sábado, 18 de febrero de 2012

I CONCURSO PROVINCIAL DE FOTOGRAFÍA CULTURAL Y TURÍSTICA “JAUJA VIVA”

BASES DEL CONCURSO

Podrán participar: Jaujinos de nacimiento y residentes en Jauja (los 34 distritos), mayores de 15 años.
También podrán participar los descendientes de Jaujinos que validen su descendencia con el DNI de los padres o abuelos (el lugar de nacimiento figura en el ubigeo).
Todas las fotos presentadas deberán de ser inéditas, actuales, digitales y a color o blanco/negro.
Cada participante podrá enviar como máximo cinco fotografías, pudiendo hacer envíos individuales en diferentes fechas.
Las fotografías deberán haber sido tomadas desde el 13 de Enero hasta el 30 de Junio del 2012.
Las fotografías deberán haber sido tomadas con la máxima resolución que tenga la cámara.
Las fotografías no podrán tener ningún tipo de manipulación digital.
Los organizadores no podrán participar del concurso.
Podrán participar tanto aficionados como profesionales de la fotografía, debiendo hacerlo de forma individual.
Las fotografías no deben haber sido premiadas en ningún otro concurso.
Todas las fotos presentadas al concurso podrán ser utilizadas por la Asociación por el Desarrollo Xauxa Tiempo y Camino, reservándose ésta el derecho de reproducirlas libremente (catálogos, carteles, dossiers prensa, reportajes, etc.). CON FINES ESTRICTAMENTE CULTURALES, esto es, SIN FINES DE LUCRO, respetando siempre los créditos respectivos.
Las fotografías serán enviadas vía correo electrónico a la siguiente cuenta concurso@xauxatiempoycamino.com
Las fotografías al momento del envío vía correo electrónico deberán consignar la siguiente información:
- Fecha y lugar en que fue capturada la fotografía

- Título y breve descripción

- Nombre del fotógrafo

- Edad

- Dirección

- Teléfono fijo y celular

- Número de DNI

- Categoría

- Sub Categoría

- Marca y modelo de la cámara

Además deberán adjuntar en archivo el escaneado del DNI.

Se confirmará la recepción de las fotos con una respuesta vía email al correo emisor.
Si las fotografías son muy pesadas se podrán enviar en 2 o más correos.
Si los concursantes tuvieran dificultades técnicas para enviar sus fotografías vía correo electrónico, tomar contacto vía mail con administrador@xauxatiempoycamino.com o al número de celular 964334864.
La premiación se realizará el día 26 de Julio del 2012.
El fallo del jurado es inapelable.



CATEGORIAS:

Los participantes podrán elegir entre las siguientes categorías

A) PROFESIONALES

B) AFICIONADOS

A su vez cada participante deberá elegir entre las siguientes sub categorías:

1) Patrimonio arquitectónico e histórico / Restos Arqueológicos / paisajes naturales / Biodiversidad

Como referencia, en esta sub categoría se pueden tomar los siguientes tipos de fotografías

Patrimonio arquitectónico: casonas coloniales, iglesias, calles, plazas, esquinas, etc.

Resto arqueológicos: Tunanmarca, Huajlasmarca, Huancas, etc.

Paisajes Naturales: Laguna de Paca, Trincheras de Julcán, Nevado Pariacaca, río Molinos, paisajes de los diferentes distritos.

Comunidades nativas, tanto de la parte sierra como selva de la provincia.

Biodiversidad: flora (quinhuales, alisos, umancasha, etc), fauna (patos silvestres, ganado, venados, etc.), especies en peligro de extinción (ejemplo: zambullidor).

2) Costumbres / Gastronomía
Como referencia, en esta sub categoría se pueden tomar los siguientes tipos de fotografías:

Costumbres, fiestas costumbristas, patronales, estampas folklóricas (Tunantada, Carnavales, Chacranegro, Pachahuara, Fiesta de la Virgen del Rosario, Corcovados, Tropa de Cáceres, etc), sus respectivos trajes típicos y demás elementos.

Gastronomía: patasca, hornos de barro, dulcecitos, chicha de jora, pachamanca, cuy shajtado, chupe verde, comida casera, etc.


PREMIOS:
Categoría A Subcategoría 1 Primer Puesto S/. 600 Segundo Puesto S/. 400

Categoría A Subcategoría 2 Primer Puesto S/. 600 Segundo Puesto S/. 400

Categoría B Subcategoría 1 Primer Puesto S/. 600 Segundo Puesto S/. 400

Categoría B Subcategoría 2 Primer Puesto S/. 600 Segundo Puesto S/. 400



Becas para cualquier taller de 02 meses en el Centro de la Imagen.



DEL JURADO
Estará conformado por tres personalidades, conocedores del tema de la fotografía y de la provincia de Jauja

- Peruska Chambi Echegaray - Fotógrafa profesional y Promotora Cultural.

- Roberto Huarcaya - Fotógrafo Profesional y Director de Centro de la Imagen

- Nicolás Martínez Oviedo - Profesor de Ciencias Sociales, Ex Director de la Casa de la Cultura de Jauja.

domingo, 12 de febrero de 2012

Solo 4, “404”, del 11 de febrero de 2012

LA CITA

“A medida que transcurren los años, todo hombre está obligado a sobrellevar la creciente carga de su memoria. Dos me agobiaban, confundiéndose a veces: la mía y la del otro, incomunicable”.

Jorge Luis Borges, “La memoria de Shakespeare”

LO ÚLTIMO: “Jauja Viva”: concurso provincial de Fotografía



La Asociación Cultural Xauxa Tiempo y Camino, en coordinación con el Centro de la Imagen, lanzan el I Concurso Provincial de Fotografía Cultural y Turística denominada “Jauja Viva”, donde podrán participar todos los interesados, con la única condición de ser residentes de esta provincia.
Las fotografías podrán ser enviadas vía correo electrónico, para lo cual el concursante debe verificar las bases e inscribirse en la página web: www.xauxatiempoycamino.com.
Hay más de 4 mil nuevos soles de premios en efectivo, para el primer y segundo lugar, en sus dos categorías. La fecha límite para la entrega de trabajos será el 30 de junio, y la premiación se dará el 26 de julio.
El jurado está conformado por la reconocida fotógrafa nacional Peruska Chambi Echegaray, el director del Centro de la Imagen Roberto Huarcaya, y Nicolás Martínez Oviedo, ex Director de la Casa de la Cultura de Jauja. Las bases también las pueden encontrar en el blog y perfil en Facebook de Solo 4.

Dickens, 200 años

Juan Carlos Suárez Revollar



«He nacido» es la frase inicial de «David Copperfield», una de las novelas más bellas de Charles Dickens. Del nacimiento de este imprescindible escritor inglés (el 7 de febrero de 1812) se celebra en todo el mundo los dos siglos.

Leer a Charles Dickens es conocer a miles de personajes —y a veces, reconocerse en ellos— cuyo retrato linda entre la caricatura, por su carácter chispeante, y la profundidad extravagante de sus conflictos internos. Aun los malvados tienen asomos de bondad, porque en ellos no hay más que meras parodias del mal. No es difícil sentir simpatía por los antihéroes y villanos que pueblan sus novelas: Fagin, por ejemplo, el explotador de «Oliver Twist»; el despiadado Thomas Gradgrind, de «Tiempos difíciles», cambiado por la adversidad; o el amargado Ebenezer Scrooge, de «Cuento de Navidad», quien a lo largo de la historia, y tras algunas patéticas situaciones, sufre una transformación total.
Desde la publicación seriada de «Los papeles póstumos del Club Pickwick», a partir de 1836, el éxito de sus novelas fue en aumento. Las aventuras del gordinflón, barrigudo y miope Samuel Pickwick y su pícaro sirviente, Sam Weller, son acaso el mejor homenaje al Quijote y Sancho. En esa senda, «Historia de dos ciudades» se constituye en una de sus novelas más ambiciosas. Es inolvidable la concatenación de aventuras, de caos y de horror que la forman, pero también de sentimientos tan humanos como la compasión o el amor.
Dickens era capaz de retratar la miseria, la carencia y el mundo delincuencial, pero redirigiendo la atención hacia una historia siempre conmovedora con una carga altísima de emotividad. Pocos escritores podían llegar al lector como él. Puede que su secreto sea haber puesto la anécdota al servicio de este (como la publicación era seriada, solía adecuar la trama a las reacciones del público). Por eso en muchas de sus novelas son notorios los cambios repentinos en las circunstancias y el accionar de los personajes, y abundan las coincidencias inverosímiles que hacen posibles los finales felices, los castigos a los malvados o las recompensas a los sufridos y bondadosos. La Providencia era el propio Dickens, en la forma del criminal agradecido que juguetea con el destino de Pip, en «Grandes esperanzas»; o el fortuito encuentro de Oliver Twist con su pasado, y el trastoque que ello significa con su presente, en que triunfa el bien que él representa.
A diferencia de Honoré de Balzac, el otro gran novelista de la misma época, quien se centraba en personajes que terminaban siempre derrotados en sus intentos de ascender o de mantenerse en el gran mundo, los de Dickens vivían en la miseria y, por ello, tenían una motivación mucho más modesta. Mientras el primero reproducía tipos y los adaptaba a la realidad que él conocía, el segundo los disfrazaba hasta atenuar sus horrendos defectos, acentuando otros y haciendo de ellos tipos reconocibles, un tanto risibles, pero carentes de maldad.
Los personajes niños de Dickens tienen un constante halo de pureza —Nell de «Almacén de antigüedades», y su equivalente, la protagonista de «La pequeña Dorrit», o también Oliver Twist y David Copperfield—, pero también de desamparo y fragilidad. El contraste con algunos de los otros que los rodean (rufianes, sinvergüenzas, malvados) resalta esa imagen de inocencia.
De Dickens ha escrito Jorge Luis Borges que era «un hombre de genio», y que en su obra «no solo cultivó lo sentimental, sino lo humorístico, lo grotesco, lo sobrenatural y lo trágico»; y, por ello y más, «legó al mundo una galería de personajes que, sin dejar de ser un tanto caricaturales, son imperecederos también».
Dickens construyó una imagen completamente diferente de la Inglaterra victoriana. Pese al carácter sórdido de las situaciones que retrataba, predominaba una visión romántica del mundo. Muchos de los mejores momentos de toda la literatura se los debemos a él. Van doscientos años, y su vigencia continúa, perdurable y ya definitiva.

