martes, 16 de noviembre de 2010

Entrevista a Rodolfo Cerrón Palomino

“Conociendo el quechua de Huancayo se conoce mejor el quechua cuzqueño*”

Pat Salazar-Caso

Uno de los lingüistas más importantes del país es Rodolfo Cerrón Palomino (Huancayo, 1940). Es la voz más autorizada en el quechua huanca y, además, miembro de la Academia Peruana de la Lengua. A continuación, nos habla más de la lengua quechua de nuestra región y del país.

¿Cómo fue el desarrollo histórico de la lengua del Valle del Mantaro?
Cuando llegan los españoles tratan de ordenar, en términos formales, estratégicos, esta realidad compleja que era la realidad lingüística andina prehispánica. Había la necesidad de usar la lengua nativa como medio de catequización, en medio de una selva de idiomas, como los mismos españoles decían. Se debía optar por algunas lenguas más viables para ese proceso de evangelización. Entonces se elige por un lado el quechua, y por otro el aimara.

Entonces la más viable era el quechua.
Elegir el quechua qué significa: elegir algo abstracto, porque si tenemos un quechua fragmentado en distintas lenguas, la pregunta es ¿qué es quechua, señores?, como ahora mismo. Es hace poco, en la época de Velasco, que se oficializa el quechua.

Pero hay variedades del quechua, ¿no?
Uno se pregunta, ¿pero qué quechua, señor? Si hay realidades distintas diferentes. En el siglo XVI, lo que se hace es optar por un quechua sureño, muy parecido al cuzqueño. Entonces, se entroniza esa variedad como la variedad por excelencia. Cosa que es un absurdo, porque lingüísticamente hablando, no hay lengua perfecta ni imperfecta; ni pura ni impura. Todas las otras variedades que se alejaban del modelo cuzqueño eran consideradas lenguas o dialectos vulgares, corruptos. Y dentro de ese saco se echaban todas las lenguas que no eran parecidas a la cuzqueña, entre ellas el quechua huanca.

¿Qué nos dicen las investigaciones de estas variedades del quechua, como el huanca?
Tenemos un gran predecesor en los estudios del quechua del Valle del Mantaro, el padre José Francisco María Ráez, que escribe su “Gramática del quechua huanca”. Ahí están las bases de los estudios quechuísticos del quechua del Valle del Mantaro. En la década del 60 se da un gran vuelco en cuanto a nuestro conocimiento de las lenguas andinas, gracias a estos estudios dialectológicos, no solamente del quechua de Huancayo, sino del de todo el centro del Perú. Básicamente, lo que conocemos ahora del quechua es inmenso. No tiene precio. Es algo que realmente asombra.

¿Y cómo se relacionan estos resultados con el quechua cuzqueño?
El propio quechua cuzqueño se conoce mejor gracias a ese estudio. Es decir, conociendo el quechua de Huancayo se conoce mejor el quechua cuzqueño, y no al revés. Esa es la realidad del asunto.

Desde su experiencia personal, ¿qué podría decir sobre el quechua huanca?
En estos 3 últimos años he estado yendo al Valle del Mantaro con mis alumnos recorriendo Jauja, Concepción y Huancayo. Y ha sido una gran lección para mí, porque en el lapso de 25 o 30 años he podido constatar cómo la lengua está irremediablemente desapareciendo del Valle del Mantaro. Asistimos pues, entonces, a una suerte de supresión idiomática gradual de nuestras lenguas indígenas a favor del castellano. La situación es realmente preocupante, porque hoy día, ya en los mismos pueblos del valle prácticamente los niños no aprenden el quechua. Por eso tal vez el afán de tratar de acopiar el mayor número posible de datos y materiales para estas variedades que están extinguiéndose.

¿Cuál es la situación de los actuales hablantes del quechua huanca?
Hay tres grandes variedades. Todavía se encuentran hablantes en el valle de Yanamarca, en Jauja. Sobre todo mujeres, que preservan mejor que los hombres la lengua. Donde menos se habla es en la zona de Concepción, pero siempre en las alturas vamos a encontrar gente que todavía habla el quechua, por ejemplo en Aco, en Vicso. En Huancayo con mayor razón, pero siempre en las alturas, todavía se puede escuchar el quechua. En la feria, los domingos sobre todo, se congregan las personas que viven en el campo. Y comienzan a hacer uso de la lengua de una manera realmente estupenda.

Estos hablantes ya no son gente muy joven.
Se trata de personas que no tienen menos de 40 o 50 años. Ya las personas menores difícilmente van a expresarse en quechua con toda fluidez, con toda espontaneidad, porque a lo sumo van a ser bilingües incipientes. Y con los hijos de esas personas, adiós, se acabó.

* Rodolfo Cerrón Palomino sostiene que la escritura correcta de “Cuzco” es con “z”, y no con “s”. Para él, cambiar la “z” por la “s” carece de sustento histórico y obedece a un criterio regionalista ocurrido a partir de la década de los setenta.

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