jueves, 6 de octubre de 2011

Solo 4, “385”, del 01 de octubre de 2011

LA CITA
“Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre”
Quino, Mafalda

LO ÚLTIMO

Mafalda cumplió 47 años de amor a la vida y de odio a la sopa
Mafalda apareció como tira cómica un 29 de setiembre de 1964 y saltó a la fama el mismo año que los Beatles, su grupo favorito. El caricaturista Joaquín Salvador Lavado "Quino" la engendró en su estudio en Argentina, como una niña de cuatro años, adelantada a su época y súper crítica al entorno que vivía su país en los 60.
Mafalda era tan popular que Julio Cortázar no dudó en opinar así: "No tiene importancia lo que yo pienso de Mafalda. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí". De la misma forma el Nobel Gabriel García Márquez la recordó: "Después de leer a Mafalda me di cuenta de que lo que te aproxima más a la felicidad es la quinoterapia".
Aunque la tira dejó de publicarse en 1973, este personaje se mantiene vigente y con gran popularidad en diversos países del mundo, conservando una lengua mordaz, su curiosidad insaciable, y por supuesto, odiando la sopa.

Sandro Bossio Suárez: Hacedor de mentiras

Luis Puente de la Vega Rojas

De la mano de la editorial huancaína Acerva Ediciones —especializada en literatura de la Región Centro—, Sandro Bossio Suárez acaba de publicar “Kassandra y nueve mentiras menores”, libro que, además, abre la colección “Pasiones narrativas”.

Los diez cuentos seleccionados en “Kassandra y nueve mentiras menores” son una muestra representativa de la obra narrativa de Sandro Bossio Suárez, tanto en el ámbito temático como en el estilo, y principalmente en la calidad.
Una característica de este libro es su facilidad de lectura. Está concebido para ofrecer una lectura amena y ágil. Pero más importante aún, es que contiene relatos que, en conjunto, ofrecen las características más saltantes de la labor literaria de Bossio Suárez. Por eso, a través de “Kassandra y nueve mentiras menores” se puede tener una mirada panorámica de la totalidad de su obra. Ese es, en suma, su mayor mérito, además de la impecable edición.
A ello, se puede agregar que todos los cuentos han sido minuciosamente revisados y han sufrido pequeñas variantes respecto de sus versiones anteriores. En ese proceso, la fijación textual definitiva ha sido decidida por el autor.
A propósito de este libro, el también escritor y reputado promotor de la lectura en el Perú, Javier Arévalo, ha escrito que “Bossio Suárez tiene una relación pasional con la sorpresa. No solo es un prosista fascinado con el giro, con la sonoridad de la expresión, sino que estas cualidades están atadas a la amabilísima —para sus lectores— particularidad de buscar sorprender en cada página”. Agrega además que el autor “cuenta, encanta, captura al lector en una trama que no lo deja ir, porque siempre querrá saber qué pasará”.

ESTA EDICIÓN
La labor editorial de este libro —desde la coordinación hasta la corrección y los cuidados— estuvo a cargo de Juan Carlos Suárez Revollar, de Acerva Ediciones. “Kassandra y nueve mentiras menores” es el primer título de la que será una colección que ya viene reuniendo la mejor literatura de la Región Centro, y en ediciones impecables. Los libros que se vienen para lo que queda del año, señaló Suárez Revollar, son “un volumen que contendrá algunos de los mejores cuentos del escritor huancaíno Augusto Effio Ordóñez, que llevará el título de su relato ‘Dos árboles’, con el que fue finalista del Premio Internacional Juan Rulfo”. También están en proceso de edición el libro de narraciones “Luna de agua”, del poeta Gerardo Garcíarosales; una antología de Zein Zorrilla; la nueva edición de la novela “La casita del cedrón”, de José Oregón Morales; y una reunión de cuatro piezas teatrales de la dramaturga y poeta María Teresa Zúñiga, entre los que estará la genial “Mades Medus”, que además dará título al libro y abrirá la colección “Pasiones teatrales”.

DATO
Cuatro de los relatos de “Kassandra y nueve mentiras menores” integran el volumen “Crónica de amores furtivos”, aunque años antes ya habían sido publicados dos de ellos —“El hombre que habló con la muerte” y “Kassandra”— en algunas antologías. Los otros dos son “En busca del Paititi” y “El largo tren del olvido”. De los seis restantes, “El capítulo de los obsesos” y “Sedas de medianoche” fueron incluidos también en otros libros, mientras “El hambre de Anabela” formó parte de la exitosa colección “Sobrenatural”. Hay tres cuentos que ven la luz por primera vez: “Tatuaje” y “Entidades insidiosas” —de temática fantástica y de horror, respectivamente—, así como “La ventana”. En particular el último constituye la primera incursión de Bossio Suárez en el género de la microficción. “Entidades insidiosas”, por su parte, es un cuento gótico, con un poderoso clima y ambientes, y acaso, uno de los relatos más logrados de toda la narrativa breve de Bossio Suárez.

A través de “Kassandra y nueve mentiras menores” se puede tener una mirada panorámica de la totalidad de la obra de Bossio Suárez.



