sábado, 24 de julio de 2010

Fútbol (6): ¿Escribir sobre fútbol?

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)


¿Escribir sobre fútbol?

Javier Garvich

En el principio la literatura detestaba el fútbol. Rudyard Kipling hablaba de los futbolistas con el mismo odio con que Abraham Valdelomar juzgaba sobre cine. En la envarada cultura de la primera mitad del siglo XX escribir sobre deportes y ocio parecía una herejía anticultural. El escritor futbolero era mirado como un excéntrico que ocultaba su mediocridad jactándose de gustos populares. La reivindicación vino de Albert Camus, quien era suicidamente sincero, al confesar que todo lo que sabía de la moral humana lo aprendió del fútbol.
Fue en América Latina donde creció paulatinamente el fervor de los escritores por el fútbol. Desde los tiempos de nuestro Parra del Riego (el “Polirritmo dinámico a Gradín” debiera estar en todos los textos escolares) hasta la prosa rebelde de Eduardo Galeano (el fútbol como un capítulo más de su historia alternativa del continente). Rioplatenses como Oswaldo Soriano o Ernesto Sábato fueron futboleros furibundos. Mario Benedetti (“Montevideanos”) fue pionero en situar al fútbol como un referente de la cultura popular y la vida cotidiana de la ciudad.
Desgraciadamente hoy todo es distinto. Lo que era antes celebración del ocio creativo de las masas ahora se ha convertido en una subliteratura efectista que se regodea en un espectáculo podrido de famoseo y prensa rosa. Antes daba vergüenza escribir de fútbol porque te tildaban de “inculto”, hoy estás casi obligado a hacerlo para que no te llamen “quedado”. Y escriben de fútbol pitucos inútiles e hijitos de papá que nunca han conocido la tribuna sur de un estadio, arribistas que se disfrazan de escritores, escritores que se rinden ante el mercado.
Juan José Sebreli, el polémico sociólogo argentino, resulta atrozmente sincero cuando habla de agresividad intrínseca del fútbol, del “dribbling” no como un ejemplo de creatividad popular sino como un matiz de la personalidad instrumentalizadora, de la finta y el engaño, no como una estrategia heroica del pobre, sino como elementos de una ética espuria que lleva al autoritarismo y a la venalidad; donde Maradona es un perfecto símbolo de la degradación cultural del continente. El Maracanazo, Berlín 36’ y la Mano de Dios son nuestra versión regional del Romanticismo.
¿Cómo responder a eso? Quizá sólo desde experiencias auténticas más allá de los grandes discursos. Como el caso del narrador inglés Nick Hornby, quien confesó su enfermiza afición al Arsenal como la elemental vía de escape de un niño destrozado por el brutal divorcio de sus padres…

MÁS DATOS
Javier Garvich (Lima, 1965) es escritor y ensayista. Sociólogo de profesión, ha sido docente de periodismo en la Escuela Superior Jaime Bausate y Mesa y director de la revista “Quipu”. Es colaborador del diario “Expreso” y editor de la “Revista Peruana de Literatura”.

Fútbol (7): Las vuvuzelas

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)


Las vuvuzelas: la banda sonora del mundial

Carlos Mendoza Mesías

No, no son un grupo musical, tampoco las cantantes de la inauguración del mundial. Las vuvuzelas son unos instrumentos de viento que han venido a reemplazar a las chicharras, matracas y otros artefactos sonoros que los hinchas hacen sonar para alentar a sus equipos.
Pero, ¿qué es la vuvuzela? Es una especie de corneta de plástico. El sonido que produce es similar al barritar de un elefante o al zumbido de una abeja. Originalmente se fabricaron con estaño, y ya en 1978, para el Mundial de Argentina, se popularizó en su material actual.
Al margen de que provengan del África, en América, Oceanía y Europa encontramos artefactos similares con un profundo significado para las poblaciones que las concibieron. En el Perú, por ejemplo, tenemos el Pututo, los Pororós, el Yungor y la Waqra, elaborados a base de spondylus, calabazas, cañas y cuernos de res unidos; y emiten un sonido parecido al de las vuvuzelas. En la antigüedad tuvieron la función de amedrentar al enemigo, pero ahora anuncian el inicio de las fiestas patronales y de las festividades.


MÁS DATOS
Leonardo Carlos Mendoza Mesías es docente de la Facultad de Antropología de la Universidad Nacional del Centro del Perú.

Fútbol (8): ¿Interacción de culturas o negocio?

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)

Mundial de fútbol: ¿interacción de culturas o negocio?

Cristina Oré Rios

El mundial Sudáfrica 2010 se abre paso. Los supermercados ofrecen lo último en tecnología digital (televisores y celulares), y Shakira y David Bisbal han adquirido más fama por sus temas dedicados al mundial. Entretanto, sólo el cinco por ciento de la población sudafricana disfruta de los partidos emitidos en su propio país; y en el mismo lugar, el fútbol se constituye en uno de los negocios más rentables del mundo. Por todo ello, aconsejo a los que han recibido el mundial con los brazos abiertos, que de igual forma acojan la cultura, el arte y la literatura.

Fútbol (9): El partido final

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)


Cuando el fútbol traspasa las canchas:
El partido final

Juan Carlos Suárez Revollar

Sólo él sabía que era su último partido. La consigna era clara: debía jugar, acaso dar espectáculo, pero se le había prohibido, a él, al mejor centro delantero del mundo, marcar un gol.
No era demasiado alto, y de su rostro triangular y alargado destacaba su frente cada vez más amplia y sus ojos transparentes. Era muy delgado, como de papel: el hombre de papel, lo llamaban, pues se movía en la cancha y eludía a los defensas como, en efecto, un trozo de papel movido por el viento.
Su nombre era Matthias Sindelar y era judío. Entonces los nazis ya habían anexado Austria, y querían también absorber a la “Wunderteam”, el maravilloso equipo, como se llamaba a la selección austriaca, para formar un nuevo equipo que les diese la victoria en el mundial de Francia 1938. Pero Sindelar había visto destituidos de sus puestos a muchos amigos suyos del “Austria Vienna” para ser reemplazados por sendos directivos alemanes: no le gustaban los nazis.
Durante el proceso el Ministerio de Deportes del Reich organizó un encuentro amistoso entre las selecciones de Alemania y Austria, que sería el último partido de éste como país: su despedida antes de disolverse, y el capitán, por cierto, fue Sindelar.
La diferencia de ambos equipos era clara. Mientras el desempeño de Alemania era mediocre, el de Austria era más que sobresaliente, y el de Sindelar, impresionante. Todo el primer tiempo Sindelar burlaba a los defensas y, listo para marcar el gol, se daba vuelta meneando la cabeza. Pero en el segundo tiempo, acorde con sus planes, anotó un gol. Corrió hacia el palco de honor y, deteniéndose ante los funcionarios alemanes, danzó. Danzó en tanto los alemanes lo miraban, danzó ante la cólera contenida de éstos, que no se lo perdonarían. El partido terminó 2 a 0 a favor de Austria.
Poco después Sindelar pasó a la clandestinidad, y al año siguiente fue encontrado muerto en su departamento junto a su novia. La causa de la muerte se tipificó como envenenamiento accidental por el gas de la estufa, aunque no se descarta ni el suicidio ni el asesinato. A su funeral asistieron más de 15 mil personas que vieron en él un símbolo de la resistencia austriaca.

MÁS DATOS:
Matthias Sindelar (1903-1939) ha sido considerado recientemente como el mayor futbolista austriaco de la historia. Además del apodo de “hombre de papel”, por su delgadez, se le llama “Mozart del fútbol” por su distinción y habilidad en el juego.
La revancha del partido que le costó la condena nazi fue ganada por 9 a 1 a favor de Alemania.

Fútbol (10): MVLl: "Yo jugué en el Estadio Nacional"

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)

Mario Vargas Llosa:
"Yo jugué en el Estadio Nacional"


“Yo vivo el Mundial como lo viven todos los aficionados, con gran expectativa. Y soy muy aficionado, desde chiquito. Yo llegué, y es uno de mis grandes orgullos, a jugar por el Universitario, que es mi equipo en el Perú (en España soy del Real Madrid). Llegué incluso a jugar una vez en el Estadio Nacional contra el rival clásico: el Alianza Lima. Jugaba como defensor derecho con los calichines, los más chiquititos. Alcancé a patear una sola vez la bola, pero lo importante es que me puse el uniforme y salí a la cancha de ese estadio. Estoy orgullosísimo de esa hazaña infantil. No lo hice muy bien, pero sí con gran entusiasmo”, dijo Mario Vargas Llosa a propósito del Mundial Sudáfrica 2010.

