sábado, 5 de marzo de 2011

Solo 4 “355” del 05 de marzo de 2011

LA CITA

“Diabólico, agazapado, relamiéndose, Tom esperaba que Jerry cayera en la trampa. Jerry no cayó, y llovieron sobre Tom catástrofes incontables.”

Julio Cortázar, “Cartas de mamá”

Presidenta de Argentina retira el veto a Vargas Llosa


La misiva que un grupo de intelectuales argentinos, liderados por director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, envió en rechazo al último Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, y su presencia en la inauguración de la próxima Feria del Libro de Buenos Aires, fue retirada a pedido de la propia presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La mandataria expresó que “la discusión no puede dejar la más mínima duda de la vocación de libre expresión de ideas políticas”. Así también nuestro escritor bandera refirió al diario español El País: "Me parece muy lamentable que alguien quiera vetarme en Argentina, porque la única vez en que me ocurrió eso fue durante la dictadura militar, cuando un general que se llamaba Harguindey prohibió dos de mis libros, "Pantaleón y las visitadoras" y "La tía Julia y el escribidor”.

Dos vertientes de un mismo río


José María Arguedas y Josué Sánchez:


Luis Puente de la Vega Rojas

La pintura y la literatura son dos vertientes de un mismo río. Ambas alimentan al hombre y lo descubren como un ser dispuesto a dar lo mejor de sí por aquello que ama y admira. En la siguiente entrevista, Josué Sánchez, nuestro pintor más destacado, habla sobre José María Arguedas, y la huella indeleble que el escritor ha dejado sobre sus lienzos.

Es bien sabido que, en su trabajo, hay una gran influencia de la obra de José María Arguedas ¿Llegó usted a conocerlo?

Sí, yo tenía mucho interés por conocerlo. Lo admiraba, pues había leído algunas de sus obras. Fui al Instituto de Cultura, cuando él estaba en la dirección y lo escuché hablar sobre el campo, el campesinado y sobre el Dr. Quijada Jara. Fue algo muy rápido, pero para mí, fue un gran honor conocerlo.

¿Cómo empieza la influencia de Arguedas sobre usted?

Yo ya había leído obras semejantes a las de él, pero el día que cogí “Yawar Fiesta” y “Agua”, vi que había algo más en sus historias; había más profundidad en los temas del campo, que me llevaban mucho más a la realidad en la que yo había vivido. Entonces, encontraba eso y me estimulaba a conocer más de él.

Arguedas fue un escritor muy prolífico. De entre todo lo que usted ha leído, ¿Cuáles son los libros que más lo han marcado?

He leído casi toda su obra, pero me impresionaron mucho “Los ríos profundos” y “Todas las sangres”, sin embargo, cada una de sus novelas tiene un lugar especial, un espacio diferente que desarrolla un tema distinto. Luego, también, están libros más fuertes como “El sexto”, que no es de mis favoritos, pero es relevante. Se tiene “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, que es el diario donde habla de todo lo que le ha pasado en su vida y donde muestra todas sus contradicciones con Cortázar sobre ser un escritor, y donde también manifiesta su sufrimiento y anuncia su final. Luego, vendría un libro que considero como una biblia andina: “Dioses y hombres de Huarochirí”, que es la traducción de un manuscrito de 1577, que recogió Francisco de Ávila, y que Arguedas traduce con un encanto narrativo increíble.

Usted ha ilustrado también algunos de sus libros.

Sí, ilustré este último por encargo de Siglo XXI. Para mí fue todo un honor ilustrar la portada y algunos interiores. Lo hice con mucho gusto, aunque esto me obligó a pintar muchos cuadros más. Otro gran libro, que, sin embargo, no ha sido tan difundido es “Cuentos mágico religiosos de Lucanamarca”. Son relatos que salieron en una revista de la Universidad de San Marcos, durante los años 70, pero que no se volvieron a reeditar. Durante esa década, los empecé a ilustrar. Fue difícil encontrar quien lo quisiera publicar, pero actualmente está en edición. Probablemente, para Junio debe estar listo, con el sello de Quiroz Editores.

Frente a esto, ¿Cómo ve hoy a la obra de José María Arguedas?

José María Arguedas no tiene un alcance fuerte, no se ha leído mucho. Aun en Europa, hay una gran dificultad para leerlo, pues presenta un mundo andino tan complicado que parece una fantasía, tan inverosímil, que solo los que la hemos vivido, podemos entender.

Durante este año, se habla mucho sobre Arguedas, y, también, se ha dicho mucho sobre su supuesta paternidad, de una hija, en Apata. ¿Qué cree usted con respecto a esto?

Rotundamente, él no ha tenido una hija. Yo leí una carta en la que Arguedas le decía a su amigo, el Dr. Quijada Jara: “Sergio, tu sabes que no puedo tener hijos. Cuánto me hubiera gustado tenerlos. Tú ve ese caso”. Era un juicio que él tuvo, y por el cual sufría, al punto de querer, como en otras ocasiones, suicidarse. Quijada Jara llamó a la madre de la niña, habló con ella, y ella no hizo más. Existen unas cartas, pero son cartas de pasión, en las que da todo y acepta hacerse de la niña. Sin embargo, si se leen las últimas cartas, su relación se iba enfriando, al punto que le preguntaba a la madre: “Vilma, ¿Qué pasa contigo?”. Además, la sobrina de Arguedas, Donatilda, también tiene algunas cartas donde él habla sobre este tema.