FOTO: Jorge Jaime Valdez

Mi nombre es Jorge Luis Borges

Saulo Balvín

Mientras andaba por sendas de penumbra, me dije: Este es un sueño donde mi nombre era Jorge Luis Borges, y es disímil decir, en nombre de Zeus, que todos conozcan de mí. El último hombre con quien dialogué, no tenía ni el rumor de saber que su aliento que emanaba a sables Otomanos, estaban siendo conquistados por el cristianismo. A eso debe la cristiandad de disfrutar de un imperio. Para ese entonces, el oriente siempre confabuló a la religión como una escudería guerrera en nombre de Dios y occidente también se escudó de credos. Confieren su culpabilidad, ante la misericordia divina, que creen que justificará su obrar. Humanos…
La Argentina del sur de América no sería encontrada en Europa, yo que pisé Ginebra, oí de Alemania y departí por los ingleses en mi idioma, en una ferviente Buenos Aires. Que ahora mis detractores verán magnánimos a la Argentina, porque soy de allí como mi amigo Casares.
Siempre con el mal, inherente al hombre, pero que los lectores no paguen, me hizo ver desde las habitaciones rodeadas de arcanos, de donde rebosan los misterios, del lado penumbroso del camino de donde todos se repelen, los secretos universales, pesimistas y escépticos en que me embarcaba. El francés y el inglés amoldaron mi espíritu idiomático. Pero el español, el acento del Rio de la Plata, formaron uno solo en las ficciones.
Nunca se sabe lo que antecede al inicio de una labor, tampoco lo que prosigue al final de cada tarea. Nadie es testigo de su propio calvario, porque ser testigo es necedad de contarlo al jurado, y nadie más que uno viaja por el tártaro. Culpable o inocente. De uno en uno. Es que dicen que el hombre decide valerse de su egocentrismo cuando está entre los suyos, pero el viaje es indivisible. Y es necesario no contactar con los vivos, ni los criminales ni los dotados de santidad. Cada uno en lo suyo, y por lo suyo.
Sabrán más que yo, porque yo escribo una vez y ustedes leen varias veces, releen, e indican que el gusto está en repetirlas. Las enciclopedias, ustedes las descifran como consulta, para mí era lectura inminente. Tal vez, llegué a sorprender mis expectativas al interpretar esos ensayos de respuestas de los misterios del orbe, yo creo en los misterios por eso no los descifro, la solución es vana, solo queda entenderlas, y juzgarse así mismo por esos enigmas.
A saber de mi labor, soy un amanuense, por eso escribo. Porque me dictan y la memoria siempre está, al son de la rima y la métrica, para reservarlas, para forjarlas bajo el metro o en el transcurso a que me aventura la distancia de la biblioteca a mi hogar, hasta el infinito. En cualquier parte, hasta la lejanía inconmensurable del conocimiento humano, donde ya no llegan las mentes de hoy, al Olimpo de los dioses. Ya no requieren de la ayuda de Ulises para aventurarse, a riesgo de la tentación y la muerte, para conocer el inicio de esta civilización. Acaso mi ceguera los distingue de esa forma deforme. La razón de occidente está en esa morada sobre la montaña que separa a Macedonia de Tesalia. Donde se forjaron los héroes griegos, y de donde Dionisio enseñó a los mortales que las fiestas, orgias y la vid eran una trilogía teatral de la vida, inseparable, impostergable. Y el vino, el nenúfar de los dioses que sacía la sed, de pasiones y cóleras, de hombres, de héroes y mundanos, se delegan hoy por la fermentación del arroz, del azúcar, de la malta. Ya no cantan las musas como en la anterioridad, solo en las abras del Olimpo resuena Eco. Y se deleitan los últimos héroes de los hombres que navegan en el Egeo hacia el más allá.
Posiblemente la Grecia de los griegos, del país y su gentilicio, no procuran olvidar a Homero. Pero por este lado, entre el reverso y al anverso del mundo, el torrente que conduce la insignia de babel sigue arrasando con su desorden la biblioteca de Alejandría, que hasta hoy en día su estancia es temida. El saber es temido. Y me llamo Jorge Luis Borges, de prosa propia y de fantasía redentora. Redentora de la confusión de tantos géneros.
Como me dije; Yo, Borges: “Que el cielo exista aunque nuestro lugar sea el infierno”. Que sobre el dintel de la puerta de Poe, se posó el pájaro de la noche en aquel busto de la diosa de la sabiduría para eternizarse en los relatos dotados de asombro, de temor, de impresiones vanguardistas y que las ficciones muy bien se atrevieron a obrarlas y consagrarlas como reales, como propias. Como que Dios existe y no existe, para Jesús y Siddhartha, respectivamente donde orbitamos. Alrededor del sol.
Las melodías románticas de Brahms y las palabras de Schopenhauer se sintonizaron en los conductos sensitivos de mi entidad, o de algo llamado espíritu para los creyentes. La esencia disoluble del hombre en la naturaleza, en el viento, en el rio, volviendo a las diminutas partículas de la tierra y fundiéndose en los crisoles de Vulcano, conforman una vez más la materia de mi ya extinguido cuerpo, contrariamente a que sigo siendo Jorge Luis Borges en la eternidad literaria.
Los libros que me rodearon presumen de sapiencia, y lo son hasta que el hombre suele leerlas para que estas páginas de papiro y lomo de carnero traten de ser entendidas. Traten de entenderme. De no bifurcarse del jardín que sembraron mis trabajos y congenien nombrar a las plantas y los frutos con un “nomeninis scientificus”.
Mi nombre es Jorge Luis Borges, acentué en un léxico mortal cuando me identificara en las puertas del infierno de Dante. Beatriz en lo alto con su aura celestial clamaba: “Mi amado, que los laureles ornan tu comprensión. Dejad libre a este hombre de toda tortura”.
En vano se exige el indulto, ¿la obra de Dios merece su corrección? Yo no soy obra de Dios, y el silencio reverberó entre los labios de Beatriz.

Las melodías románticas de Brahms y las palabras de Schopenhauer se sintonizaron en los conductos sensitivos de mi entidad, o de algo llamado espíritu para los creyentes.


IMPERDIBLES

La Danza de las Tijeras de Huancavelica
Juan Rojas De la Cruz nos entrega este importante estudio sobre la Danza de las Tijeras, en el cual ahonda la investigación sobre esta tradición con su presencia, sobre todo, en Huancavelica. Hace aportes significativos con respecto a su desarrollo, historia, la presencia de la mujer, fechas en las que se presenta y más, logrando una investigación antropológica que explica y absuelve muchas dudas sobre esta manifestación cultural.