Fútbol (11): Borges odiaba el fútbol

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)

Borges odiaba el fútbol

Zoé Robledo

Jorge Luis Borges decía: "El fútbol es popular porque la estupidez es popular". Para él el fútbol era feo estéticamente. "Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos". También llegó a decir que el fútbol es fundamentalmente agresivo, desagradable y comercial: "La idea que haya uno que gane y que el otro pierda me parece esencialmente desagradable. Hay una idea de supremacía, de poder, que me parece horrible". Pero Borges no se detuvo en la crítica al deporte, además fue feroz también con su afición, a la que calificaba de hipócrita: "El fútbol en sí no le interesa a nadie. Nunca la gente dice 'qué linda tarde pasé, qué lindo partido vi, claro que perdió mi equipo'. No lo dice porque lo único que interesa es el resultado final. No disfruta del juego". Y sobre las implicaciones políticas de este deporte, sus opiniones son implacables. Decía: "El fútbol despierta las peores pasiones. Despierta sobre todo lo que es peor en estos tiempos, que es el nacionalismo referido al deporte, porque la gente cree que va a ver un deporte, pero no es así". Y cerraba el desfile de agravios contra el fútbol, acusando a sus creadores: “Qué raro que nunca se le haya echado en cara a Inglaterra haber llenado el mundo de juegos estúpidos, deportes puramente físicos como el fútbol. El fútbol es uno de los mayores crímenes de Inglaterra".
En 1978, a modo de protesta por el campeonato de fútbol que se estaba realizando en Argentina, el mismo día y a la misma hora en que la selección argentina debutaba en la Copa, Borges dictó una conferencia sobre el tema de la inmortalidad.

Fútbol (11): Oda al fútbol y a la literatura

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)

Oda al fútbol y a la literatura
Diego Gándara

Uno de los primeros en dar el puntapié inicial fue el francés Henri de Montherlant, quien en 1918 publicó “Los once ante la puerta dorada”. Años más tarde, Pablo Neruda le siguió en el juego y reivindicó el oficio del futbolista en los poemas “Los jugadores” y “Colección nocturna”, reunidos en “Crepusculario” y “Residencia en la tierra”, respectivamente.
Difícil, pese a todo, sucumbir a la tentación de asistir a un partido de fútbol y de doblegarse ante la magia escondida en un balón que va a parar al fondo de la portería y despierta la algarabía unísona de la afición. Gabriel García Márquez, después de ver un partido entre Millonarios y Junior de Colombia, afirmó: “No creo haber perdido nada con este irrevocable ingreso que hoy hago públicamente a la santa hermandad de los hinchas. Lo único que deseo, ahora, es convertir a alguien”.
Antonio Gramsci, uno de los intelectuales comunistas más renombrados, tampoco resistió a la fascinación y dijo que el fútbol era “el reino de la lealtad humana ejercida al aire libre”. Escritores como Albert Camus y Peter Handke también encontraron en el fútbol una fuente de la que podían nutriste para pergeñar una historia, no sólo por su declarada admiración hacia ese deporte, sino porque en él se resumían los conflictos, las aspiraciones y la compleja vida de cualquier ser humano.
El autor de “La peste”, que en su juventud fue portero en un equipo de Argelia (el Racing Universitaire), solía afirmar que el hecho de saber que la pelota nunca llega por donde se la espera le había ayudado mucho en la vida y que lo poco que sabía de la moral y de las obligaciones de los hombres se lo debía, precisamente, al fútbol. Por su parte, el ahora polémico escritor austriaco resumió los temores más recónditos del alma humana en un título por demás revelador: “El miedo del portero al punto de penalti”.
Arte redondo. Con la globalización del espectáculo, el fútbol dejó de ser un deporte no apto para intelectuales. Y autores como Jorge Amado, Mario Benedetti, Augusto Roa Bastos, Juan Carlos Onetti, Rubem Fonseca, Miguel Delibes, Ignacio Martínez de Pisón, Nick Hornby y Manuel Vázquez Montalbán se han acercado sin complejos ni culpas a un deporte que despierta las pasiones más ocultas y que, en palabras de Javier Marías, es “la recuperación semanal de la infancia”.

Imagen: El jugador de fútbol (Pavluk Arkady Grigorievich - Ucrania).

Repentismo: La clavícula de Elleus

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)

El mundial

Leonel Soriano Egoávil

El mundo del fútbol saca roncha y pica
por las injusticias arbitrales en Sudáfrica.
Pero el error es humano, hermano.
Y la culpa no la tiene la FIFA, señores;
sólo un perdedor lloraría por camuflarle unos goles.

Zona franca

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)


Ciclo de Cine Argentino
Forista: Jorge Jaime Valdés
Hora: 7:00 pm
Miércoles 6: “El hijo de la novia”
Jueves 7: “Nueve reinas”
Viernes 8: “Martin H”
ICPNA Región Centro, Auditorio del Jr. Ayacucho 169
INGRESO LIBRE

"Kikinyari"
Serie de Video-Documentales de Pueblos Indígenas del Ecuador
Con la presencia del Dr. Diego Ribadeneira Espinosa, embajador del Ecuador en el Perú
Del 6 al 9 de julio a las 6pm
Centro Cultural Continental, Auditorio de la Sede Central, calle Real 125
INGRESO LIBRE

SOLO 4, EDICIÓN 319 DEL 26 DE JUNIO DE 2010

MUERE EL INDIO MAYTA

El artista vernacular Indio Mayta falleció el domingo último en Lima a los 79 años, a causa de una insuficiencia renal crónica terminal.
Su verdadero nombre era Miguel Ángel Silva Rubio, y había nacido en Celendín, Cajamarca. Grabó sus primeras canciones en 1957. Temas suyos como “El serranito”, “La matarina”, “El Cilulo”, “La China Carolina”, “Herencias” y “El peregrino”, lo convirtieron en un referente obligado del folclor nacional.
Su música también fue utilizada para fusiones con otros géneros, como el Rock y el Pop, y era escuchada además en otras partes de Latinoamérica. Él mismo participó en el cine; y también en la televisión nacional con marcado éxito.

Especial Saramago (1)


(Edición 319 del 26 de junio de 2010)



Especial desde Madrid para “Solo 4”:

Hasta siempre, Saramago

Carlos Villanes Cairo

El 2 de julio de 2001, José Saramago tenía que presentar, a mediodía, nuestra edición crítica de “El mundo es ancho y ajeno” en Madrid, y él estaba en Lisboa desde hacía una semana. Fiel a su palabra, llegó a la 11 en punto de la mañana al aeropuerto de Barajas de la capital de España y una hora después presidía el acto en la Casa de América de la Plaza de Las Cibeles.
De Rosendo Maqui, el célebre protagonista de la gran novela de Ciro Alegría, dijo que se parecía mucho a Don Quijote y que la pobreza en el mundo necesitaba caballeros que a falta de adarga y escudero esgrimieran las lanzas, y los puños cuando fuese necesario.
En agosto de 1996, cuando le conocimos en su casa de la isla de Lanzarote, nos confesó que deseaba visitar el Perú y pasear por Machu Picchu. Dos años después, fue el primer portugués en recibir el Premio Nobel, y también cumplió sus sueños de viajero. Dijo que aquello era una maravilla y sólo el genio de una raza milenaria y sabia, como la inca, podía haber construido un monumento de piedra en la parte más empinada de una montaña, rodeada de abismos.
Sobrevoló dos veces Machu Picchu, en helicóptero, y luego lo recorrió, escalón a escalón, durante varias horas.
El viernes 18, a la una de tarde, hora de España, José Saramago, el gran novelista luso, buen amigo del Perú y su maravillosa cultura prehispánica, murió víctima de una leucemia perniciosa en su casa, en el distrito de Tías de la isla de Lanzarote, ubicada en una pequeña colina desde donde divisaba el mar todas las mañanas, en compañía de su esposa Pilar del Río y sus cuatro mascotas, unos perros pequeños y juguetones.

DE CERRAJERO A ESCRITOR
Hijo de campesinos pobres, José Saramago nació en Azinhaga, el 16 de noviembre de 1922. Se trasladó a Lisboa para estudiar la primaria en una escuela fiscal y cuando empezaba el bachillerato, por falta de dinero, prefirió seguir el oficio de mecánico cerrajero que lo terminó 5 años después y lo ejerció durante 2 años, entre la chatarrería de un garaje. Sin embargo, descubrió los libros y empezó a leerlos, todos los días, en la biblioteca, aprovechando cualquier momento libre. Estudió literatura, por su cuenta, con verdadera pasión, sin la ayuda ni el consejo de nadie. “Fueron mi gran curiosidad y mi voluntad de aprender las que me llevaron a escribir”, nos dijo.
José Saramago, ante todo, es el gran escritor que antepuso la ética a su estética, su compromiso humano y moral ante cualquier otra alternativa del pensamiento, y se mantuvo fiel a sus convicciones políticas contra las posturas y disfraces que, algunas veces, toman el progresismo mundial en nombre de los débiles, desposeídos o seudo revolucionarios. Fue un señor de la amistad y predicó con el ejemplo.