Flaco, alma de diamante

Roberto Loayza



El mayor letrista de la historia del rock en español falleció el último miércoles en horas de la tarde, tras una breve pero intensa lucha contra el cáncer de pulmón. Tal como llevó su vida, en estricto privado, su cuerpo fue cremado en el Cementerio Parque Memorial de Pilar.
Spinetta, quien a la corta edad de 19 años nos regaló el memorable disco debut de “Almendra”, el del triste payaso dibujado en la tapa, junto a Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García, el mismo que compuso la mágica “Muchacha ojos de papel”, considerado el himno del rock argentino por excelencia, el paso inicial para una carrera densa pero memorable, una carrera poética, llena de influencias tan sorprendentes que pasan por Rimbaud, Van Gogh, Artaud, Freud, Nietzche, Fulcanelli o Castaneda.
“Pescado rabioso” fue su acercamiento más notorio al rock pesado, su pez con hidrofobia lleno de blues y tonadas brillantes como “Dulce 3 Nocturno”, mientras el mundo se asombraba con Penny Lane y Strawberry Fields Forever. A esto le siguió la que es, tal vez, su obra maestra “Artaud” (1973) y “Justo que pensaba en voz nena, caí muerto…”
Con “Invisible” sus exploraciones llegan a picos altísimos, como la inolvidable “Durazno sangrando” o la cósmica “El anillo del capitán Beto”, tres discos junto a Machi Rufino y Pomo que elevaron al flaco a la categoría de leyenda con tan solo 26 años a cuestas.
Su álbum más “jazzero” lo graba en 1977 bajo el título de “A 18’ del sol”, donde sale a la luz una de las más bellas canciones jamás escritas, “Canción para los días de la vida”: “…Y la espuma gira en torno a mi piel, me han puesto manos para hablarle a las cosas de mí”.
En los 80, su instinto le llevó a formar Spinetta Jade junto a Diego Rapoport, Beto Satragni y Juan del Barrio, con cuatro producciones que le deben mucho al jazz. Siempre con el toque místico del flaco, fue en esa época que su carrera de solista empezaría a tomar vuelo con discos hermosos como “Kamikaze” (1982), “Mondo di Cromo” (1983), su poca entendida colaboración con Páez en la doble “La, la, la” (1986), “Privé” (1986), “Téster de violencia” (1988), “Don Lucero” (1989) y “Pelusón Of Milk” (1991).
Una nueva banda surgiría el 97, Spinetta y los socios del desierto, junto a Daniel Wirtz y Marcelo Torres. Con ellos saldría el monumental doble homónimo, el pesado en vivo “San Cristóforo” y “Los ojos”.
Siguieron álbumes solistas llenos de luz, encanto y poesía como “Silver Sorgo” (2001), “Para los árboles” (2003), “Pan” (2006) y “Un mañana” (2008). Como testamento nos dejaría la ambiciosa colección en vivo titulada “Spinetta y las bandas eternas”, donde hacen su aparición cada uno de los grupos musicales que lo acompañaron durante su carrera, y los amigos de siempre como Charly, Fito, Cerati y más.
Catarina, Vera, Dante y Valentino, sus cuatro hijos, estuvieron con él en su momento final, pero eso sólo es un decir. Spinetta se hizo inmortal y como Gieco dijo en el velorio: “Se va a compensar esta tristeza con la magnitud de la obra de Luis, que ahora va a ser reconocida”. Hoy, el flaco se encuentra dentro de un cuerpo celeste y la canción llegó hasta el sol.

IMPRESCINDIBLES / LITERATURA: Las ballenas cautivas

Carlos Villanes Cairo



“En el Polo Norte, Yak, un joven esquimal, y su abuelo descubren una familia de ballenas atrapadas en el hielo. Sin ayuda, los enormes cetáceos morirán irremediablemente. Hay que hacer algo, y rápido”. Esta es la tierna aventura que el autor huancaíno nos ofrece, basada en hechos reales, y que debería ser compartida por niños, jóvenes y adultos. Villanes es un extraordinario escritor que cautiva al lector desde la primera línea; es por eso que esta novela (SM, 2011) está en su trigésima séptima edición en España. Definitivamente imprescindible.

IMPRESCINDIBLES / LITERATURA: La guerra de la Cruz del Sur

Alberto Chavarría Muñoz



El autor nos presenta una muy interesante propuesta que entremezcla, en la ficción, la historia de amor de un soldado chileno, Marcelo, con una joven pastora quechua-hablante, Margarita; y los acontecimientos que coronarían la Campaña de la Breña. Además, Chavarría propone las verdaderas razones por las que se desencadenó la Guerra del Pacífico y los personajes involucrados en su origen. Un libro que debe ser leído en escuelas y colegios para tener en claro este hecho de nuestra historia. Definitivamente imprescindible.

IMPRESCINDIBLES / LITERATURA: La caza del cuento

Roberto Reyes Tarazona



Esta es una impresionante compilación y guía, con diferentes perspectivas, del cuento. Teóricos y autores notables dan su opinión y cuentan sus experiencias sobre este importante género literario. En esta publicación (Universidad Ricardo Palma, 2004), el autor recauda una variada gama de conferencias, ensayos, entrevistas, cartas y críticas de escritores como Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Isaac Asimov, Antón Chéjov, Gabriel García Márquez y muchos más. Imprescindible.

COLUMNA: UN MUNDO PERFECTO

Rito diabólico

Jorge Jaime Valdez




Por esas cosas insólitas, llegó a Huancayo la celebrada película de Park Chan-Wook, espantosamente subtitulada “Rito diabólico”. Su nombre original es “Thirst” —“Sed” a secas—, pero incluso en las copias llegó como “Sed de sangre”. Esta cinta se proyectó porque los distribuidores, y los espectadores, creyeron que se trataba de un filme de terror más.
Sin embargo, “Rito diabólico” (Corea del Sur, 2009) es sumamente interesante. Es una historia de criaturas de la noche, pero no hermosas ni glamorosas como los pálidos chupasangre de “Crepúsculo”, sino seres más complejos, sufridos, llenos de culpa, lujuriosos y presos de un deseo que no pueden controlar. El protagonista es un sacerdote católico, interpretado por Song Kang-Ho, conocido por otra producción coreana que vimos hace años: “The host”, quien por una transfusión de sangre se convierte en vampiro. El proceso de su conversión es fascinante y un acierto de la película. Este personaje atormentado siente deseos por una mujer casada y maltratada por su marido, iniciándose entre ellos un romance prohibido, lleno de pasión y culpa. El erotismo está presente en todo el largometraje, los momentos de pasión están muy bien filmados.
En algunos casos, Chan-Wook se excede en un barroquismo visual que cansa a algunos y dilata demasiado en la segunda hora de proyección, tornándose denso y reiterativo. Esta cinta nos muestra vampiros más “humanos”, no como sus congéneres “hollywoodenses” que gracias a estrategias “marqueteras” hacen suspirar a los adolescentes del mundo con seres que en lugar de dar miedo, dan risa, porque todo el tiempo están posando para las cámaras como si se tratara de un desfile de modas. En toda la historia del cine, nunca vimos vampiros más glamorosos y más angelicales, impecables, siempre bien maquillados, que toman sangre en vasitos descartables y con cañita, como si se tratara de la “cajita feliz” de Mc Donalds. Esto explica que cuando se ve una película como esta (“Rito diabólico”), la sala se llena de risas nerviosas, de comentarios desatinados, y si es que los espectadores llegan hasta el final, terminan muy decepcionados. La mayoría se retira a media función por ausencia de “acción” o falta de comprensión de la trama.
¿Por qué sucede esto? La respuesta es sencilla: el hegemónico cine de Hollywood es el único que consumimos desde la infancia, así nos acostumbra a lo más comercial, esquemático, sin ideas, con un lenguaje y argumentos trillados que se repiten incansablemente. Cualquier cinematografía que se salga de este molde confunde al público embrutecido por la televisión y el cine de fórmula. Si no es “Al fondo hay sitio”, una telenovela mexicana, una miniserie, un “talk show” o un “reality”, difícilmente podrá ser leído y entendido por el asistente a las salas comerciales.
Esta situación es alarmante pues ¿qué se puede esperar de un país que no conoce su historia reciente, con altos índices de analfabetismo funcional y que siempre comete los mismos errores? Si el peruano promedio no entiende lo que lee, difícilmente podrá comprender otro lenguaje como el audiovisual, que maneja códigos distintos y que deben ser aprendidos e interiorizados previamente.
Sólo queda recomendar esta película extraña, sórdida, compleja, pero estilísticamente notable. Además, cuenta con un final de antología que, obviamente, no revelaremos. Véanla y descubran lo diferente y diverso que puede ser el cine de otras partes del mundo alejadas del monopolio “yanqui”.

MICROCUENTO:

Inversamente proporcional

Tito Roque Aroni



Un hombre y una mujer, cuya diferencia de edades es menor a cinco y cuya suma es menor a cincuenta años, pueden realizar cierta actividad todos los días. Pasados unos años, cuando sus edades sumen más de cincuenta, realizarán esa misma actividad con menos frecuencia. Y cuando sus edades sumen más de cien dejaran de realizarla. Por lo tanto, estos hechos se irán volviendo inversamente proporcionales a las edades del hombre y la mujer. Explique usted la actividad mencionada.

PERFUME DE MUJER

Millennium I: Los hombres que no amaban a las mujeres

Stieg Larsson



Esperó hasta que ella bajó la mirada, cosa que interpretó su misión. Luego se aproximó más. Lisbeth Salander abrió los ojos y se lo introdujo en la boca. Bjurman la mantuvo todo el tiempo cogida por la nuca apretándola violentamente contra él. Durante los diez minutos que estuvo moviéndose, entrando y saliendo, ella no paró de sufrir arcadas; cuando por fin se corrió, la tenía tan fuertemente agarrada que apenas podía respirar.

