miércoles, 14 de diciembre de 2011

Solo 4, “395”, del 10 de diciembre de 2011

LA CITA

“La marea había comenzado a bajar y el barco giraba en torno al ancla. Se escucharon voces lejanas en dirección de los dos botes; y aunque esto nos tranquilizaba, (…), también nos indicaba que debíamos partir de inmediato”.
R. L. Stevenson, La isla del tesoro

LO ÚLTIMO

IV Ciclo de Cine “Del Mundo” en función continuada

Seis de las mejores y más aclamadas películas del cine contemporáneo se proyectarán durante esta semana en el IV Ciclo de Cine “Del Mundo” en función continuada, organizado por la Dirección de Cultura del ICPNA Región Centro y nuestro suplemento “Solo 4”.
En esta ocasión se presentarán filmes de diferentes países como: “Scoop” (Inglaterra), “Ciudad de muertos” (Alemania), “Sueños de fuga” (EE. UU.),“Billy Elliot” (Inglaterra), “Qué bello es vivir” (EE. UU.) y “El cartero” (Italia). Cada una de estas cintas ha pasado por una selección exquisita que podrá, conmover, hacer reír y encantar a toda nuestra audiencia. La cita se dará los días 14 y 15 de diciembre, desde las 3:30 pm., en el auditorio del ICPNA Región Centro, Jr. Ayacucho N° 169 - Huancayo. El ingreso es totalmente libre.

Daniel Pickens: la explosión del color

Daniel Pickens Manrique es un notable artista plástico huancaíno. Nació el 6 de abril de 1974 y, desde entonces, se ha curtido día a día entre el amor a la pintura y su pasión por el color. Hoy, radica entre Europa y América, y hace poco regreso a nuestra ciudad trayendo gratas noticias: expuso su obra en una de las más prestigiosas universidades del mundo, en la Universidad de Cambridge. Acompáñenos a conocerlo un poco más con esta breve entrevista.

Luis Puente de la Vega Rojas

Daniel, tienes una notable habilidad para pintar, ¿cuándo te das cuenta de esto?
Desde siempre he tenido esta habilidad. Mi familia era muy amiga de Josué Sánchez, así que yo he observado sus cuadros toda la vida, y en un principio mis dibujos eran muy parecidos a lo que él hacía, en realidad, era una imitación de lo suyo. Luego, ya cuando hice estudios de arte fue que puede encontrar mi propia línea, que yo creo que aún tiene rasgos o influencias de Josué. Sin embargo, actualmente, estoy desarrollando un quiebre completo y es un tipo de arte que considero más auténtico, mío; o en todo caso, donde las influencias son menos notorias.

Has realizado estudios de arte. ¿Terminaste o como muchos artistas lo has dejado para encontrar tu propio camino?
He estudiado en varios sitios, pero no he terminado en ninguno. En el Colegio de Arte de Baltimore, estuve un par de años ahí; después en el Instituto de Arte de Maryland; además, ingresé a la escuela de Bellas Artes de Lima, pero lo dejé porque me cambié a Arqueología, que tampoco terminé, porque me dediqué a los negocios.

Aparte de Josué Sánchez, ¿quién es otro artista que te ha influenciado?
Hay un artista plástico que me fascina, se llama Joe Coleman. Búsquenlo en internet y verán unos cuadros fascinantes. Es un pintor poco conocido. Es de esos artistas que trabajan al margen de las galerías, que lo hacen al límite, en manicomios o cosas así.

¿Cómo defines tus etapas de artista?
Al principio creo que era algo antropomorfo, en todo caso trataba de poner un poco de realismo, una figura conocida. Hoy, lo más importante es el color, siento que estoy haciendo las cosas más y más complejas. Cada vez mis líneas son más delgadas, mis cuadros son más grandes, mis imágenes son mucho más complejas. Pareciera que mis colores, en un principio, eran áreas planas enormes de un color al lado de otro color, muy parecidas a lo de Josué Sánchez. Ahora son pequeñas líneas de un matiz cada una, intercaladas, como una explosión de color. Es una disgregación, una explosión, me estoy concentrando en pequeños detalles.
¿Cuál es tu técnica y qué colores prefieres?
Es acrílico sobre lienzo. Todos los colores, no tengo ninguna paleta en particular. Una de mis aficiones es coleccionar tubos de pintura de distintas fábricas, empresas, porque cada una tienen distintas formas de color, de consistencia.

¿Piensas mucho antes de pintar?
Todo nace ahí. Muy aparte de la planificación, es si quiero poner un rostro en el lienzo. Ahí escojo los colores, y las líneas tienen que salir en el momento. Es el proceso del descubrimiento al pintar.