SOLIDARIO CON EL PERÚ
Cuando al hoy reo, Alberto Fujimori, y por entonces presidente del Perú, se le entregó la golosina de nacionalizar elementos estratégicos del país, José Saramago, el 1 de septiembre de 1995, escribió: “viene la noticia de que va a ser presentada al Parlamento peruano una nueva ley de turismo que contempla la posibilidad de entregar la explotación de zonas arqueológicas importantes como Machu Picchu y la ciudadela preincaica de Chan Chan a empresas privadas mediante concurso internacional. ‘Clarín’ llama a esto ‘la loca carrera privatista de Fujimori’. A mí me parece bien, que se privatice Machu Picchu, que se privatice Chan Chan, que se privatice la Capilla Sixtina , que se privatice el Parthenón… que se privatice la Cordillera de los Andes… que se privatice todo… que se privatice la justicia y la ley… entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo… Y, metidos en esto, que se privatice también la puta que los parió a todos.”
Visitó nuestro país en varias oportunidades y su solidaridad no tuvo fronteras. Aun ya muy anciano y enfermo, ”algo cascado”, decía él, jamás dejó de asistir a una cita en los lugares más remotos del mundo, cuando alguna causa justa y noble, le reclamaba.

José Saramago y Carlos Villanes en Lanzarote.

Especial Saramago (2)

(Edición 319 del 26 de junio de 2010)

Otros cuadernos de Saramago

Lucía Baquerizo

Desde setiembre de 2008, José Saramago tiene un blog. De los ensayos cortos que plasmó en ese espacio, se formó “El cuaderno”, libro polémico y divertido, que reposado en la filosofía y cubierto de una exquisita nata poética, sublima lo cotidiano y hace que cualquier hombre ordinario, como lo somos la mayoría a su lado, aprenda a pensar, a cuestionarse, a empezar a sospechar; que Bush, por ejemplo, posee una “ignorancia abismal”, o que Berlusconi no es más que una “Cosa que da fiestas, organiza orgías y manda un país llamado Italia".
Nuestro Saramago (digo nuestro porque, al leerlo, uno para el tiempo, levanta el rostro y dice esto es mío) será eterno por sus libros, por su blog, y por todo lo que su mente expelió, porque, “en el fondo, todos tenemos necesidad de decir quiénes somos y qué es lo que estamos haciendo y la necesidad de dejar algo hecho, porque esta vida no es eterna y dejar cosas hechas puede ser una forma de eternidad”, y nadie lo supo mejor que él.

Especial Saramago (3)

(Edición 319 del 26 de junio de 2010)

La muerte de Saramago


Manuel Revollar Castro

Día viernes 18 junio. Las redacciones de todo el planeta informan del fallecimiento de José Saramago, gran hombre de letras, poeta, periodista, dotado de una gran lucidez, de ideas progresistas.
Hombre de origen humilde, supo superar y hacer frente a la adversidad y ganarse con los años un nombre, un prestigioso nombre.
Fue creador de personajes comunes en situaciones anormales (un país que se desprende del continente, una pandemia de ceguera), tenía un mensaje claro y directo y su obra concluye en que la sociedad se enreda en sus propios tentáculos y se convierte en su propio verdugo.
Ganador del premio Nobel de literatura en 1998, fue condenado por el vaticano, como en la Edad Media, sólo por escribir una versión distinta sobre Jesucristo (“El evangelio según Jesucristo”).
Idealista confeso, estuvo siempre en la búsqueda de una sociedad más humana. Nos deja un gran legado cultural. Descanse, maestro de la pluma, descanse en paz.

Perfume de mujer


El muchacho se quitó la camisa despacio. Despacio se acabó de desvestir, y sólo cuando ya no tenía ropa ninguna sobre el cuerpo, su desnudez, lentamente, se reveló. Así como si se estuviese curando de una ceguera de sí misma. La muchacha miraba de lejos. Después, con los mismos gestos lentos, se liberó del vestido y de todo cuanto la cubría. Desnuda sobre el fondo verde de los árboles.

José Saramago, “Desquite”

Especial Carlos Monsiváis (1)

(Edición 319 del 26 de junio de 2010)


Desde México, en exclusiva para “Solo 4”:

Carlos Monsiváis, cronista de la vida mexicana

Tomás Hidalgo Nava

Monsi es del pueblo; Monsi es de la gente. Así fue en vida, cuando el escritor mexicano Carlos Monsiváis (1938-2010) caminaba por la calle San Simón, o por el rumbo del Centro Histórico de la Ciudad de México, en donde todos, absolutamente todos, lo reconocían, lo saludaban y le pedían detenerse para tomarse una foto con él.
Pero también así fue en su muerte, acaecida el sábado 19 de junio, a las 13:48 horas, en el Instituto Nacional de Nutrición de la capital mexicana, al cual ingresó desde el pasado 2 de abril a causa de una fibrosis pulmonar. Cientos, miles se congregaron el día de su fallecimiento en el Museo de la Ciudad de México, a donde acudieron desde intelectuales y políticos hasta la gente común, sus lectores —e incluso los que nunca lo leyeron pero sabían de él, de su amor por la ciudad, de su compromiso con las minorías y las causas populares— para rendirle honores ante su féretro.
Todos, todos estaban ahí, como sucedió también el domingo 20, cuando después de negociar con la familiar de Monsi —como sus amigos le llamaban—, el gobierno federal pudo ofrecerle un homenaje de cuerpo presente al autor de libros como Amor perdido y Días de guardar en el Palacio de Bellas Artes, el recinto cultural más importante de México. Sólo un hombre como él, a quien el Premio Nobel Octavio Paz consideraba “un nuevo género literario” en sí mismo, pudo reunir en un solo lugar a personajes tan opuestos como el ex candidato presidencial de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador y el secretario de Educación Pública Federal, Alonso Lujambio; el historiador Enrique Krauze, con quien tuvo marcadas diferencias ideológicas, y la escritora Elena Poniatowska, su querida Elenita, con la que compartió años de tinta y amistad, de luchas y foros comunes.
“Se ve, se siente, Monsi está presente”, gritaron varios de los asistentes levantando el brazo izquierdo como si estuvieran en alguna manifestación sindical en el Zócalo, como las muchas a las que el propio Monsiváis acudió en vida y como las muchas a las que seguramente asistirá tras su muerte por medio de sus frases ingeniosas y su recuerdo, como el Cid de la palabra.
Todos querían que Monsi fuera suyo y no permitirían que el gobierno federal ni la derecha se lo apropiaran. Algunos, como la escritora Laura Esquivel, se atrevieron a gritar: “Fuera Lujambio”, mientras que la actriz Jesusa Rodríguez, gran amiga de Carlos y defensora del movimiento que buscó llevar a López Obrador a la presidencia de la República, se aproximó al secretario de Educación para decirle: “¡Qué poca vergüenza! ¿Qué está haciendo usted aquí? Haga favor de retirarse”. Pero no se fue y continuó aguantando que lo increparan en varias ocasiones.
“¿Qué vamos a hacer sin ti, Monsi?”, preguntaba Elena Poniatowska en su discurso. “Tú eres el enfrentamiento más lúcido al autoritarismo presidencial, el enfrentamiento más lúcido a las actitudes absurdas cuando no corruptas de las dos cámaras [de senadores y diputados], el enfrentamiento más lúcido a los abusos del poder, la denuncia más ingeniosa y persuasiva de las actitudes y del lenguaje de los políticos”, continuó la autora de La noche de Tlatelolco.
Y después vino el mariachi cantando “Amor perdido” para decirle adiós a Monsi, quien minutos más tarde se perdió dentro de su féretro en un océano de gente que lo llevó en hombros por la plancha del Palacio de Bellas Artes, para después dar su último paseo por el Centro Histórico de esta ciudad a la que supo describir, seducir y querer como nadie. ¿Qué va a hacer México sin ti, Monsi? Sin ti, no podremos entendernos.

Foto: Coordinación Nacional de Literatura de México.

MÁS DATOS:

Tomás Hidalgo Nava (Ciudad de México, 1970) es periodista. Trabajó en el diario Reforma y en Radio Unam. Ganó el Premio Casa de América Latina, otorgado por Radio Francia Internacional, por su cuento "El niño perdido". Tiene una maestría en Literatura Comparada por la Brigham Young University. Actualmente trabaja en la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes en México.