Carnaval por la democracia

Gonzalo Betalleluz Urruchi

La democracia, desde su origen, es un régimen político en el que el poder debe estar en manos del pueblo, a través de mecanismos de participación directa e indirecta. Sin embargo, esta noción de democracia es insuficiente. Para que la democracia sea real y permita el desarrollo de cada miembro de la sociedad, debemos entenderla como una forma de convivencia social, en la que todas las personas somos libres e iguales en derechos; es decir, donde todos y todas ejercemos la ciudadanía.
Para que esto sea posible, es indispensable expandir y consolidar en todo ámbito social, lo que se denomina la cultura democrática, la cual se caracteriza, por la práctica ciudadana permanente de los valores de tolerancia, respeto, libertad, pluralidad, fraternidad, participación, vigilancia, libre expresión, diálogo, compromiso cívico, gobernabilidad e inclusión.
Por eso es que iniciativas como el Carnaval por la Democracia, son muy importantes, porque nos ayudan a consolidar la cultura y los valores democráticos en cada persona. Porque contribuyen a formar una convicción democrática en el pueblo, que es la única garantía para estar libres de toda forma de opresión y dictadura.
El evento central del Carnaval por la Democracia, se realizará hoy sábado a las 10 de la mañana, con un colorido pasacalle que transitará desde el parque Cáceres del distrito de El Tambo, hasta la Plaza Huamanmarca, lugar de concentración donde por un espacio de dos horas, se instalarán stand informativos, se realizarán presentaciones artísticas y se implementarán juegos de diversa naturaleza para sensibilizar a la población sobre la importancia de la democracia y cómo fortalecerla.

Canción del viento

Solo 4

Nola Romero Jurado nos presenta esta brillante producción de la música popular. Este disco muestra la solvencia artística de la autora e intérprete, y su necesidad de reconocer su lugar de nacimiento, Huancavelica; además, lanza este álbum de manera impecable, con un trabajo en la presentación, digno de las mejores producciones nacionales.
Son doce canciones de temática variada, pero siempre destacando a su tierra querida como ella misma afirma: “Repaso el trajín de mis pasos, aprendiendo a saborear la vida, juntito al cerro de Oropesa, con el susurro del Ichu, con el canto de las aves mañaneras y las lágrimas cristalinas de la lluvia, entonando mis canciones con el viento, bajo la atenta mirada del cerro Potoqchi. Dedico este álbum musical a mi pueblo amado: Huancavelica”. Es un disco dedicado a nuestra música, que definitivamente tenemos que escuchar.

Solo 4, “403”, del 04 de febrero de 2012

LA CITA

“La noche que había regresado al Cementerio de los Libros Olvidados (…) observé el retrato de aquella pareja y tuve la certeza de que aquel muchacho era Julián Carax, sonriéndome desde el pasado, incapaz de ver las llamas que se cerraban sobre él”.

Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento

LO ÚLTIMO: Hoy celebramos el Día Nacional del Pisco Sour

Hoy el Pisco Sour, como cada primer sábado de febrero, desde hace ocho años, celebra su día por todo el territorio peruano, y Huancayo no es la excepción. Muchas instituciones se han sumado con innumerables eventos para homenajear a ésta nuestra bebida espirituosa, y así también, enseñar y difundir su variado consumo.
Desde abril de 2004, el gobierno decidió celebrar en honor a nuestra bebida nacional por su pureza, variedades y contundente sabor. El Pisco Sour es la consumación exacta del sabor peruano: intenso, dulce y muy variado. Un día no es suficiente para homenajearlo, démosle la semana entera. ¡Salud!

Hugo Orellana, in memoriam



A cinco años de su muerte, el recuerdo y las lecciones del maestro siguen presentes. Con un legado inigualable, el respeto de los más conspicuos artistas, y una interminable obra diseminada por el mundo —desde Italia y Francia, hasta sus enseñanzas en la UNCP—, Hugo Orellana permanece inmutable en nuestra historia. Aquí, una crónica a modo de homenaje in memoriam, de uno de sus más entrañables amigos y discípulos.

Josué Sánchez

No es posible explorar los caminos del arte moderno en el Valle del Mantaro sin detenerse en la obra de Hugo Orellana. Nacido en 1932, Orellana perteneció a una generación inquieta, heredera de los cuestionamientos que produjeron las dos grandes guerras. Muy joven, su espíritu de artista lo lleva de su natal Viscap, Ataura, a la tierra de los aztecas, México, para hacer pintura indigenista, conocer a Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo. Luego viaja a Florencia, Italia, para estudiar anatomía humana y grabado con Ugo Capuchine y Ottoree Rasai. Ahí permanece tres años y gana el primer premio de la exposición “El dibujo en el mundo”. Después se traslada a Francia, donde realiza estudios de pintura en la Escuela Superior de Bellas Artes de París y efectúa varias exposiciones que alterna con una vida bohemia, en constante contacto con la intelectualidad latina y francesa. En París se casa con la escultora Bernardette Planchenault, perteneciente a la nobleza francesa y nieta del célebre Marqués de Sade, con quien tendría tres hijos: Huayta, Ataura y Túpac.
A mediados de la década de los 60, Orellana ha pasado doce años fuera del país y ya no puede soportar los recuerdos de su niñez, del padre en las minas de Morococha, de la vivencia peruana. La añoranza de la tierra ha hecho de él un pintor telúrico; moderno y actual, pero en constante búsqueda de aprehensión del ser cósmico andino. Decide entonces volver al país para aplacar su sed y en 1966 retorna al Perú para no abandonarlo más. Tras un breve paso por la Universidad Nacional del Centro y por SINAMOS, desarrollando tareas docentes y burocráticas, se instala definitivamente en Jauja, para vivir en “Huayta Huasi”, su añorada Casa de las Flores en el distrito de Ataura, entregado totalmente a la pintura.
Entre tarros de pintura, oyendo a Vivaldi, no existirá entonces el tiempo mientras el color se extienda sobre la tela y así, paradójicamente, surgirá un arte elaborado en el tiempo y para el tiempo. A partir de entonces, con una visión mítica y cosmogónica de clara raíz andina, lo mágico, lo lírico, el sueño y la exaltación se muestran en las composiciones de Orellana, donde la valoración de colores remite también a lo ancestral y andino. Los azules y los violetas, los rojos que como vetas de minas afloran en los cuadros, perfilan o imitan rostros, seres míticos y cordilleras. Colores y líneas, en los que la representación de los ritmos acordes o melódicos son objetos orgánicos de un mundo visible, conocido, pero misterioso y silente, que frente a algunos cuadros invita a decir, repitiendo a Hugo Orellana: “Aquí gravita, sin duda alguna, eso que a ti te sucede, en el horizonte remoto de soledad”.
Una soledad que para el pintor es introspección, pero también gozo en el espléndido retiro de Ataura, recibiendo a los amigos, preparando espagueti, cantando, pintando en el jardín o en el hermoso estudio de amplios ventanales con los dedos teñidos de índigo y bermellón, tan vital siempre que cuando en 2007 sus ojos se cierran perpetuamente es imposible creerlo. Hugo Orellana ha muerto pero su espíritu pervive en cada una de sus pinturas y en el camino trazado como ejemplo de vida de un artista genuino para las generaciones futuras.

La guerra de la Cruz del Sur y la reconciliación con nuestra historia

Isaac Lindo Vera



En este cuento, el autor nos narra un hecho luctuoso de la guerra con Chile, durante la Campaña de la Breña, teniendo como protagonistas a Marcelo y Margarita en esta gesta acontecida en la sierra central peruana.
Marcelo, soldado del ejército chileno, fue herido por un rejonazo en una emboscada con galgas, planeada por los montoneros de Cáceres. Desde el momento en que fue hallado por la pastora Margarita, fue socorrido. Ella, al observar que el joven agonizaba, resuelve llevarlo a su casa y salvar su vida. El apacible hogar de sus padres se ve alterado con la presencia de aquel soldado herido y desconocido.
Marcelo, al verse solo en aquel lugar, con gente diferente a él, con lengua —Quechua— y costumbres ajenas, se deprime y siente una nostalgia infinita por los suyos. Al ver en las noches el cielo despejado y la constelación de la Cruz del Sur, recuerda a Santiago de Chile, su ciudad natal, las palabras tiernas de su madre, el anarquismo paterno y a su enamorada Daniela.
Este cuento de Alberto Chavarría es un buen pretexto para que nuestros alumnos lean, conozcan, debatan y esclarezcan, con la conducción de sus maestros, cuáles fueron las motivaciones principales de la Guerra con Chile y quiénes fueron los verdaderos gestores de esta contienda que enlutó Sudamérica desde 1879 hasta 1884. Es un material de estudio para entender y compartir con nuestros estudiantes, que quienes concibieron esta beligerancia no fue la clase media, ni mucho menos el pueblo chileno, sino la oligarquía enquistada en el poder, en complicidad con la iglesia y el capital extranjero, principalmente la inglesa, como dice en el cuento el padre de Marcelo.
Además, se pone en claro que fue esa élite la que sembró, en la clase media de su país y en los sectores populares (a la que perteneció Marcelo en el cuento), la tesis de que eran ellos quienes pertenecían a una civilización superior y que estaban en la obligación de llevar la sociedad “civilizadora” al Perú, simplemente porque éramos una comunidad de pueblos ignorantes, analfabetos, atrasados, semisalvajes, etc.
Al respecto, en la reciente publicación de su libro “Guerreros civilizadores”, la historiadora Carmen McEvoy afirma: “La oligarquía chilena construyó un discurso nacionalista para justificar la invasión de territorios ajenos, presentándose como una empresa civilizadora, contra enemigos pérfidos y atrasados, bendecida por la voluntad divina”.
Pienso que la lectura de este cuento es un buen motivo para poder reflexionar junto con nuestros alumnos sobre la presencia chilena en nuestra patria, los procesos de reconciliación, y replantear un mejor destino para nuestro país. A ello se debe, me parece, el final del cuento, donde Marcelo se queda con Margarita en tierras peruanas, metaforizándonos que sí es posible la reconciliación.

IMPRESCINDIBLES / CINE: Vértigo (1958)

Alfred Hitchcock



Inauguramos esta sección con tres filmes fundamentales, y no hay mejor manera de hacerlo que con Hitchcock, el maestro del suspenso. Scottie Fergusson (James Stewart) es un detective de la policía de San Francisco que padece de vértigo. Cuando un compañero cae de una cornisa al vacío, mientras persiguen a un delincuente, Scottie decide retirarse. Gavin Elster (Tom Helmore), un viejo amigo del colegio, lo contrata para que vigile a su esposa Madeleine (Kim Novak), desencadenando una vorágine de sucesos que mantendrán al espectador suspendido de la trama.