El dos veces nacido
Esta, aunque a primera vista pequeña publicación (por su formato), es la primera micronovela publicada en nuestro país. Jomar Cristóbal, de la mano de la editorial Micrópolis (2011), escribe una serie de microrelatos que no tienen relación entre sí, pero que concatenados e intrínsecamente resultan en esta pieza fundamental para la literatura peruana. Giácomo y Almudena, los personajes, se enfrascan en una realidad que no existe, pero a la que pertenecen, y que se lee, a pesar de sus 30 páginas, como cualquier novela mayor. Definitivamente imperdible.



Tradiciones isabelinas
Desde su creación en 1852, nuestro colegio mayor “Santa Isabel” ha sido la cuna educativa de miles de estudiantes de toda la región centro, y claro, también de personajes tan ilustres como José María Arguedas. Es por esto que Ricardo Gago y Vidal Maldonado ha escrito este libro que recoge una serie de hechos anecdóticos entorno al colegio lorentino. Con sobrecogedor entusiasmo e hilarantes lecciones, los maestros, alumnos, y todos los isabelinos encontrarán una razón más para superar sus problemas y recordar la esencia del “Santi”.

Antonio Tabucchi, “Sostiene Pereira”

Esa oculta pasión por la libertad
Juan Carlos Suárez Revollar

Contextualizada en la dictadura semifascista de Oliveiro Salazar, “Sostiene Pereira” (1994), del italiano Antonio Tabucchi (Pisa, 1943), es una novela política —acaso la mejor de las dos últimas décadas—, y un valioso documento sobre la represión a las libertades del individuo —a través de los ciudadanos que espiaban a sus vecinos y eran confidentes de la policía salazarista, por ejemplo— durante el “Estado Novo”, que mantuvo sometido a Portugal por más de cincuenta años.
La narración es peculiar: está construida en forma de declaración, donde un anónimo interrogador deja constancia por escrito de aquella verdad que Pereira “sostiene”: su historia, en la Lisboa de 1938, seguramente acusado de algo (este dato queda oculto hasta el final de la novela). A través de ese peculiar personaje velado que hace de narrador, hay fragmentos en que el autor interviene con opiniones y juicios.
Pereira es un personaje solitario, resignado, indiferente y apolítico. Guarda una maniática fidelidad por su esposa muerta, a cuyo retrato habla y hasta hace consultas. En la página cultural de un periodiquito al servicio del régimen que está a su cargo —el “Lisboa”—, se ha convertido en poco menos que un elemento inofensivo, meramente decorativo, que trabaja desde su casa. Su mayor acto de sedición se limita a traducir y publicar a Maupassant y a Balzac, autores cuasivetados solo por ser franceses.
El elemento de quiebre se da con la aparición de Monteiro Rossi, un joven al que Pereira contrata para ser su asistente como redactor de necrológicas (obituarios adelantados), pero que, de manera misteriosa, y en complicidad con su encantadora noviecita (más bien influido por ella), tiene una activa militancia política de lucha contra el régimen. Pereira se asume, sin buscarlo, como protector de este joven, cuyo ardor político lo perturba y exaspera, pero a quien nunca despide pese a su flagrante incompetencia. No quiere reconocer que hay una suerte de complicidad entre ambos —se establece una difusa relación padre-hijo—, y por eso su acto final parece ser un ajuste de cuentas con el régimen.
El apoliticismo de Pereira es solo aparente. Si bien intenta ser neutral, el régimen lo asquea, aunque se cuida de guardárselo para evitar complicaciones. Entonces la novela, más que el relato de un cambio en su postura política, es el de su paso de la apatía y pasividad a una activa participación política “en contra de un sistema cuya asfixiante coerción y crueldad se le acaban de revelar, y arriesga en ello su libertad y, acaso, la vida” (Mario Vargas Llosa, “Héroe sin atributos”). Ese cambio no llega solo. También va abandonando, en aquel proceso, el recuerdo de la esposa muerta, así como muchas de sus antiguas costumbres.
Sin ser una novela militante —como la mayor parte de la literatura soviética de propaganda: desde Gorki hasta Ostrovski—, “Sostiene Pereira” es el mejor ejemplo de que la buena literatura no tiene por qué ser apolítica y, más bien, contener un profundo discurso libertario sin estropear por eso su alcance artístico. Al fin y al cabo, la pasión por la libertad puede estar a flor de piel o, como en Pereira, oculta, pero lista para actuar en el momento justo.



Antonio Tabucchi (Italia, 1943).
“Sostiene Pereira” es el mejor ejemplo de que la buena literatura no tiene por qué ser apolítica y, más bien, contener un profundo discurso libertario.

MICROCUENTO

Clarividente
Oriana Pickmann Sotomayor

Entré. Allí estaba ella, sentada, haciendo lo suyo. Por un segundo cruzamos nuestras miradas, tiempo suficiente para que ella adivinara cuáles eran mis intenciones.
—Léame la fortuna —le pedí.
—Setecientos cincuenta y nueve euros —respondió.
—Gracias —le dije, y salí del banco.

PERFUME DE MUJER

El curandero del amor
Washington Cucurto

Estaba genialísimo y más cuando las guainitas de la poetry comenzaron a sacarse la ropa que tenían puesta, que por cierto era bien poca y minúscula; y ya que estaban se manoseaban las tetitas, la cola, el pelito, todo. Las Infantas Poéticas (…) hacían de todo con sus lenguas, mientras también pronunciaban ruidos guturales y referencias sexuales de todo tipo. Vero, pelirroja, la más grande de edad por meses, creo que tenía 13. Se levantó la pollera y se sacó la bombacha, y nos mostró su conchita roja. El silencio fue absoluto.

