sábado, 29 de enero de 2011

Tiempos de agitaciones: Arguedas y “Santa Isabel” de Huancayo

Eduardo Valentín Muñoz

Según Carmen María Pinillas y Temístocles Bejarano, el 15 de marzo, en que se iniciaba el año escolar de 1928, una noticia publicada en “El Heraldo” trastocó el regocijo estudiantil lorentino. La dictadura de Leguía había decidido cambiar al director del más importante centro de estudios de la región, el Colegio “Santa Isabel”. El maestro Antonio Guillermo Urrelo, muy apreciado por los isabelinos, era cambiado por Juan Francisco Franco, para entonces director del San José de Jauja. Este y otros cambios en la plana de docentes propició la respuesta de los estudiantes que en ese momento decidieron formar una organización federativa: Federación Estudiantil Isabelina (FEI), integrada por alumnos de distintos grados, encabezada por Jorge Prialé como Presidente y por José María Arguedas Altamirano como Vicepresidente. Esta fue la estructura que condujo una importante movilización con desplazamientos a Jauja y por casi toda la ciudad de Huancayo. La FEI tuvo, a iniciativa de Arguedas con sus cortos 17, que llegaba trasladado de Ica al tercer año de secundaria, un tabloide que tomó el nombre de “Antorcha” y que salió a la luz, el 1º de junio de 1928, en la histórica imprenta de Gregorio Lazo Sánchez, periodista de ideas renovadoras y guía de la juventud ávida de paz y justicia social. En este impreso salen por primera vez las ideas progresistas y germinales de nuestro posterior autor de “Los ríos profundos”.
En 1928, Huancayo se iba proyectando como ciudad que expresaba un crecimiento desigual, marcado por las diferencias sociales. Precisamente, Antonio Urrelo, como director de “Santa Isabel”, había llevado a cabo con maestros y estudiantes isabelinos el censo poblacional de 1927, donde se señalaba que Huancayo era una ciudad con 11,164 habitantes en el radio urbano y 24 mil habitantes para todo el distrito. Es por estas iniciativas que Urrelo y el colegio de Lorente, tenían el aprecio de toda la ciudadanía. Este era el contexto que recibía y defendía, el joven Arguedas, en Huancayo.

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