IMPRESCINDIBLES / CINE: Con ánimo de amar (2000)

Wong Kar-Wai



Esta es una de las piezas fundamentales de toda la historia del cine, donde Kar-Wai presenta al Hong Kong de 1962. Chow (Tony Leung), redactor jefe de un diario local, y su mujer se mudan a un nuevo inmueble. Ahí conoce a Li-zhen (Maggie Cheung), una joven que acaba de instalarse también en el edificio junto con su esposo. Como su propia mujer se encuentra también a menudo fuera, Chow pasa cada vez más tiempo en compañía de Li-zhen. Una historia de amor imposible narrada con sutileza, elegancia y mucho simbolismo, destacando la cuidada fotografía del australiano Chisthopher Doyle y la impresionante interpretación de los protagonistas. Definitivamente imprescindible.

IMPRESCINDIBLES / CINE: Río Místico (2003)

Clint Eastwood



Es una de las obras más logradas de Eastwood, y la primera de muchas que recomendaremos. Cuando Jimmy Markum (Sean Penn), Dave Boyle (Tim Robbins) y Sean Devine (Kevin Bacon) eran unos niños que crecían juntos en un peligroso barrio obrero de Boston, pasaban sus días jugando por las calles. De repente, Dave desaparece y le ocurre algo que lo marcaría su vida, y las de sus amigos, para siempre. Veinticinco años más tarde, otra tragedia los reune: Katie, la hija de 19 años de Jimmy, es asesinada. A Sean, quien es policía, le asignan el caso; sin embargo, también tiene que lidiar con Jimmy pues, en su desesperación, quiere hacer justicia con sus propias manos.

El Pisco Sour, inconfundiblemente peruano

Leonardo Mendoza Mesías



El Día Nacional del Pisco Sour se celebra el primer sábado de febrero de cada año. Es uno de los nuestros productos bandera. El Pisco, ingrediente fundamental, es una variedad de aguardiente de uva que se produce en Perú desde finales del siglo XVI. Es un destilado típico a partir del mosto fermentado de ciertas uvas, como las variedades Italia, Torontel, Quebranta y más. Sólo se produce en la costa, principalmente, en Lima, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna.
A su vez, el Pisco Sour es un cóctel preparado a base de este maravilloso licor, junto a jugo de limón y diversos agregados. Sus antecedentes datan del Perú colonial donde esta bebida espirituosa se habría mezclado con cítricos, cerca de la plaza de toros de Acho, alrededor del siglo XVIII. Luego se crearía el “Pisco Punch” mezclando éste con limón y piña en el bar Bank Exchange en San Francisco (EE. UU.).
Las primeras menciones al Pisco Sour aparecen en 1924, en una nota que promociona el Bar Morris de Lima. Así se originó en la década de 1920, en este bar del Jirón de la Unión, donde se ofrecía como una novedad inspirada en el Whisky Sour. Allí habría sido creado por los bartenders Alfonso Bregoye, Graciano Cabrera y Alberto Mezarina. Por otro lado, hay una versión de José Antonio Schiaffino que sostiene, en "El Origen del Pisco Sour", que el inventor de la fórmula fue el californiano Víctor V. Morris, propietario del bar en cuestión, que había abierto sus puertas desde 1915 y que lo tuvo como uno de sus más importantes entremeses, hasta 1933 cuando cierra el famoso establecimiento.
La instauración y reconocimiento legal del día del Pisco Sour se inició con la promulgación de una resolución ministerial, con la que se instituyó el día 08 de febrero, como su día a nivel nacional; sin embargo, al año siguiente, el gobierno de turno resolvió: “Institúyase el primer sábado del mes de febrero de cada año, como el Día del Pisco Sour, a nivel nacional”, dejando sin efecto la anterior. Es así como queda instaurado el Día Nacional del Pisco Sour.
Para terminar diremos que es este trago fue creado agregando, a la tradición inglesa del “sour”, varios otros ingredientes, que en conjunto equilibran la acidez del limón peruano. Desde entonces y por su sabor, este aperitivo se ha difundido sin cesar no solamente en nuestro país, sino también en diversas naciones a donde llegó gracias a migrantes y restaurantes de comida peruana que ahí existen.
Finalmente, estimados lectores, es menester alcanzarles la receta clásica de esta bebida tradicional de nuestra gastronomía: 3 onzas de licor, 1 onza de jugo de limón verde, 1 onza de jarabe de goma, 1 clara de huevo, 6 cubos de hielo y 1 ó 2 gotas de amargo de Angostura. Los ingredientes han de agitarse en coctelera hasta que se combinen. Las gotas de amargo de Angostura son de ornamento. Si usa licuadora, ha de hacerlo por un minuto, sin agregar la clara de huevo. Una vez apagado el artefacto, agregamos la clara y licuamos por cinco segundos más. Esta receta se hace más agradable si se le colocan dos clases de pisco, uno puro y otro aromático. De esta manera señores, celebremos el Día Nacional del Pisco. ¡Salud!

MÁS DATOS: Pisco proviene del vocablo quechua “pisqu” —también encontrado en las crónicas como “pisku”, “phishgo” y “pichiu”—, que se refiere a las aves pequeñas de la costa y sierra peruanas.

MICROCUENTO:

Prueba

Sarko Medina Hinojosa



Ella pidió lo más caro para él, antes de darle el “sí”. Con profundo dolor, rompió sus escritos, formateó su disco duro, quemó en una hoguera esos papeles escritos a punta de lapicero y papel bond y, una por una, mandó las solicitudes a cuanta página web y blog publicó sus microcuentos para que los den de baja. El día de su boda lució la sonrisa más sincera, era como si ella hubiera podido por fin sacar de él ese demonio que lo consumía.

PERFUME DE MUJER

La isla bajo el mar

Isabel Allende



Los labios de Gambo buscaron los de ella con la sed acumulada en tanta ausencia, su lengua se abrió paso en su boca y sus manos se aferraron a sus senos a través de la delgada camisa. Ella lo sintió duro entre sus muslos y se abrió para él, pero se acordó de los niños, a quienes por un momento había olvidado y lo empujó. “Ven conmigo”, le susurró.

Carlos Urdánegui: retentivas de un arquitecto

Máximo Orellana Tapia



En 1966, a solo siete años de haber sido creada la Universidad Nacional del Centro del Perú y su facultad de Arquitectura, Carlos Urdánegui Mesía, ya graduado como arquitecto de la UNI, se hizo cargo del departamento de diseño de esta naciente institución, asumiendo como encargo la formulación del plan maestro del campus y, dentro de ello, la idea rectora del pabellón “A” en el cual funcionarían las primeras facultades.
Para esto tuvo como inspiración la construcción popular del valle: “Tomé fotos de las casas más representativas”. Esta investigación y análisis de los valores encontrados fueron puestos en práctica, inicialmente, en la propuesta arquitectónica de la casa Vera Gutiérrez en Palián, experiencia que a su vez fue sutilmente reinterpretada y materializada en la UNCP, con la importante colaboración de los entonces bachilleres Eduardo Chullen y Armando García quienes, aproximadamente durante un año, trabajaron en dichas oficinas y cuyo proyecto les permitió la obtención del título de arquitectos.
Esta magnífica edificación, construido entre 1971 y 1975, tiene la virtud de insertarse en el sitio de una manera elegante y recoger ese “genius locci” o espíritu del lugar helénico o inca, que se intenta en toda buena obra, procurando “tocar la tierra con ligereza” como sostiene Glen Murcutt, y como se evidencia en este proyecto, al haber desarrollado un contrapunto magistral entre su espacialidad interior y el consecuente conjunto de volúmenes, que se ensamblan de manera armónica mediante los espacios exteriores, vacíos y superficies aterrazadas que se van generando.
Sus cubiertas inclinadas y de diferentes alturas evocan la hermosa percepción que se tiene al recorrer algunos centros poblados como Orcotuna, Mito, Sicaya y más, donde aún se mantiene esa morfología tectónica, cálida y pintoresca, que inspiró al autor y que ha influenciado en el trabajo de muchos otros en el valle.
La importancia de este edificio trasciende y va más allá de la principista arquitectura del movimiento moderno, pues casi en el mismo momento en que éste era puesto en cuestión y fenecía, el conjunto arquitectónico entraba en sincronía con la discusión y aportes de la posmodernidad, incorporando en su propuesta valores propios y referencias históricas del medio, más allá de la composición estrictamente “bauhausiana” y funcionalista.
Otro hecho importante es que, luego de culminada su construcción, participó en la III Bienal de Arquitectura peruana (Lima, 1978), donde Urdánegui fue distinguido con el primer premio en el rubro de locales para la educación. Esto le permitió competir por el máximo galardón que era el Hexágono de Oro del mismo año —que finalmente fue otorgado a Manuel Llanos y Luis Tapia por el proyecto del Banco Central de Reserva—. Este resultado situó al “Pabellón A” como uno de los mejores y más emblemáticos edificios educativos universitarios construidos en el país.
A pesar de ello, en la actualidad, este conjunto arquitectónico no es ponderado y, por el contrario, ha sido lamentablemente menoscabado por sucesivas transformaciones en sus espacios, como en su escala urbana con la construcción del pabellón de Ciencias Administrativas y Contables cuyo aparatoso volumen, al no haber guardado la proporción conveniente entre ambos, ha estropeado irremediablemente la percepción y perspectiva de su estructura. Esto evidencia el desconocimiento, la falta de sensibilidad y una paradójica situación de cómo, a medida que transcurre el tiempo, la pertinencia conceptual de los edificios de la ciudad universitaria ha ido disminuyendo, “desvirtuando la idea rectora del plan”, como menciona con desazón Urdánegui, situación desagradable e incuriosa que debe ser revertida, recuperando esta construcción y, posteriormente, gestionando su monumentalización dentro de una percepción culta y valorativa de lo que se tiene como patrimonio arquitectónico construido en nuestra ciudad.