¿Cómo autodefines tu estilo?
Visceral fauvista. Quiere decir que no planifico en lo posible y que tengo una adoración por los colores intensos, por los contrastes; esas cosas que hacen que vibre la vista. No tengo ningún interés en el arte conceptual, en dar a entender ideas; en lo mio lo único es el amor al color, la estética; es una forma particular, cada artista tiene que trabajar.

¿Qué te ha llevado a Inglaterra?
Mi esposa está haciendo un doctorado en Cambridge; además, estando ahí he logrado hacer contacto con algunas galerías y pude presentar una muestra. Lo anecdótico es que la hice al lado del salón donde están los escritor originales de Isaac Newton. En un principio, iba a ser ahí, pero a última hora pasó a la sala contigua. Tuve una acogida muy buena, me han pedido y comprado varios cuadros. Ahora estoy trabajando emocionado, aquí en Huancayo, para tener material, para ver si puedo volver a presentarme.

¿Qué otros proyectos tienes?
Mi proyecto más importante, por ahora, es la paternidad.

Acabas de ser papá, ¿cómo se llama tu hija?
Se llama Lili Jane, nació el 10 de enero de 2011, en Cambridge.

¿Ella es parte de tu inspiración, es una razón más que te da fuerza para seguir pintando?
Ambas cosas. Ha nacido y cada poco tiempo que tengo libre pinto. He hecho cosas buenas que no sé de donde han salido, pero creo que mucho tiene que ver con la paternidad y con un montón de emociones nuevas.

Pareciera que mis colores, en un principio, eran áreas planas enormes de un color al lado de otro color (…). Ahora son pequeñas líneas de un matiz cada una (…). Es una disgregación, una explosión.

IMPRESCINDIBLES:

El bisonte mágico

Carlos Villanes Cairo, desde España, nos entrega esta brillante novela (Espasa, 2011), donde Rek y María, en tiempos distantes, pero con historias en paralelo, entrecruzan sus vidas a través de las pinturas rupestres de Altamira. El autor hace una profunda investigación para sostener en su libro todos los acontecimientos que rodearon al descubrimiento de uno de los recintos artísticos y arqueológicos más antiguos del mundo. Con el uso de la analepsis o “flash back”, y una deslumbrante aventura, ambientada entre el paleolítico y principios del siglo XX, Villanes trae un texto emocionante, muy creativo, que se lee ágilmente y que la literatura contemporánea parecía haber olvidado. Definitivamente imprescindible.


Dos árboles y otras formas de internarse en la niebla

Seis de los mejores cuentos de la producción de Augusto Effio Ordóñez conforman “Dos árboles y otras formas de internarse en la niebla” (Acerva Ediciones, 2011), un título imprescindible de la literatura de la Región Centro. Desde el cuento que da título al libro —finalista del concurso Juan Rulfo, y ambientado en Huancayo—, hasta “Un parpadeo de Gene Hackman” o “Manos, un antojo”, este volumen es un muestrario del universo narrativo del autor, que entre la perplejidad y la resignación, conduce al lector por diversas formas de ingresar a la niebla y a un mundo velado y enigmático.


El mar de los naufragios

No hay mejor forma de describir la primera publicación de Diego M. Eguiguren (Cordillera, 2010) que como lo hace Francisco Eguiguren Praeli: “El libro expresa un profundo y conmovedor mundo interior, agobiado por el desencanto y la insatisfacción personal frente a la existencia cotidiana, con muchas frases intensas, estupendamente logradas, que convierten el buscado naufragio en fuente de inspiración creativa de madrugada, ¿aguardando?, el rescate en un nuevo amanecer”. Este poemario contiene textos vitales, palabras entrelazadas con la estética muy bien cuidada, que reflejan el naufragio del autor en busca de una esperanza para la existencia humana. Imprescindible.

DESLECTURAS: Gerardo Garcíarosales, «Oquendo. Espejo para ciegos imaginarios»

