lunes, 11 de octubre de 2010

Especial Vargas Llosa: El libro que cambió mi vida

El libro que cambió mi vida:
La guerra del fin del mundo

José Soriano Marín
Desde que empecé a leer novelas en serio, el nombre de “La guerra del fin del mundo” me sonaba poderosa, bélica, apocalíptica, arrasadora, aún sin conocerla en detalle. Había tenido gratos momentos ya con “La ciudad y los perros”, con “Pantaleón y las visitadoras” y, por supuesto, con “Conversación en la Catedral”. Hacía tiempo llenaba mis días con “Cien años de soledad” de García Márquez, y por encargo académico quedé encantado con “El nombre de la rosa” de Umberto Eco en mis noches de noctámbulo universitario. Fue un periodo de crecimiento en mi vida de exploración literaria. Las últimas obras leídas eran de largo aliento y no escatimaba tiempo para el disfrute. Cada vez que podía, adquiría libros originales; por eso, mi amigo Jorge Jaime me convenció de comprar la edición definitiva de “La guerra del fin del mundo”, aunque ello significaría quedarme 30 días sin pasajes. Leí la obra en poco más de una noche, entre tazas de café y marcadas ojeras. Me moví arrastrado por ese vendaval incesante: el recorrido del Consejero en el estado de Bahía predicando la palabra de Dios, reconstruyendo iglesias y profetizando la llegada del Anticristo que, entre cercana y lejana, era universal.
En esta novela todo prolifera: la movilidad de los personajes, historias y escenarios; los tiempos y perspectivas; el ritmo acelerado. Podría pensarse en un diseño de círculos concéntricos con Canudos como centro. La religión, la sociedad, los conflictos, el periodismo, las relaciones humanas se atan con un espléndido manejo de técnicas que proyectan arte literario.
Con esta novela, Mario Vargas Llosa me mostró una literatura seria, respetable y, por qué no, de culto. No hay medias tintas ni arrumacos románticos entre el autor y el lector. Si hay algo que caracteriza al escritor es su universalidad, su erudición y el tremendo esfuerzo desplegado a la hora de contar una historia que funciona en cualquier lugar de la Tierra.

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