Solo 4, “402”, del 28 de enero de 2012 EDICIÓN DE HOMENAJE A MANUEL BAQUERIZO BALDEÓN

LA CITA

“Manuel Baquerizo, él mismo, es un acontecimiento irrepetible de las letras peruanas. Se trata del más acucioso investigador de la literatura peruana, sobre todo andina, capaz de enclavarse en los pliegues más profundos de la cultura de nuestro país. Nunca perdió, sin embargo, la visión del entorno latinoamericano y mundial”.

Laura Riesco

LO ÚLTIMO: Día Nacional del Pisco

El Pisco, nuestra bebida nacional, tan peruana como Machu Picchu, Arguedas o el ceviche, celebra, como cada primer sábado de febrero, su día, este 04 de febrero. Las celebraciones se extienden por todo nuestro país y Huancayo no será la excepción. Así, en un esfuerzo extraordinario, la escuela de arte culinario “Cooking Gourmet” organiza, este viernes 03 desde las 10 a.m., una serie de eventos para enseñar y difundir su variado consumo en las instalaciones de esta prestigiosa institución (Av. Ferrocarril 587, esquina con Jr. Cuzco, Huancayo). Todos nuestros lectores están invitados a degustar y aprender, totalmente gratis, las diferentes propuestas para disfrutar de esta bebida. ¡Salud!

Notas acerca de la historia de Huancayo

Manuel Baquerizo Baldeón



El catedrático de la facultad de Antropología de la UNCP, Jorge Escobar Galván, hizo un hallazgo importantísimo: encontró un artículo inédito del extinto crítico literario huancaíno Manuel J. Baquerizo Baldeón, preparado con motivo de la presentación del libro “Huancayo: historia, familia y región”, de José Benigno Peñaloza Jarrín, inédito hasta hoy. Según propias palabras de Escobar Galván, “esta reseña es un manuscrito hecho a lápiz que pudimos ubicar en los archivos de la biblioteca dejada por Baquerizo; está incompleto, puesto que es solo un esbozo, y abarca hasta aproximadamente 1943. A pesar de ello, creemos conveniente publicarlo por su valía e importancia”. Agradecemos a Sonia Baquerizo Rojas, hija del ilustre crítico, por permitirnos publicarla.

El libro de Peñaloza es un intento de dar una visión totalizadora de la región, sobre la base de la información existente. El autor acude a los trabajos previos que se han realizado en torno a las diversas etapas de la historia regional. Y, como es de suponer resume y reproduce los contados trabajos que hay sobre la época pre-hispánica.
Antes de la reducción, Huancayo no fue un asentamiento humano importante. De acuerdo con Cieza de León, el cronista más puntual, La parte más urbanizada se hallaba en la parte norte del valle, es decir, en Jauja. "En todas partes había grandes...".
Peñaloza lanza una hipótesis: el traslado de la capital de Jauja a Lima no se habría debido a las razones conocidas: lo inhóspito del clima, las dificultades de procreación, la falta de leña para la construcción de casas y la lejanía del mar, sino a un hecho muy concreto.
Pedro de Alvarado, Gobernador de Guatemala, se dirigía hacia Jauja dispuesto a arrebatar los territorios que Pizarro y Almagro habían conquistado. Diego de Almagro fue designado para impedir el avance de las fuerzas de Alvarado. Al final llegaron a un acuerdo: Pedro de Alvarado se retiraría a cambio de la entrega de 100,000 mil pesos de oro, en un plazo perentorio. Peñaloza piensa que esta suma de dinero habría sido aportada por los caciques huancas, a condición de que los españoles abandonaran sus parcialidades. No de otra manera, Pizarro habría podido reunir tan pronto ese monto de dinero. Esto demostraría la gran capacidad de negociación de los huancas.
En 1796 se sabe de la existencia de un cacique gobernador de Huancayo, el indio príncipe Manuel Sacarías Ilnusuyca. Antes había sido, Josefa de Astocuri Limaylla. Según la Visita Pastoral de 1769 la población de Huancayo estaba constituida por 486 habitantes, de los cuales 126 eran españoles, 194 mestizos y 172 indios.
El propio autor reconoce que hay muy poca información sobre los siglos VII y XVIII. Solamente puede expresar pequeñas referencias sobre la provincia en general, que dan los visitadores, sacerdotes y cronistas, pero no sobre la ciudad misma. Generalmente se refieren a los tributos, censos, diezmos (…).
Todas las crónicas se refieren solamente a un tambo y no a la ciudad. En una crónica del siglo XVII se dice: "Tienen aquí los indios un gran tambo de pasajeros. El de Huancayo es tambo real, porque todo es del Rey. Hay mitas de indios que están ahí depositados para el servicio personal de los pasajeros. Los indios proveen agua y leña y pimientos y sal e icho para la cama y todo esto sin dinero” (…). Hacia 1875, el periódico “La Paz” estaba reclamando el incremento del agua potable, la contratación de más profesores para las escuelas, la apertura del hospital, la apertura de una alameda y un parque; el enlozado de las aceras, la reconstrucción del cementerio, el establecimiento de un camal y la refacción del templo (…).
A lo largo del libro, el autor lanza diversas hipótesis como, por ejemplo, que Guamán Poma de Ayala podría ser Felipe Guacra Paúcar, el cacique de Urin Huanca, pues este viajó a España para solicitar al Rey diversas mercedes (…).
En 1876, el municipio realizó un censo de la población del distrito de Huancayo, con el siguiente resultado: población urbana, 5981; y población rural: 4,844. En ese mismo censo se registra la existencia de cuatro haciendas: La Mejorada, con 245 pobladores; Acopalca, con 118; Coyllor, con 109 y Yauris, con 54.
Riva - Agüero hace una precisa descripción de Huancayo, en el momento en que comienza a irrumpir el progreso. Hacia 1920 ya existían dos hoteles importantes: El Colón, administrado por el Yugoslavo Félix Pisculich; y el Internacional, del suizo Adolfo Koser.
Aurelio Miró Quesada, que hizo un recorrido por todas las provincias del Perú en los años treinta, se admiraba de esta orientación moderna y pujante de la ciudad de Huancayo.
En 1943, se inaugura el Hotel de Turistas. En 1926, se fundó el Casino Obrero, integrado por artesanos (satres, carpinteros, mecánicos, etc.), para realizar una emprendedora vida social y cultural.
Las hermanas Ventura y Vienta Ugarte eran dueñas de varias haciendas en Pariahuanca y Comas. En Huancayo existían las haciendas La Mejorada, Hualahoyo. En 1910 se habilitó al lado del Hotel Colón una sala de teatro, que inicialmente se llamó Teatro Castilla.

El amigo don Manuel

Nicolás Matayoshi



Hace diez años que falleció don Manuel Baquerizo Baldeón y sus amigos continúan recordándolo siempre. Los infatigables promotores culturales Zelideth Chávez Cuentas y Jorge Luis Roncal, representando al Gremio de Escritores del Perú, han convocado al X Encuentro de Escritores “Manuel Jesús Baquerizo” que se desarrollará en Lima, del 16 a 18 de febrero de 2012 en el local de la Asociación Guadalupana, en homenaje al centenario del nacimiento de José María Arguedas y recordando los 10 años del deceso de don Manuel.

El año que pasó, también en Huancayo, el Suplemento Cultural “Solo 4” y la Dirección de Cultura del ICPNA Región Centro organizaron un concurso de relato breve que llevó su nombre.
Hombre de cultura enciclopédica, sus méritos intelectuales son reconocidos por todos, que casi nos hacen olvidar que también era un ser humano.
Desde los setenta, un abigarrado grupo de amigos anduvimos juntos en la tarde de construir una mejor sociedad, Sergio Quijada, Teófilo Hinostroza, Sybila Arredondo, Sergio Castillo, Adriel Osorio Zamalloa, David Motta Pérez, Alejandro Espejo Camayo, Félix Huamán Cabrera, Simeón Orellana Valeriano y muchos otros, compartíamos el mismo afán de contribuir a ampliar el conocimiento de la región.
Pero, además, la vida también traía sus afanes cotidianos: una noche de tertulia, un apasionamiento no correspondido, una buena caminata por el campo, etc. Casi en sus últimos años de vida, don Manuel nos invitaba a caminar por los cerros del valle. Él, a pesar de su edad, tenía un vigor envidiable; yo citadino, no podía seguir su ritmo, pero me permitía conocer al ser humano detrás de su aparente fama de intelectual temible. Compartimos gajos de mandarina y otras cosas.
Ahora que traigo a la memoria la imagen de don Manuel me lo imagino en la Plaza de la Constitución, en una madrugada de bohemia, marchando como los “majtas” del ejército de Cáceres, alineados marcialmente; adelante, don Sergio Quijada, seguido de Sergio Castillo, detrás, don Manuel, luego una persona que no recuerdo su nombre y cerraba el ejército de la bohemia, el rector de la Universidad Nacional del Centro de entonces, el doctor Adriel Osorio Zamalloa, notable charanguista y estudioso del charango peruano, tocando la famosa marcha.
Por los años setenta, después de fallecida su primera esposa, don Manuel sentía el peso de la soledad y trabajando en la misma oficina con Sybila Arredondo, abrigó algunas esperanzas, en una de las tantas tertulias de entonces, terminamos en la casa de don Sergio Quijada que tenía fama de enamoradizo, de modo que entre don Sergio y don Manuel se propusieron embriagarla para ver a quien brindaba sus favores, estábamos tomando caña remojada y los galanes terminaron embriagándose, mientras que Sybila, sobria y con pie seguro, se retiró a su casa.
Pero lo que se me ha quedado como una cicatriz y una lección fue la conversación que tuvimos por teléfono en uno de sus últimos días de vida: estaba optimista, quería regresar para seguir con “Ciudad Letrada” y completar dos tareas que las había dejado pendientes; hacer un análisis sobre la importancia del movimiento cultural huanca desde los años setenta, donde se incluían a todos sus amigos de siempre: Eduardo Valentín y el teatro, el Dúo Encuentros y la música, los hermanos Gonzáles y la imaginería, los poetas, los pintores, los intérpretes del folclor, los investigadores sociales, etc. Sentía que tenía una deuda especial con dos de sus amigos: el poeta Sergio Castillo y el investigador social Ricardo Soto a quienes, por cercanía y amistad, no había escrito acerca de sus trabajos, los había postergado para una próxima ocasión, ocasión que nunca llegó.
Ahora sólo queda rememorar esa noche de delirio poético, cuando los llamados “poetas malditos” lo llevaron a bailar a un bar de travestis y gente de mal vivir, sin que él se enterara.

