domingo, 25 de julio de 2010

Perfume de mujer

(Edición especial Nº 320 del 03 de julio de 2010)


Pasé por encima de la red y me incliné a su lado. Me miró, y sus ojos verdes tenían un extraño destello bajo el sol, a la vez burlón y expectante. Cuando le alcé la cabeza se incorporó a medias sobre uno de los codos y me pasó a su vez un brazo detrás del cuello. Su boca quedó muy cerca de la mía y sentí el soplo caliente de su respiración, todavía entrecortada. La besé y se dejó caer otra vez lentamente de espaldas arrastrándome sobre ella mientras la besaba. Nos separamos un instante y nos miramos con esa primera mirada honda, feliz y algo sorprendida de los amantes. Volví a besarla y sentí mientras la estrechaba cómo se hundían en mi pecho las puntas de sus pechos.

Guillermo Martínez,
Crímenes imperceptibles

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