80 tuvo un renacimiento notable en cuanto a popularidad para el rock peruano, con bandas como Frágil y su “Av. Larco”: uno de los mejores temas que haya salido de este país. Pero fueron Pocho, Cucho y Chachi, RIO (Royal International Orchestra) los que provocaron el boom radial del rock nacional, y dieron pie al surgimiento de bandas y solistas de rock ligero muy conocidas como Feiser, Dudó, JAS, el genial y camaleónico Miki Gonzáles, y hasta los inefables Julio Andrade y Beto Danelli, llegando al clímax con los “pituquitos” pero súper populares Arena Hash: cuatro muchachos de San Isidro que rompieron las radios con tan solo dos discos y canciones como “Cuando la cama me da vueltas”, “Me resfrié en Brasil” y el terrible “El rey del ah, ah, ah”.
Las radios estaban inundadas de rock nuestro: Panamericana, 1160, América, Radio 1, era la gloria para los de espíritu rockero. Pero todo eso murió con la llegada de Koko Giles, ese oscuro personaje que convirtió a la radio en lo que es ahora.
Por el lado menos comercial, pero con mayor contenido, están los legendarios Leuzemia, con ese aguilucho profeta subterráneo Daniel Valdivia, el “F”, y bandas seguidoras como Futuro Incierto, Manganzoides, G-3, entre muchos otros, además de los movimientos universitarios en épocas tan confusas y sangrientas, que llamaban a la anarquía ante la represión, ante el miedo, ante la alienación, ante la muerte. En ese grupo también encontramos a otro grande Rafo Ráez.
Los 90 nos traerían bandas de gran calidad y éxito como Nosequién y los Nosecuantos —cuando Romero solía ser divertido—, Mar de Copas, Dolores Delirio, Madre Matilda, Huelga de Hambre, y especialmente Libido y La Liga del Sueño, con temas más elaborados, y algunos rondando con la genialidad, pero también el boom solista del insoportable Pedro Suárez-Vértiz.
En los últimos años el mayor logro del rock peruano es en entrar a MTV, por ahí nos encontramos con Zen, TK e incluso Ádammo. Los tiempos cambian, no siempre para mejor, pero las piedras siguen girando, también en nuestro país.

BONUS TRACK: Algunas bandas de provincias que destacan: Trémolo de Tacna, Uchpa de Andahuaylas, Por Dinero de Arequipa, Maresantos de Chiclayo y, por supuesto, nuestros muchachos que entre tocadas en discotecas, “Festi Rocks” y similares, tratan de hacerse un lugar dentro del venido a menos, pero aún vivo, Rock Peruano.

Domando el hierro en España


Josué Sánchez



Si hay un país que conoce el hierro, ese país es España. Lo usó para rasgar carne india y ganar tierras para la Corona en el Nuevo Mundo. Lo usó con injusticia y sangre. Pero también con nobleza y arte, cuando en la fragua el artífice vio en el hierro un símbolo de vida y no de muerte y casi acariciándolo consiguió domarlo.
Domar el hierro es el arte de transformar la materia desde su tosquedad y dureza hasta ennoblecerla con formas bellas y delicadas.
Descubierto 5000 años antes de Cristo, el hierro influye decisivamente en el desarrollo de la civilización; por su resistencia, sirve para construir armas y herramientas de trabajo. Luego de la piedra y el bronce, con el paso de los siglos, el hierro permite entrar al maquinismo.
Primero se usa con fines utilitarios, mediante la forja, es decir, golpeando con martillo el metal candente hasta lograr la forma deseada. El arte de la forja y cincelado llega a España con los árabes. Son éstos los que desarrollan la técnica del damasquinado, incrustando oro y plata sobre el hierro. Desde entonces, en España se trabaja el hierro con una perfección no igualada por ningún otro país.
En el s. XII se perfecciona la técnica de soldadura a la calda descubierta el siglo anterior hasta lograr un forjado limpio, como el mostrado por la portezuela de hierro con espirales dobles que se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid. En el s. XIII los trabajos en hierro se complementan artísticamente con planchas lisas, luego ornamentadas con siluetas perforadas. En el s. XVI se embellece las obras con planchas realizadas en chapa recortada, repujadas en forma de hojarascas, flores y frisos.
Durante el Gótico, en toda España se van perfilando las escuelas de forja castellanas, aragonesas y toledanas, y con ellas los gremios que posteriormente alcanzarán un magnífico desarrollo. En el Renacimiento, el repujado cobra mayor importancia y valor por realizarse en plomo; también se inicia el trabajo a torno y se ensayan los primeros trabajos en fundición.
En el s. XVI se llega a un momento culminante de la evolución del arte del hierro. Este es totalmente dominado, sometido a la voluntad y a la fantasía del hombre. Las formas son más puras, dotadas de gran perfección y belleza, pareciera que el hierro fuera un dócil barro. Se deja la doble plancha calada y se prefiere el repujado para la reproducción de figuras en alto relieve. La parte repujada es policromada o dorada para ser apreciada mejor a la distancia.
En el s. XVII se inicia un periodo de decadencia. Los gremios y la vocación para el ejercicio de este arte disminuyen notablemente y los objetos artísticos dejan de tener calidad. La decadencia alcanza a la visión artística y al procedimiento técnico: no se encuentra la suntuosidad ni la magnificencia anterior. Esto perdura hasta inicios del s. XX, debido a que el progreso de la técnica influye en la reproducción en serie y la máquina comienza a reemplazar al hombre. La típica fragua pasa a ser un taller mecánico con tornos, fresadoras, troqueladoras, taladros y sopletes para soldadura autógena primero, y eléctrica después.
En 1919 se realiza en Madrid la Gran Exposición de Hierros Antiguos Españoles, casi al mismo tiempo que la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París. Ambas exposiciones abren las puertas al mundo a nuevas posibilidades de creación e influyen decisivamente en la labor de los herreros y cerrajeros españoles, recobrándose la facultad creativa.
De los cientos de artífices del arte del hierro, desde los inicios hasta hoy, entre anónimos y conocidos, cabe mencionar a Pablo Remacha Nogueras, aragonés de nacimiento y herrero de tradición y raza, que alcanzó notoriedad a inicios del s. XX. Forjado en el taller de su padre, Remacha estudia dibujo y pintura en Madrid. Escultor por vocación, viaja por toda España para estudiar las obras de cerrajería de los grandes maestros de todos los tiempos. Sus forjas poseen delicadeza, espiritualidad y vigor, la figura humana cobra una perfección no vista hasta entonces mediante la forja, deja la máquina para servirse de sus manos y modelar el hierro tan sólo con el yunque y el martillo. Entre sus principales obras figuran las esculturas en hierro forjado: “El Cristo del forjador”, “El violinista”, “San Francisco”, “Maternidad” y “Minerva”, que muestran la misma grandeza y belleza llena de fantasía de su cerrajería moderna, en la que también fue maestro.

