miércoles, 1 de diciembre de 2010

Centenario de la muerte de Tólstoi

Un día como el 20 de noviembre último, Leiv Tólstoi falleció. Se cumplen cien años desde entonces, y el mundo ha hecho una serie de actos conmemorativos a la que se suma Solo 4.

Bajo los tilos de Yasnaia Polaina, en un claro del bosque llamado Stara-Zakaz, hay una sencilla tumba. Allí reposan los restos del conde Leiv Nikolaievich Tólstoi (Yásnaya Poliana, 28 de agosto de 1928 – Astapovo, 20 de noviembre de 1910), el gran escritor ruso que legó a la humanidad obras inmortales como “Guerra y Paz” (se empezó a publicar en 1865, y se editó en forma de libro en 1869) o “Anna Karenina” (1875-1877).
Tólstoi no era famoso únicamente por su obra, sino también por su manera de pensar y actuar, que iban entre la excentricidad y el absurdo. Ya en sus últimos años tuvo una de sus grandes crisis religiosas, que lo llevó a negarse cualquier tipo de placer, y a convertirse en una suerte de asceta místico. Empeoró entonces su ya maltrecha relación matrimonial. Todo ello influyó mucho en su propia obra, que si bien él mismo apreciaba en su calidad artística, se sentía insatisfecho, en cambio, de su alcance para llenar el vacío que lo agobiaba. De esa época son la breve obra maestra “La muerte de Ivan Ilich” (1886) —la agonía de Ivan Ilich, y el vehemente rechazo a la esposa, se asemeja mucho a lo que iba a ser su propia muerte— y “Sonata a Kreutzer” (1889), una suerte de manifiesto contra el matrimonio.
Ese 20 de noviembre de 1910 la prensa de todo el mundo informó conmovida de la muerte de Tólstoi, acaecida a las 6 de la mañana. Minutos antes había dicho “hay sobre la tierra millones de hombres que sufren. ¿Por qué estáis al cuidado únicamente de mí?”.


El pacifismo mesiánico de Tolstói [dejó] una marca en la historia: Mahatma Gandhi fue uno de sus más ilustres discípulos, al igual que Martin Luther King […]. Pero el inmenso prestigio que llegó a alcanzar en el mundo entero no hubiera sido posible si, detrás de sus audaces, pintorescas y a veces temerarias teorías, no hubieran existido las novelas que escribió, sobre todo ese prodigio que es “Guerra y Paz”.
Mario Vargas Llosa, “La querencia del maestro”

Esta muerte, en una pequeña estación, de un anciano profundamente abatido, huyendo de todo lo que había amado: su mujer, sus hijos, la casa de sus antepasados, forzoso es que aparezca como trágica ante el juicio de los hombres; mas para él era la liberación: la liberación del fardo de la tierra, cuyo peso le ahogaba.
Condesa Sofía Andreíevna (viuda de Tólstoi)

“Anna Karenina” [es] tal vez la más grande novela del amor mundano y del adulterio. Vronski, Anna, su marido, el flujo y reflujo de la pasión que crea y deshace el mundo de los amantes, viven dentro de aquellas páginas con una espontaneidad plena y casi inocente. Hay mucho de él y de su juvenil petulancia en Vronski, como hay mucho de él en todas sus obras.
Arturo Uslar-Pietri, escritor venezolano

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