Especial Carlos Monsiváis (2)


(Edición 319 del 26 de junio de 2010)


El escritor que sí fue de sus lectores:
Carlos Monsiváis: aliado y voz de las causas perdidas
Desde Sinaloa, México, en exclusiva para “Solo 4”


Raúl Francisco Quiroz

Sus temas fueron la vida cotidiana, la cultura popular, la ciudad y su gente; sus causas fueron las de las minorías, las luchas sociales y la democracia; por eso el pueblo lo sentía tan amigo, tan hermano, tan cercano; y por eso lo lloró tanto en su muerte.
Carlos Monsiváis fue un crítico implacable y tenaz, que a través de sus crónicas y lúcidos ensayos, acabó por convertirse en la conciencia social de la realidad, no sólo nacional, sino latinoamericana. Las armas que tuvo fueron su voz y sus letras.
El intelectual escribió sobre la masacre estudiantil de 1968, el terremoto que destruyó la Ciudad de México en el 85, el levantamiento armado zapatista del 94, y el fraude electoral del 2006; y era un referente en el mundo literario internacional.
Y es que “Monsi”, como le decían los mexicanos de cariño, era de ese tipo de personajes que lo mismo departía con naturalidad con lo más selecto de la literatura, farándula o política mexicana; con el vendedor ambulante, el organillero o el vecino de la colonia o las calles por donde caminaba a pie, sencillo, sin poses.
Como dijo el poeta José Emilio Pacheco, era el “único escritor que la gente reconoce en la calle”. Con Monsiváis ocurría aún más: lo “apapachaban”, lo querían, lo sentían suyo, uno más del barrio, de la ciudad o de la universidad.
Tan es así que tras conocerse su fallecimiento el sábado 19 a causa de una fibrosis pulmonar, consternados vecinos del barrio San Simón Ticumac, en La Portales, lugar donde vivía y que nunca abandonó a pesar de su fama; salieron espontáneos y colocaron ofrendas florales, veladoras y carteles lamentando su eterna partida.
Su despedida fue de un grande. Centenares de ciudadanos se arremolinaron durante los homenajes de cuerpo presente que se le rindieron en el Museo de la Ciudad de México primero, y luego en el Palacio de las Bellas Artes. Y aunque las autoridades quisieron adueñarse de los eventos, el pueblo terminó por quedarse con su “Monsi” y tocaron su féretro, llevaron flores, caminaron a su lado y gritaron vítores al cronista cuando las puertas del recinto se abrieron para todos. Un pasaje que cabría en “Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza”.
Su velatorio fue tan intenso y extenso de dolientes, que no faltó quien lo comparara con lo que no acontecía desde la muerte de los grandes de la iconografía popular mexicana, como Pedro Infante, María Félix o Mario Moreno “Cantinflas”, sobre los que el maestro escribió profusamente.

CARLOS DE TODOS

Carlos Monsiváis pertenecía y pertenece a quienes lo leían y al leerlo se sentían reconocidos, durante años fue el cronista que retrato la vida social, política y cultural de México. La tenacidad de su crítica lo convirtió en la figura clave de la cultura nacional.
Su fallecimiento caló hondo en el mundillo cultural mexicano, que apenas se reponía del deceso de otro de sus íconos, José Saramago. Y a pesar de que el país se encontraba contaminado por la efervescencia mundialista del futbol, no había prácticamente plaza, oficina o universidad donde no se lamentara el suceso.
Se cuenta como fuera una historia más de su libro Los mil y un velorios. Crónica de la nota roja que en una ocasión al salir del Metro, un asaltante pistola en mano le exigió todas sus pertenencias y Carlos le ofreció su reloj entre sus pocas pertenencias. En un momento dado el ladrón se percató quién era la persona y exclamó “ah es usted, Monsiváis, a usted no” le regresó las prendas y se fue. Así era Monsiváis, parte del pueblo. Una voz aliada de los desposeídos, de los homosexuales, de las mujeres, de los hombres; fue un activista de los trabajadores, de los zapatistas, de todas las causas perdidas, que acá son todas las causas.
“¿Qué va a hacer el país ahora que te has ido, Monsi?” preguntaba su amiga, la escritora Elena Poniatowska, quedando de manifiesto que ahora más que nunca es necesario acudir a sus libros, tan necesarios para sentir que sigue acá.
Su capacidad intelectual y su bagaje cultural le permitían lo mismo comentar con lucidez sobre cine, política, arte y casi cualquier actividad humana. Su obra integrada por “Días de guardar”, “Amor perdido”, “Nuevo catecismo para indios remisos”, “Historias para temblar: 19 de septiembre de 1985”, “A ustedes les consta. Antología de la crónica en México”, “Escenas de pudor y liviandad”, es indispensable para entender al México de los últimos 50 años, por ello ahora se suceden coloquios, encuentros y jornadas de lectura. Se fue Carlos, pero ha ganado a Monsiváis para siempre.

MÁS DATOS:

Raúl Francisco Quiroz Millán (Sinaloa, México) es periodista, abogado y promotor de lectura. Ha laborado en diversos medios periodísticos, y actualmente es jefe de edición del Periódico “De Primera”. Obtuvo el premio de Crónica Periodística del diario Noroeste y una mención honorífica en el género de Crónica Social del premio de periodismo Pablo de Villavicencio “El Payo de El Rosario”, de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).


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Especial Carlos Monsiváis (3)

(Edición 319 del 26 de junio de 2010)

Adiós a un humanista radical

Carlos Gonzales García

La primera década de los dos mil fueron años exaltantes. Sucedieron acontecimientos como la caída de las Torres Gemelas, la guerra contra el terrorismo internacional y crisis últimas como la económica mundial. La debilidad de los discursos englobantes relajaba el mundo de América Latina afectando la textura de su sistema social, cultural y popular. Muchos intelectuales del continente utilizaban, en tiempos de deriva, la concepción “incertidumbre”. Pocos como Monsiváis, desde su trinchera editorial en “El Universal” de México, lo empleaban, con la genialidad de un Descartes, en el punto de partida para encontrar las claves que aprobaban viabilizar o edificar nuevas certezas.
Aunque el uso de ese concepto palpa un quebranto de confianza en los convencimientos a los que nos tenían acostumbrados los antípodas de la verdad y la justicia, la inteligencia e ironía que lo convirtieron en una de las voces y plumas críticas y narrativas más importantes de Latinoamérica, logró en sus escépticos lectores la expectativa por un cambio.
Monsiváis ha muerto. Los maullidos de sus gatos, ahora en la más completa orfandad, acompañan en estos tiempos de envilecimiento moral y cultural, la pérdida de toda una manera de sentir y pensar la realidad de México, país homologable, sin duda, al nuestro. El desconocimiento en nuestros pueblos, el aumento de los malentendidos y el refuerzo del etnocentrismo nos son comunes: borran en los propios espacios por donde nos desplazamos las señas de identidad, acareando anomias y produciendo enajenaciones colectivas.
Como “humanista radical”, no toleraba ningún tipo de autoridad manejada por élites políticas, empresariales o confesionales, siempre privilegiadas y poderosas. Desde ese talante es fácil comprender por qué se granjeó no sólo muchas enemistades, sino también insultos y amenazas. Gajes del oficio, como dirían. Cuentan que su relación con lo natural y lo humano le permitió atender en su residencia a numerosos visitantes, desde activistas sociales, pasando por feministas, ecologistas, estudiantes y campesinos, hasta defensores de animales. No se sentía un gurú, sólo intercambiaba ideas con ellos. La curiosidad de este mexicano universal por la cultura popular así lo caracterizaba.

El buen salvaje

(Edición 319 del 26 de junio de 2010)

Ministerio de Cultura: otra vez, Andrés

Sandro Bossio Suárez

García Morente decía que la Teoría general de la Cultura ha de hacerse a partir de la realidad. Para Durkheim el contenido de la cultura es una realidad, como si tuviera entidad por sí misma y no dependiera del pueblo. Herbert, por su lado, dice que la cultura se basa en el cosmopolitismo y que las distintas culturas forman parte de un “proyecto” común de la Humanidad.
Al parecer los autores del Proyecto de Ley del Ministerio de la Cultura no conocen a García Morente, a Durkheim y menos a Herbert.
“El Ministerio de Cultura es competente sobre la política nacional en materia de cultura, incluyendo toda manifestación artística y cultural, así como la protección y conservación del patrimonio histórico y cultural del país, en materia de la gestión del sistema nacional de bibliotecas, la gestión del sistema nacional de museos, entre otros”, dicen en las competencias de este Proyecto de Ley. Por ello, al igual que Sinesio López Jiménez, me pregunto ¿por qué este proyecto no incluye a la ciencia y a la tecnología en su estructura? ¿O acaso éstas no forman parte de la cultura y el acervo nacional? Craso error.
Por otro lado, me preocupa que tan alegremente se vuelva a proponer la creación de un nuevo ministerio después del estrepitoso fracaso del Ministerio del Ambiente, que carecía (sigue careciendo y seguramente carecerá) de presupuesto y respaldo.
Por estos motivos no estoy del todo de acuerdo con la instauración de un Ministerio de Cultura que, estoy seguro, solo incrementará el ya gordo e ineficiente (¿algo tendrá que ver Alan en esto?) Estado peruano. Creo que la solución era mejorar las funciones de los organismos culturales (básicamente bibliotecas, museos y centros arqueológicos), dotándolos de más recursos y autonomía, y eligiendo mejor a sus directivos. A este paso nos endilgarán a Tongo como el nuevo ministro de Cultura.

