martes, 17 de abril de 2012

COLUMNA: El buen salvaje

La larga lista de los Benedictos

Sandro Bossio Suárez

Benedicto I (575-579) Trata inútilmente de restablecer el orden en Italia y en Francia.
San Benedicto II (684-685) Logra desligar a la Iglesia del poder imperial. Señala que sólo aquel que pague sus impuestos será salvo.
Benedicto III (855-858). Su carácter piadoso agrieta el poder y en su papado empiezan las intríngulis vaticanas: es derrocado por el antipapa Anastasio, quien usurpa sus funciones durante un mes, y él debe hacerse socorrer con las sectas enemigas del catolicismo para recuperar el solio.
Benedicto IV (900-903) Baronio lo describe como un Papa miedoso y lleno de manías que alienta «la corrupción universal».
Benedicto V (964-966) Débil de carácter, permite el poder «tras el trono», dándole potestad al futuro Papa Bonifacio VII (quien encarcelaría a Juan XIV y entregaría su cadáver desnudo para ser arrastrado por Roma).
Benedicto VI (973-974) Empieza con él la peor época de los Benedictos. Se dice que muere estrangulado por el Papa Bonifacio VII. A raíz de ello, el asesino es llamado en el “Sacrorum Conciliorum”, «horrendo monstruo que sobrepasó a todo mortal en su maldad».
Benedicto VII (974-983) Da un gran impulso a la agricultura, pero se le acusa de hacerse de las tierras de los pobres para la iglesia.
Benedicto VIII (1012-1024) Endurece las reglas del celibato sacerdotal. El «Liber pontificalis» asegura que compra el oficio papal por medio de chantaje. Su hermano Juan XIX soborna a los cardenales para pasar de laico a Papa en un solo día.
Benedicto IX (1032-1044) Es elegido Santo Padre a los doce años a instancias de unos negocios que hace su padre, el Conde Alberic III, con la curia. Este «papita» crece en la maldad y «comete homicidios y adulterios, y es un horrendo criminal a quien el pueblo destierra de Roma», según el libro «Italia Medieval». Mediante arreglos monetarios, encabeza la iglesia durante dos períodos más. En el segundo (de 1045 a1045), profesa sólo veinte días, al cabo de los cuales tiene que alejarse por corrupto. Elegido por tercera vez en 1047, renuncia al pontificado ocho meses después. Cuenta la leyenda que, arrepentido de su vida turbulenta, se hizo monje.
Benedicto X Fue un antipapa.
Benedicto XI (1303-1304). Beato. Muere después de comer higos envenenados. El gran Dante Alighieri lo instala en el infierno de su «Comedia» junto a Bonifacio VIII (aquél que dijo que «el darse placer a uno mismo, con mujeres o con niños, es tanto pecado como frotarse las manos»), con Nicolás III y Clemente V. El poeta describe El Vaticano como «el alcantarillado de la corrupción».
Benedicto XII (1335-1342) Durante su papado, Petrarca escribe que el establecimiento papal es un lugar de violación, adulterio y toda clase de fornicación, y que «el papa se hace servir la comida por siete mujeres desnudas», lo cual, más tarde, sería repetido por Lutero para su Reforma.
Benedicto XIII (1724-1730) Jacobo Fo lo sindica en su libro «El libro prohibido del cristianismo» como el Papa más «arrogante y dispendioso», pues inaugura la escalera de Trinidad de los Montes en Roma, cuando había hambre a causa de una peste. Gustaba de almorzar huevos. Se bautizan los «huevos Benedictinos» en su honor.
Benedicto XIV (1740-1758) En sus dieciocho años de pontificado sólo se ocupa de hacer pintar los retratos de los Papas en la Basílica de Roma y de establecer las fiestas santas. Casi no se trabajaba de tanto feriado.
Benedicto XV (1914-1922) Su verdadero nombre fue Giacomo della Chiesa. Canoniza a Juana de Arco 489 años después de la que Inquisición la quemara viva. Se le incrimina parcializarse con Alemania durante la I Guerra Mundial.
Benedicto XVI (2005) Sin comentarios.

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