SALUDOS:

Zelideth Chávez / Presidenta del Gremio de Escritores del Perú

Manuel J. Baquerizo, extraordinario crítico literario, reivindicó la narrativa de provincias y femenina. En su ensayo: “Las Sherezadas – Cuentistas peruanas contemporáneas” destaca “la creciente presencia de la mujer como escritora”. El Gremio de Escritores del Perú, organiza el X Encuentro de Escritores Manuel J. Baquerizo, que se realizará del 16 al 18 de febrero de 2012, en Lima.

Javier Garvich

Un crítico que ahora no tenemos. Lector empedernido, capaz de leerlo todo y no despreciar nada. Un crítico que nunca dejó que se apilaran torres de libros que los autores le regalaban esperando una simple dedicatoria. Alguien democrático, que no se detenía en nombradías o títulos, que respetaba tanto al novel como al consagrado, que aguantaba al engreído y daba ánimos al modesto. Un crítico enamorado de la literatura andina, a contracorriente de sus pares limeños que sentenciaban que después de Arguedas no había nada que valiera la pena en el interior del país. Y sobre todo, un crítico humilde que sabía que su tarea no era tanto crear un canon o fungir de juez supremo, sino solamente dar a conocer a los demás la belleza de nuestras letras e instarnos a leerlas. Un crítico, una época, un estilo que no ya no tenemos. Y que necesitamos.

Rafael Gutarra

La tenaz labor del Dr. Manuel Baquerizo en las Universidades de Huamanga y Huancayo merece ser reconocida por todo hombre sensible y emprendedor, así fueron apareciendo “Universidad”, “Caballo de Fuego”,” Kamaq Maqui”, “Proceso” y “Ciudad Letrada”. Las revistas en el Perú del siglo XX contienen los rastros del camino por donde transita el hombre peruano en busca de su realización humana.

José Oregón Morales

Manuel Baquerizo fue la generosidad, el estímulo a los nuevos valores; Quijote de este tiempo, luchador nato por la tradición del pueblo. Apasionado ensayista, memoria del Perú. Abrió nuevos caminos para los nuevos escritores a través de “Proceso”, “Caballo de Fuego”. Sin egoísmo nos relacionó con universidades norteamericanas y europeas para que conozcan nuestro trabajo. Atesoró dentro de su pecho nuestros borradores y les dio nacimiento con sus palabras preñadas de sabiduría y esperanza. Fue como la “marmaquilla” que aunque echa sus huesitos negros, tiene un corazón muy bello.

Baquerizo y el bautizo de Vargas Llosa

Sandro Bossio Suárez



Manuel Baquerizo Baldeón representaba, solo, toda la generación del 50. No se puede imaginar un intelectual más completo y sosegado, ni más amistoso, ni más clarividente a la hora de volcar una crítica de arte. Aquí una anécdota y, de paso, un testimonio a modo de homenaje.

—¿Usted conoce a Vargas Llosa? —le pregunté a Manuel Baquerizo Baldeón.
El maestro afirmó con la cabeza. La redacción del periódico donde trabajaba quedaba en el segundo piso, pero no teníamos recepción, de manera que recibíamos a nuestros invitados en el patio. Esa noche, Manuel Baquerizo había llegado abrazado de la última novela de Mario Vargas Llosa, una sobre un señor que anotaba en un cuaderno sus fantasías eróticas. Imaginé que Baquerizo, con lo distinguido que era en el mundo intelectual, podía haber alternado con el futuro premio Nobel.
Pese a que mi tarea de editor había quedado inconclusa, lo invité a sentarse en uno de los sillones verdes colocados a la intemperie, debajo de la arquería, y me senté a escucharlo. Me contó que en una ocasión los críticos Abelardo Oquendo y Carlos Araníbar, integrantes de un círculo de escritores en ciernes de la universidad de San Marcos, lo invitaron a una tertulia de amigos. Entre ellos había un muchacho desconocido del círculo, alto, espigado, que iba por primera vez a la reunión. Le invitaron a leer un cuento y él lo hizo, interrumpiéndose cada tanto, balbuciendo, sobreponiéndose a su propio nerviosismo. “Todos lo escuchábamos con atención. Se trataba de un cuento sobre una extraña mujer que contaba su vida en los cafés y bares de Lima”, recordaba Baquerizo. La reunión, lamentablemente, fue desalentadora para el muchacho: al finalizar, todos lo miraron, guardaron silencio, y cuando reanudaron la conversación empezaron a hablar de otras cosas, evadiendo desdeñosamente su cuento: “Era Vargas Llosa, oiga usted, y era todavía estudiante. No sabe la pena que me causó que nadie le hiciera caso”.
Por supuesto, me fascinó la anécdota, como me fascinó el modo de narrar, de pegar la hebra de Baquerizo, a quien a partir de entonces empecé a ver con muchísimo más respeto. Me enteré que acababa de cesar en la Universidad Nacional del Centro, en el cargo de vicerrector, y que ahora se dedicaba exclusivamente a lo que mejor sabía hacer: potenciar la cultura. Leía desde las seis de la mañana, periódicos, libros y revistas, y por la tarde se sentaba a escribir largos y cerebrados ensayos sobre arte y literatura; es decir, vivía una vida más rica e intensa que la realidad cotidiana, como lo decía él mismo. Nuestra amistad era, todavía, germinal.
Después de cada reunión con el maestro, regresaba a casa a practicar, y estudiaba con lápiz, papel y diccionarios cada una de sus correcciones. De ese modo Baquerizo me puso sobre el camino, y ahora que he dado unos pocos pasos sopeso lo mucho que le deben éstos al maestro, mi maestro. Así nació la novela “El llanto en las tinieblas”, que, por lástima, él nunca pudo leer.
Me alentó a presentarme a concursos, promocionó mi nombre entre los escritores de Lima, festejó mis premios como si fueran suyos. También leyó el primer borrador de “La fauna de la noche”. Conversó sobre él con Zeín Zorrilla y Oswaldo Reynoso, y hasta se preocupó por buscarle un editor. No se cansó de compartir conmigo sus remembranzas, sus anécdotas, ni de tutelar con rigor mi arduo noviciado. Como se puede ver, le debo mucho a Manuel J. Baquerizo, quien, definitivamente, sigue viviendo, palpitante, en mi corazón. Gracias, maestro.

MICROCUENTO:

Cuestión de literalidad



Roberto Jara

—Salir al extranjero te hace crecer, salir al extranjero bla, bla, bla… ¡Ya me tienen harto con esa cantaleta! Ya veremos.
Sale a la ferretería y compra una regla. Vuelve casi corriendo. Pega la regla en la pared, verticalmente, y se dedica seriamente a su cometido:
—¡Mentirosos!— exclama, al ver que su dedo apunta nada más ni nada menos que 1.67 metros.

PERFUME DE MUJER

Millennium II: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina



Stieg Larsson

Sumisa, se dejó hacer en cuanto Mimmi la tumbó boca arriba y le separó las piernas. Lisbeth la contempló en la penumbra cuando se quitó la camiseta; se quedó fascinada con la suavidad de las líneas de sus pechos. Luego Mimmi le vendó los ojos con la prenda. Lisbeth oyó la fricción de la ropa. Unos segundos más tarde sintió su lengua en su vientre y sus dedos por la cara interna de los muslos. Se encontraba más excitada de lo que había estado en mucho tiempo. Bajo la venda, cerró los ojos fuertemente y dejó que Mimmi impusiera el ritmo.

Manuel Baquerizo, al maestro con cariño



Diana Casas

Un humeante café, tal vez un delicioso calientito de ron, eran los cálidos acompañantes de las frecuentes tertulias en la panadería de siempre, frente a la librería de don Emiliano Ramírez, el fiel amigo de las caminatas dominicales. Sentado en la acostumbrada esquina, con la mirada chispeante brillando por encima del desafiante mentón, el doctor Baquerizo dejaba correr el manantial de recuerdos, lúcidas ideas y fundamentadas opiniones que brotaban incontenibles con la alegría del hombre de buen vivir y la sabiduría del erudito. Mientras hablaba, era escuchado casi con reverencia. ¿Quién podía sustraerse a esa suerte de magnetismo que irradiaban su vibrante personalidad y su portentoso intelecto? Manuel Baquerizo era un maestro. Lo era en la vastedad de sus conocimientos, en la enjundiosa precisión de su palabra, en la generosidad de espíritu que le caracterizaba; lo era hasta en su continente.
En el casual descuido con que llevaba el saquito a cuadros y la abrigadora boina de las frías noches de invierno, podía descubrirse la amabilidad y sencillez del hombre que después de abismarse en los libros a las cinco de la mañana, salía a las siete rumbo al mercado para comprar el pescado más fresco y las yerbitas para el chupe verde. ¡Qué felicidad haberles invitado el sabroso chupe a las “scherezadas”! Qué felicidad ser capaz de disfrutar de las cosas simples y comunes de la vida.
Con Zavaleta compartió el gusto por Faulkner. A Luis Jaime lo unió una larga amistad, que se reforzó siendo ambos miembros de la Academia Peruana de la Lengua. De Vargas Llosa lo distanciaron sus comentarios en El Comercio. Firmando como Barquero, inició su carrera como crítico literario. Le dijeron que tendría que crecer con su generación y así lo hizo. Fue la decisión de dejar la metrópoli para residir en Ayacucho, la que enriqueció su camino. Lejos de Lima, en una ciudad por entonces de gran efervescencia cultural, en la que era posible frecuentar a Leoncio Bueno, a Alejandro Romualdo, Porfirio Meneses, Efraín Morote y a otros intelectuales de gran valía, su proverbial avidez de conocimiento lo llevaría a adentrarse en la literatura peruana de todos los tiempos. Más tarde descubriría una ingente veta en la literatura de provincias.
Manuel Baquerizo no solía hablar de José María Arguedas, era más frecuente oírle mencionar a Zulén, Vienrich, Dora Mayer, Hildebrando Castro Pozo o los hermanos Bolaños. Tampoco ocultaba el deleite que sentía por la límpida prosa de José de la Riva Agüero y, en los últimos años, por las emotivas evocaciones de Edgardo Rivera Martínez y Maruja Martínez. Sin embargo, conocía muy bien la obra de José María. Lo había conocido personalmente y lo ligaba a él la misma terca preocupación por la identidad cultural peruana. Aquella que lo llevó a trabajar incansablemente durante toda su vida, escribiendo en periódicos, editando revistas, colaborando con publicaciones de todo el mundo, dictando conferencias, publicando libros, alentando en todo momento la expresión cultural auténtica, sin alardes ni afán de lucimiento alguno.
De mente amplia, versátil y vital, no desdeñaba al poeta novel ni al estudiante de literatura que ansioso le mostraba sus primeros cuentos, sus primeros poemas. Se daba tiempo para leerlos, para sugerir correcciones, lecturas y aún para buscar un editor si feliz descubría “una promesa”. Muchos jóvenes escritores de hoy le deben el impulso inicial que los llevó a publicar sus obras. Él era así, generoso y fraterno. Con la autenticidad y el desprendimiento del verdadero maestro. Para el Perú fue un privilegio contarlo entre sus hijos.

