domingo, 10 de julio de 2011

Solo 4 “373” del 09 de julio de 2011

EDICIÓN ESPECIAL

LA CITA

“Me detuve en el Perú y subí hasta las ruinas de Macchu Picchu (…) Desde la ciudadela carcomida y roída por el paso de los siglos se despeñaban torrentes. Masas de neblina blanca se levantaban desde el río Wilcamayo. Me sentí infinitamente pequeño en el centro de aquel ombligo de piedra; ombligo de un mundo deshabitado, orgulloso y eminente, al que de algún modo yo pertenecía”.

Pablo Neruda, Confieso que he vivido

El grupo de arte “Tuky” organiza actividades pro reconstrucción de su taller de danza

El “Tuky” viene organizando diversas actividades para la reconstrucción de su taller de danza. Entre las actividades programadas están la Primera Muestra de Danza Folklórica por Pareja y el Primer Festival de Cuenta de Cuentos. Estos eventos se llevarán a cabo en el Instituto de la Juventud y la Cultura de Huancayo, los días 14,15, 21 y 22 de julio.
El grupo de arte “Tuky” viene trabajando, desde hace mucho, en la conservación y promoción de nuestro arte y folclor, a nivel nacional e internacional, lo cual lo ha convertido, sin lugar a dudas, en uno de los talleres más representativos e importantes de la región Junín. Es por esto que la Dirección Regional de Cultura de Junín invita a toda la población huancaína, y a todos lo que se encuentran en el quehacer cultural, a unirse a estas actividades en beneficio de la recuperación de las instalaciones de esta renombrada organización, parte de nuestro patrimonio cultural.

Machu Picchu y el incanato en la literatura

Sandro Bossio Suárez

Pablo Neruda, el extraordinario poeta chileno, viajó al Cusco en 1943 y, tras visitar Machu Picchu, escribió maravillado un conjunto de poemas (“Alturas de Machu Picchu”, incluido en “Canto genral”). Sin embargo, no es el único que escribió sobre las misteriosas ruinas; también lo hizo el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal (“El secreto de Machu Picchu”); y luego los poetas peruanos César Toro (quien escribió “Torres y praderas de Machu Picchu”), Martín Adán (con “La Mano Desasida, Canto a Machu Picchu”) y el huancaíno Tulio Mora (que incluye varios poemas sobre el gigante de piedra en “País interior”).