Para terminar, si lo tendría al frente, ¿Qué le diría?

Gracias maestro por influir en mi obra. Pues lo que yo hago en pintura, él lo hizo en la literatura. Creo que aún me falta mucho, mucho que hacer, pero por él, estoy en el camino.

El buen salvaje

La insoportable humanidad de los escritores

Sandro Bossio Suárez

Un chico y una chica coinciden en un puente de Praga. Son jóvenes, él apuesto y arriesgado, un desertor de la aviación checa; y ella tímida y cándida, una estudiante sin pretensiones políticas. Se conocen de hace tiempo, conversan un poco, se cuentan cosas triviales. Antes de despedirse él le confiesa que está trabajando en secreto para los Estados Unidos y le pide un favor. Es 1950 y el comunismo aletea sobre ellos como un ave rapaz. Ella cumple con el favor que le promete al amigo, pero comete un gravísimo error: le cuenta a su novio que el muchacho es un espía. Y entonces el ave, con las garras dispuestas, se abate contra éste. Medio siglo después el mundo sabría que la responsabilidad gravitante de este caso fue la de un escritor famoso.

Los personajes tienen nombres: el espía se llama Miroslav Dvoracek; la bella ingenua se llama Iva Militka; el novio se llama Miroslav Dlask; y el escritor implicado es nadie menos que Milan Kundera, amigo de los últimos. El encuentro del puente marcará para siempre sus vidas. El espía Dvoracek fue detenido y sentenciado a 21 años de prisión en los campos de concentración de Pribram. Esos mismos personajes ahora ya no son los jóvenes apuestos de los cincuenta: bordean los ochenta años, algunos son famosos y otros han muerto, y grandes culpas pesan sobre ellos.

La pobre Iva ha vivido muchas décadas con un cargo de conciencia atroz, culpándose por abrir la boca y con la duda de si fue su marido o el amigo del marido el delator. Pero hace poco un documento de la policía checa ha sacado a la luz que en realidad fue el escritor Milan Kundera quien delató a Dvoracek. Ahora que ha surgido el documento, ella se siente más tranquila. Quien no puede dormir en paz, seguramente, es el propio Kundera.

No es la primera vez. El nobel Günter Grass también probó el amargor de las confesiones tardías. A punto de cumplir los 80 años, reveló haber servido en las “Waffen-SS” de Hitler a los 17 años, desencadenando una fusilería de comentarios y sindicaciones.

Pasó lo mismo con el arzobispo norteamericano Valerian Trifa, escritor católico, a quien en 1984 pusieron su verdadera identidad en evidencia: un temible nazi que cometió los más horrorosos crímenes de guerra contra la comunidad judía rumana.

¿Hasta qué punto es imperdonable la actitud personal de un artista en decisiones que al parecer marcan sus pasados? Estos casos despliegan el debate sobre la humanidad de estos hombres que no son de papel, sino de carne y hueso.

El análisis habría que hacerlo con un único catalejo: el de la naturaleza común del hombre. Los autores famosos, los héroes de la sociedad, antes que artistas son seres humanos. Y todos estamos regidos por nuestra condición de mortales, y tomamos decisiones según nuestras situaciones personales o sociales que cambian con los tiempos. Por ejemplo, en el caso Kundera, se vivía los años 50 y entonces la delación era una de las formas de vida más cotidianas: quien no delataba al enemigo, era cómplice, delinquía con el estado y consigo mismo. Al menos eso es lo que el sistema había concienciado en la gente. Algo así como no delatar hoy a un musulmán sospechoso en un aeropuerto. Kundera seguramente tuvo miedo. Y colaboró con el sistema totalitario con el que tanto discrepaba. No quería hacerse problemas. Hoy lo niega todo. Y dice que es una patraña. Que no hay pruebas suficientes. Hay incluso quienes afirman que es un artilugio montado para catapultar la venta de sus libros que se habían venido a menos.

Las dudas se ciernen, pero la verdad es que, a partir de esto, ya no leeremos más al héroe Kundera, sino al ser humano, al más pedestre, al que se parece a nosotros. Y buscaremos en sus textos no ya los soflamados diálogos de la enigmática Teresa contra el sistema, sino la voz susurrante del temor, de la sospecha, de las desconfianzas de un autor que un día actuó como nosotros.