ARTÍCULO: Arquitectura con identidad de lugar

Máximo Orellana Tapia
En una sociedad en la que a diario se suele ver y oír de atentados a la cultura, moral, buen gusto, etc., hablar de reivindicar el pensamiento esencial del ande, su arquitectura y ancestral manejo de territorio, pareciera ser una utopía, pero por otro lado sumamente alentador cuando alguien es capaz de explicarlo a través del ejemplo. Luis Longhi, uno de los mejores arquitectos peruanos, hace algunos días en el inicio del taller de titulación de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional del Centro del Perú, con la elocuencia, pasión y brillantez de ideas que lo caracterizan, nos explicó sus proyectos y ejercicio de una singular labor en la docencia universitaria, diferente a la predominantemente visión “bauhausiana”, que caló hondo en la audiencia atizando deseos adormilados por querer realizar un buen proyecto de arquitectura como tesis, según manifestaron los interesados y estudiantes.
Posteriormente, ya en un círculo menor pudimos conocer otros detalles de su trayectoria profesional, como aquella sobre sus estudios secundarios realizados en uno de los colegios salesianos de Huancayo, que al término de ellos ingresó a la facultad de Arquitectura de la UNCP, luego estudio en la capital y posteriormente con el bachillerato emigró a Philadelfia (EE. UU.), donde vivió durante ocho años, además de estudiar animación arquitectónica y arquitectura paisajista en la universidad de Harvard. Actualmente enseña en diversas facultades del país, luego de haber compartido cátedra con Juvenal Baracco, durante muchos años.
Nos explicó que en el momento actual de arquitectura poco relevante y hasta mediocre es una cuestión de honor y un gran reto, tener que lograr identidad en el proyecto arquitectónico, identidad con el lugar, identidad profunda, de pensamiento, de esencia cuya búsqueda está más allá de colocar “un vano trapezoidal dentro de un muro de ladrillo o concreto”, y que para ello hace falta que el diseñador se encuentre “en estado de gracia”, de sentirse en comunión con el sitio a fin de que la “propuesta” sea “aceptada” por el lugar.
Pude así percibir una personalidad despojada de poses y de cualquier ruido, profundamente humana y tolerante, propia de los grandes maestros líderes, capaces de abrir caminos y trazar rumbos a seguir, para “construir aquel Machu Picchu contemporáneo” como nos recalcó, sueño que hay que conquistar y que él viene logrando con su obra, la casa Pachacamac, en cuya elucubración trasciende los cánones contemporáneos o esnobistas y en la que, luego de haberse sumergido en aquella fuerza telúrica del emplazamiento y el respeto hacia la naturaleza, ha logrado construir espacios que hablan de mundos antiguos, profundos, de vidas sin fin y que reivindican lo perdido de toda nuestra milenaria herencia prehispánica.
A través de estos párrafos, agradecemos al arquitecto Luis Longhi por compartir desinteresadamente sus conocimientos y experiencias y saber que para llegar lejos "realmente, hay que tomarse muy en serio los sueños", como dice Tadao Ando, otro gran maestro de la arquitectura.
Es una cuestión de honor y un gran reto, tener que lograr identidad en el proyecto arquitectónico, identidad con el lugar, identidad profunda, de pensamiento.


AGENDA SEMANAL

Cine foro
Película: Invisibles
Forista: Paúl Cárdenas
Organiza: Centro Cultural Continental
Fecha: lunes, 03 de octubre
Hora: 7 pm
Lugar: Auditorio Menor, Casa de la Juventud y la Cultura de Huancayo.
INGRESO LIBRE

Ciclo de Cine "De Colección"
Género Anime: Hayao Miyasaki
Forista: Juan Carlos Suárez Revollar
Organiza: ICPNA Región Centro
miércoles 5: Nausicaä del valle del viento
jueves 6: El viaje de Chihiro
viernes 7: El castillo ambulante de Howl
Hora: 7 pm
Lugar: Auditorio del ICPNA Región Centro - Jr. Ayacucho N° 169, Huancayo.
INGRESO LIBRE

lunes, 3 de octubre de 2011

Solo 4, “384”, del 24 de setiembre de 2011

LA CITA
“Pero ocurrió así, porque en esta vida rara vez ocurren las cosas como los pichirruchis las planeamos”.

Mario Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala

LO ÚLTIMO

Concurso de novela corta “Premio Ciudad Incontrastable 2011” cierra su convocatoria
La Municipalidad Provincial de Huancayo y el sello Bisagra Editores, con el propósito de contribuir al desarrollo literario y cultural de la región centro del Perú, llaman a todos los todos los escritores interesados a participar en el I Concurso Nacional de Novela Corta “Premio Ciudad Incontrastable 2011”, el cual cerrará su convocatoria este viernes, 30 de setiembre.

El Jurado es presidido por Carlos Calderón Fajardo, acompañado por los también escritores Julián Pérez y José de Piérola. El premio del certamen consiste en la suma de S/.6000 Nuevos Soles, más diploma de honor y la publicación total de la obra. Las bases completas las podrán encontrar en nuestro blog y en el de Bisagra Editores, además, en el perfil de Facebook “Suplemento Solo 4”.

El traje huanca a la conquista del mundo

Nadie puede sustraerse de ver un kimono y no saber cómo se llama, o contemplar las sensuales formas de una saya flamenca y no saber que pertenece a una gitana; tener ante sus ojos a un hombre ataviado con un kilt de complicado tartán y no saber que proviene de Escocia. Nadie. Es esto precisamente, la capacidad, casi mágica, que tiene la cultura de un pueblo, para calar en la mente de las personas en el mundo entero, enamorarlas, y seducirlas. La antropóloga María Teresa del Pino y la diseñadora Sandy Robladillo son las entusiastas propulsoras de este conocimiento en Huancayo.