Ahora bien, la literatura inspirada por la temática incaica es luenga, pues ya en
1912 eclosiona en el Perú un frente cultural amplio y multiforme, expresado en un súbito interés por los temas incaicos, y en un resurgimiento de las manifestaciones quechuas y nativistas. Se le conoce como «incaísmo».
En 1914 cuando Abraham Valdelomar se deja ganar por un proyecto literario de esa envergadura. Inicialmente, su plan circundaba una novela incaica, pero con el tiempo se convirtió en cuentos incaico, publicados en 1921 con el nombre de “Los hijos del sol”.
Estas nuevas influencias determinan que un escritor arequipeño, de nombre Augusto Aguirre Morales, se aparte de la mirada tierna y pasional sobre el incanato, que hasta entonces obra en los relatos preexistentes, y se embarque en la fragua de “El Pueblo del Sol”. Pese a las muchas décadas que nos separan de ella, esta novela continúa ejerciendo la hegemonía dentro del género. La historia, estructurada a manera de las grandes epopeyas clásicas, gira en torno a la revuelta castrense de los chinchacamac en contra de sus conquistadores incas. El héroe de la novela es Mallku, rey de los chinchas, quien, inicia una guerra rebelde contra los incas en el propio Kosko. Publicada en 1927, fruto quizás de un incaísmo tardío, esta corpulenta ficción persigue dos propósitos: reconstruir fielmente la época prehispánica y demostrar que el imperio incaico era, al contrario de lo que se pensaba entonces, una nación despótica y desigual.
Para lograr lo primero, considerando que para este fin no basta solo la imaginación, Aguirre Morales opta por afianzarse en una rigurosa investigación histórica, que, según él mismo cuenta, duró casi una década. Al iniciar estas pesquisas, el autor entra en contacto con los nuevos descubrimientos en materia prehispánica y se detiene largamente no sólo en los cronistas hispanos, sino además en abundante material iconográfico y arqueológico. Es así que logra una construcción novelesca rigurosa del Imperio de los Incas.
En cuanto a su segundo propósito, Aguirre Morales utiliza como vehículo el heroísmo novelesco de su libro para concluir que «el régimen inkaico fue despótico y teocrático», y, lo que enardeció a una cierta élite intelectual de la época, que «no fue comunista». La hipótesis de la novela parece reposar en la razón de que el pueblo incaico fue un pueblo esclavo, infeliz, porque careció de libertad.
La temática incaica también ha calado en autores extranjeros. Varios de ellos, de diferentes nacionalidades, han escrito en las últimas décadas una serie de novelas históricas ambientadas en el incanato.
Dos de ellos son el belga Gérard Delteil y el español Alberto Vásquez Figueroa. En sendas novelas tituladas “El oro del Inca” y “El Inca” (2002), respectivamente, estos autores recrean similares historias en una hipotética civilización incaica.
En “El oro del Inca”, Deilteil rescata a Ollantay, personaje principal del conocido drama incaico del mismo nombre, quien después de su azarosa aventura amorosa con Cusi Coyllor, se encuentra retirado de la vida pública, convertido en un pacífico pescador. La misión que tiene Ollantay en esta ocasión es, a instancias de Túpac Yupanqui, investigar el asesinato del sacerdote Uruca a manos de unos conspiradores.
Entretanto, Vásquez Figueroa cuenta en “El Inca” una historia de amor imposible protagonizada por Rusti Cayambe, oficial del ejército imperial, y la princesa Ima, destinada a perpetuar la sangre real del inca. La trama, con interesantes momentos en el clímax, se encuentra circuida por un marco bélico.
Tristemente, ninguno de los dos escritores ha logrado obras verosímiles, pues, la ambientación incaica de las obras es artificiosa y poco convincente, y las incongruencias abundan.
Otro autor que debió haber recurrido al Archivo de Indias, o a los cronistas itinerantes de nuestro pasado colonial, es Antoine Daniel (que en realidad es el seudónimo en singular de tres escritores diferentes), autor de la exitosísima trilogía “Inca”, publicada en tres tomos a partir de 1997. Solo de arranque, la novela resbala en lo étnico: Anamaya es una princesa inca «de asombrosos ojos azules». En la contratapa del libro tercero dice: «La trilogía Inca es una apasionante historia de amor y de aventura ambientada en el fascinante y misterioso continente americano», y, en efecto, estamos de acuerdo, pues este continente sigue siendo un verdadero misterio no solo para Daniel, sino también para Gérard Delteil, para Vásquez Figueroa y, últimamente, para Rafael Marín, quien ha publicado “El muchacho inca”, una novela juvenil ágil y entretenida, pero con las mismas limitaciones de las otras.

Tristemente, ninguno de los dos escritores ha logrado obras verosímiles, pues, la ambientación incaica de las obras es artificiosa y poco convincente, y las incongruencias abundan.