EL LIBRO QUE CAMBIÓ MI VIDA


Lolita
Antony Llanos


“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía”, fue lo primero que leí, y no imaginé la gran novela que iba descubriendo a la misma velocidad con la que Humbert-Humbert conduce en la censurada y genial novela de Vladimir Nabokov: “Lolita”.
El libro está divido en dos partes y demoré quince días para cada una. La obsesión de un cuarentón, hacia una adolescente, se transmite mediante las palabras enriquecidas por las sutiles frases en francés, que inyectan, a cualquier lector, la misma intensidad para disponerse a amar. Yo amé la escena en que ambos personajes salieron de las hojas, convirtieron la tinta en sangre y comenzaron a existir. Podía oler como destilaban feromonas, en el momento cúspide, cuando el uno poseyó al otro. La historia pareció haber culminado en un clásico final, igual que la cadenciosa madrugada vislumbrada por la ventana de mi habitación.
En la segunda parte, el libro comienza a desdoblarse. La inmaculada es afectada por la polución. La aparición de un personaje misterioso emociona, y más cómo Humbert-Humbert pierde la paciencia y su vehemencia, lo cual se refleja en cada palabra. Inicia la locura.
Más allá de la melancolía que produce la muerte, en el caso de Aschenbach, fiel amante del pequeño Tadzio en “La Muerte en Venecia”, de Thomas Mann, Nabokov oculta algo más desolador que la propia desaparición del cuerpo: la soledad.
No fue fácil aceptar, mucho menos lo será para los amantes que disfrutan de la juventud de sus parejas, creer que la llegada del envejecimiento, que el migrar a otras pieles, pueda ser más doloroso que morir o dejar de existir.

Microcuento

La visita

Alberto Benza González

Llevo años trabajando de vigilante en el cementerio “Jardines de La Paz”. En realidad mi labor consiste en retirar a las personas del campo santo cuando culmina el horario de visita, sin embargo hago una excepción con una bella mujer que se resiste a salir.Todos los días viene sin falta. He buscado acercarme a ella, pero cada vez que lo intento se aleja y se disipa frente a su lápida.

Perfume de mujer

El armario

Thomas Mann


Ella estaba totalmente desnuda y uno de sus brazos esbeltos se levantaba para engarzar un dedo en uno de los ganchos del techo del armario. Largas oleadas de cabello castaño caían sobre sus hombros infantiles, respirando ese encanto al que no cabe otra respuesta que un sollozo. La luz de la vela se reflejaba en sus ojos rasgados. Su boca era un poco grande, pero tenía una expresión tan dulce como la de los labios del sueño cuando, tras varios días de dolor, nos besan la frente. Sus caderas formaban nido y sus esbeltas piernas se pegaban la una a la otra.

Función continuada: En cartelera

Volvemos a la cartelera pobre en Huancayo

Juan Carlos Suárez Revollar

Dos de cada tres películas de interés para la crítica que se estrenan en el país no llegan a nuestra ciudad. ¿A qué obedece esa proporción, por demás injusta y hasta grosera? Entre otras razones, a que la programación de la cartelera no se hace en Huancayo, sino en Lima. Se formula con cierta anticipación en base a suposiciones sobre las probables preferencias y rasgos socioculturales del público local y al número de copias disponibles de cada película. En esta azarosa selección queda fuera la mayor parte de títulos que podría elegir un aficionado al cine. Por ello, aun si uno de ellos alcanza altas ventas en taquilla, si ha sido programada para proyectarse durante una semana, no podría estar en cartelera por más tiempo.

Es de esa forma que muchísimos filmes nunca llegan a Huancayo. Aunque es habitual que sí entren a otros mercados, como el de Arequipa y Trujillo, además de Lima.

En su balance de fin de año de la cartelera local, nuestro colega Jorge Jaime enumeró los filmes con mejor crítica que la conformaron (“Lo mejor y lo peor del cine 2010”, “Solo 4” del 1º de enero de 2011), pero destacó que “estuvo plagada de malas películas”. Si en 2010 ya ocurrió eso, lo más probable es que este año la cosa no sea diferente.

Aun si los programadores de Cineplanet siguen sus criterios lógicos para la elaboración de la cartelera de provincias, dice mucho y mal de ellos que descuiden a un nicho de mercado deseoso de ver lo más destacado de la cartelera nacional.

Y el Oscar va para:

El domingo último se entregó los premios Oscar. Entre las películas que compitieron y que se encuentran o han pasado por la cartelera nacional, “El discurso del rey” obtuvo los dos premios principales: Mejor película y mejor director (Tom Hooper), además del de mejor actor principal y mejor guión original. “El peleador” recibió los de ambos actores secundarios, y “El cisne negro” el de mejor actriz principal. “El origen” también recibió cuatro premios, entre los que destaca el de fotografía; Y “Red social” recibió tres, el más importante de los cuales es el de mejor guión adaptado. “Toy Story 3”, por su parte, ganó en la categoría de mejor filme animado.

El poderoso western de Joel y Ethan Coen “Temple de acero”, remake de la obra maestra “True Grit” dirigida Henry Hathaway y protagonizada por John Wayne, no obtuvo ningún premio pese a su alto nivel. Algo similar pasó con “127 horas” de Danny Boyle.

Lo único que cabe esperar es que las películas mencionadas que faltan proyectarse en Huancayo lleguen, pues son ahora lo mejor de la cartelera nacional.