Marco Villavicencio La Rosa

Huancayo, a largo del tiempo, ha sido ferviente testigo del cambio de su gente, ha visto sus costumbres transformarse, su vestimenta transfigurarse, su comida fusionarse con otras, sus calles colmarse de gigantes de cemento; incluso ha contemplado cómo algunas de sus tradiciones de a pocos se han ido extinguiendo.
El valle del Mantaro es una fiesta, su riqueza de atuendos son muestra de ello, al igual que de bailes y danzas cargadas de magníficas alegorías, trajes festivos que no contienen para nada su desmesura, místicas flores que se vuelcan en bordados sobre lienzos de pana y terciopelo, teatrales máscaras, algunas veces bellas y otras preciosamente grotescas, encajes barrocos, fustanes almidonados, sombreros, mantas y demás gracias.
Los vestidos que en algún lejano pasado embellecían a la mujer huanca, no son los que ahora plagan con su sobrecarga de colores vibrantes y ostentosos volúmenes las danzas de nuestro valle; tampoco son los atuendos tradicionales que llevan orgullosas las mujeres del campo. A pesar de todo, las distintas vestimentas huancas han trazado una continuidad en el tiempo, pero acoplando a ello valores culturales ajenos.
La antropóloga María Teresa (más conocida como Maite) del Pino sostiene que la llegada de la moda europea influyó en la nuestra para, posteriormente, devenir en una condensación especial, concreta y diferente, según cada localidad. «Cada pueblo tiene su particularidad, puede ser influenciado por otros, pero siempre conservará rasgos propios», precisa.
Señala también que es imposible mantener inalterable, a través del tiempo, la composición y estructura de la vestimenta huanca como la conocemos hoy en día, puesto que la cultura se mueve contantemente, intentando quizá adaptarse a los nuevos conceptos: «La cultura no es estática, evoluciona y se despliega hacia nuevos horizontes».
Para ella resulta difícil resumir el potencial y la majestuosidad de nuestra tierra, y por ello es mejor que «hagamos que esta riqueza no se quede escondida entre las montañas que circundan. El Valle del Mantaro, hagamos que se propaguen por todo el Perú, para después salir en conquista del mundo entero». Así opina Maite del Pino.
Revalorar nuestra identidad es importante, fomentarla y fortalecerla es vital. ¿Pero cómo podría nuestra vestimenta trascender los límites de lo tradicional?, es en este punto donde el imaginario de nuestros artistas entra en escena. Cuando dos fuerzas poderosas como la tradición y la innovación se encuentran, solo lo extraordinario puede suceder. Otra buena conocedora de esta premisa es la diseñadora Sandy Robladillo, quien manifiesta que a través de la estilización, el manejo de texturas, la reestructuración de patrones y el acoplo de ideas, nuestros vestidos y vestuarios tradicionales pueden llegar a convertirse en nuevas obras de arte, ofreciéndonos así, un colosal abanico de nuevas posibilidades.
Es esta, nuestra extraordinaria capacidad creadora, la que deja al descubierto nuevos caminos inexplorados para todo aquel aventurero que pretenda salvar nuestra identidad y convertir estas quimeras en obras vivientes que no mueran con el pasar del tiempo.
Quizá dentro de un tiempo, las calles de las principales ciudades del mundo se conviertan en pasarelas, donde avancen imponentes, hombres y mujeres, engalanados con prendas que exhalen, a cada paso, el mágico espíritu de nuestra cultura huanca.

Cuando dos fuerzas poderosas como la tradición y la innovación se encuentran, solo lo extraordinario puede suceder.



Luis Cárdenas Raschio

Antropóloga Maite del Pino

COLUMNA: El buen salvaje

Las edades prehistóricas de Huancayo

Sandro Bossio Suárez

Los pueblos recuerdan el Diluvio Universal por tradición oral. Los huancas lo presentan así: «Este Valle del Mantaro era un lago con un islote rocoso, denominado Wanka (piedra). Habitaba en él un Amaru (saurio), con cabeza de llama de piel de batracio, dos aletas no adaptadas al vuelo y una cola inmensa. El dios Tulumanya (arco iris), engendró otro monstruo. Como ambos eran machos, se disputaban el dominio, trabando feroces combates; en uno de ellos, el más viejo perdió su cola. Indignado, el Dios Viracocha desencadenó una lluvia prolongada, con rayos y truenos, cuya masa de agua derribó el cerro de contención al lado suroeste, abriéndose paso, formando el cauce y el actual río Mantaro».
El Valle del Mantaro abarca sectores de las altas mesetas centrales y de la Cordillera Oriental. Además, incluye la depresión de Ingahuasi y la parte sudoriental de la depresión de Huancayo y Jauja, donde se preserva un espeso relleno de la edad cuaternaria.
Tanto en las altas mesetas como en la Cordillera Oriental, entre los 4,000 y los 4,500 de altura, se observan restos de superficie de puna, profundamente erosionada por glaciares y la escorrentía superficial. Estudios geológicos afirman que «en un mar que ocupaba la parte sudoeste de la localidad, se sedimentaron las areniscas de la formación de Cercapuquio y las calizas de la formación Chunumayo».
Igualmente, en edades aurorales del planeta se depositaron estas areniscas en partes marinas y continentales. Luego la plataforma fue invadida por un mar somero, en el cual se acumuló la sucesión clásica de estratos calcáreos del cretácico medio y superior. Más estudios detallan que la aglomeración de residuos marinos se interrumpió definitivamente después de la era comical.
Hace millones de años el Valle del Mantaro era el fondo de un gran mar, que, con el afloro de la tierra y el levantamiento de la Cordillera de los Andes –hace unos 200 millones de años–, quedó relegado al lugar donde actualmente están los océanos. Pero, en su retroceso, este mar fue dejando lagunas, muchas de las cuales perviven hasta hoy en nuestro valle y son de origen marino.
Probablemente, el nevado del Huaytapallana, hace millones de años, era un poderoso volcán. Eso se desprende del origen volcánico de su conformación granítica. Igualmente, las alturas de Pucará, en apariencia, estaban plagadas de volcanes. Quiere decir que el Valle del Mantaro era un verdadero emporio de volcanes, con un clima feroz que fue erosionando, cortando y refilando nuestra actual forma geológica.
De la edad jurásica, unos 200 millones de años atrás, pocos vestigios quedan en el Valle del Mantaro. Aparte de unas cuantas muestras de fémures y tibias gigantes, probablemente sean los restos fosilizados (parte de una cola de 22 vértebras) encontrados en Huáchac los que mayor relevancia tengan. Esta ausencia de remanentes prehistóricos hace pensar en una escasa presencia de grandes reptiles en el ámbito del Mantatro. Al parecer, éste no era el hábitat de los dinosaurios. Sin embargo, sí lo era, en eras más cercanas a la nuestra, la del esmilodonte (literalmente “dientes cuchillo”, en griego antiguo, género extinto del félido dientes de sable de la subfamilia de los macairodóntinos), cuyos restos de uno de sus ejemplares fue hallado en 2003 en la caverna de Walicoto, en el flanco del cerro Ullacoto, en Huacrapuquio. Hoy el Museo Paleontológico de ese lugar alberga y expone los restos tratados y reconstruidos del espécimen, que son los más completos hallados en toda Sudamérica, cuya antigüedad data de hace unos veinte mil años.
También se ha comprobado la vida prehistórica de mamíferos y animales de grandes proporciones en la zona, como osos primitivos y cinodontes, voluminosos antepasados caninos.
¿No era este, en consecuencia, la nación que adoraba a los perros?

