martes, 3 de abril de 2012

PERFUME DE MUJER


La ciudad de los herejes

Federico Andahazi

Entonces sus cuerpos se conmovieron en espasmos, como si los demonios se resistieran a abandonarlas, asumiendo posiciones insólitas, proternándose en el suelo, arrastrándose con el trasero, yendo y viniendo con los músculos increíblemente separados (…) las monjas se entrelazaban entre sí, alternándose unas con otras de a dos, de a tres o bien todas juntas. Durante este trance, por momentos suplicaban de rodillas a Jesús y luego ofrecían sus partes posteriores descubierta al demonio.

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