Al maestro Baquerizo

Ricardo Soto Sulca

Han pasado diez años de su muerte y seguimos hablando con él, en nuestras reuniones o tertulias sigue presente el maestro Manuel Baquerizo: está en una exposición sobre la cultura en el Valle de Mantaro, en sus mejores estudios literarios, en las enseñanzas que dejó.

Muchos creen que Manuel J. Baquerizo era andinista o indígena, pero en realidad conjugaba lo andino con lo occidental, como nuestro José María Arguedas. Esto se puede constatar en sus artículos sobre literatura y artes plásticas de la cultura occidental o urbana. También era muy regionalista, porque revaloraba los trabajos de los literatos, artistas, cientistas sociales de valle.
Nuestro acercamiento fue a partir de la publicación de periódico “Nuevo Siglo”, que tuvo poca duración siendo Sandro Bossio su director, donde aparece la revista de literatura y cultura “Ciudad Letrada” (posteriormente llamada “Caballo de fuego”) de la que Baquerizo fue el responsable, donde se daba cuenta de los trabajos de los intelectuales regionales, nacionales y extranjeros. Una anécdota: el doctor me buscaba muy contento para contarme que una de sus amigas de Francia le había enviado 50 dólares por la revista “Ciudad Letrada”, pero, dándonos cuenta, el envío de los ejemplares de la revista era mayor, pues costaba 70 dólares por el peso de la encomienda. El doctor estaba perdiendo su dinero, pero, qué duda cabe, así era de solidario con la cultura de los no letrados.
Después de diez años quiero manifestar que el suscrito, en los últimos años de su vida, ha compartido no solo intercambio de pensamientos o ideas, sino, sobre todo, el cariño de un maestro con su discípulo, porque era uno de los intelectuales que reconocía tu labor intelectual y de promotor cultural. En uno de los aniversarios del Centro de Capacitación J.M. Arguedianos, nos entregó su trabajo sobre la Literatura en el Valle del Mantaro para que lo publicáramos, por lo que podemos decir que es uno de los pocos trabajos donde expone su pensamiento. Dicha publicación tiene un tiraje muy reducido, siendo de imperiosa necesidad reeditarla.
Será posible que alguna institución, o el Gobierno Regional, se comprometa no solo a homenajear, sino a editar todos los artículos y ensayos que ha escrito el maestro Manuel Baquerizo, porque el pensamiento del ilustre intelectual no debe quedar en el olvido sino que debe ser un texto de consulta obligatoria de todos los pobladores, en especial de los estudiantes del Valle de Mantaro.
Muchas gracias, maestro, por seguir viviendo en nuestros recuerdos y estar presente en nuestras reflexiones académicas y culturales.

Solo 4, “401”, del 21 de enero de 2012

LA CITA

“No se trata de un loco asesino en serie que haya enloquecido de tanto leer la Biblia. Simplemente es uno más de esos cabrones que siempre han odiado a las mujeres”.

Stieg Larsson, Los hombres que no amaban a las mujeres

LO ÚLTIMO: Próxima edición: Especial de homenaje a Manuel Baquerizo Baldeón

Huancayo, en su corta historia, ha engendrado varias personalidades que han dejado su semilla intelectual esparcida por todo nuestro país. Muchos de ellos se hicieron, con el tiempo, personajes controversiales y enigmáticos, pero otros se convirtieron en lumbreras que iluminan el camino de muchos hasta hoy. Uno de ellos, y tal vez el más grande, fue Manuel Baquerizo Baldeón, quien cumplirá diez años de habernos dejado un legado enorme de fascinación por la cultura. Por eso, el próximo sábado 28 de enero, “Solo 4” ofrecerá una edición especial como homenaje a su inigualable y perenne esfuerzo. No se lo pierda.

Los saqueos que habitan Machu Picchu




Machu Picchu no fue descubierto por Hiram Bingham; fue asaltado, más bien, despojado de la manera más infame con la anuencia de los poderosos del país. Pero esa no fue la primera depredación: desde mediados del siglo XIX este imponente santuario fue sistemáticamente saqueado por huaqueros y expedicionarios inescrupulosos. Esa es la médula de “El saqueo de Machu Picchu”, la reciente novela de Carlos Villanes Cairo, que ha desatado enorme polémica internacionalmente.

Sandro Bossio Suárez

Tras haber sido contratado para la construcción de una vía ferroviaria en el Cusco, el alemán Augusto Berns obtuvo en 1867 una licencia nacional para explorar y excavar zonas históricas. El trato fue degradante: el Estado le permitía extraer y vender en el extranjero todo cuanto material arqueológico encontrara en sus excavaciones, mientras que él se comprometía en entregar el 10% de sus utilidades al erario.
Fue así como este comerciante alemán se encontró con Machu Picchu casi medio siglo antes que Hiram Bingham y, con gran habilidad comercial, compró terrenos frente a la “montaña vieja” con el pretexto de tumbar árboles para abastecer de durmientes al ferrocarril, pero en realidad para expoliar la ciudadela durante tres años.
Después de la Guerra con Chile, Berns fundó la Compañía Anónima Explotadora de las Huacas del Inca, una empresa legal cuyo giro era extraer los bienes de este santuario más descaradamente. Todo esto, de nuevo, con la venia de los poderosos del Perú, incluido –se dice– don Ricardo Palma (que era director de la Biblioteca Nacional y asesor presidencial y, por ello, nombrado socio de la Compañía de Berns).
Es verdad que el alemán dejó un mapa en los archivos de la Biblioteca Nacional donde incluía la ubicación exacta del santuario.
Cuando, en 1911, Hiram Bingham “descubrió” de manera oficial la ciudadela, no sólo Berns, sino otros expedicionarios ya habían llegado a ella con anterioridad y, por supuesto, ya la habían despojado.
Esto fue lo que ocurrió en la realidad con Machu Picchu, la maravilla construida por el hombre andino en el siglo XV, que acaba de cumplir cien años de su develamiento. Homenajes, distinciones, historias que hinchan nuestros pechos, se sucedieron en su centenario. Sin embargo, una voz solitaria en forma de novela se levantó en medio de esa algarabía, y nos recordó que Machu Picchu, más que una presea, fue una víctima de sucesivos saqueos, primero por Berns, luego por los cusqueños Agustín Lizárraga y Melchor Arteaga y, finalmente, por Bingham.
El libro que contiene estas historias fascinantes se llama “El saqueo de Machu Picchu” y fue escrito por Carlos Villanes Cairo. La novela empieza en Hawái, donde un joven Bingham ha ido a visitar a su padre y contarle que pretende emprender una gran travesía rumbo a América del Sur, específicamente a los Andes del Perú, donde aspira encontrar la legendaria ciudad perdida de Vitcos, en Vilcabamba, merced al viejo mapa dejado por Augusto Berns. Algo ocurre en este primer momento: su tío Frank es asesinado y el criminal, que logra huir, viaja con el aventurero para, finalmente, robarle el mapa que lo llevará a la ciudad perdida. Luego descubrimos que el asesino es un descendiente directo del viejo Berns y trata de “recuperar” lo que cree que le corresponde. Es decir, dos extranjeros disputándose una ciudadela incaica que no les pertenece. Como podemos ver, estamos frente a una destellante novela de aventuras.
Entre tanto, lejos de los lances de Bingham, en el Valle del Urubamba, un viejo chamán (Simón) con dos jóvenes enamorados (Sebastián y Paloma), se enteran por boca de la bruja blanca Imicha que el santuario de los incas afrontará un destino ignominioso y degradante por causa de unos forasteros.
La novela va avanzando, y mientras Bingham llega al Perú y se contacta con guías zonales camino al mayor descubrimiento arqueológico de su historia, los personajes locales se van preparando para defender la ciudadela.
Histórica, vertiginosa, fascinante. Esas son tres de las muchas valías de esta novela. Argumentalmente se trata de una historia que, detrás de su pelaje de incidentes, nos presenta una valiente tesis: el descubrimiento de Machu Picchu no fue tal, sino, contrariamente, una violenta invasión a nuestra intimidad histórica. Esa usurpación, flanqueada de intereses y mentiras, es el poderoso material que habita en el núcleo del libro.
Estructuralmente, Villanes Cairo despliega dos historias en contrapunto que corren paralelas, una en pos de la otra, pero que apenas se conectan. El manejo técnico, en ese sentido, es sólido.
La novela, así trazada, indigna. El epílogo parece decirnos que los peruanos vivimos envueltos en una patraña permanente, que hace que todos ensalcemos y festejemos un latrocinio en lugar de impugnarlo y repudiarlo.
Quien lea la novela se encontrará con muchas más revelaciones y sorpresas, para plantearse, finalmente, la tarea de repensar nuestra historia oficial.