El próximo sábado: especial sobre fútbol

(Edición 319 del 26 de junio de 2010)


Este sábado, amigos lectores, “Solo 4” dedicará su edición íntegra, con motivo del mundial Sudáfrica 2010, al fútbol. ¿Por qué nos gusta tanto este deporte? ¿Por qué se ha convertido en un fenómeno de masas? ¿Pueden el arte y la cultura relacionarse con el fútbol? ¿Somos realmente ajenos al fútbol, o nos terminamos contagiando con el fervor que comparten los aficionados?
Algunos importantes escritores e intelectuales como María Teresa Zúñiga, Gabriel Ruiz, Augusto Effio, Sandro Bossio, Javier Garvich y Giannina Sovero, vistiendo camiseta y chimpunes, intentarán responder a esto y más; cada uno desde su propio punto de vista, cada uno con una anécdota diferente, cada uno con su particular estilo, en exclusiva para “Solo 4”.

“Fútbol” (1936), del brasileño Francisco Rebolo.

Entrevista por el Día del Maestro: Luz Coz

(Edición 319 del 26 de junio de 2010)

Luz Coz Sedano:
“En el país hace falta más que sólo evaluar”

José Soriano

A lo largo de su carrera usted ha sido muy exigente en torno a la disciplina. Yo siempre quise incidir en la formación en valores. Un alumno disciplinado, responsable, bien formado, es un alumno exitoso. Es importante dar el ejemplo. El profesor es modelo de sus alumnos, al igual que los padres lo son de sus hijos. Se debe inculcar el hábito de la investigación, de la lectura.

¿Qué carencias encuentra en el profesor peruano?
Creo que en general es conformista, poco innovador. Busca lo más sencillo, cuando para alcanzar buenos resultados se requiere de mayor trabajo. Recordemos que el alumno no debe aprender palabras solas, sino frases completas. Pero también un problema es la cantidad de alumnos. Se necesita incentivar más al profesor. Los sueldos son bajísimos, y no permiten capacitarse.

¿Y el papel del Estado?
El sector Educación no va bien. En el país hace falta más que sólo evaluar. Falta una política de capacitaciones. Y recuerde que la enseñanza y la capacitación cuestan. Por ejemplo en los colegios privados la exigencia es mucho mayor, apenas se pierden clases. Lo malo es que hay profesores que no soportan la exigencia. Y eso viene de más atrás. Fíjese: muchos institutos se han abierto para lucrar, no para formar.

¿Entonces qué se debe hacer?
En un colegio valen los que ya tienen experiencia, pero también los que empiezan, y además los que están en formación. El elemento joven tiene muchas perspectivas, y conjugar los procesos con ellos da bueno resultados. En ocasiones el problema no es la falta de tiempo que se dedica a los alumnos, sino el exceso de carga laboral. A veces el profesor por la necesidad, se preocupa más por el sueldo, trabaja en varios sitios y ya no le alcanza el tiempo para prepararse debidamente.

¿Y los padres?
Lo más difícil ahora es que los padres den tiempo de calidad a sus hijos, más que tiempo en cantidad. Debe compartir, interesarse en ellos, conversar, preguntarles qué hicieron. Los padres están con los hijos y también aprenden de ellos. Por ejemplo si el hijo no ve leer a los padres, tampoco él va a leer. Por eso, hogar y colegio deben ir de la mano.


MÁS DATOS:
Luz Coz Sedano nació en Huancayo en 1938. Ha sido docente por más de 50 años, y ha dirigido colegios como el Andino, Maestro Redentor y ahora el Jesús el Maestro High School. Muchos de sus actuales estudiantes son hijos de sus ex alumnos.

Breviario

(Edición 319 del 26 de junio de 2010)

Solo 4 cambia de correo electrónico

Cambiamos de correo electrónico a solo4correo@gmail.com. Agradeceremos a nuestros colaboradores y lectores hacer llegar a partir de ahora todas las colaboraciones y comentarios a esta nueva dirección. El correo anterior todavía estará activo, pero se irá dejando de usar paulatinamente hasta abandonarse definitivamente en las próximas semanas.




Segunda FELIZH con nueva fecha

Del 19 de agosto al 1 de septiembre de 2010, indefectiblemente, se realizará la Segunda FELIZH. Así lo informaron sus organizadores, quienes, además, señalaron que el lugar, como siempre, será en el Centro Comercial Real Plaza, en el horario de 11:00 AM a 10:00 PM y de lunes a domingo. La Ceremonia de Inauguración será el 19 de agosto a las 12 M.
Los organizadores se encuentran perfeccionando el programa cultural que esta feria ofrecerá a la población para cumplir con el objetivo de impulsar el hábito de la lectura en la población de la región Central del país.



Zona franca

I Exposición de Cortos Zona Centro
"Este corto es tuyo"
Con la presencia productores nacionales y locales.
Viernes 2 de julio.
Hora: 4pm.
Organiza: Centro Cultural Continental y Avi Producciones
Auditorio de la Sede Central, calle Real 125, Huancayo.
INGRESO LIBRE


Taller “Tendencias contemporáneas de la arquitectura y el urbanismo”
Ponentes: Arquitectos Carlos Santa María, Ricardo Marroquín y Máximo Orellana
Organiza: ICPNA Región Centro
Lugar: Auditorio del ICPNA RC – Jr. Ayacucho 169, Huancayo
Fecha: lunes 28, miércoles 30 de junio y jueves 01 de julio
Hora: 7:00 pm
INGRESO LIBRE


Recital de guitarra clásica
Concertista: Manuel Alvarez Palpa
Organiza: ICPNA Región Centro
Lugar: Auditorio del ICPNA – Jr. Ayacucho 169, Huancayo
Fecha: viernes 02 de julio
Hora: 7:00 pm
INGRESO LIBRE

jueves, 22 de julio de 2010

SOLO 4, EDICIÓN 318 DEL 19 DE JUNIO DE 2010

Cuarteto de los 3 Continentes de Francia en Huancayo

En el auditorio del colegio Andino, el Cuarteto de los 3 Continentes interpretó composiciones de Beethoven y Fauré para deleite del público asistente. El concierto se realizó el martes último gracias a la embajada de Francia y la Alianza Francesa, y contó con el apoyo del Colegio Andino y del Centro Cultural de la Universidad Continental. Ese mismo día, por la mañana, el Cuarteto hizo una clase maestra en el Auditorio de la Universidad Continental para jóvenes, niños y maestros de música.

Portada: Sabatorio. Reflexiones de un buen salvaje

La selección

Federico Bianchini

Conocí a Sandro Bossio Suárez en Cartagena, Colombia. Ambos habíamos sido invitados a un taller de periodismo y literatura que la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), presidida por Gabriel García Márquez, dio en la húmeda ciudad caribeña. Allí, junto a otros periodistas y escritores de Latinoamérica, debatimos sobre la práctica periodística, el oficio del escritor, los cruces entre ambas experiencias. Ahí oí hablar del Valle del Mantaro, de Huancayo, y de la columna semanal “El buen salvaje” que, sábado a sábado, integra el suplemento cultural del diario Correo.
Tiempo después, aunque antes que usted, lector, tuve el gusto de leer la compilación Sabatorio. Reflexiones de un buen salvaje, con los textos más polémicos y ácidos publicados en el periódico. Por algunos de estos artículos, Sandro Bossio Suárez fue abucheado en las calles; por otros, su nombre fue repetido varias veces en la homilía del arzobispo. Hay textos, lector, que lo harán reír; otros, lo sorprenderán. ¿O acaso usted sabía que Juan Pablo II fue un respetable poeta social; que Caperucita roja esconde entre líneas atisbos de travestismo, pedofilia y alusiones fálicas; que Frankenstein no es el monstruo sino el científico creador?
Son textos breves, lo comprobará en cuanto dé vuelta a la página y estas palabras den paso a lo importante. Son textos intensos, que incitan a no detener la lectura, a seguir para reflexionar sobre la historia local, para conocer falsos poemas de Borges; el relato del encuentro entre el autor y Mario Vargas Llosa; el caso de los periodistas mentirosos que inventaban sus historias y con ellas se iban creando a sí mismos; las épocas en que la gente conversaba durante días, a través de flores, sin decir una palabra; el Huancayo marciano; las contradicciones de la Biblia; la hipótesis de que fueron los chinos los descubridores del Perú.
Sandro Bossio Suárez, lector, no se anda con miramientos. Si lo piensa, lo escribe: el fútbol como opio de los pueblos (“erige falsos ídolos, embauca, desorienta, manipula, enfervoriza, enardece, compele, transforma a sus seguidores, los utiliza para amasar diversas fortunas, como cualquier otro dogma”), el fanatismo de los miembros del Opus Dei que sorprendentemente no es pecado como otros fanatismos, el señalamiento de los malos escritores: mercenarios de la literatura.
Desde los doce años, Bossio Suárez lee, investiga, selecciona y archiva frases, anécdotas, fechas, hechos curiosos que, sabe, le servirán para su trabajo literario o periodístico. Luego, generalmente los jueves, se sienta, piensa y escribe. A veces con más tiempo, otras apurado por el ritmo del cierre semanal del suplemento.
Opina, ironiza, se ríe de cosas que pasan en Huancayo, en el Perú, en el continente, en el mundo. En los últimos cinco años, escribió cerca de doscientos cincuenta artículos.