Alturas de Machu Picchu

Boris Espezúa Salmón

En 1943, el poeta chileno Pablo Neruda nos visitó en el Perú, y de modo especial, viajó a la ciudadela prehispánica ubicada en el Cusco. Después de haber recorrido el fatigoso camino hacia el lugar, la primera exclamación que tuvo el poeta, al ver la majestuosidad de Machu Picchu, fue: “Que buen lugar para un cordero asado”, para luego quedar impresionado por el mágico lugar, y luego de algunos años escribir poemas dedicados a Machu Picchu que obedecen al tiempo de su poesía épica, imprecatoria, de alegato y de profundo americanismo reunido en el libro “Canto General” que editó en 1950, y que fue el momento más alto de la poesía del Premio Nobel de Literatura de 1971, con más 250,000 ediciones vendidas en más de ocho idiomas hasta la fecha.
Pero, no sólo “Alturas de Machu Picchu” es conocida en nuestro medio como una de las únicas creaciones que recibió la ciudadela más importante de la época prehispánica en el continente, sino tenemos también un memorable poemario del Poeta Nicaragüense Ernesto Cardenal quien en su libro “Homenaje a los Indios Americanos” tiene en varios poemas en alusión a Machu Picchu, posteriormente se conoce que escribieron de la misma manera los poetas peruanos Martín Adán, César Toro, y Tulio Mora.
Neruda tuvo un brillante designio de poeta desde que a los 20 años cuando escribió “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” que fue el poemario obligado de los enamorados de la segunda mitad del siglo XX en Hispanoamérica; sin embargo, con los poemas dedicados a Latinoamérica alcanzaría la consagración mundial. Algunos versos a Machu Picchu son: “En la más alta vasija, estuvo reunido el silencio / Yo vengo hablar por vuestra boca muerta / a través de la tierra juntad todos los silenciosos labios derramados. Afilad los cuchillos que guardasteis / ponedlos en mi pecho y en mi mano / como un río de rayos amarillos / como un río de tigres enterrados / y dejadme llorar, horas, días, años, edades ciegas, siglos estelares”. En estos versos Neruda tiene la cualidad de encarnar la voz milenaria de nuestros ancestros, y reconocerse uno más de quienes labraron la piedra, alisaron los peñascos, y construyeron las murallas, este sentir hace que llegue a expresar una adhesión por la causa indígena, por su visión sideral, por un imprecación de hondo latinoamericanismo.
También, tenemos a un poeta que hace suyo un pasado que fue derruido, que impreca para que sea revalorado, para que se restituya el sufrimiento desde las profundidades de la piedra, donde se encuentra el grito, y la mirada de aquellos que como los agricultores, albañiles, alfareros, artesanos son la expresión viva de ese pasado, y que se repite en poemas como del “Del aire al aire”, La poderosa muerte”, “Amor Americano”, “Águila sideral”, y “Sube a nacer conmigo hermano”. En el año de 1981, La Universidad Católica de Chile y conjuntamente con el novelista Mario Vargas Llosa, prepararon un histórico musical con la agrupación “Los Jaivas” en la misma ciudadela, donde se musicalizaron poemas de Pablo Neruda dedicados a Machu Picchu, con ello se logró tener mayor interés tanto por sus poemas, como en el aumento de visitas a la ciudadela, hasta hacer más creciente su atractivo como una de las siete maravillas del mundo.
Personalmente recuerdo, las primeras cintas que grabaron la voz de Pablo Neruda, y fieles a una pequeña grabadora nos reuníamos en casa de algunos amigos de estudios, después de terminar las clases de secundaria para deleitarnos con la voz de Neruda, que era muy peculiar y contagiante, ya que encandilaba a quien lo escuchaba a vivenciar el poema de un modo pausado, con altas entonaciones cuando se trataba de poemas épicos, y cadenciosos en la poesía lírica, creo que uno de los pocos poetas, que para entonces había registrado su voz, en cintas como de sus libros: “Veinte poemas de Amor”, “Alturas de Machu Picchu”. Posteriormente, más bien impulsado por las pesquisas de este tipo de registros, pude encontrar la voz de Cortázar, de Borges, Octavio Paz, García Márquez o de Mario Benedetti. Pero, entre muchas cosas que se atesoran tendrá siempre un lugar especial, Pablo Neruda.