El Valle del Mantaro era un verdadero emporio de volcanes, con un clima feroz que fue erosionando, cortando y refilando nuestra actual forma geológica.

Mi nombre es Jorge Luis Borges

Saulo Balvín

Mientras andaba por sendas de penumbra, me dije: Este es un sueño donde mi nombre era Jorge Luis Borges, y es disímil decir, en nombre de Zeus, que todos conozcan de mí. El último hombre con quien dialogué, no tenía ni el rumor de saber que su aliento que emanaba a sables Otomanos, estaban siendo conquistados por el cristianismo. A eso debe la cristiandad de disfrutar de un imperio. Para ese entonces, el oriente siempre confabuló a la religión como una escudería guerrera en nombre de Dios y occidente también se escudó de credos. Confieren su culpabilidad, ante la misericordia divina, que creen que justificará su obrar. Humanos…
La Argentina del sur de América no sería encontrada en Europa, yo que pisé Ginebra, oí de Alemania y departí por los ingleses en mi idioma, en una ferviente Buenos Aires. Que ahora mis detractores verán magnánimos a la Argentina, porque soy de allí como mi amigo Casares.
Siempre con el mal, inherente al hombre, pero que los lectores no paguen, me hizo ver desde las habitaciones rodeadas de arcanos, de donde rebosan los misterios, del lado penumbroso del camino de donde todos se repelen, los secretos universales, pesimistas y escépticos en que me embarcaba. El francés y el inglés amoldaron mi espíritu idiomático. Pero el español, el acento del Rio de la Plata, formaron uno solo en las ficciones.
Nunca se sabe lo que antecede al inicio de una labor, tampoco lo que prosigue al final de cada tarea. Nadie es testigo de su propio calvario, porque ser testigo es necedad de contarlo al jurado, y nadie más que uno viaja por el tártaro. Culpable o inocente. De uno en uno. Es que dicen que el hombre decide valerse de su egocentrismo cuando está entre los suyos, pero el viaje es indivisible. Y es necesario no contactar con los vivos, ni los criminales ni los dotados de santidad. Cada uno en lo suyo, y por lo suyo.
Sabrán más que yo, porque yo escribo una vez y ustedes leen varias veces, releen, e indican que el gusto está en repetirlas. Las enciclopedias, ustedes las descifran como consulta, para mí era lectura inminente. Tal vez, llegué a sorprender mis expectativas al interpretar esos ensayos de respuestas de los misterios del orbe, yo creo en los misterios por eso no los descifro, la solución es vana, solo queda entenderlas, y juzgarse así mismo por esos enigmas.
A saber de mi labor, soy un amanuense, por eso escribo. Porque me dictan y la memoria siempre está, al son de la rima y la métrica, para reservarlas, para forjarlas bajo el metro o en el transcurso a que me aventura la distancia de la biblioteca a mi hogar, hasta el infinito. En cualquier parte, hasta la lejanía inconmensurable del conocimiento humano, donde ya no llegan las mentes de hoy, al Olimpo de los dioses. Ya no requieren de la ayuda de Ulises para aventurarse, a riesgo de la tentación y la muerte, para conocer el inicio de esta civilización. Acaso mi ceguera los distingue de esa forma deforme. La razón de occidente está en esa morada sobre la montaña que separa a Macedonia de Tesalia. Donde se forjaron los héroes griegos, y de donde Dionisio enseñó a los mortales que las fiestas, orgias y la vid eran una trilogía teatral de la vida, inseparable, impostergable. Y el vino, el nenúfar de los dioses que sacía la sed, de pasiones y cóleras, de hombres, de héroes y mundanos, se delegan hoy por la fermentación del arroz, del azúcar, de la malta. Ya no cantan las musas como en la anterioridad, solo en las abras del Olimpo resuena Eco. Y se deleitan los últimos héroes de los hombres que navegan en el Egeo hacia el más allá.
Posiblemente la Grecia de los griegos, del país y su gentilicio, no procuran olvidar a Homero. Pero por este lado, entre el reverso y al anverso del mundo, el torrente que conduce la insignia de babel sigue arrasando con su desorden la biblioteca de Alejandría, que hasta hoy en día su estancia es temida. El saber es temido. Y me llamo Jorge Luis Borges, de prosa propia y de fantasía redentora. Redentora de la confusión de tantos géneros.
Como me dije; Yo, Borges: “Que el cielo exista aunque nuestro lugar sea el infierno”. Que sobre el dintel de la puerta de Poe, se posó el pájaro de la noche en aquel busto de la diosa de la sabiduría para eternizarse en los relatos dotados de asombro, de temor, de impresiones vanguardistas y que las ficciones muy bien se atrevieron a obrarlas y consagrarlas como reales, como propias. Como que Dios existe y no existe, para Jesús y Siddhartha, respectivamente donde orbitamos. Alrededor del sol.
Las melodías románticas de Brahms y las palabras de Schopenhauer se sintonizaron en los conductos sensitivos de mi entidad, o de algo llamado espíritu para los creyentes. La esencia disoluble del hombre en la naturaleza, en el viento, en el rio, volviendo a las diminutas partículas de la tierra y fundiéndose en los crisoles de Vulcano, conforman una vez más la materia de mi ya extinguido cuerpo, contrariamente a que sigo siendo Jorge Luis Borges en la eternidad literaria.
Los libros que me rodearon presumen de sapiencia, y lo son hasta que el hombre suele leerlas para que estas páginas de papiro y lomo de carnero traten de ser entendidas. Traten de entenderme. De no bifurcarse del jardín que sembraron mis trabajos y congenien nombrar a las plantas y los frutos con un “nomeninis scientificus”.
Mi nombre es Jorge Luis Borges, acentué en un léxico mortal cuando me identificara en las puertas del infierno de Dante. Beatriz en lo alto con su aura celestial clamaba: “Mi amado, que los laureles ornan tu comprensión. Dejad libre a este hombre de toda tortura”.
En vano se exige el indulto, ¿la obra de Dios merece su corrección? Yo no soy obra de Dios, y el silencio reverberó entre los labios de Beatriz.