Federico Bianchini es editor de la sección
cultural del diario "El Clarín" de Buenos Aires.
Es además autor de muchas crónicas y becario de
la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.


EL DATO:
Este texto es el prólogo del libro “Sabatorio. Reflexiones de un buen salvaje”, del escritor y periodista Sandro Bossio Suárez, cuya segunda edición, minuciosamente corregida y mejorada, ya circula por Huancayo en las principales librerías y kioscos. Esta vez la edición corrió por cuenta de recién nacida Thormus Ediciones.


El buen salvaje / Especial Día del Padre (1)

(Edición 318 del 19 de junio de 2010)

Las edades de papá

Sandro Bossio

Un día vi a un hombre muy elegante, con traje marrón y corbata moteada, todo oloroso a caballero inglés, asomarse por la puerta grande de la casa donde siempre viví. Yo era muy pequeño, tres o cuatro años, y no supe distinguir el gran parecido que ese señor de talle inglés y yo, enano y revejido, teníamos. Era mi padre.
Aprendí a quererlo en la puerta de mi casa, sin esperar nada a cambio, solo por el hecho de disfrutarlo de vez en cuando por un momento. Me acostumbré a verlo llegar con una canasta rebosante de frutas y a que se fuera dejándome una infaltable moneda en mi manita sudada. Lo que más adoraba de él, aparte de su talle inglés y su olor a colonia, eran sus juegos. Elegante y todo, jamás se negó a cargarme y darme volteretas por los aires, y jamás me dijo no a ninguna de mis exigencias. Aún me estremezco cuando recuerdo sus manotas blancas, nervudas, cogiéndome de mis bracitos enclenques para darme un par de volatines, y aún me escarapelo cuando recuerdo sus brazos fuertes estrechándome cada vez que nos despedíamos. Me encantaba treparme a su Oldsmobile blanco de asientos rojos. O a su station wagon amarillo. O a su Gran Torino verde. Me encantaba que me llevara a pasear al puente de la avenida Huancavelica (aseguran que yo pedía a gritos ir al “cuente”) y a tomar sopa a la minuta (también aseguran que yo pedía ir al “totolante”). De esa lejana época (época de dictaduras cerriles) datan los recuerdos más bellos que guardo de mi padre. En una ocasión alguna malvada le llamó por teléfono para decirle que su hijo había muerto y él se apareció en casa con el rostro humedecido en el preciso momento en que yo, vivito y coleando, me revolcaba por los suelos como muestra de mis incontrolables pataletas.
Pronto me enteré que el elegante caballero no era inglés, sino más bien italiano, pues provenía de una antigua casta holandesa afincada en el siglo XVI en Venecia y Milán, y que los primeros Bosio (así, con una sola “ese”) llegaron al Perú a fines del siglo XIX escapando del brigantismo. Muchas veces mi padre me contó de esos dos hermanos que, un buen día, arribaron al Callao en un barco infestado, y que se dedicaron a varios oficios menores: zapateros remendones, sopladores de vidrio, maquinistas ferroviarios. El apellido inicial cambió a “Bossio” (con doble “ese”) por decisión de uno de ellos: cansado de que el otro sedujera mujeres, armara peloteras en los bares portuarios, fuera detenido por los gendarmes cada semana, decidió cortar su vínculo sanguíneo adicionándole una “ese” al apellido primigenio. Después el hermano del apellido con una sola “ese” murió y mi tío bisabuelo, que tenía ocho hijos, se hizo cargo de los otros ocho hijos del hermano fallecido. Por eso el Callao está lleno de Bosios y de Bossios. Todos ellos son mis parientes. Claudio Pizarro Bossio, el futbolista. También Alberto Bossio Correa, exdirigente del Movimiento Homosexual de Lima. Y, en Buenos Aires, Zeta Bossio, el de Soda Stereo, quien firma con las dos “eses” de la línea peruana y no como el apellido original.
Según la genealogía, el apellido es una derivación de “Bosius”, “Boso” y “Bosom”, todas voces germanas, que significan “malo” y “malvado”.
Pero el patronímico se equivoca. Mi padre es uno de los hombres más nobles, gentiles y solidarios que conozco. Un dador. Recuerdo con orgullo sus muchas muestras de clemencia para con sus enemigos. Recuerdo sus limosnas santas, sus atenciones con la gente que lo paraba por la calle, sus inconfesables muestras de piedad con el prójimo. Recuerdo también su inextinguible buen humor.
Mucho aprendí de él.
Músico virtuoso (toca el violín, el piano, el órgano, el acordeón y la armónica, como en Milán sus ancestros tocaban el cromorno o la zanfona), devorador de novelas de vaqueros y acuarelista notable, mi padre ha cosechado la bondad de toda su ascendencia.
Debo describirlo como compasivo, fácil de lágrimas, corto de carácter y muy complaciente (algo debo haber sacado yo de él, pues cuando salgo con mis hijas a comprarles zapatos termino, a insistencia de ellas, comprándoles celulares). Ha dejado estigma en mi vida intelectual: mucho de lo que conversamos durante nuestras largas caminatas por la Calle Real (cuánto las añoro, la verdad) se ha transformado en artículos periodísticos, en cuentos y hasta en capítulos de novelas.
Impoluto en su carrera política (fue síndico de rentas del Consejo Municipal de Huancayo en dos ocasiones y actuó como alcalde en más de una, además de haber sido gobernador, subprefecto y prefecto de Huancayo en varias oportunidades), mi padre tiene una nombradía mayor: ser un humano lleno de virtudes, nostalgias y ternuras sin parangón.
Ahora que he empezado a peinar canas, porque he cumplido la edad en que me engendró, tengo la dicha de decir que de él jamás recibí una paliza, ni siquiera la más mínima, sino solo afecto y respeto. “Nunca hables mal de nadie”, me dijo y lo he cumplido.
Feliz cumpleaños y feliz día del padre, papá.


Especial Día del Padre (2)

(Edición 318 del 19 de junio de 2010)

El nacimiento del Día del Padre

Wendy McElroy

La primera celebración del Día del Padre se realizó en Spokane, Washington, el 19 de junio de 1910. Fue Sonora Louise Smart Dodd quien concibió la idea de un Día del Padre durante una misa donde se hablaba del Día de la Madre. Ella siempre recordaba a su padre con admiración, pues la había criado a ella y a sus cinco hermanos completamente solo tras la muerte de su esposa durante su último parto.
Se eligió un domingo para esta celebración para incluir un servicio religioso, durante el cual los padres recibirían pequeños presentes de sus hijos.
El primer día del padre (y aún ahora) se celebró con rosas rojas para honrar a los vivos, y blancas para los ya fallecidos.
Poco después, Harry Meek, presidente del Club de Leones de Chicago, dio impulso a la oficialización de la fecha, pues hasta entonces era todavía una celebración común, mas no formal.
Fue recién a partir de 1966, por acción del presidente Lyndon Johnson, que se declaró el tercer domingo de junio como día del padre, y Richard Nixon convirtió la fecha, seis años después, en feriado nacional.

EL DATO:
Extracto del artículo “The Birth of Father’s Day”, de Wendy McElroy, quien es Investigadora Asociada en The Independent Institute, y autora de “Liberty for Women: Freedom and Feminism in the 21st Century”.