Neruda antes de morir, en sus memorias que fueron bastante difundidas, escribió sobre Machu Picchu diciendo: “Me sentí muy minúsculo ante ésta maravilla del mundo, y pude saber que había sido uno de los que construyó estas piedras, como chileno, peruano y americano”, sentimiento que a veces nosotros mismos como peruanos no tenemos, ni asumimos frente al pasado que no es sino el presente y el sentido hacia el futuro. Tanto en textos como: “Confieso que he vivido” o “Para nacer he nacido”, Neruda habla de su viajes, de su trabajo en la diplomacia que le permitió conocer el mundo, y por cierto, de sus experiencias poéticas y su permanente compromiso social. Entre estos escritos hay uno que es dedicado a la muerte de Vallejo: “Ya en los últimos tiempos, hermano, tu cuerpo, tu alma te pedían tierra americana, pero la hoguera de España te retenía en Francia, en donde nadie fue más extranjero. Porque era el espectro indoamericano, como nosotros, un espectro de nuestra martirizada América, un espectro madura en la libertad y en la pasión. Tenías algo de mina, de socavón lunar, algo terrenalmente profundo. Eres interior y grande, como un gran palacio de piedra subterránea, con mucho silencio mineral, con mucha esencia de tiempo y de especie”. En estas palabras resume lo que fue y es César Vallejo para el mundo. Neruda entró a la posteridad por su profundo arraigo al latinoamericanismo, por ser testigo de un tiempo, cuando vimos en él, la posibilidad de asumir el trabajo de escritor militante con responsabilidad al futuro y a la historia como lo quería Antonio Gramsci, para los jóvenes europeos de la década del 70.
No hay duda que la cultura es una sola, que es posible engarzar un canto mayor, si el compromiso ciudadano pasa por asumir en esa vasija mayor de la unidad y del consenso propuestas para conciliar las verdades y los cambios para la ruta que poetas como Vallejo, Neruda, Paz, Cardenal, Borges o Benedetti nos allanaron, y así, transitar sobre una nueva conciencia latinoamericana.


Neruda tiene la cualidad de encarnar la voz milenaria de nuestros ancestros, y reconocerse uno más de quienes labraron la piedra, alisaron los peñascos, y construyeron las murallas.


Pablo Neruda en Machu Picchu

Alturas de Machu Picchu

(Fragmento)
VI
Entonces en la escala de la tierra he subido entre la atroz maraña de las selvas perdidas hasta ti, Macchu Picchu.
Alta ciudad de piedras escalares, por fin morada del que lo terrestre no escondió en las dormidas vestiduras. En ti, como dos líneas paralelas, la cuna del relámpago y del hombre se mecían en un viento de espinas.
Madre de piedra, espuma de los cóndores.
Alto arrecife de la aurora humana.
Pala perdida en la primera arena.
Ésta fue la morada, éste es el sitio:aquí los anchos granos del maíz ascendierony bajaron de nuevo como granizo rojo.
Aquí la hebra dorada salió de la vicuñaa vestir los amores, los túmulos, las madres,el rey, las oraciones, los guerreros.
Aquí los pies del hombre descansaron de nochejunto a los pies del águila, en las altas guaridascarniceras, y en la aurorapisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida,y tocaron las tierras y las piedrashasta reconocerlas en la noche o la muerte.
Miro las vestiduras y las manos, el vestigio del agua en la oquedad sonora, la pared suavizada por el tacto de un rostro que miró con mis ojos las lámparas terrestres, que aceitó con mis manos las desaparecidas maderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas, palabras, vino, panes, se fue, cayó a la tierra.
Y el aire entró con dedosde azahar sobre todos los dormidos:mil años de aire, meses, semanas de aire,de viento azul, de cordillera férrea,que fueron como suaves huracanes de pasoslustrando el solitario recinto de la piedra.
De Canto general, Pablo Neruda, 1950.

POEMA

Machu Picchu
Machu Picchu, dos veces
me senté en tu ladera
para mirar mi vida.
Para mirar mi vida
y no para contemplarte,
porque necesitamos
menos belleza, padre,
y más sabiduría.
De Informe al rey y otros libros secretos, Juan Gonzalo Rose, 1963.