PERFUME DE MUJER


Doña flor y sus dos maridos

Jorge Amado



Los susurrantes argumentos de Vadinho tratando de convencerla de que solo había una solución práctica, viable, posible, y al mismo tiempo deliciosa, tierna, dulce prueba de amor y confianza. Convencida, se precipitó a hacerle caso: abrió las piernas y dejó que él la poseyera, como le suplicaba hacía tanto (…) Flor estaba loquita por dar, por dar y darse, entregarse por entera, un fuego le devoraba las entrañas y el pudor con alocada llamarada.

MICROCUENTO


El periódico

Alberto Benza González
El vagabundo transita por las calles, busca el periódico que le brinde la información del día. Pasó toda la semana leyendo sobre huelgas, paros y robos sin inmutarse. Llegado el domingo, levanta el “Solo 4”, publicado el día anterior, que titulaba: «Juan Parra del Riego: a 100 años de su muerte reviven sus obras».
Sólo así pudo enterarse de que fue un escritor famoso.

Tres personajes en busca de un autor


Jorge Jaime Valdez


 Las biografías filmadas o “biopics” tienen una larga tradición en la historia del cine. “Biopic” es una abreviación libre del inglés, “Biographical picture”. Por otro lado, Clint Eastwood es uno de los más interesantes cultores de este tipo de cintas. Dirigió con maestría tres películas inspiradas en la vida de tres personajes del mundo en diferentes ámbitos: dos políticos y un músico. Nos referimos a Nelson Mandela, J. Edgar Hoover y Charlie Parker.
Eastwood es un personaje fundamental en la historia del séptimo arte, empezó como actor en muchísimas cintas y se hizo conocido por encarnar al vaquero sin nombre en los filmes de Sergio Leone, o al duro policía que sigue su propia ley en la saga de “Harry, el sucio” de Don Siegel.
Con el paso de los años se convirtió en productor, director, actor y músico de grandes películas. Hablar de su filmografía sería imposible por la brevedad de este espacio, así que nos referiremos solo a tres cintas que están dentro de lo que se conoce como filme biográfico o “biopic”:

Bird (1988), nos cuenta la vida contrariada y difícil de uno de los más grandes saxofonistas de todos los tiempos, Charlie Parker, a quien llamaban “Bird”. Esta es una de las mejores cintas de Eastwood como director, pero es poco conocida y es anterior a la obra que le daría el Oscar, su primera obra maestra: “Los imperdonables”. Julio Cortázar, gran amante del jazz, le dedicó un cuento hermoso a Parker, “El perseguidor”. No sabemos si el cineasta lo leyó, sin embargo, lo que nos cuenta es tan conmovedor como el propio relato. El filme tiene la notable actuación de Forest Whitaker que se mete en la piel magullada del músico por sus tantas noches de alcohol y drogas. “Bird” era un genio maldito, un perfeccionista, nunca se conformó con su talento endiablado para el jazz, siempre iba buscando algo, persiguiendo quizás un ideal, la perfección o la gloria, nunca lo sabremos. No pudo conseguirlo, el trago y la heroína se lo llevaron pronto.