Especial Día del Padre (3)

(Edición 318 del 19 de junio de 2010)


A reflexionar, papás:

Gustavo Adolfo, el hombre solo


Héctor Meza Parra

Gustavo Adolfo vive en Lima hace seis años y ya empezó a aburrirse. Desde que se instaló no puede negar que le ha ido relativamente bien: compró un departamento, publicó cinco libros, ahorró dinero y viajó al extranjero. Posee una página web, un celular con Internet y un perfil de Facebook. Sus dos hijos mayores son exitosos como él, porque trabajan y ganan bien. Gustavo Adolfo, por su parte, ha conquistado nuevos amigos y también ha olvidado a otros. Asiste a un sinfín de eventos sociales donde se ha dado cuenta que la hipocresía es una excelente carta de presentación para escalar en el mundo de las oportunidades. Se mueve todo el día porque su maletín contiene una agenda muy nutrida, por eso almuerza donde le alcanza la tarde. Se ha olvidado de los vegetales y las frutas, quizás esta sea la razón para su agudo estreñimiento. Lo peor de todo es que no tiene tiempo para su familia porque el resto de amistades lo absorben demasiado. Es consciente de ello pero prefiere no detenerse a pensarlo. Sabe que la ha abandonado por vivir en la capital; por lo tanto, conoce poco de ella. Ha perdido contacto con el último de sus hijos y extraña tomarse un café junto a él mirando cómo se ausenta la tarde con sus pies de princesa. Su hijo, quien es un buen deportista, solo le cuenta de sus triunfos por teléfono, pero él finge alegrarse para hacerlo sentir bien. Su hijo lo sabe, él también. Ambos saben que un buen billete es el mejor canal de reconciliación.
Gustavo Adolfo vive apenado, porque el tiempo que invertía en leer ahora lo malgasta en viajar. Como si fuera poco, el hecho de vivir fuera de casa sin una mujer que lo cuide y lo quiera le está pasando la factura con los primeros síntomas de la gastritis.
En Lima ha aprendido a no saludar a nadie, porque todos desconfían de todos y si quiere sobrevivir debe ser aliado del egocentrismo y la mala educación. Gustavo Adolfo vive o sobrevive a diario con el estrés de una hormiga africana. Cuando tiene la suerte de caminar, el cuerpo se le pone sudoroso y encuentra a cada paso un ladrón; en cada avenida una prostituta, y en cada semáforo un tráfico infernal que lo obliga a pensar: ¿es esta la vida que elegí o es la vida la que me eligió esto?
Gustavo Adolfo no vive en su casa. Están por gusto el teléfono, el cable, el timbre y todo lo demás: nadie los utiliza. Llega cuando la noche ya tiene la cabellera muy crecida. Con sus hijos mayores ni se encuentra. Siempre falta uno y no se explica por qué. Entre ellos nadie sabe de sus problemas, pese a que viven juntos. Solo hay un resquicio de tiempo donde se pueden decir al vuelo: “Buenas noches, papá; buenas noches, hijo”. Es todo. Cada quien vive su retazo de vida a su manera. Gustavo Adolfo ha ganado mucho pero siente que se va quedando solo por su afán de conquista y disimulado egoísmo.
Y un domingo apacible, mientras se estira sobre el sofá, coge de la ventana aquella foto familiar y se pone a investigar cada rostro. Les da vueltas y les habla porque sabe que tienen vida. Esas caritas le sonríen y le contestan. De manera que deja caer el control remoto para hablarles. La plática dura solo unos segundos. Ellos se despiden apresurados porque saben que papá vive con el tiempo ajustado. Él no lo quiere pero esas manitas le dicen adiós. Es entonces que no le importa que lo vean llorar. Sus lágrimas han empezado a germinar como las flores en primavera y él lo nota en sus manos que se llenan de humedad. Y aunque no lo quiera admitir, no es la primera vez que le sucede esto. Por eso detesta estar los domingos en casa.

Chorrillos, 15 de junio de 2010
EL DATO:
El escritor Héctor Meza Parra acaba de ser reconocido por la Municipalidad Provincial y la Federación de Periodistas del Perú como un connotado escritor de la Región Junín.
Es autor de “El primer libro que leí”, “Diana volverá para Navidad”, “Retorno al barrio de Callancha”, “La noche más larga del mundo” y “Polo en New Jersey”.

Perfume de mujer

Apagó la luz cenital, dejando sólo la del velador, y se acabó de desnudar y se metió en la cama. “Ven”, dijo. Y tú hiciste lo mismo y te reuniste con ella, y ella te rodeó con sus brazos. Pronto descendiste a besar su vientre, sus muslos, su sexo. Entraste después en ella. Te abrazó con frenesí, con tierno y furioso frenesí, y respondió con soltura a tus embates. Después, al término del gozo, ambos se quedaron muy juntos, como adormecidos.

Edgardo Rivera Martínez, País de Jauja

La cartelera local

(Edición 318 del 19 de junio de 2010)

Peor, imposible

Jorge Jaime Valdez

Que haya vuelto el cine hace algún tiempo a nuestra ciudad es una enorme alegría, pero la calidad de los filmes es un enorme desencanto. Se sabe que a nuestro país llegan buenas películas a cuentagotas, pero la sequía en la cartelera local es más que preocupante. Lo único bueno que se vio en lo que va del año fue “Invictus”, del mejor cineasta norteamericano vivo, Clint Eastwood, y “La isla siniestra”, del gran Martin Scorsese. El resto de estrenos es un verdadero desastre, sólo llegan “blockbusters hollywoodenses”, hechos con la intención única de romper taquillas, con mucho ruido pero pocas nueces. Mientras tanto, la piratería sigue en aumento y es la única alternativa que tienen los sufridos cinéfilos de encontrar buen cine, alterno a la hegemonía mononeuronal del cine gringo actual.
Nunca pudimos ver la última película de Pedro Almodóvar, el mayor cineasta español vigente, con “Los abrazos rotos”. Tampoco llegó “Amor sin escalas”, “Enseñanza de vida”, o “Preciosa”, que fueron películas que figuraron en el Oscar hace un par de meses. Y lo más insólito es que nunca llegó la ganadora de este premio, “Zona de miedo”, de Kathryn Bigelow (que ganó a la favorita “Avatar”), y que, además, se llevó el Oscar a la mejor dirección venciendo al que fuera su esposo y es el último rey Midas de Hollywood, James Cameron.
Las películas peruanas tampoco tuvieron cabida en la escuálida cartelera local. No vimos: “Cuatro”, “Contracorriente” ni “Paraíso”, de Héctor Gálvez, como tampoco podremos ver “Illary” de Nilo Pereira, u “Octubre”, de los hermanos Daniel y Diego Vega, esta última tuvo una importante participación en el último Festival de Cine de Cannes, donde ganó el Premio del Jurado de la sección “Una cierta mirada”.
La lista de películas esperadas podría seguir: “Criatura de la noche”, “Me enamoré en París”, “Loco corazón”, “Almas pasajeras”, de Rodrigo García, quien es hijo de García Márquez —como lo lee, el hijo de Gabo hace películas con superestrellas en los Estados Unidos—; y “Amantes” de James Gray, que a decir de la crítica especializada, es el mejor estreno en lo que va del año, y que seguramente no veremos. ¿Hasta cuándo esta sequedad solar de buen cine, programadores limeños de Cine Planet? Dos películas notables en seis meses es más que desalentador. Peor, imposible.

César Núñez, un himno para Jauja

(Edición 318 del 19 de junio de 2010)

Recuerdo tras su muerte
Marx Espinoza Soriano

Lo recuerdo rodeado de libros, mientras la charla se deslizaba y el tiempo dormía en su regazo, sonreía con parsimonia y, de cuando en cuando, soltaba una gran carcajada celebrando la vida.
César Augusto Núñez Arroyo nació el 27 de abril de 1929, en el barrio de Yauyos, Jauja. Fue trabajador de la palabra, de la estirpe de escritores jaujinos de la más alta calidad y finura narrativa; jaranista y costumbrista, cultor de la música, el canto y la tertulia. Desempeñó cargos administrativos en el colegio “San José” de Jauja y en el Poder Judicial.
En marzo de 2007 fundó la Base Jauja del Gremio de Escritores del Perú y se preparaba la presentación de la segunda edición de “Huajaco: relato novelado de las guerrillas en Jauja”. Mantuvimos la esperanza del restablecimiento de su salud, pero el mediodía del pasado martes 1 de junio falleció.
Nos queda la huella honda e impecable de su magisterio: la coherencia entre arte, vida y compromiso. Su infatigable espíritu joven nos acompañará por siempre. Infinitas gracias, maestro, vuestro canto y letra se han convertido en un himno para Jauja, y es esa la mayor contundencia frente a la muerte.

EL DATO:
Sus obras son “Huajaco” (1977), “Bodas de plata del Estadio Monumental de Jauja” (1998), “Cuentos misteriosos en noches a media luna” (2006) y “Estampas del Carnaval Jaujino” (2009). Participó en la edición de las revistas “Visión Pasqueña” (1990), “El Josefino” (2000) y “Greda” (2009). Dejó inéditas las novelas “Ojo del mundo” (con prólogo de Hugo Orellana) y “Caminos Sangrientos”.