Machu Picchu: cien años para el mundo

Manuel Perales Munguía

Tal como señalamos en una publicación anterior en este mismo suplemento, un día 24 de julio del año 1911 el norteamericano Hiram Bingham, profesor de historia latinoamericana en la Universidad de Yale, alcanzó a ver por vez primera los vestigios del fabuloso complejo arqueológico de Machu Picchu, todavía cubiertos por una densa vegetación tropical que luego fue retirada para que él y su equipo levantaran los primeros planos, registraran fotográficamente la arquitectura visible y llevaran a cabo las primeras excavaciones en dicho lugar. Ciertamente, aunque fue Bingham quien mostró esta maravilla de la civilización inca al mundo, en especial a la comunidad académica, la existencia de Machu Picchu ya era conocida desde finales del siglo XVIII, de lo cual queda constancia en una correspondencia escrita por el coronel cusqueño Baltazar La Torre y en un mapa del “partido de Urubamba” de Pablo José Oricain. Un poco más tarde, en el siglo XIX, también se escribieron referencias sobre el mencionado yacimiento arqueológico, esta vez a cargo del naturalista italiano Antonio Raimondi y el viajero francés Charles Wiener. Teniendo en cuenta esto, resulta claro que las presentes celebraciones del “centenario” de Machu Picchu conmemoran en realidad su “descubrimiento” por parte de la academia norteamericana y europea, en buena parte gracias al importante apoyo económico brindado a Hiram Bingham por parte de la National Geographic Society.
No obstante la importancia de la información obtenida gracias a sus criticadas intervenciones a nivel de mapeos y excavaciones en Machu Picchu, Bingham alentó una visión más bien romántica sobre este complejo arqueológico, al cual denominó más tarde “la ciudad perdida de los incas” en un libro publicado en 1948, no llegando a desarrollar un estudio con mayor rigor científico. Es por esta razón que hasta el día de hoy los especialistas siguen debatiendo en torno a lo que en realidad fue Machu Picchu. Por ejemplo, en declaraciones algo recientes el arqueólogo Federico Kauffmann ha manifestado que dicho complejo habría constituido un lugar de culto y un centro administrativo de los territorios al oriente del Cusco, establecido como parte de un proyecto estatal inca orientado a la ampliación de la frontera agrícola hacia esos territorios. Esta posición ha sido respaldada en parte por Fernando Astete, jefe del Parque Arqueológico de Machu Picchu, quien asegura además que, como centro administrativo, Machu Picchu debió ser el nexo entre los valles interandinos cusqueños y la selva alta del Urubamba. Por su parte la historiadora Mariana Mould de Pease, artífice del retorno a nuestro país de una parte de las piezas obtenidas por Bingham en Machu Picchu, señala que este lugar debió desempeñar el papel de centro religioso estatal puesto que en su entorno se encuentran muchas montañas tutelares y accidentes geográficos que solían tener un carácter sagrado para la sociedad inca, tal como ha aclarado el arqueólogo Julinho Zapata, quien ha llevado a cabo algunas investigaciones en la zona. A estos planteamientos podríamos agregar que, según Peter Kaulicke, profesor de arqueología en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en Machu Picchu existen indicios que sugieren que allí se llevaron a cabo actividades rituales en las cuales el agua fue un elemento sumamente importante.
Desde el punto de vista de la arqueoastronomía también se ha propuesto que la arquitectura de Machu Picchu está estrechamente ligada a fenómenos astronómicos, según sostiene Gary Urton, profesor de antropología en la Universidad de Harvard, quien incluso ha señalado que en los andenes del lugar se habrían cultivado plantas ornamentales cuyo significado se habría asociado a fechas importantes del calendario inca como los solsticios que suceden tanto en junio como en diciembre, momentos en los cuales se realizaban las principales festividades del calendario inca como el Inti Raymi y el CápacRaymi. Sin embargo, el planteamiento que ha encontrado mayor respaldo en las fuentes históricas hasta el momento, particularmente en un documento que data del año 1568, propone que Machu Picchu habría constituido un complejo palaciego perteneciente al inca Pachacutec, una suerte de gran hacienda a modo de una descomunal casa de retiro donde este gobernante y su familia real habrían disfrutado de momentos de solaz y descanso, comiendo en vajilla de plata, aseándose en un baño de piedra labrada y gozando de la belleza de hermosos jardines reales llenos de orquídeas exóticas. No obstante las críticas frente a estos planteamientos, especialistas como Richard Burger, profesor de antropología en la Universidad de Yale, dicen que este excelso complejo de edificios debió además expresar simbólicamente el dominio inca sobre la región del Urubamba. Finalmente, y aunque guardan alguna relación con lo que se acaba de mencionar, los planteamientos del prestigioso arqueólogo Luis G. Lumbreras apuntan más bien en señalar a Machu Picchu como un conjunto arquitectónico que tenía como elemento central un gran mausoleo real, destinado precisamente a conservar el cuerpo momificado del mismo inca Pachacutec, además de la presencia de varias criptas que debieron estar destinadas a personajes importantes, ligados a este soberano inca.
Como vemos, los planteamientos son varios y diversos, y ello obliga a que se efectúen más investigaciones serias en Machu Picchu, sin embargo aún existen algunos problemas importantes que podrían privarnos de nuestro derecho a conocer lo que en realidad fue este portentoso conjunto arquitectónico. Entre tales problemas destaca fundamentalmente el de su conservación, la misma que se encuentra en riesgo grave debido al excesivo número de turistas que a diario visitan el lugar y al hecho que hasta el día de hoy el espacio que ocupa el complejo aún no se encuentra debidamente registrado y saneado legalmente. Por último, todavía está pendiente la devolución de buena parte de las piezas arqueológicas extraídas por Bingham de Machu Picchu y trasladadas por éste al Museo Peabody de la Universidad de Yale en los Estados Unidos, donde permanecen hasta el día de hoy, no obstante los reclamos del Estado Peruano pidiendo su retorno. Entendemos, junto a arqueólogos como Miguel Aguilar, que la devolución de dichos materiales arqueológicos constituiría una suerte de “reparación” por parte de la Universidad de Yale por haberse apropiado de parte de nuestra herencia cultural y, por ende, de nuestra memoria. Asimismo, esperamos que con estas efusivas celebraciones no sólo se festejen el “descubrimiento” de Machu Picchu, su calificación como maravilla del mundo “moderno” y todo el trasfondo comercial y económico que se halla detrás de esto, sino también el reconocimiento de la urgente necesidad de una reconciliación cultural y social entre todos los peruanos, entre “todas las sangres”.


