viernes, 10 de agosto de 2012

Víctor Matos y los colores del mundo andino


Juan Carlos Suárez Revollar

La pintura en Huancayo tiene a unos pocos y prestigiosos representantes, entre los cuales la obra de Víctor Matos se alza como un valioso hallazgo en el arte de la región Junín.



«En primer lugar, conozco los Andes», dice Víctor Matos, pintor representativo de Huancayo nacido en 1933. «En los Andes está el trabajo del hombre, la belleza de la mujer campesina, la hermosura del paisaje, y sobre todo, la riqueza profunda de los mitos andinos».
En cada trazo suyo se encuentra la historia del valle, y en esa línea, la historia del propio pintor: nacido en la provincia de Yauli en 1933, por sus ojos han pasado miles de imágenes, aún claras, de las costumbres de la zona, incluso aquellas que el tiempo ha terminado por relegar.
Su pintura son colores superpuestos de aquel mundo que, cuando niño, contemplaba como algo cotidiano: a la “cutuncha”, una aldeana vestida con cotones, pero que ya lleva desaparecida varias décadas. «Yo tuve contacto con aquellas personas que ahora ya no están», dice Víctor Matos.
Entonces había unos obreros que trabajaban en las construcciones, vestidos con camisas blancas de bayeta y pantalones negros, que amasaban el barro con los pies para hacer la quincha y los adobes. Todo ello aparece en la pintura de don Víctor.
«Mi pintura tiene la intención de mostrar la imagen del personaje de esa época que concuerde con la historia, la vivencia y la mitología de aquella época», nos dice. «El objetivo de mi pintura es darle valor al color. No soy una persona triste, y el color lo alegra más a uno, el color es alegría».
Su pintura, llena de colorido, retrata a los Andes con alegría y calidez. «El hombre andino no ha sido un personaje triste. Fue el deseo de avasallarlo y sojuzgarlo el que intentó quitarle su vida, sus sentimientos, y lo mostraba triste, tocando su quena junto a su llamita», añade.
Víctor Matos se gana la vida ilustrando, dibujando, y en sus ratos libres —que son más bien pocos— pintando. Como él, en su familia su hijo mayor le ha seguido los pasos, y es un respetado ilustrador de la zona. 
Su práctica es tan mutable, que en sus ilustraciones puede incluso ayudarse de técnicas modernas como el retoque digital. Pero definitivamente, es en sus trabajos a mano donde su obra alcanza su mayor nivel.
«¿Siente nostalgia por la progresiva desaparición de ese mundo retratado en sus pinturas?», le preguntamos, y él responde con un no rotundo. El objetivo de su obra, nos dice, «es rescatar y reforzar la identidad de este pequeño gran pueblo que es ahora Huancayo».

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