Zona Franca

(Edición 318 del 19 de junio de 2010)

NOCHES DE ARTE DEL ICPNA REGIÓN CENTRO

Participan: Gerardo Garcíarosales y Felix Huamán Cabrera
Jueves 24 y viernes 25 de junio, a las 7:00 pm
Lugar: Auditorio del ICPNA Región Centro, Jr. Ayacucho 169 Huancayo
Organiza: ICPNA Región Centro
INGRESO LIBRE



CINE FORO CONTINENTAL
El Informante
Ciclo: EL periodismo y los medios en el cine
Forista:WilberHuacasi
Lunes 21 de junio a las 7 pm.
Organiza: Centro Cultural Continental, Auditorio de la Sede Central, calle Real 125, Huancayo.
INGRESO LIBRE


PRESENTACIÓN DE LIBRO
“Los Xauxas: territorio e historia”
De Lucio Villanes, Henoch Loayza y Luis Cáceres
Martes 22 de junio a las 7 pm.
Organiza: Centro Cultural Continental, Auditorio de la Sede Central, calle Real 125, Huancayo.
INGRESO LIBRE


PECHAKUCHA NIGHT
Con Pablo Saldarriaga
Miércoles 23 de junio a las 7 pm.
Organiza: Whynot y Centro Cultural Continental, Auditorio de la Sede Central, calle Real 125, Huancayo.
INGRESO LIBRE

miércoles, 21 de julio de 2010

SOLO 4, EDICIÓN 317 DEL 12 DE JUNIO DE 2010

Se posterga la II Feria del Libro Zona Huancayo

Debido a la huelga en La Oroya por trabajadores de Doe Run, quienes han bloqueado las carreteras, el comité organizador de la II Feria del Libro Zona Huancayo decidió posponer su realización, inicialmente programada entre el 19 de junio y el 01 de julio. En las próximas semanas se tomará una decisión sobre la nueva fecha de realización.

Edgardo Rivera Martínez

El país de Jauja, el país del mundo

Después de 4 décadas volverá a Huancayo

Pocos saben que Edgardo Rivera Martínez (Jauja, 1933) fue docente de la Universidad Nacional del Centro del Perú entre 1963 y 1971, año en que se trasladó a Lima para asumir la docencia en San Marcos. Desde entonces no ha vuelto a Huancayo, pero sí a Jauja, ciudad por la que guarda un profundo cariño, y donde ambientó su mejor novela: “País de Jauja”. En ella Huancayo apenas aparece; sólo se le menciona, por ejemplo, cuando se hace referencia al afinador del piano de Claudio al que había que llevar hasta Jauja.

EL VALLE DEL MANTARO
“Huancayo ha crecido tanto”, dice Edgardo Rivera, y añade que “la calle Real es una de las calles más hermosas de la sierra”. Pero guarda, más bien, una imagen nostálgica del valle en general, pues nos dice: “cuando estoy en el Valle del Mantaro, voy a Jauja, a Sincos, a Concepción, para recordar otros tiempos”. En su último libro, “Diario de Santa María”, seguimos encontrándonos en estas tierras, pues “transcurre en un imaginado convento que está cerca al pueblito de Huanchac, cerca de Ocopa. En ese internado comparten años de estudios y la misma habitación una jovencita jaujina y una francesa” y, por cierto, además de la habitación, también «alegrías, recuerdos, cantares».
Su novela más reputada, y la que le dio fama internacional es “País de Jauja”. Publicada en 1993, fue finalista del prestigioso premio Rómulo Gallegos, que antes había sido entregado a personalidades como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez o Carlos Fuentes por grandes novelas como “La casa verde”, “Cien años de soledad” y “La muerte de Artemio Cruz”. Para Edgardo Rivera “País de Jauja” es su “novela más conocida”, además de ser un libro con un marcado contenido autobiográfico. Nos dice: “tengo siempre nostalgia por mi tierra. Me gustaría volver a quedarme allá”. Pero también de esta ciudad él cree que “ha perdido mucho de su fisonomía antigua. Conservaba un empedrado, unas piletas de hierro, con unas figuras mitológicas en la plaza mayor. Jauja, lamentablemente, ha perdido todo ese atractivo turístico”.

«Mi gran expectativa es que se difunda la lectura, porque es fundamental para el desarrollo de la inteligencia y la sensibilidad. Aprecio mucho que haya en Huancayo una feria de libros. Espero que tenga la mayor difusión posible no solamente en la capital de Junín sino en todo el centro del país».

EL DATO:
Edgardo Rivera Martínez es autor de “El unicornio” (1962), “El visitante” (1974), “Azurita” (1978), “Enunciación” (1979), “Historia de Cifar y de Camilo” (1981), “Ángel de Ocongate y otros cuentos”v(1986); las novelas “País de Jauja” (1993), “Libro del amor y de las profecías” (1999), “Ciudad de fuego” (2000), y “Danzantes de la noche y de la muerte y otros relatos’; así como el libro de poesía “Casa de Jauja” (1980) y los relatos autobiográficos “A la hora de la tarde y de los juegos” (1996).
Ha realizado algunos valiosos estudios literarios; y es además traductor y miembro de la Academia Peruana de la Lengua.

El buen salvaje (Especial Boris Pasternak)

(Edición del 12 de junio de 2010)


El gemelo entre las nubes


Sandro Bossio Suárez

Boris Leonidovich Pasternak murió hace cincuenta años, el 30 de mayo de 1960, y murió triste porque en su país lo tildaron de traidor por haber aceptado el Premio Nobel de Literatura. Pasternak fue, como muchos de los escritores de su época, un perseguido “intelectual”, pues su postura literaria confrontó encubierta pero firmemente al régimen comunista de Rusia (primero a la revolución y luego a la guerra civil). Mientras Gorki y Sholojov ensalzaban y ovacionaban al régimen, sin encontrarle un ápice de errores, Pasternak se encargó de criticarla desde una postura vivencial y poética profundamente humana. Por eso estaba solo, porque el sistema soviético lo incomunicó, al punto que después de 1932 sólo pudo publicar dos florilegios: “En trenes de la mañana” y “La vastedad terrestre”. Pese a todo, con estas obras se consagró como un magnífico poeta en la Rusia de su tiempo, pero también como un intelectual peligroso al cual se debía acallar. Por eso él no recibió el Premio Stalin, ni la Medalla Lenin, ni el Premio Lenin, como sí los recibieron sus colegas Gorki y Sholojov.

Su vida cambió cuando escribió la novela “El doctor Zhivago”, y más aún cuando se publicó en Italia, en 1957, debido a que las editoriales de su país la rechazaron por su soterrada crítica al comunismo que imperaba en su patria. Desde su publicación lejos de Rusia, donde estuvo vetado, el libro llegó a traducirse a una cincuentena de idiomas y, apenas salida, en 1958, ganó para su autor el Premio Nobel de Literatura. Dos años después, Pasnernak moría de la pena que le causó saberse señalado y acusado de traidor por haber aceptado viajar a Estocolmo y recibir el premio, por haber dicho que se sentía “feliz y orgulloso”. Cuando se enteró que corría el riesgo de ser deportado y censurado por disidente, rechazó el galardón, pero igual fue maltratado por el régimen, hasta que murió solo y pobre, viviendo de sus mal pagadas traducciones de las obras de Shakespeare, Goethe y Verlaine.

“El doctor Zhivago” narra la historia errática de aislamiento espiritual y pasión amorosa del protagonista, un sensible poeta entregado a la medicina, pero en el fondo es un poderoso fresco de la sociedad soviética durante los años de la Revolución Rusa. Zhivago, así, termina convertido en un intelectual cuya sencillez, convicciones religiosas y, sobre todo, vivencias personales, enrostran el régimen soviético. Algo que, por supuesto, los bolcheviques no le perdonaron nunca. Sin embargo, es claro que Pasternak, más que escribir una novela antiestalinista, lo que quiso fue retratar los males de su sociedad desde una tragedia espiritual. En 1965 David Lean adaptó la novela al cine.

La novela se publicó en la Unión Soviética todavía en 1987, como parte de la “apertura” política (en ruso, “glasnost”) de Mijaíl Gorbachov y su autor, 27 años después, fue rehabilitado oficialmente.

Pero Pasternak (a quien recuerdo como un novelista espléndido que marcó mi vida no con una novela, sino con una carimba, con un sello de fuego) no sólo me deslumbró con su narración fictiva; lo hizo también con su autobiografía: “Salvoconducto”. En esta obra, la intensidad y la emotividad de un hombre que temía ser expulsado de su país, que se sentía perseguido, señalado, son los temas de fondo. Se trata, además, de una de las autobiografías más poéticas y desgarradoras que circulan por el mundo.

Boris Pasnernak, por ello y por más, vivirá por siempre.