sábado, 9 de abril de 2011

Microcuento

Esperanza
Álvaro Sánchez Schwartz

Al ver caer la lluvia sobre las flores, María me dijo que todo iría mejor. Hacía más de un año que me habían traído a este hospital y ella me aseguraba que pronto saldría de ahí. En este tiempo, mis ideas habían ido cambiando y ese violento frenesí de delirios, voces y visiones que se apoderaban de mí ser, se habían alejado de mí para poder morir. María me decía que aquella lluvia no podía ser sino un augurio eterno y cierto de que esa etapa de mi vida desaparecería en el olvido. Gracias a sus palabras, la tristeza y la melancolía, aquella huella dolorosa de mi alma, dejaba de ser eterna. Le agradecí conmovido su compañía y sus palabras, y le hice un guiño cómplice a su voz. Apagué las luces, cerré mis ojos y la sombra de María voló hacia el jardín.

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