Está pendiente la devolución de buena parte de las piezas arqueológicas extraídas por Bingham de Machu Picchu y trasladadas por éste al Museo Peabody de la Universidad de Yale en los Estados Unidos, donde permanecen hasta el día de hoy.

POEMA

Canto a Machu Picchu (Fragmento)
Y yo me moriréPorque no me basto.Pero tú vives, Machu Picchu,Piedra que se está en su alto.
Piedra que me representa,Piedra que se está gastando. Nada será después de mi momento,Todo ya era cuando yo nacía. Tras de mi muerte no moriré nunca,Siempre comenzará la vida. Todo será como es y, sin embargo,Todo será variedad, si no, simpatía.¡Todo será como es porque está ardiendo y doliéndome! ¡Porque no hay otra cosa!Todo será como es porque no sonSino mi cuerpo y la nube y tu roca!Todo, porque yo hablo todavíaY todo el mundo es oreja de ahora!¡Y el aire es mi terror, y el río sueña,Y suena sin cesar, sin verdadera sombra!¿Dormirás, Alma Mía?¿Despertarás mañana a tu quehacer?¿Serás otra vez la que te fuiste?¿Serás otra vez?¡Ante esta roca, que te está mirando Y que te ve,Y que te ve tremenda con un solo ojoDe mil pies; Ante esta roca, huir es imposibleY hay que desnacer y renacer! Porque ser es necesario,No hay otro modo de no ser y renacer. ¿Y si no eres, qué eres, qué serás, qué Dios,Qué intenso ser Te arrastrará en su furia?
De La mano desasida, Martín Adán, 1964.

