domingo, 29 de julio de 2012

PERFUME DE MUJER


Pantaleón y las visitadoras

Mario Vargas Llosa



Ya han comenzado los números, al pasar frente a él —que se mantiene inmóvil e inexpresivo— a desabotonarse la guerrera con rapidez, a mostrar los fogosos senos, a estirar la mano para pellizcarle con amor el cuello, los lóbulos, la curva superior y, luego, adelantando —una tras otra, otro tras uno— la cabeza (él les facilita la operación inclinándose) a mordisquearle deliciosamente los cantos de las orejas, Una sensación de placer ávido, de satisfacción animal, de alegría exasperada y tentacular, borran el miedo, la nostalgia, el ridículo.

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