Invictus (2009), es la historia de Nelson Mandela. Aparentemente, la cinta aborda el Campeonato Mundial de Rugby en 1995 como tema central, pero este rudo deporte es sólo un pretexto para contarnos la relación de Mandela con el capitán del equipo, interpretado por Matt Damon, y cómo el deporte sirvió para unir a una nación fragmentada por el odio racial. El “apartheid” segregó a gran parte de la población sudafricana y al propio “Madiba” (así llaman a Mandela), quien permaneció 27 años en prisión. La vida de Mandela es un ejemplo de perseverancia y voluntad sobre todo, quizás por esto la cinta de Eastwood es la más feliz y optimista de su carrera. Cabe destacar la gran actuación de Morgan Freeman, colaborador habitual del viejo Eastwood, que se mimetiza con el personaje del líder africano y le da vida con convicción.


J. Edgar (2011), es una cinta extraordinaria, injustamente ninguneada por la crítica y el público. No fue nominada a ningún Oscar y la actuación de Leonardo DiCaprio, la mejor de su carrera, fue descartada, dando cuenta de la miopía de una sociedad hipócrita y castrante, como la norteamericana. La vida de John Edgar Hoover parece, de por sí, una ficción. Nació y vivió dominado por su madre y a pesar de su timidez e incluso de su tartamudeo llegó a ser el hombre más poderoso de Estados Unidos durante varias décadas. Estuvo muy cerca al poder durante la gestión de ocho presidentes. Era anticomunista, homofóbico y homosexual a la vez. Fue odiado y temido en proporciones similares. Fundó el FBI y lo manejó hasta su muerte en 1972. Llevó  siempre una doble vida, amando a escondidas a su compañero de siempre Clyde Tolson, su brazo derecho en el FBI. La película es oscura, triste y sombría como las grandes cintas de Eastwood, pero también tierna, descarnada y sutil. Una obra maestra que reafirma la consagración de uno de los mayores artistas del cine actual.

Cardenales: 25 años de dulce oscuridad


Marlon Zenteno Mayorca

La banda peruana Cardenales, cumple 25 años de trayectoria y ha incluido a Huancayo como parte de su tour por aniversario. César Príncipe, vocalista, “frontman” de la banda, y una de las figuras más respetadas del rock peruano responde algunas de nuestras preguntas.

Cardenales
 César, una vez más en Huancayo ¿Cuánto representa esto para ustedes?
Para nosotros Huancayo es una ciudad muy importante desde la primera vez que nos trajeron, puesto que siempre reúne a gente de varias ciudades del centro. Tenemos bastantes seguidores de esta preciosa zona del país.

La banda ha sido pionera del movimiento dark y post punk en el Perú, junto a Voz Propia o Lima 13. Desde los 80, ¿cómo ha evolucionado la escena?Desde los 80s la escena ha evolucionado increíblemente, como el mundo. La tecnología, en la música, la hemos adoptado para no quedar atrás. Cardenales es una de las pocas bandas del medio que trabaja con un productor musical como Gustavo” Tweety” Neyra, uno de los precursores de nuestra reingeniería. Los cambios sociales no se dejaron esperar, estuvimos inmersos en denunciar la dictadura que hubo en nuestro país en los noventa con nuestras canciones, como muchos grupos.

Desde 1991, el sonido de la banda cambió hacia el actual, más sofisticado y característico de Cardenales. ¿Cómo tomaron sus seguidores esa transformación?En esa época tuvimos que lidiar bastante con nuestros fans, quisimos hacer algo innovador, y lo conseguimos. A pesar que no nos gustó mucho el cambio, ganamos un premio en Francia como mejor banda revelación en el mundo, entre 800 grupos que se presentaron en un concurso realizado por ese país. Tuvimos la suerte de representar al rock peruano y dejarlo bien parado.

¿Qué tan arduo fue para ustedes hacer rock en este país, más aún, de un corte tan sofisticado?
Siempre es difícil hacer rock en un país como el nuestro que es netamente andino. La cosa es saber convivir con lo oriundo y tratar de acercar nuestra música a la gente. Una vez vinimos a Huancayo a tocar secuencias, sin baterista, cosa totalmente innovadora. A la gente le agradó bastante. El público de la zona centro es muy culto, sabe mucho de música anglo: La Oroya, Jauja, Tarma, etc.

¿Qué planes y proyectos tienen de aquí en adelante?
Seguir con la gira por los 25 años. Sigue Trujillo, luego Tarapoto, Ica entre otras ciudades. Acabamos de lanzar un video dirigido por Jorge Chamorro, excelente director nacional, que ha sabido captar lo que queremos (Cardenales Perú/Facebook), reeditar todos los CDs de Cardenales, y cerrar la gira en Lima en otro espectacular concierto con artistas invitados para fin de año.

Sólo 4 también está de aniversario. Algo que te gustaría decirles a los responsables del suplemento y a sus lectores…
Saludos a “Sólo 4” por los 9 años, cuando tengan 10 invítennos a la fiesta. A los responsables, gracias, sigan apoyando la escena; y a los lectores, vayan a los conciertos, colaboren con las entradas, ese es el verdadero apoyo. Si ven a alguien pirateando rock nacional y vendiéndolo, no lo compren, ¡róbenlo! Cuesta mucho hacer un disco.