miércoles, 19 de septiembre de 2012

Una reflexión sobre nuestro pasado para entendernos hoy


José Soriano Marín

Max Hernández Camarero
Max Hernández Camarero es psicoanalista y fundador de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis. Ha sido secretario técnico del Acuerdo Nacional y fue distinguido con el Premio Simón Bolívar de la Asociación Psiquiátrica Americana. Además, recibió la Orden El Sol del Perú en el grado de Gran Oficial. Es autor del libro “En los márgenes de nuestra memoria histórica” (Lima, 2012), una aproximación ensayística sobre la historia del país. La semana pasada recibió la distinción Doctor Honoris Causa por la Universidad Continental de nuestra ciudad.

¿Cómo es posible entender el presente analizando nuestro pasado histórico?
Los hechos históricos son hechos psicológicos. Para entender los problemas de hoy, debemos recurrir al pasado. Las viejas herencias han determinado los comportamientos actuales que producen conflictos con mucha violencia. La historia, a través del conocimiento y  comprensión, y el psicoanálisis a través del procesamiento. Estas son herramientas fascinantes. Todos, en esta vida, hemos tenido momentos difíciles, traumáticos, que han dejado huellas y, sin embargo, pudimos recuperarnos, mostrando resiliencia (capacidad de recuperar el estado previo a la deformación traumática) y eso ha sucedido en el país. La historia de nuestra patria nos da la clave de nuestra identidad y nos señala tareas por cumplir, y otras que aún no anticipamos.

En su libro, menciona algunos hitos históricos que marcaron al Perú.
Empezamos en la cultura cultura Chavín, momento en el que surge la sociedad enmarcada en pirámides sociales: imposición de un orden con bases jerárquicas y autoritarias. Luego, el Imperio Inca, basado en el control territorial gracias a la imposición y la violencia. La conquista que pone a los indígenas americanos como “los grandes perdedores del encuentro con occidente”. También están la Independencia, en contraparte de aquella herida infligida por la Guerra del Pacífico, gestas como las de Grau y Bolognesi marcaron la identidad nacional. Y el nacimiento de personajes en el siglo XX como Belaunde, Haya de la Torre y Mariátegui.

Más allá del legado cultural e innovación tecnológica, ¿qué bueno nos trajo la Conquista?
Es difícil plantear una suerte de contabilidad de estos hechos. La posibilidad de integrar el planeta era positiva, hiciera quien la hiciera, porque más allá de la identidad nacional está la del ser humano. No dudo de la servidumbre brutal y los gérmenes feroces de racismo durante la Conquista, pero debemos reconocer que la escritura implica una transformación mental muy importante. Creo que debemos evitar ese tipo de planteamientos.

También hace alusión al racismo y al amor, ¿qué relación tienen?
El racismo socava las bases del amor. Recordemos que la unificación del amor, sexo y matrimonio ha sido una construcción tardía. Los matrimonios se hacían por interés y el sexo por urgencias, ni siquiera por pasiones. Es posible hablar entonces de estos dos elementos sin amor. Por otro lado, debido al alto grado del mestizaje en el Perú, se crea una “pigmentocracia” gradual. Cuanto más me parezco a ti, más voy a enfatizar aquello que me distingue. No hallamos una relación amorosa con el prójimo.   

¿Qué sucede hoy entonces con situaciones violentas y conflictivas?
La democracia está inscrita en nuestras necesidades como especie, es el intento de mirarnos todos cara a cara. Pero hay una falsa mirada de la democracia, una errónea visión de las autoridades que no tienen idea de nuestra historia y esta se repite con algunas variantes. Los académicos o intelectuales nos estamos para decirles qué hacer. 

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