Simbolismo y cosmogonía andina*
Juan Carlos Suárez Revollar

La primera vez que leí a Herman Melville comprendí que la literatura admite, a partir de su génesis, multitud de significados. El uso de los símbolos permite al autor dotar a su obra de esa ambigüedad que, a flor de piel en su escritura, está lista para que cada lector, desde su propia individualidad —un mundo personal y privado—, pueda interiorizar las dos, tres, acaso decenas, cientos o miles de interpretaciones, todas válidas, y todas acordes con su respectivo lector.
Menciono a Melville porque durante su lectura experimenté una serie de emociones que ahora, transformadas por el tiempo y, seguramente, por esa extraña lógica que la adultez nos da, he vuelto a sentir con la lectura de «Oquendo. Espejo para ciegos imaginarios» (Zeit Editores, 2010). Pero lo que en Melville es un agente destructor, escurridizo y lejano, «el inalcanzable fantasma de la existencia humana», como este definió a Moby Dick, la enigmática ballena blanca —a la que conviene dejar pasar de lejos, bajo riesgo, de lo contrario, de dejar la vida—; en Gerardo Garcíarosales (Jauja, 1944) es más bien la cosmogonía andina vista desde una óptica diluida en un mundo onírico, o aun metafísico. El misticismo que se respira a través de sus páginas ha escamoteado el significado real que el autor ha concebido, y se ha tornado en una irrealidad lista para ser confrontada por el lector desde sus propias creencias y, claro, desde su propia percepción.
Eso mismo trasunta el poema «Espejo para ciegos imaginarios», continente de versos oscuros que, pese a ello, busca aclarar aquello que el autor, intencionalmente, ha callado, porque de por sí ya ha dicho, y mucho: «El espejo para ciegos imaginarios donde se reflejan nuestras veleidades / cambió el orden de aquellas defectuosas demarcaciones […] / La inadvertida presencia de la razón empezó su lenta consagración».
La poética de Garcíarosales refiere también, como ocurre en el poema «Menudas medusas en la espesura del vacío», el atosigamiento que el vacío, gigantesco e incomprensible, cubre todo espacio posible e impide la concepción de la escurridiza realidad, tornada en mundo subjetivo: «Detengo mis pasos y veo al soñador que se disolvió sorpresivamente. / Calculo la ruta de sus alas y sus ojos llenos de vientos minerales / dejan para nuestra contemplación cinco metros de realidad / y nos divertimos como menudas medusas en la espesura del vacío».
El mundo andino es vuelto a comprender, ya aceptado como un espacio, como «el espacio», en que los mitos y el misticismo han absorbido la realidad, y es a través de ellos la única forma de entenderlo.
Carlos L. Orihuela escribió que en este libro el autor «se ha desviado hacia el espejo personal, hacia la autocontemplación turbada y el desvelo introspectivo». Por eso mismo, y del modo regular para la naturaleza humana —pues el poeta es humano, a su pesar—, este teme al fin de la vida. Ejemplo de ello es «Extraviados mis irreverentes años»: la muerte, tan cercana y temida, se cierne inevitable, lista para consumir, de un solo zarpazo, hasta el último resquicio de la memoria, del recuerdo y el pasado. Pero ese pasado ha perdido sustancia, ya los años, largos y tediosos, se han reducido a apenas recuerdos.
Garcíarosales me dijo una vez que «un poeta se renueva constantemente, pues la creatividad no es un acto ocioso ni de bohemia intrascendente. El escritor va experimentando a cada instante entre el vivir constante de la existencia». Estoy convencido que no le falta razón, y «Oquendo. Espejo para ciegos imaginarios» es la mejor prueba de ello.

DATO:
Un libro fundamental de la obra de Gerardo Garcíarosales es «Luna de agua», que ha sido publicado este mes por el sello Acerva Ediciones en una bonita edición corregida y aumentada. Forma parte de la colección Pasiones narrativas, que reúne lo mejor de la literatura de la Región Centro.

En Gerardo Garcíarosales (Jauja, 1944) es más bien la cosmogonía andina vista desde una óptica diluida en un mundo onírico, o aun metafísico.


* Texto leído durante la presentación del libro, en mayo de 2011.