Las melodías románticas de Brahms y las palabras de Schopenhauer se sintonizaron en los conductos sensitivos de mi entidad, o de algo llamado espíritu para los creyentes.


Luis Cárdenas Raschio, el guardián de nuestra historia, necesita nuestra ayuda

Solo 4
El historiador, folclorólogo, columnista de nuestro suplemento, fotógrafo y, por sobre todo, guardián de nuestra historia, Luis Cárdenas Raschio necesita de nuestro apoyo.
Desde hace más de medio siglo Luis Cárdenas, en el silencio y el anonimato, ha cultivado un espíritu protector de nuestras costumbres y creencias. Ha rescatado una serie de danzas y tradiciones del olvido, y poco a poco, desde hace unos meses las ha ido difundiendo en su columna “El folclor que yo vi”, espacio de este medio donde relata su experiencia con el folclor de nuestra región. Entre sus aportes más importantes están el haber hecho reconocer al “Pagapu Wanka” por el gobierno de nuestro país, en una lucha incomparable que, prácticamente, libró solo. También, tiene una extensísima colección y registro fotográfico de vestidos y máscaras de bailes y costumbres de toda la región centro de Perú. El aporte de este notable historiador no debe ser olvidado por nuestras autoridades, que al momento nada han hecho por darle el reconocimiento que merece, y menos, por nosotros mismos.
Hoy, Luis Cárdenas se encuentra convaleciente en el Hospital 1° de Mayo, en Lima, donde viene esperando una operación en la cual le implantarán un marcapaso para recuperarse de un difícil mal cardiaco. El guardián de nuestra historia necesita del apoyo de todos, para seguir conservando y difundiendo nuestra cultura. Si usted desea apoyar en su recuperación puede depositar sus donaciones en la cuenta de ahorros del Banco de la Nación N° 04381484632, a nombre de su hija Luisa Cárdenas Soriano (DNI: 19878513). Es el momento de ayudar a quien nos ha dado tanto, sin pedir nada a cambio.

Entre sus aportes más importantes están el haber hecho reconocer al “Pagapu Wanka” por el gobierno de nuestro país, en una lucha incomparable que, prácticamente, libró solo.


Vivienda Wanka, todas las tecturas del valle

Máximo Orellana Tapia

El hecho de “compartir el interés por nuestra arquitectura”, como acabo de leer en la gentil dedicatoria del arquitecto Jorge Burga, autor del libro “Vivienda popular en Cajamarca”, es lo que nos llevó a preparar y clasificar algunas edificaciones existentes para realizar la exposición de arquitectura doméstica en nuestro valle. Auspiciada por el ICPNA Región Centro, es una muestra de maquetas y fotografías que permanecerá abierta durante las próximas semanas y que se inició con una conferencia magistral a cargo del arquitecto Jorge Burga Bartra, cuyo mensaje se procura sintetizar en los siguientes párrafos.
En momentos en los que la arquitectura y el urbanismo pierden consistencia, y en algunos casos hasta se banalizan, es sensato saber mirar a nuestro alrededor para redescubrir valores inmanentes de aquella arquitectura hecha por “no arquitectos” que ha surgido de la manera más natural y tectónica, desde su tejido social y lugar específico como aún podemos encontrar en algunos centros poblados de la margen derecha del valle (Orcotuna, Mito, Sicaya entre otros) como uno de los caminos importantes para generar nuevas propuestas.
Amos Rapoport arquitecto polaco, pionero en este campo, en su libro “Vivienda y cultura”, escrito en 1969, señala que históricamente la forma de las viviendas en el mundo no ha sido consecuencia de la disponibilidad de materiales o exigencias de temperatura como a menudo pensamos, sino de una enorme y compleja red de factores, dentro de los cuales el cultural, en términos de “la posibilidad de escoger formas libremente”, ha sido el más decisivo entre otros y han servido para el debate de estos temas dentro del discurso posmodernista.
A la recurrente inquietud de muchos asistentes por aspectos de identidad en la vivienda, así como de la inserción de objetos gigantes propios de la artesanía dentro de los espacios públicos huancaínos como mates, sombreros y otros, el expositor hizo referencia a la metáfora que desde su raíz griega “metá” o “metastás” significa “más allá, después de”, constituye un valor más complejo y enriquecedor que la referencia simple o literal. Puso como ejemplo algunos detalles de su propia obra en Leimebamba, Chachapoyas así como los realizados por el arquitecto Edgardo Ramírez en la fenestración de paramentos del malecón de la ciudad de Ilo, extraídos de la singular silueta trapezoidal de los característicos mojinetes moqueguanos, que si bien es cierto no pertenecen al campo de la vivienda, permiten elucubrar respuestas aplicables a éstas.
En otros pasajes del certamen se dejó entrever que la arquitectura “chicha” o de fachada híper ornamentada, cuyos códigos formales no representan lo que deben, tienen que ser reinterpretados; mayor razón para fijarnos en aquellas obras como las que se muestran en la exposición, acertadamente dialógicas que permiten reclamar aquellos valores esenciales de toda buena arquitectura como el orden y la limpieza constructiva.

