sábado, 30 de octubre de 2010

Entrevista a Gustavo Rodríguez



El talento y el escritor

Gustavo Rodríguez (Lima, 1968) es escritor y comunicador. Ha publicado las novelas “La furia de Aquiles” y “La risa de tu madre”, esta última, finalista del Premio Herralde. Su novela “La semana tiene siete mujeres” fue finalista del premio Planeta-Casa de América, de un total de 493 manuscritos que concursaron de España y América. Invitado por la escuela profesional de Ciencias y Tecnologías de la Comunicación de la Universidad Continental y el suplemento cultural “Solo 4”, estará en Huancayo el próximo viernes 29 para presentar, precisamente, este libro.

Usted ha tenido una importante carrera como publicista. ¿Puede hablarnos más de ello?
A veces me pregunto si de haber sido abogado o ingeniero me hubieran hecho una pregunta parecida. No he conocido otro escritor al que le recuerden siempre lo que estudió o su otra faceta laboral. Pero entiendo. Al margen de que la publicidad es una profesión que carga con algunos prejuicios, creo que en realidad tu pregunta tiene que ver con la importancia de esa carrera en mi vida. Es verdad: antes de decidirme a escribir y publicar ya era un publicista más o menos conocido por su trabajo. Ya me entrevistaban por eso. Entonces, debo aceptar con buen humor que siempre me pregunten por eso. Ambos oficios son como volcanes que se alimentan de un mismo magma. Y ambos, en la actualidad, me son requeridos por distintos públicos, lo cual me otorga una diversidad que por ahora me divierte. Este mes que viene viajaré varias veces al extranjero tanto a presentar mi reciente novela como a dar conferencias sobre comunicación. Está bien eso.

En “La furia de Aquiles” encontramos la colisión del personaje con una ciudad caótica y con su pasado, ¿siente que hay aspectos en común con usted?
Yo nunca estudié literatura, y nadie me dijo cómo debía escribir. “La furia de Aquiles” fue mi primera novela, y la acometí con el temor de quien se enfrenta a lo que no domina. En esa etapa creía que iba a sentirme más seguro escribiendo sobre cosas que había conocido de primera mano, y por eso el primer tercio de la novela es bastante autobiográfico: el chico de provincia que emigra a estudiar a Lima con quienes parecen ser sus mejores amigos. Luego ya no. Ocurrió algo inesperado: cada personaje tomó su rumbo. Las cosas que hacen luego me resultan tan divertidas, como ajenas y perturbadoras.

Algo parecido ocurre con “La risa de tu madre”, una novela donde el pasado vuelve a perturbar al personaje.
¿A quién no le perturba el pasado? La diferencia en “La risa de tu madre” está en que el pasado persigue al protagonista sin que él lo haya pedido. El tipo encuentra una foto insólita de su madre que ella había escondido entre papeles viejos. La foto lo obsesiona.
Y creo que allí es cuando empieza a trabajar el inconsciente: las casualidades que lo llevan a ir descubriendo pistas sobre esa foto no lo son tanto. En psicoanálisis se dice que no existe la casualidad. Algo de esto quise plasmar en esa novela.

Usted ha asociado la paternidad con la escritura.
Solo para mi caso personal, y para explicar por qué, de la noche a la mañana, me puse a escribir. Es una teoría romántica. Cuando la madre de mis hijas estuvo embarazada la primera vez, un fin de semana algo me impelió a sentarme frente a la vieja computadora que tenía, y escribí un cuento. Y al fin de semana siguiente, otro. Y luego, otro. Estaba obsesionado. Con el tiempo, esos cuentos fueron publicados y, para mi sorpresa, fueron bien comentados. Hoy creo saber qué ocurrió. No sé si sea verdad, pero la idea me gusta: cada vez que escribo una historia siento que me ahorro un par de horas en el psicólogo. Cuando escribimos —y también cuando leemos— empezamos a procesar y digerir en nuestro interior una serie de vivencias inconscientes, y este proceso ayuda a reconciliarnos con nosotros y con el mundo que nos las hizo vivir. Quiero pensar, por lo tanto, que si un día empecé a escribir como un desaforado para no detenerme más, fue porque sabía que mi primera hija iba a nacer. Como si algo dentro de mí me hubiera dicho “vas a hacerte cargo de una nueva vida: será mejor que te ordenes por dentro para que puedas ocuparte mejor de ella”.
¿Cómo fue el trabajo periodístico en su libro sobre Juan Diego Flórez?
Fue un encargo que la UPC de Lima me hizo. Antes le habían encargado a Alonso Cueto un libro de homenaje a Mario Vargas Llosa. Y a Mariella Balbi uno sobre Fernando de Szyszlo. El de Juan Diego me lo encargaron a mí. Era un proyecto de asalto: volar a Nueva York, verlo cantar en el Metropolitan Opera, entrevistarlo durante un día, y luego regresar para entregar el texto. Gracias a Dios, tengo amigos que son muy buenos cronistas. Julio Villanueva Chang es uno de ellos. Debo haber absorbido algo de su talento al observarlos trabajar (risas).

Hábleme un poco más de “La semana tiene siete mujeres”.
Esta novela es un policial sentimental que disfraza dos temas muy polémicos, como son el prejuicio racial y la infidelidad. En el velorio de su marido, Gracia encuentra una nota en el traje del fallecido. Es un mensaje de amor en papel rosa. En ese instante nace su obsesión por averiguar cuál de las presentes puso esa nota allí. Para develar el misterio, busca la ayuda de un antiguo novio: un tipo blanco, de “buena familia”, que ha empobrecido con los años y que guarda un profundo resentimiento por el difunto. No es solo un rencor de amor, también es resentimiento social: aquel tipo era un cholo, un mestizo talentoso que le quitó a la mujer de su vida y que detonó un desánimo que no lo deja. Tampoco se trata de un escenario cualquiera: estamos en Lima, una ciudad donde el prejuicio racial se grita en silencio y la infidelidad se calla a gritos.

Además con esta novela fue finalista del Premio Planeta Casamérica.
Para mí fue una sorpresa. Tanto así que me enteré por el periódico, a diferencia del Premio Herralde con “La risa de tu madre”, donde sí me llegó la notificación de los finalistas. Espero que a mis amigos de Huancayo les guste tanto como le gustó al jurado.

¿Cuál ha sido su papel en el Proyecto Recreo?
Recreo es una asociación que fundamos Javier Arévalo y yo para llevar la lectura a los colegios. Lectura por placer. Javier es más el ideólogo, yo participo en las relaciones públicas, aparte de hacerlo como autor que visita a los colegios. No tiene precio. La emoción de ver a chicos y chicas escolares que disfrutan leyéndote y conociéndote es de las cosas más bonitas que hay.

MÁS DATOS
Gustavo Rodríguez presentará “La semana tiene siete mujeres” este viernes 29 de octubre en la Sala de Sesiones de la Municipalidad provincial de Huancayo a partir de las 8.00 PM. Una excelente oportunidad de encontrarnos, por primera vez en nuestra ciudad, con uno de los personajes más talentosos y reconocidos del joven Perú.

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