Los Jaivas, Vargas Llosa y Machu Picchu

Elías Astete Huamán

En setiembre de 1981, el grupo chileno de música etno-rock, Los Jaivas, grabaron el video del álbum musical “Alturas de Machu Picchu”. Para hacerlo, emprendieron una carrera titánica contra el tiempo. El encargo les llegó de un amigo: el productor peruano Daniel Camino, quien les pidió musicalizar el poema de Pablo Neruda. La idea era hacer una cantata latinoamericana en el mismo santuario inca, incluyendo a voces magistrales como Mercedes Sosa y Chabuca Granda. Lamentablemente, no se pudo concretar. Desde enero de 1981, Los Jaivas se vieron abrumados por el proyecto, pues tenían giras por los países nórdicos y había que componer la música. Tuvieron que encontrar espacios libres para cumplir el compromiso: en hoteles, en los almuerzos y antes que empezaran los conciertos. La tarea no fue fácil, pues ellos no habían leído, hasta entonces, “Alturas de Machu Picchu” y, mucho menos, conocían la ciudad de piedra (estos contratiempos están contados en un DVD, producido hace algunos años atrás, que recopila el video con material extra y testimonios).
Cuando llegó la fecha de grabación, en setiembre de ese año, finalmente, en Machu Picchu, se terminó la ansiedad: ¿la música compuesta en Francia estaría acorde con la esencia del poema y del santuario inca? Pues sí. Observar el video de la interpretación es una experiencia gratificante. Los temas poéticos musicalizados encajan para el goce, con lo místico y ancestral de la ciudadela. En Machu Picchu sucede que al tocar sus piedras tutelares, uno contempla, como si fuera un espejo, sus lejanos orígenes.
Neruda sintió esa identificación cuando visitó Machu Picchu en octubre de 1943. En su libro de memorias, “Confieso que he vivido”, publicado tiempo después, dejó escrito el fascinante encuentro:

‹‹Me detuve en el Perú y subí hasta las ruinas de Macchu Picchu. Ascendimos a caballo. Por entonces no había carretera. Desde lo alto vi las antiguas construcciones de piedra rodeadas por las altísimas cumbres de los Andes verdes. Desde la ciudadela carcomida y roída por el paso de los siglos se despeñaban torrentes. Masas de neblina blanca se levantaban desde el río Wilcamayo. Me sentí infinitamente pequeño en el centro de aquel ombligo de piedra; ombligo de un mundo deshabitado, orgulloso y eminente, al que de algún modo yo pertenecía. Sentí que mis propias manos habían trabajado allí en alguna etapa lejana, cavando surcos, alisando peñascos.
››Me sentí chileno, peruano, americano. Había encontrado en aquellas alturas difíciles, entre aquellas ruinas gloriosas y dispersas, una profesión de fe para la continuación de mi canto.
››Allí nació mí poema "Alturas de Macchu Picchu”››.

Para la presentación del video fue invitado el escritor Mario Vargas Llosa, quien, con elocuencia literaria e histórica, enalteció las emociones que se desbordan al contemplar tamaño prodigio, hecho por el hombre y la naturaleza. Sobre Neruda dijo: “En realidad, la experiencia (de conocer Machu Picchu) lo removió profundamente, tocó las fibras más secretas de su personalidad, y estimuló su imaginación y su verbo como pocas otras experiencias de su vida”. Sostuvo, también, el ahora premio Nobel, quien lamentablemente no estará para la celebración, que el poema es “una indagación sobre el secreto que guardan estas piedras respecto de quienes las trabajaron y habitaron entre ellas, unos hombres en quienes el poeta reconoce a sus antepasados: a los fundadores de lo americano”.
El encuentro histórico volvió a repetirse este año: Los Jaivas y su música, los versos sublimes de Neruda y, el majestuoso Machu Picchu y sus cóndores, festejando el centenario del santuario inca.


Los temas poéticos musicalizados encajan para el goce, con lo místico y ancestral de la ciudadela. En Machu Picchu sucede que al tocar sus piedras tutelares, uno contempla, como si fuera un espejo, sus lejanos orígenes.