Es una muestra de maquetas y fotografías que permanecerá abierta durante las próximas semanas y que se inició con una conferencia magistral a cargo del arquitecto Jorge Burga Bartra.


MÁS DATOS: La exposición: "Vivienda Wanka, todas las tecturas del valle" está abierta para todos los interesados en la Galería de Arte del ICPNA Región Centro - Jr. Ayacucho 169, Huancayo; del 07 al 29 de setiembre. El ingreso es totalmente libre.

MICROCUENTO

Escape
Manuel Araníbar Luna

Odio este lugar. Me podrás decir, hermano, que no nos falta comida, que estamos abrigados, pero prisión es prisión. Allá tú si no me sigues. Yo me voy.

—Ya sale el primero —dijo el doctor—, es un varoncito.

PERFUME DE MUJER

La insoportable levedad del ser
Milan Kundera

Él la desnudaba y ella permanecía mientras tanto casi inmóvil. Cuando la besó, los labios de ella no respondieron al contacto de los suyos. Pero entonces sintió de pronto que su sexo estaba húmedo y se asustó (…). Luego le quitó las bragas y ella se quedó completamente desnuda. El alma veía el cuerpo desnudo en brazos de otro hombre y le parecía increíble, como si estuviera mirando de cerca al planeta Marte.

COLUMNA: DESDE EL ATELIER

Guillermo Guzmán Manzaneda: Recordando a un amigo

Josué Sánchez

En la primera cuadra del Jirón Amazonas hay una casa de balcones verdes. Hace veinte años la habitaba un espíritu solitario y único. Con su sombrero de alas anchas, su ropa gastada y su andar cansino, Guillermo Guzmán Manzaneda no se parecía al elegante dandy de terno azul a rayas y flor en la solapa que frecuentaba el Haití en Lima; pero su personalidad seguía siendo la misma.
Histriónico hasta en el modo de lucir los mostachos, irónico por naturaleza, casi siempre feliz, con una alegría y un gozo por vivir que trasladaba a sus lienzos; solía recibirnos con un café «cachalpo» al hilo en esa casa llena, colmada de ollas, ulpos, trompetas, bajos, girasoles secos, pinceles, espátulas, caballetes, apuntes, cruces, pinturas de Cristos, hilanderas y cutunchas.
Instalados en la cocina de paredes ahumadas sorbíamos lentamente el café, mientras Guillermo hablaba del último «cachivache» Sobre las paredes, contra las paredes, unos sobre otros, los objetos se acumulaban en esos ambientes de ensordecedora música. Beethoven, Liszt y Schubert eran sus preferidos. Los discos de vinilo de 33 revoluciones por minuto se ponían una y otra vez en el tocadiscos instalado en el inmenso porongo acústico de la sala de recibo. Instalados en la cocina de paredes ahumadas sorbíamos lentamente el café, mientras Guillermo hablaba del último “cachivache” que lo tenía encaprichado. De la verja de hierro, de la Cruz de Mayo, o de la piedra de molino encontrada en Sapallanga. ¿Cómo traerlo? ¿Cómo comprarlo? ”Para ser coleccionista hay que tener mucha plata”, se lamentaba.
Pero siempre conseguía lo que quería y en la siguiente visita nos moríamos de envidia cuando él sacándonos pica nos mostraba ufano su nueva adquisición.
Guillermo disfrutaba la vida. Lo hacía desde el día que naciera un primero de enero de 1912, aquí, en Huancayo; hijo de don Bernardo Guzmán y de doña Ricardina Manzaneda Montes de Oca. De niño ya jugaba con los colores y dibujaba en el suelo. Cuando tenía sólo siete años gustaba de ver a las pandillas de huaylarsh compitiendo en Yanama.
A los 13 años entra a trabajar en las minas. Lo que hará hasta 1934, alternando la permanencia en Cerro de Pasco con continuos viajes a Lima.
En 1932, a los 20 años de edad, ingresa a la Escuela Nacional de Bellas Artes para estudiar escultura. Poco después se ve obligado a regresar a las minas y abandona los estudios; pero los retoma en 1934, esta vez en la especialidad de pintura, con los maestros indigenistas José Sabogal y Julia Codesido.
Desde entonces asume la pintura con verdadera pasión. Pinta sobre tela, madera, papel; a la acuarela, al óleo o al pastel. Pinta Cristos, Dolorosas, conventos; mujeres con flores, hilanderas, bañistas; paisajes cerreños, molinos huancas; porongos, toritos; iglesias y cementerios.
«Así va pasando la vida», así va llegando la muerte. Una semana antes de su deceso, en compañía de Sergio Castillo y José María Salcedo bailamos felices en la fiesta patronal de Huancayo, la fiesta de la Santísima Trinidad.
Guillermo protege su sombrero del fuego de las bombardas diciendo: «Esta cabeza ya está vieja, no importa que se queme; pero mi sombrero nuevo me acompañará todavía». Sacude su melena cana y habla y habla. De sus exposiciones en la Eyes Gallery de Filadelfia, en la Galería Cayman de Manhattan en Nueva York; de sus múltiples muestras en Brasil, en Belo Horizonte y Minas Gerais.
Habla con amor, pinta con amor. Su corazón se cansa de tanto amor y el 15 de junio de 1986 deja de latir.
Algunos lo recordarán con su impecable traje azul, yo lo recuerdo sencillo y vital. Lo recuerdo hoy, porque setiembre es el mes de los recuerdos trascendentales. Fue un gran pintor que dio renombre a Huancayo. Muchos parecen haberlo olvidado.
Histriónico hasta en el modo de lucir los mostachos, irónico por naturaleza, casi siempre feliz, con una alegría y un gozo por vivir que trasladaba a sus lienzos.