domingo, 12 de febrero de 2012

PERFUME DE MUJER


Queremos tanto a Glenda

Julio Cortázar



Para Flora ésa tenía que ser la única razón de que Milo estuviera ahí, que ganara el acceso a su pieza para desnudarla y desnudarse besándola, déjame, déjame acariciarte así, y Flora resistiéndose y hoy no, Simón, tengo miedo, déjame, pero Simón sin apuro, poco a poco la había tendido cruzada en la cama y la besaba en el pelo, le buscaba los senos bajo la blusa, le apoyaba una pierna sobre los muslos y le sacaba los zapatos como jugando, hablándole al oído y besándola cada vez más cerca de la boca, te quiero, mi amor, déjame desvestirte, déjame que te vea, sos tan linda, (…), habla bajo, déjame así ahora, la ropa cayendo en cualquier lado, las lenguas encontrándose, los gemidos, no me hagas mal, Simón, por favor no me hagas mal, es la primera vez, Simón, ya sé, quédate así, cállate ahora, no grites, mi amor, no grites.

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