COLUMNA: UN MUNDO PERFECTO

El inca, la boba y el hijo del ladrón
Jorge Jaime Valdez

Es insólito comentar cuatro películas peruanas que fueron estrenadas en los últimos dos meses. Vimos “Bolero de noche”, “El guachimán”, “Las malas intenciones” y la cinta que nos ocupa. Sin embargo, esta es una buena noticia para quienes queremos y reclamamos que se estrenen más filmes peruanos en nuestra escuálida cartelera local.
“El inca, la boba y el hijo del ladrón”, la ópera prima de Ronnie Temoche, fue la más votada por el público en el último Festival de Cine de Lima organizado por la Universidad Católica. La trama sigue tres historias que se entrelazan a lo largo de la cinta. “El inca” es un viejo peleador venido a menos por el paso del tiempo, vive sin familia, en completa soledad y busca darle algún sentido a lo que le queda de existencia. Nos recuerda, salvando las distancias y latitudes, a Mickey Rourke en “El luchador”. “La boba” es una chica que trabaja en un restaurante de mala muerte, en alguna carretera rodeada por el desierto, esperando al amor de su vida; aparecerá su “príncipe azul” y esto le traerá una serie de complicaciones. Y “el hijo del ladrón” es un muchacho que vive con su joven pareja, una adolescente quinceañera con quien espera un hijo. Rodeado de muerte y pobreza, vive bajo el estigma de tener un padre delincuente, lo cual le acarreará serias dificultades y el odio de todo el pueblo. Estos tres son personajes que viven en algún lugar del norte, los arenales sirven de marco para mostrar una realidad precaria, pero no carente de ilusión y esperanza. Todos buscan redención, darle un norte a su destino que casi siempre se muestra hostil y contradictorio, y con un poco más de suerte, acaso, encontrar el amor.
La película tiene varios méritos pero también desaciertos. La selección de los actores es muy buena, sobre todo “el inca” (Carlos Cubas) y “la boba”, (Flor Quezada). El primero no es actor, sin embargo, hace un papel memorable: un personaje tierno a pesar de su rostro pétreo e inmutable, que parece extraído de un circo ambulante, es una persona con un pasado quizá glorioso, pero que vive constantemente bajo la tentación del fracaso. La segunda transmite una sensualidad casi animal, como una flor silvestre o una rosa de pantano, parece Sonia Braga en alguna historia de Jorge Amado, principalmente en “Gabriela, clavo y canela”. Hay varios momentos memorables: la escena de la morgue es bastante sórdida pero interesante, y las partes cuando vemos al inca recordando su vieja gloria en los cuadriláteros son entrañables. Hay constantes guiños al “western”, al cine bíblico, a las películas de circos, al policial, que son una muestra deliciosa de la gran cinefilia de su director.
Las historias y sus personas funcionan en buena parte del filme, pero al final todo resulta forzado, inverosímil, como si el azar de pronto lograra la felicidad en un abrir y cerrar de ojos. Los protagonistas son perdedores, marginales, es un mundo de fábula. Podríamos compararla con “Amores perros”, pero en esta cinta mexicana los protagonistas no sólo son perdedores y marginales, sino que la vida es muy dura, violenta, desencantada, gris y no tiene un final feliz. En la película de Temoche las acciones se desencadenan de manera apresurada, torpe, el final echa a perder un rodaje que promete, incluso parece que la historia se le va de las manos, como arena del desierto. De todas maneras, esta producción merece ser vista, está sobre el estándar de las cintas peruanas. La fotografía, la dirección de arte y la música no desentonan, todo lo contrario, nos muestran un Perú que nos fascina, pero que también nos duele.

La selección de los actores es muy buena, sobre todo “el inca” (Carlos Cubas) y “la boba”, (Flor Quezada). El primero no es actor, sin embargo, hace un papel memorable: un personaje tierno a pesar de su rostro pétreo e inmutable.

MICROCUENTO n° 50

Otro pecado original

Luis Zúñiga

Eva no quería su manzana. Se metió dentro de una cueva y se la comió toda. Adán nunca la volvió a encontrar, tampoco Dios.

PERFUME DE MUJER

La muerte lenta de Luciana B.

Guillermo Martínez

Tenía puesta una blusa suelta, desprendida hasta el segundo botón, y cuando mis manos rodearon el cuello, en el desplazamiento de la tela, se soltó un botón más. Ella no hizo ningún ademán para prenderlo. Estábamos los dos inmóviles, como hipnotizados, y sólo se movían mis manos sobre su cuello. Las corrí en un momento hacia los hombros y me di cuenta de que no llevaba corpiño. Me asomé un poco y pude ver sus picos pequeños de niña, apenas embolsados en la tela de la blusa.

AGENDA SEMANAL

III Ciclo de Cine “Del Mundo” en función continuada
Organizan: ICPNA Región Centro y Suplemento Cultural “Solo 4”
Jueves, 18 de agosto:
3:30 pm: Scoop (Inglaterra)
5:30 pm: Ciudad de muertos (Alemania)
6:00 pm: Sueños de fuga (EE. UU.)
Viernes, 19 de agosto:
3:30 pm: Billy Elliot (Inglaterra)
5:30 pm: Qué bello es vivir (EE. UU.)
7:00 pm: El cartero (Italia)
Lugar: Auditorio del ICPNA Región Centro - Jr. Ayacucho 169, Huancayo.
INGRESO LIBRE

Exposición didáctica: "Arguedas y el Perú como fuente infinita de creación"
Organizan: ICPNA Región Centro y Comisión Nacional del Centenario del Nacimiento de José María Arguedas
Muestra abierta de lunes a sábado
Horario: 8 am-12 m y 4 pm-8pm
Lugar: Auditorio y Galería de Arte del ICPNA Región Centro - Jr. Ayacucho N° 169, Huancayo.
INGRESO LIBRE