viernes, 30 de julio de 2010

Entrevista exclusiva: Fito Páez

(Edición de aniversario Nº 322 del 17 de julio de 2010)
Colección de entrevistas
Sandro Bossio Suárez recogió en Colombia, durante su participación en el III Congreso de Cultura Iberoamericana, entrevistas a varios cantantes, músicos, escritores y actores culturales de Latinoamérica, como Silvio Rodríguez, León Gieco, Susana Baca, Jorge Franco, Gustavo Bolívar, entre otros. En esta edición, empezamos con la anunciada entrevista de Fito Páez.

Fito en technicolor
Su asistente acciona el encendedor y una llamita amarilla se empina hacia el cigarrillo que pende de su rostro flaco y barbudo. Sólo después, con un suspiro de alivio, Fito Páez se arrellana en el sillón presto a responder nuestras preguntas. Y aquí vamos.
Sandro Bossio Suárez

No sólo eres cantante, sino, sobre todo, compositor. ¿Todavía crees en la musa inspiradora de la que se hablaba en el Medioevo?
No, a estas alturas, yendo y viniendo, de país en país, no tengo un método, ni una lógica. Trabajas y trabajas y en el momento menos pensado te das cuenta que tenés un disco. Y hay que parirlo.

¿Técnicamente, cuál es el proceso de creación de una canción?
Lo primero que hago es crearlo en silencio, solo, pero luego hay que conversarlo, mostrarlo. No hay que tener el narcisismo tan alto como para pensar que todo lo que hacés le va a interesar y gustar a la gente. Si pasan esa prueba, entonces vienen los lanzamientos en público. Personalmente, trabajo muy rápido: en veinte días hice el ochenta por ciento de mis discos. “La hora del destino” tuvo sus inicios como balada onda Lebón, porque sólo lo puede tocar. Pero llegó Coki Debernardi para cambiarle la onda, sólo con el ritmo de la batería. “La casa de las estrellas” es un remake de “El amor después del amor”, pero después tuvimos que asignarle una onda soul. Hay algo a lo que yo le llamo destino.

En ese proceso de creación, musicalmente, ¿piensas en cómo esas canciones van a sonar en vivo?
No. Cuando compongo no imagino cantándolo en público. Cuando me pongo a trabajar, trato de darle forma a eso que está ahí, que no sé de qué se trata hasta que después de trabajarlo un poco le empiezo a descubrir una forma. Para mí hacer una canción es una actividad artesanal. No me impongo horarios, no me dejo presionar, trato de trabajar con mucha independencia. Creo que alguna vez dije que la música es una novia cara que te pide mucho y también te da mucho.

Respóndeme con honestidad, ¿eres un clásico del rock argentino?
Represento el movimiento rockero local que se mueve bajo el influjo del tándem Nebbia-Spinetta-García. Yo solo represento, acompaño, escolto. No me puedo sentir protagonista del rock argentino porque, al lado de estos hombres, yo no soy nada.

¿Cómo que nada? También eres cineasta…
Si así lo querés llamar. Tuve que pagar mi derecho de piso. Es increíble. Si sos músico, dedicate a la música y no al cine, porque si insistes y lo hacés tienes que pagar. Y lo hice.

¿Cuántas películas has dirigido?
Bueno, algunas. “La balada de Donna Helena” es un mediometraje de 1993. En el 2001 hice “Vidas privadas” y en el 2007 “¿De quién es el portaligas?”. Ahora estoy metido en otro proyecto. También escribo los guiones.

¿Y qué te gusta más: la música o el cine?
Ambos. Cuando hago música, hago cine; y cuando hago cine siempre hago música, claro está (risas).

De alguna manera eres también un escritor. ¿Qué opinas de la literatura?
Que es un ente social tan importante como la música. Me gusta mucho la literatura. Alguna vez quise ser escritor, dedicarme a eso. El miedo siempre me apartó. Pero bueno, ahora lo disfruto. Me gusta mucho la literatura disidente.

¿Nos puedes dar tres nombres?
No, sería mezquino. Pero creo que la literatura argentina es muy buena, muy grande, como la música. Y no lo digo porque sea argentino. Quizás Arlt, Borges, Aira. No lo sé.

Alguna vez escuché decir que eres un cantante político. ¿Lo consideras?
No propiamente. Hago política, como todos, me preocupo por la política, claro, pero no tengo una intención política con mis canciones. Que mis canciones golpeen a los políticos y a sus imbéciles formas de gobernar, es otra cosa. A mí me preocupa América Latina, ver que en treinta años de democracia esto no arranca. Porque ahora ya no estoy solo, también están mis hijos y digo con susto: “puta, no, no arranca”. No entiendo por qué. Debemos aprender de nuestros errores, de nuestras crisis, no es difícil sentarnos a la mesa a negociar. Falta mucha grandeza en los políticos. Por eso no hago música para ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí.