miércoles, 17 de agosto de 2011

El centenario de Cantinflas

Jhonatan Salazar Fernández
Mario Moreno Reyes, más conocido como Cantinflas, es un personaje que merece ser recordado, no sólo porque se cumplen cien años de su nacimiento (México, 12 de Agosto de 1911 - 20 de Abril de 1993), sino por la trascendencia de su vida y actividad como comediante que supo perpetuar con los éxitos de sus películas, y sobre las cuales nos hemos identificado innumerables veces. Cantinflas era aquel personaje mal vestido, con el pantalón a la cadera que denotaba gracia, con una chalina en símbolo de chaleco y unos bigotes especiales, los cuales lo constituyeron como un ícono universal de la pantalla chica.
Su fama tuvo que atravesar momentos difíciles: empezó desde muy joven a trabajar en diferentes circos contando chistes y realizando trucos de magia, luego se dedicó, por una corta temporada, al boxeo, pero por los riesgos que afrontaba opto por trabajar en el teatro y cine. Por sus ocurrencias y su gran habilidad para la actuación empezó a filmar películas. En medio de la creciente fama que iba cosechando, tuvo que soportar las hostilidades y críticas constantes de productoras de televisión de diferentes países que no tienen como idioma principal el español, por la dificultad que significaba traducir a sus idiomas las expresiones y frases aceleradas, tal como lo disertaba en su intensidad y sentido concreto.
Sobre su apelativo de “Cantinflas” se han ensayado varias versiones, pero creo que la más acertada radica en la mención que hace el ensayista mexicano Carlos Monsiváis, quien dice que el hecho de que Mario Moreno, estando frente al público en el circo Ofelia, olvida su monólogo y para cumplir con su responsabilidad, empieza a expresar palabras no estructuradas, sin ningún orden frente a los espectadores, conllevando a una magnifica incoherencia, ocasionando el aplauso desmedido del público y el grito de unos cuantos asistentes que le balbuceaban a viva voz: “cuanto inflas”, pues mientras más frases expresaba, mostraba mejor sus expresiones, ocasionando la gracia de sus espectadores. Es así, que de aquella contracción nace el sobrenombre de “Cantinflas”. Aquel apelativo es definido por el DRAE como el hecho de hablar de forma disparatada e incongruente sin decir nada, pero que puede causar innumerables carcajadas.
Sus iniciales producciones fílmicas tomaron como patrón los modelos de Charles Chaplin, quien en alguna oportunidad lo catalogó como “el mejor comediante del mundo”. Considero que no se ha equivocado, debido a que no solamente sus películas tienen un formato completo para provocar risas, sino de enseñar y educar a sus espectadores. Se puede rememorar en una de sus películas, “Si yo fuera diputado”, una de sus frases más hermosas: “Tal vez mis palabras no sean hermosas. Es porque nunca las he bañado con la demagogia de falsas promesas”, en clara alusión al mensaje a los políticos convencionales que luchan por acceder al poder, muchas veces por mecanismo incorrectos. Y es que para Cantinflas no era importante tener un buen discurso, que frecuentemente contiene innumerables mentiras, sino demostrar con acciones sinceras y buenas prácticas lo que se aspira lograr.
Evocar la memoria sobre Cantinflas es interesarse por sus mejores producciones, contempladas dentro de sus 51 películas —17 a colores y 34 en blanco y negro—, que seguramente siguen encandilando a todas las generaciones. Pienso que sus 100 años deben servir como incentivo para que se retome el interés hacia aquellos filmes, a fin de revalorar el significado de lo que pretendía manifestar: la sensibilidad de un comediante con una exacerbada sensibilidad social.

Sus iniciales producciones fílmicas tomaron como patrón los modelos de Charles Chaplin, quien en alguna oportunidad lo catalogó como “el mejor comediante del mundo”.




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