ARTÍCULO POEMA EN VERTICAL:

I
Es Machu Picchula ciudad donde Dios se desprestigiaporque demuestra que él nunca hizo nadaque se pudiera comparar con ellaEso dije una tardea los repórteres del cielo que acudieron a vermea saludar al vasto poeta de la patriaque llegara en un átomo de vozSe publicó en los diariosdel firmamentoy Dios bajó inmediatamentea averiguar con sus sentidos propioslo que hubiera de triunfoen una afirmación tan jardinerade un hombre célebre como yo hasta el puntode que es el mundo el único lugar donde no soy famosoY comprobó que el orbe con estrella y luna conseguidose levantaba todas las mañanassin que lo despertasenque en la epidermis de los Andesquedaba el aire estacionadocon la intención acaso de vestirlosque acudían los vientos apuradosa hacer entre las piedras sus diligencias más necesitadasque el horizonte estaba izadocual cósmico fanalpara guiar el paso de los díasy evitar que las noches se cayeran en las lagunas próximasque las cuatro estacionessin discutir sus turnosadveníanen calidad de vuelos tutelaresa proclamar sus nidos en las cumbresque se había logrado multiplicar los faros naturalespara tener al infinito sometido a una estricta vigilanciay se había amansado pues nada menos que a la creacióna fin de hacerla provechosacomo si fuese un animal domésticoAnte tan altas pruebas de doctorado en geología humanaante tanta ocasión para sus celos¿a Diossúbitamenteno le asomaron predisposicionespara abdicar y transformarse en hombre?
De Patria Completa, Alberto Hidalgo, 1960.






AGENDA SEMANAL

Jornadas arguedianas
Conferencia "Narración oral y paisaje"
A cargo del Dr. Martin Lienhard, profesor de la Universidad de Zurich
Organiza: ICPNA Región Centro
Fecha: lunes, 11 de julio
Hora: 7 pm
Lugar: Auditorio del ICPNA Región Centro - Jr. Ayacucho 169, Huancayo.
INGRESO LIBRE

Cine foroCiclo: CómicsPelícula: Sin CityForista: Marlon Zenteno
Organiza: Centro Cultural Universidad Continental
Fecha: lunes, 11 de julio
Hora: 7 pm
Lugar: Sede Central, calle Real 125, Huancayo.
INGRESO LIBRE

Recital de guitarra peruana
A cargo del guitarrista Italo Llanco
Organiza: ICPNA Región Centro
Fecha: viernes, 15 de julio
Hora: 7 pm
Lugar: Auditorio del ICPNA Región Centro - Jr. Ayacucho 169, Huancayo.
INGRESO LIBRE

Caligrama en homenaje a Machu Picchu

Solo 4

Un caligrama es una composición visual que con el uso y disposición deliberada de letras, frases, oraciones u otros, se forman figuras diversas. Las líneas del dibujo son reemplazadas por los textos que, a su vez, expresan visualmente lo que las palabras dicen.

“Machu Picchu encima del Mundo” es el título del caligrama hecho en homenaje al centenario de este monumento arquitectónico. Fue escrito y diseñado por Rodolfo Rojas Villanueva, un reconocido activista ecológico nacido en Cerro de Pasco, quien hoy, con esta composición, demuestra que Machu Picchu no solo es importante para el Cuzco o los turistas, sino para todos los peruanos.
Los caligramas han estado presentes en el arte desde hace más de medio siglo. Así, Rojas Villanueva comparte el diseño de estas “poesías visuales” con el poeta cubista francés Guillaume Apollinaire; con el chileno Vicente Huidobro; el cubano Guillermo Cabrera Infante; el argentino Oliverio Girondo o con los peruanos Carlos Oquendo de Amat, Jorge Eduardo Eielson y Arturo Corcuera.
Esta es parte de su creación: “Machu Picchu/alma y espíritu planetario/ciudad estelar de los Incas/arquitectura inacabable/rama de Caral, hoja de Chavín/pétalo de Wari, nieto de Sipán/de ti nacieron la papa y el maíz/para salvar del hambre a Europa/Hoy, nuevamente nace de ti/ la esperanza para el hombre”.

Quipus - 5
Para los ojos muertos del turista, Cuscoes un souvenir, un regalo de bodas, piedray tiempo cantada por Neruda, Martín Adány otros más pequeñitos como Diego López.Para quienes arañan los surcos, Cuscoes tierra o muerte.
De Aguardiente, for ever; Hildebrando Pérez Grande, 1978.