sábado, 24 de julio de 2010

Especial Carlos Monsiváis (2)


(Edición 319 del 26 de junio de 2010)


El escritor que sí fue de sus lectores:
Carlos Monsiváis: aliado y voz de las causas perdidas
Desde Sinaloa, México, en exclusiva para “Solo 4”


Raúl Francisco Quiroz

Sus temas fueron la vida cotidiana, la cultura popular, la ciudad y su gente; sus causas fueron las de las minorías, las luchas sociales y la democracia; por eso el pueblo lo sentía tan amigo, tan hermano, tan cercano; y por eso lo lloró tanto en su muerte.
Carlos Monsiváis fue un crítico implacable y tenaz, que a través de sus crónicas y lúcidos ensayos, acabó por convertirse en la conciencia social de la realidad, no sólo nacional, sino latinoamericana. Las armas que tuvo fueron su voz y sus letras.
El intelectual escribió sobre la masacre estudiantil de 1968, el terremoto que destruyó la Ciudad de México en el 85, el levantamiento armado zapatista del 94, y el fraude electoral del 2006; y era un referente en el mundo literario internacional.
Y es que “Monsi”, como le decían los mexicanos de cariño, era de ese tipo de personajes que lo mismo departía con naturalidad con lo más selecto de la literatura, farándula o política mexicana; con el vendedor ambulante, el organillero o el vecino de la colonia o las calles por donde caminaba a pie, sencillo, sin poses.
Como dijo el poeta José Emilio Pacheco, era el “único escritor que la gente reconoce en la calle”. Con Monsiváis ocurría aún más: lo “apapachaban”, lo querían, lo sentían suyo, uno más del barrio, de la ciudad o de la universidad.
Tan es así que tras conocerse su fallecimiento el sábado 19 a causa de una fibrosis pulmonar, consternados vecinos del barrio San Simón Ticumac, en La Portales, lugar donde vivía y que nunca abandonó a pesar de su fama; salieron espontáneos y colocaron ofrendas florales, veladoras y carteles lamentando su eterna partida.
Su despedida fue de un grande. Centenares de ciudadanos se arremolinaron durante los homenajes de cuerpo presente que se le rindieron en el Museo de la Ciudad de México primero, y luego en el Palacio de las Bellas Artes. Y aunque las autoridades quisieron adueñarse de los eventos, el pueblo terminó por quedarse con su “Monsi” y tocaron su féretro, llevaron flores, caminaron a su lado y gritaron vítores al cronista cuando las puertas del recinto se abrieron para todos. Un pasaje que cabría en “Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza”.
Su velatorio fue tan intenso y extenso de dolientes, que no faltó quien lo comparara con lo que no acontecía desde la muerte de los grandes de la iconografía popular mexicana, como Pedro Infante, María Félix o Mario Moreno “Cantinflas”, sobre los que el maestro escribió profusamente.

CARLOS DE TODOS

Carlos Monsiváis pertenecía y pertenece a quienes lo leían y al leerlo se sentían reconocidos, durante años fue el cronista que retrato la vida social, política y cultural de México. La tenacidad de su crítica lo convirtió en la figura clave de la cultura nacional.
Su fallecimiento caló hondo en el mundillo cultural mexicano, que apenas se reponía del deceso de otro de sus íconos, José Saramago. Y a pesar de que el país se encontraba contaminado por la efervescencia mundialista del futbol, no había prácticamente plaza, oficina o universidad donde no se lamentara el suceso.
Se cuenta como fuera una historia más de su libro Los mil y un velorios. Crónica de la nota roja que en una ocasión al salir del Metro, un asaltante pistola en mano le exigió todas sus pertenencias y Carlos le ofreció su reloj entre sus pocas pertenencias. En un momento dado el ladrón se percató quién era la persona y exclamó “ah es usted, Monsiváis, a usted no” le regresó las prendas y se fue. Así era Monsiváis, parte del pueblo. Una voz aliada de los desposeídos, de los homosexuales, de las mujeres, de los hombres; fue un activista de los trabajadores, de los zapatistas, de todas las causas perdidas, que acá son todas las causas.
“¿Qué va a hacer el país ahora que te has ido, Monsi?” preguntaba su amiga, la escritora Elena Poniatowska, quedando de manifiesto que ahora más que nunca es necesario acudir a sus libros, tan necesarios para sentir que sigue acá.
Su capacidad intelectual y su bagaje cultural le permitían lo mismo comentar con lucidez sobre cine, política, arte y casi cualquier actividad humana. Su obra integrada por “Días de guardar”, “Amor perdido”, “Nuevo catecismo para indios remisos”, “Historias para temblar: 19 de septiembre de 1985”, “A ustedes les consta. Antología de la crónica en México”, “Escenas de pudor y liviandad”, es indispensable para entender al México de los últimos 50 años, por ello ahora se suceden coloquios, encuentros y jornadas de lectura. Se fue Carlos, pero ha ganado a Monsiváis para siempre.

MÁS DATOS:

Raúl Francisco Quiroz Millán (Sinaloa, México) es periodista, abogado y promotor de lectura. Ha laborado en diversos medios periodísticos, y actualmente es jefe de edición del Periódico “De Primera”. Obtuvo el premio de Crónica Periodística del diario Noroeste y una mención honorífica en el género de Crónica Social del premio de periodismo Pablo de Villavicencio “El Payo de El Rosario”, de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).


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