Deslecturas: Hermann Hesse, «Demian»



Mística y dualidad en un mundo velado

Juan Carlos Suárez Revollar

La novela de aprendizaje alemana —o «Bildungsroman»— de la primera mitad del siglo XX ha dado algunos títulos de muchísimo interés. Destacan «Las tribulaciones del estudiante Törless» (1906), «Demian, historia de la juventud de Emil Sinclair» (1919) y «El tambor de hojalata» (1959); de Robert Musil, Hermann Hesse y Günter Grass, respectivamente. Las tres abordan, con ópticas y estilos muy propios, temas completamente distintos. Mientras la de Musil es realista —al menos lo es en apariencia—, la de Grass se diluye por la mente perturbada del narrador; en tanto que en la de Hesse predominan las ideas sobre las acciones, lo cual es una constante en la obra de este autor.
Hermann Hesse no habría podido escribir «Demian» sin la influencia de las culturas india y china que recibiera de sus padres y abuelos, y en particular por el viaje a la India que hizo en 1911. La mística india está presente en la mayor parte de su obra posterior, ya sea como tema central o como atribuciones, guiños o acercamientos. Pero esta novela es también fruto de la guerra, que desencadenó en su autor una crisis que daría pie a su transformación personal y artística (fechada por él mismo a partir de 1915). En una carta de 1954, Hesse escribió que en «“Demian” —y también en “Goldmund” y “El lobo estepario”— el individuo se rebela contra el peso gigantesco del deber, y la naturaleza trata de salvaguardar sus derechos frente al espíritu, que en estos libros aparece intacto, y está la exigencia de que el hombre haga lo máximo de sí mismo o que, al menos, respete ese mundo espiritual».
Como en toda «Bildungsroman», el paso a la adultez supone un proceso traumático. En «Demian» ello empieza a ocurrir con la aparición de Franz Kromer, quien representa el otro mundo, el del mal y la perversidad, el de la realidad tosca y violenta —aunque en una versión infantil. El tiempo ha demostrado que el mundo puede ser aun peor—. La función e importancia de este personaje, además de para torturar al entonces niño Emil Sinclair, es la de originar la evolución espiritual de este a un estadio superior. Ello ocurre a partir de su contacto con Max Demian, un extraño joven convencido de su sobrenaturalidad por su afinidad con el Caín bíblico y su extraordinario saber de ocultismo. Su madre, Frau Eva, tiene un pensamiento similar y tanto más profundo. Entre ambos conducen a Sinclair a un universo ideal, de creencias y nuevos conocimientos que le dan un sentido diferente a su vida. Pero los ideales no son alcanzables, no pueden serlo.
Pese a su escasa aparición, Frau Eva deja una marca a fuego en la historia, y la domina al menos en toda la tercera parte. Ella es el anverso de Demian, una suerte de segunda personalidad, pero de género femenino, capaz de redirigir hacia sí la oculta atracción homoerótica que siente Sinclair por aquél.
«Demian» es también el anuncio de un gran cambio en Europa: la destrucción de un mundo —o su símil: el «cascarón» roto por el pájaro que volará hacia Abraxas en la novela— para el surgimiento de uno nuevo. El libro, por cierto, se escribió poco antes de finalizar la I Guerra Mundial, sobre la que Hesse mostró su oposición. Ello le acarreó tal ataque de sus contemporáneos, que finalmente lo llevó al exilio. Posiblemente esto haya pesado para que su publicación sea bajo el seudónimo de Emil Sinclair.
El mayor mérito de la novela es su capacidad de persuasión, pese a la flagrante inverosimilitud de la historia. Ciertamente, la teatralidad de los personajes o la dualidad de significados reducida a meros discursos místicos pueden llegar a exasperar al lector. La novela está llena de símbolos; muchos personajes, como Demian y su madre, lo son; al igual que tantas más situaciones y analogías. Aunque es artísticamente inferior a «El lobo estepario» o «El juego de los abalorios», se trata de una novela poderosa, que fuera adoptada junto a su autor por tantos jóvenes como tótem, como una obra que los marcó de por vida. Acaso en ello radica su enorme valor.

Ausencias musicales



Pío Altamirano Melgarejo

Personalidades musicales muy queridas han partido, dejándonos el sabor de la nostalgia en la memoria.
Amy Winehouse, de voz poderosa y expresiva en el soul y el jazz, nos mostraba que podía crear e interpretar, con mucho talento, hermosas canciones a pesar de la vida tortuosa y difícil que le tocó vivir. Un paralelo en este siglo de la gran Janis Joplin de los 70.
Facundo Cabral partió cruzando el tren de la muerte, “viendo como el progreso acaba con la gente”. Nos dejó, baleado por sicarios, en un crimen aún irresuelto. Militante de principios pacifistas y religiosos, autor de brillantes frases, acompañado de su guitarra milonguera.
La brasilera Cesárea Évora, “la diva de los pies descalzos”, que actuaba así en homenaje a los sin techo y pobres, supo darle color y alegría a su música, como también interpretar las penas, nostalgias y amarguras, ingredientes en nuestras vidas. Pablito Flores, el gran compositor e intérprete colombiano, galardonado y querido por sus memorables canciones como “La aventurera” o “Billete marcado”; Joe Arroyo, colombiano también, cantante y compositor creador del ritmo Joesón, voz de la agrupación The Latin Brothers y los Titanes, nos dejó luego de una penosa enfermedad. Gary Moore, el gran guitarrista norirlandés de “hard rock” y blues, al lado de B.B King o Ginker Baker, falleció de un infarto al corazón. Chango Faría llegó al Perú en la década de los ochenta, trayéndonos una novísima propuesta de fusionar ritmos folclóricos argentinos con instrumentos, melodías y armonías contemporáneos. Desapareció por una afección pulmonar.
Aquí, sufrimos la pérdida de Beto Solís, voz y guitarra de la agrupación de música criolla Pentagrama. Hace algunos años falleció su hermano, la voz criolla huanca, Jesús Solís. Seguramente, a este artículo, le falta una larga lista de personalidades musicales muy queridas. A todos ellos este homenaje por habernos dado para disfrutar y reflexionar, el testimonio de sus vidas, en notas musicales.

La novela sidatoria




Daniel Gutiérrez Ventocilla

Un mal anónimo aparece a principios de la década de los 80, con el objetivo de eliminar las defensas del hombre hasta hacerlo vulnerable a cualquier enfermedad, y así matarlo. En 1983, un grupo de investigadores, dirigidos por el médico francés Luc Montagnier, identifican y revelan públicamente al virus, llamándolo SIDA. Han pasado ya tres décadas y aunque sabemos quién es el asesino, no podemos conjurarlo con remedio alguno.
Este virus, cuando se incubó en el cuerpo de algunos escritores, dio inicio a un conjunto de novelas que bien podemos llamar “sidatorias”. Éstas se desarrollan a través de un hilo conductivo similar en su temática —por estar inspiradas en hechos reales—, con características propias. Así tenemos el testimonio que, generalmente, narra cómo el SIDA acompaña al personaje; y la resignación, con la cual los protagonistas son conscientes de no tener remedio y que se acercan a una muerte predestinada.
“Al amigo que no me salvó la vida”, del francés Hervé Guibert. Esta obra testimonial hace referencia a su colega y amigo, el filósofo Michel Foucault, quien murió infectado en 1984. “El tratamiento compasivo” viene a ser la continuación de la anterior, donde describe su propio decaimiento y la revelación de un remedio. Guibert comentó sus textos declarando: “Mis personajes, hoy están en todas partes, son centenares, miles”.
“Confesiones de un sui-sida”, de Roberto Giorgi. Narra la historia de un joven que lucha contra el padecimiento y la discriminación de su entorno. Así también “Philadelphia”, de Davis Christopher, describe la vida de un prominente profesional que ve truncada su carrera por ser homosexual y portador del VIH. Para hacer respetar sus derechos es asesorado por un abogado que padeció años anteriores semejante injusticia por ser negro.
“Toda esa gente solitaria” es una antología testimonial de 18 pacientes del sidatorio cubano. Por otro lado, en “Salón de Belleza”, Mario Bellatín no nos habla de un hospital, sino de un galpón en la trastienda de una estética, que funcionaba como moridero para enfermos en fase terminal —no se nombra textualmente como SIDA, pero se deduce por los síntomas descritos—, a cargo de un estilista, también portador, quien considera un acto de inhumanidad el tratar de mantenerlos en vida.
Reinaldo Arenas tuvo una vida de novela y una gran novela para la vida titulada “Antes que anochezca”, donde él revela su decaimiento físico a causa del VIH, pero siempre firme en sus ideales: “El SIDA es un mal perfecto (…) su función es acabar con el ser humano de la manera más cruel. Esta perfección diabólica es lo que hace pensar, a veces, en la posibilidad de intervención de la mano del hombre. (…) Los gobernantes del mundo entero tienen que sentirse muy contentos con el SIDA, pues gran parte de la población, que no aspira más que a vivir, desaparecerá con esta calamidad”.
Esta novela fue magistralmente interpretada en el 2000, en una película de igual título, por la cual Javier Bardem fue nominado a mejor actor en los Premios Oscar 2001.
“Julio Cortázar” es el revelador ensayo de Cristina Peri Rossi. Aquí afirma, para sorpresa de muchos, que el novelista argentino muere el 12 de febrero de 1984, no por leucemia, como dicen los partes de necropsia, sino por el SIDA, debido a una transfusión de sangre que se le hizo en Francia en 1980. La autora, amiga cercana de Cortázar, recuerda lo que Julio le dijo muy contento, aquella vez: “Cristina, soy un hombre nuevo. ¡Tengo dos litros y medio de sangre nueva!”, sin saber que esto le daría una alegría efímera, porque los partes médicos posteriores a la transfusión afirmaban “la presencia de un virus indeterminado. Tal sospecha se concretó cuando en el 84 se produjo un enorme escándalo en los hospitales franceses, pues venían haciendo transfusiones sin las medidas preventivas necesarias. Respalda, aún más, esta afirmación, la posterior muerte de su esposa, Carol Dunlop, por el VIH.

MICROCUENTO:



Diagnóstico equivocado

Ana María Falconí


El atestado forense puntualiza las causas de la muerte: congestión pulmonar, esclerosis del miocardio, esteatósis hepática y edema cerebral. El diagnóstico es categórico. Todos conocen los datos, pero nadie sabe que a la hora de la muerte el corazón ya había dejado de latir, desde hacía mucho tiempo.